martes, 5 de marzo de 2013

DIÁCONO JORGE NOVOA: YO TE BENDIGO ,PADRE...(Mt 11,25-30)

Yo te  bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las revelaste a los  pequeños" (Mt 11,25-39)

Estas palabras encierran un misterio y una paradoja para la lógica humana. Jesús es testigo del "modo de obrar del Padre", y con esta bendición, reconoce y alaba sus designios ( "tal ha sido tu beneplácito" Mt 11,26). Presentado como Señor del cielo y de la tierra, afirma que todo le está sometido, y nada escapa a su poder. Las acciones del Padre, son percibidas por los "pequeños" y por los "sabios y entendidos", según las disposiciones del corazón, como revelación u ocultamiento de sus designios.

Unas traducciones dicen te bendigo, otras te alabo, el sentido exacto es reconocer, confesar. Este verbo se encuentra a menudo en los salmos, es en latín el verbo "confiteor", y se emplea en dos sentidos, 1) para reconocer los beneficios de Dios, 2) o reconocer nuestros pecados.

El padre Vanhoye se pregunta: cuál es la diferencia entre bendecir y dar gracias a Dios? Y responde, en realidad no hay una verdadera diferencia. Ésta es más bien de origen lingüístico: dar gracias a Dios es la fórmula griega, bendecir a Dios es la fórmula bíblica, hebrea: los judíos no tenían un verbo concreto para decir "dar las gracias"; y empleaban para ello varios verbos, sobre todo el verbo bendecir.

Cuál es el elemento esencial de esta pequeñez? Quienes son pequeños?

Los "pequeños" son los que dan gracias  a Dios, viven en clave de gratuidad su existencia, reconociendo sus pecados y los beneficios de Dios."Las almas humildes son aquellas que saben descubrir la mano amorosa de Dios en todos los momentos de su vida, y que con amor y confianza se abandonan con todas sus fuerzas a la Providencia divina, conscientes de que son hijos amados de Dios y que jamás se verán defraudados por Él". La pequeñez"esta cimentada sobre la humildad, ella luego de abrir nuestros ojos, educa nuestra mirada, permitiéndonos reconocer la acción de Dios en las intrincadas realidades históricas. Introduciéndonos en la comprensión del lenguaje de la Providencia Divina, con su propia lógica, que permanece oculta a los "sabios y entendidos" y permite conocerle y amarle como Padre. El amor filial es necesariamente amor agradecido.

Los "pequeños" le acogieron a ÉL y su mensaje, no se escandalizaron de su origen, enseñanzas, ni de sus decisiones. Los que aparecen bajo la categoría "sabios y entendidos" le rechazaron. San juan Crisóstomo, aclara que llamarlos "sabios" no significa aludir a la verdadera sabiduría, incluso san Agustín dirá que bajo" el nombre sabios y entendidos" se entienden  los soberbios". Los destinatarios de la Buena Nueva, aparecen categorizados,  de modo contrapuesto por  las disposiciones  del corazón,  unos humildes y otros soberbios. Dios no pone ninguna barrera, ella se ubica en las disposiciones del corazón humano.

La acción del Padre se visibiliza en el Hijo, es Él quien revela y da a conocer los misterios del Reino. Los apóstoles son parte de los "pequeños" que han recibido la Buena Nueva de Dios, mientras que los fariseos y escribas han cerrado su corazón y sus ojos a la obra de Dios. La actitudes de las autoridades religiosas  son descritas , como "dureza del corazón".Muchas ciudades, también, fueron destinatarias de los signos, con los que el Señor, acreditaba su misión, pero sus moradores, por la dureza del corazón no vieron en ellos la obra de Dios.

El Señor lanza finalmente, una invitación a todos los que están cansados y agobiados, los invita a acudir a Él, y les promete que aliviará el peso que cargan sobre sus hombros. Ahora su yugo es ligero, y su carga llevadera, el amor volverá ligero lo que resulta pesado, el amor dará sentido a la entrega cotidiana. " Sin  Dios, la cruz nos aplasta; con Dios nos redime y nos salva" (Juan Pablo II).

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