lunes, 30 de abril de 2012

CRISTIADA UNA PELÍCULA IMPERDIBLE

Un general retirado acepta organizar militarmente a múltiples grupos de inconformes que se han levantado en armas, en diferentes partes del país, para defender la libertad religiosa. Cuando leyes injustas coartan la libertad religiosa y establecen que el tener fe en Dios te convierte en delincuente, lo natural es exigir su derogación. Esto sucedió en México en pleno siglo XX y muchos mexicanos todavía lo recuerdan, a pesar de que la historia oficial ha intentado ignorarlo. “Cristiada”, producida por “Dos Corazones Films”, es una película mexicana que rescata un tema histórico que ningún mexicano puede desconocer.

Nos encontramos en la segunda mitad de la década de los ’20 en México. Las leyes anticlericales pergeñadas en la Constitución de 1917 se radicalizan con las nuevas disposiciones del presidente Plutarco Elías Calles (Rubén Blades), la llamada “Ley Calles” que imponían severas restricciones a la libertad religiosa. La respuesta de los católicos no se hace esperar: hay manifestaciones civiles, una recolección de firmas, un boicot económico y, finalmente, debido a la cerrazón de Calles ante las protestas pacíficas, muchos recurren a la resistencia armada. Son los llamados “Cristeros” que, al grito de “Viva Cristo Rey” ponen en jaque al gobierno.

Los levantamientos se multiplican en varios estados del país y, para unificarlos y coordinarlos, la Liga Defensora de la Libertad Religiosa contrata al general retirado Enrique Gorostieta (Andy García). Su esposa Tulita (Eva Longoria) al principio se opone, pues teme por la vida de su marido. Sin embargo, después de reflexionar, ella misma lo anima a involucrarse en este gran ideal.
La represión gubernamental dio origen a innumerables actos heroicos así como martirios impresionantes, como los de Anacleto González Flores (Eduardo Verástegui) y José Sánchez del Río (Mauricio Kuri), un muchacho de tan solo 14 años de edad que, al presenciar el asesinato del Padre Christopher (Peter O’toole) solicita su ingreso como ayudante en el ejército de los Cristeros. Hubo asimismo mujeres que abastecían secretamente de municiones, alimentos y medicinas a los combatientes como Adriana (Catalina Sandino Moreno). Mención especialen la cinta merece Victoriano Ramírez “El 14” (Oscar Isaac), que se distinguía tanto por su osadía como por su indisciplina. La cinta está dirigida por el norteamericano Dean Wright, conocido por su trabajo como asistente de dirección en filmes como “Las crónicas de Narnia: El León, la Bruja y el Ropero”, y “El Príncipe Caspian”; ha trabajado también en los efectos especiales de Titanic, The Lord of the Rings: TheTwo Towers y El Retorno del Rey, por mencionar algunas, y es la producción mexicana más costosa de la historia. El esfuerzo ha merecido la pen apuesto que rescata para las generaciones actuales la hazaña de los católicos que, en pleno Siglo XX, ante la intransigencia de un gobierno torpe y déspota, se vieron obligados a defender el derecho fundamental a la libertad religiosa.

 El guion de Michael Lovei ntegra con fluidez la realidad histórica –con algunas licencias- y cumple su objetivo de dar una idea global del origen y el desarrollo del conflicto y ha contado con la asesoría del historiador Jean Meyer, quien ha investigado y trabajado en este tema durante 30 años y es autor del libro “La Cristiada”. Los hechos y los personajes son tocados brevemente, pues sería imposible abarcar todas las hazañas y el protagonismo completo de cada personaje en los 140 minutos que dura la producción, pero nos deja la inquietud de adquirir una visión más amplia de los acontecimientos en los numerosos libros históricos y ensayos sobre este apasionante episodio de la Historia. Un mérito adicional de esta muy recomendable película que, a decir del actor Santiago Cabrera “…Le devuelve (al cine mexicano) el nivel y el reconocimiento mundial de que gozó en tiempos pasados”. (cinesíntesis.blogspot.com)

 
 Página oficial: http://www.cristiadapelicula.com/

sábado, 28 de abril de 2012

CARDENAL PIACENZA: CARTA A LOS SACERDOTES SOBRE LA SANTIDAD Y NUEVA EVANGELIZACIÓN





Queridos Sacerdotes: En la próxima solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el 15 de junio de 2012, celebraremos, como de costumbre, la “Jornada Mundial de Oración para la Santificación del Clero”.
La expresión de la Escritura «Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación» (1Ts 4, 3), aunque vaya dirigida a todos los cristianos, se refiere e n modo particular a nosotros, los sacerdotes, que hemos aceptado no sólo la invitación a “santificarnos”, sino también a convertirnos en “ministros de santificación” para nuestros hermanos.
Esta “voluntad de Dios”, en nuestro caso, por decirlo así, se ha doblado y multiplicado al infinito, tanto que a ella podemos y debemos obedecer en cada acción ministerial que llevamos a cabo.
Este es nuestro estupendo destino: no podemos santificarnos sin trabajar para la santidad de nuestros hermanos, y no podemos trabajar para la santidad de nuestros hermanos sin que antes hayamos trabajado y trabajemos para nue stra santidad.
Al introducir a la Iglesia en el nuevo milenio, el Beato Juan Pablo II nos recordaba la normalidad de este “ideal de perfección”, que debe ofrecerse en seguida a todos: «Preguntar a un catecúmeno: “¿quieres recibir el bautismo?”, significa al mismo tiempo preguntarle: “¿quieres ser santo?”» 1.
Ciertamente, en el día de nuestra Ordenación sacerdotal, esta misma pregunta bautismal resonó de nuevo en nuestro corazón, pidiendo una vez más nuestra respuesta personal; pero se nos ha confiado para que supiésemos dirigirla también a nuestros fieles, custodiando su belleza y preciosidad.
La conciencia de nuestros incumplimientos personales no contradice esta persuasión, como tampoco lo hacen las culpas de algunos que, a veces, han humillado el sacerdocio a los ojos del mundo.
A distancia de diez años —considerando que las noticias difundidas se agravan — debemos dejar que resuenen de nuevo en nue stro corazón, con mayor fuerza y urgencia, las palabras que Juan Pablo II nos dirigió el Jueves Santo del año 2002: «Además, en cuanto sacerdotes, nos sentimos en estos momentos personalmente conmovidos en lo más íntimo por los pecados de algunos hermanos nuestros que han traicionado la gracia recibida con la Ordenación, cediendo incluso a las peores
manifestaciones del mysterium iniquitatis que actúa en el mundo. Se provocan así escándalos graves, que llegan a crear un clima denso de sospechas sobre todos los demás sacerdotes beneméritos, que ejercen su ministerio con honestidad y coherencia, y a veces con caridad heroica. Mientras la Iglesia expresa su propia solicitud por las víctimas y se esfuerza por responder con justicia y verdad a cada situación penosa, todos nosotros —conscientes de la debilidad humana, pero confiando en el poder salvador de la gracia divina — estamos llamados a abrazar el
mysterium Crucis y a comprometernos aún más en la búsqueda de la santidad. Hemos de orar para que Dios, en su providencia, suscite en los corazones un generoso y renovado impulso de ese ideal de entrega total a Cristo que está en la base del ministerio sacerdotal»2.
Como ministros de la misericordia de Dios, sabemos, por tanto, que la búsqueda de la santidad siempre se puede retomar, a partir del arrepentimiento y el perdón. Pero a la vez sentimos la necesidad de pedirlo, cada sacerdote, en nombre de todos los sacerdotes y para todos los sacerdotes3.
Refuerza nuestra confianza la invitación que la propia Iglesia nos dirige a cruzar nuevamente el umbral de la Porta fidei, acompañando a todos nuestros fieles. Sabemos que este es el título de la Carta apostólica con la cual el Santo Padre Benedicto XVI convocó el Año de la Fe que comenzará el próximo 12 de octubre de 2012.
Una reflexión sobre las circunstancias de esta invitación nos puede ayudar.
Se sitúa en el 50° aniversario de la apertura del Concilio ecuménico Vaticano II (11 de octubre de 1962) y en el 20° aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica (11 de octubre de 1992). Además, para el mes de octubre de 2012, se ha convocado la Asamblea General del Sínodo de los Obispos sobre el tema de "La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana".
Se nos pedirá, pues, trabajar en profundidad sobre cada uno de estos “capítulos”:
– sobre el Concilio Vaticano II, a fin de que sea de nuevo acogido com o «la gran gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX»: “Una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza ”, “una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia”4;
– sobre el Catecismo de la Iglesia Católica, para que realmente se acoja y se utilice «como instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial y como una regla segura para la enseñanza de la fe»5;
– sobre la preparación del próximo Sínodo de los Obispos, para que sea realmente «una buena ocasión para introducir a todo el cuerpo eclesial en un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe »6.
Por ahora —como introducción a todo el trabajo— podemos meditar brevemente sobre esta indicación del Pontífice, en la cual todo converge: «Es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra (cf. Mt 28, 19). Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo. Por eso, también hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para redescubrir la al egría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe».7
“Los hombres de cada generación”, “todos los pueblos de la tierra”, “nueva evangelización”: ante este horizonte tan universal, sobre todo nosotros, los sacerdotes, debemos preguntarnos cómo y dónde estas afirmaciones pueden unirse y consistir.
Podemos, pues, comenzar recordando que ya el Catecismo de la Iglesia Católica se abre con un abrazo universal, reconociendo que “El hombre es «capaz» de Dios”8; pero lo hace eligiendo —como su primera cita— este texto del Concilio ecuménico Vaticano II: «La razón más alta (“eximia ratio”) de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor (“ex amore”), es conservado siempre por amor (“ex amore”); y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador . Sin embargo, muchos de nuestros contemporáneos no perciben de ninguna manera esta unión íntima y vital con Dios o la rechazan explícitamente » (“hanc intimam ac vitalem coniunctionem cum Deo”)9.
¿Cómo olvidar que, con el texto que acabamos de citar —precisamente en la riqueza de las formulaciones escogidas— los Padres conciliares querían dirigirse directamente a los ateos, afirmando la inmensa dignidad de la vocación, de la que se habían alejado como hombres? ¡Y lo hacían con las mismas palabras que sirven para describir la experiencia cristiana, en el culmen de su intensidad mística!
También la Carta apostólica Porta Fidei inicia afirmando que esta «introduce en la vida de comunión con Dios », lo que significa que nos permite adentrarnos directamente en el misterio central de la fe que debemos profesar: «Profesar la fe en la Trinidad —Padre, Hijo y Espíritu Santo— equivale a creer en un solo Dios que es Amor» (ibídem, n. 1).
Todo esto debe resonar de modo especial en nuestro corazón y en nuestra inteligencia, para que seamos conscientes de cuál es hoy el drama más grave de nuestros tiempos.
Las naciones cristianizadas ya no sienten la tentación de ceder a un ateísmo genérico (como en el pasado), sino que corren el riesgo de ser víctimas de ese particular ateísmo que viene de haber olvidado la belleza y el calor de la Revelación Trinitaria.
Hoy son sobre todo los sacerdotes, en su adoración diaria y en su ministerio diario, quienes deben encauzarlo todo hacia la Comunión Trinitaria: sólo a partir de esta y adentrándose en esta, los fieles pueden descubrir verdaderamente el rostro del Hijo de Dios y su contemporaneidad, y pueden verdaderamente llegar al corazón de todo hombre y a la patria a la cual todos están llamados. Y sólo así los sacerdotes podemos ofrecer de nuevo a los hombres de hoy la dignidad del ser persona, el sentido de las relaciones humanas y de la vida social, y la finalidad de toda la creación.
“Creer en un solo Dios que es Amor”: no será realmente posible ninguna nueva evangelización si los cristianos no somos capaces d e sorprender y conmover nuevamente al mundo con el anuncio de la Naturaleza de Amor de Nuestro Dios, en las Tres Divinas Personas que la expresan y que nos hacen partícipes de su misma vida.
El mundo de hoy, con sus laceraciones cada vez más dolorosas y preocupantes, necesita al Dios-Trinidad, y anunciarlo es la tarea de la Iglesia.
La Iglesia, para poder desempeñar esta tarea, debe permanecer indisolublemente abrazada a Cristo y no dejar nunca que se le separe de Él: necesita santos que vivan “en el corazón de Jesús” y sean testigos felices del Amor Trinitario de Dios. ¡Y los Sacerdotes, para servir a la Iglesia y al mundo, necesitan ser santos!
Vaticano, 26 de marzo de 2012
Solemnidad de la Anunciación de la Santísima Virgen
NOTAS
1 Carta Apostólica Novo millennio ineunte, n. 31.
2 JUAN PABLO II, Carta a los sacerdotes para el Jueves Santo del año 2002.
3 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, El sacerdote ministro de la Misericordia Divina. Material para Confesores y
Directores espirituales, 9 de marzo de 2011, 14-18; 74-76; 110-116 (el sacerdote como penitente y discípulo espiritual).
4 Cf. Porta fidei, n. 5.
5 Cf. Ibídem, n. 11.
6 Ibídem, n. 4.
7 Ibídem, n. 7.
8 Sección Primera. Capítulo I.
9 Gaudium et Spes, n. 19 y Catecismo de la Iglesia Católica n. 27.

jueves, 26 de abril de 2012

HANS URS VON BALTHASAR: IV DOMINGO DEL TIEMPO PASCUAL

El buen pastor da la vida por las ovejas. La parábola del buen pastor, por muy realista que sea Jesús en su descripción, sólo adquiere toda su fuerza plástica en él, el  “Pastor” asignado por Dios a los hombres. Se mencionan dos distintivos: primero los desvelos del pastor por su rebaño hasta la muerte y después un mutuo conocimiento entre el pastor y las ovejas, un conocimiento cuya profundidad se cimienta en el misterio más íntimo de Dios.

De la entrega hasta la muerte se habla al principio y al final del evangelio. Esta entrega es lo contrario de la huida del “asalariado”, que cuando llega el peligro tiene el pretexto de que la vida de un ser humano vale más que la de cualquier animal irracional. Este argumento sólo pierde fuerza cuando al pastor le importan tanto sus ovejas que prefiere dar su vida por ellas antes de abandonarlas. En el ámbito puramente natural esto resulta difícil de imaginar, pero en el ámbito de la gracia se convierte en la verdad central, porque sólo se hace comprensible con la ayuda del segundo elemento de la parábola: que el pastor conozca sus ovejas y éstas también le conozcan a él instintivamente, es para Jesús sólo el punto de comparación para un conocimiento totalmente distinto: “Igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre”. Aquí no se trata ya de un instinto, sino del más amor trinitario. Y cuando Jesús aplica este supremo conocimiento de amor a la íntima reciprocidad entre él y los suyos, eleva este conocimiento muy por encima de lo que sugiere en la parábola.


Y así se aclara también que el primer momento de la parábola: dar la vida por las ovejas, y el segundo: conocimiento mutuo, no están simplemente yuxtapuestos sino intrínsecamente unidos: porque el conocimiento entre el Padre y el Hijo forma una unidad con su perfecta entrega recíproca; y por eso el conocimiento entre Jesús y los suyos forma también una unidad con la entrega perfecta de Jesús a los suyos y por los suyos, lo que ciertamente implica (aunque aquí no se formule) la unidad del conocimiento y de la entrega vital del  cristiano a su Señor. Ambos temas aparecen expresamente unidos al final: el Padre ama al Hijo (también) por su perfecta entrega a los hombres –lo que es al mismo tiempo libertad del Hijo y “misión” del Padre-, y esa entrega incondicional a los hombres es también- porque es amor divino- el poder de la victoria sobre la muerte (“el poder para recuperar la vida”).


Ningún otro nombre bajo el cielo. Pedro, en la primera lectura, atribuye al Señor todo el honor del milagro realizado por él. Se le interroga, se le pregunta con qué poder y en nombre de quién ha curado al paralítico. Respuesta: con el poder y de la “piedra angular que vosotros desechasteis”, pues únicamente en Jesús pueden los hombres encontrar la salud, la salud espiritual y en este caso también la corporal. No es que todos los guardianes de las ovejas sean meros “asalariados”, pues el propio Pedro ha sido designado por el Señor para apacentar su rebaño. Pero se trata del rebaño de Cristo, no de Pedro, de modo que todo lo que es eficaz y apropiado es obra del supremo Pastor (1 P 5,4), si bien mediante la acción de sus colaboradores.


El mundo no nos conoce. La segunda lectura dice, leída en este contexto, que el mundo no puede conocer la íntima relación que existe entre Jesús y los suyos: por ejemplo la relación de un papa o de un obispo con Cristo, su Señor. Como el mundo no conoce a Cristo, tampoco puede ver a la Iglesia en su unidad con Cristo, ni medir la distancia que la separa de él. Pero la lectura va aún más lejos: tampoco la propia Iglesia puede comprender del todo esta relación mientras dure su peregrinación en la tierra; es tan misteriosa que sólo se desvelará en la vida eterna: entonces la relación entre el Hombre-Dios y la Iglesia quedará integrada en la relación trinitaria, sin disolverse en ella.

BENEDICTO XVI: SIN LA ORACIÓN NUESTRAS OCUPACIONES SON ACTIVISMO

MEDJUGORJE 25 DE ABRIL



“¡Queridos hijos! También hoy los invito a la oración y a que su corazón, hijitos, se abra a Dios como una flor hacia el calor del sol. Yo estoy con ustedes e intercedo por todos ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamado.”


lunes, 23 de abril de 2012

TESTIMONIO DE EDUARDO VERÁSTEGUI (EWTN)

El programa que conduce Pepe Alonso, "Nuestra fe en vivo", y que se trasmite por el maravilloso canal EWTN, que Dios nos regaló por medio de la madre Angélica, presentó el testimonio impactante de Eduardo Verástegui. Te invito a ver este video, ha sido fraccionado en seis partes para que pueda bajar rápidamente, seguramente será de mucha bendición para tu vida...


http://www.youtube.com/watch?v=y9c8NwcC7LY (1)
http://www.youtube.com/watch?v=Brs9bf1flVk&feature=related (2)
http://www.youtube.com/watch?v=CO75I1j_usA&feature=related (3)
http://www.youtube.com/watch?v=h_JiU6ojU9Q&feature=related (4)
http://www.youtube.com/watch?v=xgCLXdmSjK4&feature=related (5)
http://www.youtube.com/watch?v=UTkZzs-pTEg&feature=related (6)

viernes, 20 de abril de 2012

DIÁCONO JORGE NOVOA : ITINERARIO DE SU VOCACIÓN (3)


III- El hallazgo

En la carta de Pablo a los Corintios, Dios saciará la búsqueda de Teresa"como estos mis deseos me hacían sufrir durante la oración un verdadero martirio, abrí las cartas de san Pablo con el fin de buscar una respuesta. Y mis ojos se encontraron con los capítulos 12 y 13 de la primera carta a los Corintios" (Manuscrito B)ciertamente que hay dones al servicio de la Iglesia, ellos son concedidos por Dios para el bien de todos, por lo cual es necesario ejercerlos, no para pavonearse, no es propio del don de Dios alardear como si fuera solamente fruto del esfuerzo humano. Si en realidad el llamado de Dios está ausente, no basta con querer. El querer para ser fecundo debe reconocerse como respuesta a un llamado.

La enseñanza encontrada por Teresita en la carta a los Corintios sobre los carismas, esclarece su búsqueda. No todos estamos llamados a ser sacerdotes, mártires y confesores. Esta primera revelación, tal vez un poco desalentadora a primera vista, preparará su corazón para que conozca el fundamento sólido de todas estas formas de vida en la Iglesia. "La respuesta estaba clara, pero no colmaba mis deseos ni me daba paz" (Manuscrito B).

" Comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo compuesto de diferentes miembros, no le faltaría el más necesario, el más noble de todos, comprendí que la Iglesia tenía un corazón y que este corazón estaba ardiendo de Amor"


En la Iglesia, la vocación y todas las vocaciones son posibles solamente por el Amor, no hay vocación que no tenga su origen en el Amor. Es el Amor Trinitario el que suscita para bien de la Iglesia la vocación, incluso la respuesta debe darse en la gracia de ese amor, otorgada a la Iglesia en ese hombre o esa mujer. Esto parece poner la vocación tan sólo al alcance de unos pocos, y ciertamente todos estamos llamados a vivir la vocación bautismal, en el Amor Trinitario que nos ha llamado a participar en su Iglesia.

Si la Iglesia tiene un corazón, este debe ser el motor que impulsa a los apóstoles, mártires, sacerdotes y profetas, sin su "fuerza", no podrían anunciar el Evangelio, no serían capaces de dar testimonio de Jesús en tantas situaciones difíciles como tienen que enfrentar.


"Si hay un corazón, Yo seré el amor en la Iglesia", así el rayo de luz divino toma forma en esta maravillosa frase de Teresa, y le esclarece en su entendimiento esta verdad fundante de la existencia cristiana. A su luz ella contemplará todo lo que le ocurra. El amor de Dios la fortalece para vivir como ofrenda que arde sin consumirse en la hoguera del amor divino. Participa del amor pascual de Cristo, que según los relatos evangélicos, sobre todo S. Juan, presenta dos características: es deseado ardientemente y se consuma viviéndolo hasta el extremo.

Así como el maestro ha deseado ardientemente vivir su Pascua, así elige a Teresa para participar en este deseo ardiente "que no se consume", la posesión que Dios toma de Teresa, la hace análogamente como a la zarza ,"arder sin consumirse".

Para poder vivir así, es necesario "amar hasta el extremo", Teresa, va por esta gracia que Jesús le concede a vivir totalmente abismada en su Divino esposo, que "tiene sed de amor". Este amar hasta el extremo, solamente se puede realizar si confiadamente el alma se entrega totalmente en los brazos del Señor, para que este la conduzca" en medio de la más oscura tormenta" con el rayo de su gracia. Para llegar a "la cima de la montaña del amor, Jesús no pide grandes hazañas, sino únicamente abandono y gratitud".



IV-_Epílogo


¿Qué puede decirnos a nosotros ésta joven monja de clausura del Carmelo de Lisiuex? ¿Alcanza con su mensaje a hombres y mujeres que viven inmersos en la vorágine del mundo actual?

Yo creo que su mensaje absolutamente actual, es portador de una palabra esperanzadora e iluminadora. Todos debemos entrar en el Carmelo? No, sin llamado no basta mi querer, el llamado es un don, un regalo, un misterio que no tiene su origen en nosotros. ¿Entonces, la puerta que conduce a la santidad está clausurada para nosotros?

El Santo Padre nos da una serie de lineamientos generales en orden a las prioridades pastorales de la Iglesia Universal cuando entramos en el Nuevo Milenio, la santidad es la perspectiva en la que debe situarse este camino ,la santidad es una "urgencia pastoral" (NMI n 30). Podemos caer en la trágica tentación, de creer que esta propuesta, no acarrea grandes e inmediatas consecuencias para la vida de una Iglesia local. El "Inmediatismo activista y el fariseísmo" son tentaciones permanentes que asechan a la barca de Pedro y a sus pastores. El Papa como el Señor nos infunde confianza, ante nuestra impaciencia, -"no hemos pescado nada", "nuestras redees están vacías"- nos invita con la voz del Señor a "navegar mar adentro". La santidad no es para las orillas cómodas, es una vida de profundidad, hay que ir "mar adentro". La tempestad de los "mesianismos intrahistóricos eclesiales" cesa ante la voz del pastor, confiemos en el Señor y adentrémonos en "Su mar". Duc in altum.



Caminos múltiples


Este mensaje de Teresa se inscribe en la llamada universal a la santidad, hecha por el Concilio Vaticano II, todos estamos llamados a la santidad. "Sea cual fuere nuestro estado de vida o el hábito que llevemos, cada uno de nosotros tiene que ser el santo de Dios. ¿Quién es, pues, más santo? Quien más ama, quien contempla más a Dios y satisface las exigencias de la mirada divina" (Isabel de la Trinidad).

"Los caminos de la santidad son múltiples y adecuados a la vocación de cada uno" (NMI n 31). En la variedad de caminos Dios expresa la belleza inagotable de su gracia, la santidad es la ciencia del amor.

En el documento conciliar llamado Lumen Gentium, luego de mirar a los miembros del Pueblo de Dios, desde la particular aportación de cada uno, obispos, presbíteros y diáconos, desarrolla todo un capítulo dedicado a los laicos, concluyendo con la vida religiosa (vida consagrada), es decir luego de enumerar la riqueza de la variedad, destaca lo común a todos, la "llamada universal a la santidad". Para todos y cada uno de los miembros de la Iglesia, este es el lugar común, la santidad. Desde el origen (Bautismo) por el cual somos miembros del Pueblo de Dios, es decir, hemos sido injertados en la vid de Cristo, somos uno con Él. Resaltando la aportación de cada uno de los miembros del Pueblo (orden, laicos, vida consagrada) en orden a la misión (evangelizar) debemos comunicar la vida (gracia) que viniendo de Dios nos nutre (santificación) e impulsa a correr hacia la meta (visión de Dios).

En la imagen del Cuerpo, S.Pablo nos dice que "hay muchos miembros" y que todos son necesarios, es imposible decir a alguno, "no te necesito", todos recibimos la vida de la única vid y nos nutrimos con su savia, el buen funcionamiento de un miembro redunda en beneficio de todo el cuerpo. La vida santa de un creyente enriquece la vida de la Iglesia y la impulsa hacia el cumplimiento más eficaz de su misión. Teresa llama la atención sobre el poder transformador de la caridad. Todos podemos amar, y vivir este amor en las cosas cotidianas, y así edificar la Iglesia. Ningún gesto de amor se pierde, Dios no deja estéril ningún acto de amor, y aunque nosotros a veces no percibamos su efecto inmediato, Dios en el tiempo oportuno, lo distribuye para nosotros o en otros, según sea necesario. Una mamá que cuida a sus hijos y esposo, deposita en Dios este tesoro de amar generosamente y Dios siempre devuelve el ciento por uno. Solo el amor salva, y ahora posee un rostro concreto, Jesús de Nazaret, este es el grito de Teresa, tal vez, sea la puerta olvidada de la humanidad, que por ser estrecha está abandonada. Teresa nos anuncia esta buena noticia que tiene su origen en el Evangelio. Su vida es una experiencia luminosa de la gracia, que la introdujo en la ciencia del amor.



Caminos actuales y posibles


" Vivir de amor es navegar sin tregua,
en las almas sembrando paz y gozo.
¡Oh mi piloto amado!,la caridad me urge,
pues te veo en las almas mis hermanas

La caridad me guía, ella es mi estrella,
bogo siempre a su luz.
En mi vela yo llevo grabada mi divisa:
¡vivir de amor!"

Vivir de amor es una poesía de enorme profundidad, este canto que entona Teresa por la vida de la caridad, es descalificado por la voz del mundo que le ordena;"¡Vivir de amor, oh que locura extraña -me dice el mundo-cesa ya tu canto!"

El discípulo de Jesús sabe desde siempre a que tres enemigos debe enfrentar; mundo (realidad negativa presente en el mundo que se opone al plan de Dios, capitaneado por el que S. Juan llama príncipe de este mundo) demonio ( ser personal, espiritual que busca permanentemente apartarnos de Dios) carne (nuestras propias inclinaciones, la concupiscencia, etc). Estos enemigos de la naturaleza humana, lo son de modo mayor en tanto la cultura actual no los distingue con claridad; llamar al mal bien y al bien mal es un modo de confusión babélico. "Jesús es un tesoro escondido, un bien inestimable que pocas almas saben encontrar, porque está escondido y el mundo ama lo que brilla".Teresa nos anima a vivir bajo la luz de la caridad, ella transforma lo amargo en dulce,"Jesús hace dulce lo más amargo" lo difuso por su presencia queda esclarecido. A pesar de ser un camino arduo en virtud de la resistencia del pecado, la caridad inunda poco a poco la vida del creyente, para ser un río que brotando en las fuentes del cordero, se derrama en el mundo, allí donde el creyente por la gracia obra la voluntad de Dios.

Ante tanta verdad que se nos manifiesta sin necesidad de argumentos que la defiendan, lo mejor es callar y contemplar, miremos con admiración la obra de Dios y agradezcámosle por Santa Teresita del Niño Jesús.
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jueves, 19 de abril de 2012

SIETE AÑOS CON BENEDICTO XVI

Han pasado siete años desde cuando Benedicto XVI, la tarde del 19 de abril de 2005, con el rostro iluminado por la emoción y la responsabilidad, anunciaba al mundo que los cardenales, en el cónclave apenas concluido, lo habían elegido a la sede de Pedro… a él “un simple y humilde trabajador de la viña del Señor”. “Me consuela -dijo el hasta entonces cardenal Joseph Ratzinger-, el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes”. Ya desde el primer momento, pues, el Papa Benedicto mostró su humildad y sencillez encomendándose a las oraciones de los fieles y a la “alegría del Señor” para seguir adelante.

La Iglesia, efectivamente, ha seguido hacia adelante. Un largo camino guiado por la clarividencia, la firmeza y la fe de un amable Pontífice teólogo que a pesar de la edad (acaba de cumplir 85 años) ha hecho que este camino fuera muy fructuoso, como nos indica nuestro director y portavoz suyo, el padre Federico Lombardi:

“En estos siete años hemos tenido ya veintitrés viajes internacionales a veintitrés países, y veintiséis viajes por Italia; hemos asistido a cuatro Sínodos de los Obispos y a tres Jornadas Mundiales de la Juventud; hemos leído tres Encíclicas y recibido innumerables alocuciones y actos magisteriales; hemos participado de un Año paulino y de Año sacerdotal; hemos visto al Papa afrontar con valor, humildad y determinación –es decir con límpido espíritu evangélico– situaciones difíciles, como la crisis que siguió a los abusos sexuales. Hemos leído –hecho nuevo y original– su obra sobre Jesús de Nazaret y su libro-entrevista “Luz del mundo”. 

Se trata por lo tanto de un Pontificado rico e intenso con tantos eventos importantes, con tantos frutos recogidos...


“Sobre todo, hemos aprendido de la coherencia y constancia de su enseñanza, que la prioridad de su servicio a la Iglesia y a la humanidad es orientar la vida hacia Dios, el Dios que nos ha dado a conocer Jesucristo; que la fe y la razón se ayudan recíprocamente en el buscar la verdad y responder a las expectativas y a las preguntas de cada uno de nosotros y de la humanidad en su conjunto; y que el olvido de Dios y el relativismo son riesgos gravísimos de nuestro tiempo. Por todo esto nos sentimos inmensamente agradecidos”. 

Los problemas que el Papa siente con más dolor son los de la secularización, el olvido de Dios, el relativismo y la pérdida de referencias y de valores de tantas personas de nuestra época moderna. Pero una cosa que caracteriza a nuestro Papa es que a pesar de tantos problemas, transmite siempre serenidad y alegría, alentando a los fieles a pesar de las preocupaciones.

«Ciertamente. El Papa es un hombre de fe y un verdadero creyente. Es el que puede ayudaryservir a la Iglesia como roca de la fe, precisamente porque es el primero en creer. Y, en este sentido, la fe es fuente de una serenidad y de una alegría tan profunda que nadie puede apagar. La raíz de la serenidad del alma de Papa Benedicto es su misma fe y, por lo tanto, la esperanza que mana de ella». 

Dice el padre Lombardi que el Pontificado de Benedicto XVI, se ha centrado sobre la esencial misión de la Iglesia. Es decir, la prioridad de la atención a Dios, la relación del hombre con Dios, la dimensión trascendente de la vida, y la persona de Jesucristo como revelador del verdadero Rostro de Dios. 

Todos estamos en camino en esta misión eclesial. Tenemos delante el Encuentro Mundial de las Familias, el Sínodo de la Nueva Evangelización y el Año de la Fe… estamos en camino con Benedicto XVI. (ER –RV)



FUENTE: RADIO VATICANO 

martes, 10 de abril de 2012

ENRIQUE CALICÓ: PADRE PIO; LA OBEDIENCIA ES UNA MURALLA QUE EL DIABLO NO PUEDE SALTAR



Barba Azul, viendo que no hacía mella en el Padre Pío, empezará a envenenar los corazones de determinadas personas, ya fuesen superiores religiosos, tanto canónigos como de su misma Orden, ya fuesen gente de menor relieve.
El primero que fue tentado fue el obispo de Manfredonia, Monseñor Pasquale Gagliardi, quien dejándose llevar por la envidia al ver la afluencia de peregrinos y de limosnas al convento de San Giovanni dentro de su diócesis, se inventó toda clase de artimañas para calumniarlo.

El padre Paolino Da Casacalenda, guardián del convento de San Giovanni Rotondo –quien había hecho posible que el Padre Pío fuese destinado a dicho convento, le había asistido tantas veces y había sido el primero en ver los estigmas –, con gran disgusto para ambos fue trasladado y sustituido por el padre Lorenzo de San Marco in Lamis.
También el padre Benedetto de San Marco in Lamis dejará su cargo de provincial en manos del padre Pietro Da Ischitella. A partir de ese momento nuestro beato será víctima de persecuciones, privaciones y órdenes absurdas e injustas muy graves que se sucederán a lo largo de los años y que él, sin discutirlas, acatará con paciencia y resignación cristiana:
–Si esta es la voluntad de Dios...
Preguntado en más de una ocasión por su total sumisión y por qué no se defendía de aquellas órdenes que demostraban ser verdaderos castigos intencionados,
–Pero, Padre Pío, ¿por qué no se rebela contra tamañas calumnias e injusticias?
Siempre respondía:
–La obediencia, hijos míos, es una muralla que el diablo nunca puede escalar.
A pesar de tantas calumnias, tantos informes maliciosos, no dejó de cumplir su misión, la que Dios le había destinado. La afluencia de peregrinos se irá incrementando, y la curiosidad creciente será una fuente inagotable de conversiones.

Vamos a destacar la de Emmanuele Brunatto, joven conocido por su vida disoluta y aventurera y por sus continuas quiebras fraudulentas. Él mismo reconoce no saber por qué un día fue y se mezcló entre la multitud al pie del monasterio. El Padre Pío al momento pesca este «pez gordo» y lo lleva a una confesión íntegra, lo cual da como resultado un cambio total de vida.

Ese joven se convierte en un gran defensor del Padre Pío, a quien tendrá una verdadera devoción, se quedará por un tiempo en el convento y luchará con todos los medios a su alcance para anular el daño que las calumnias e informes malintencionados fueron esparciendo por doquier. Trabajará con honradez en un nuevo negocio que le proporcionará una pequeña fortuna, gracias a la cual podrá colaborar en el gran proyecto que nuestro capuchino tiene in mente.

FUENTE: GRATISDATE

J.RATZINGER: LA FE NO ES UNA TEORÍA...

Lo esencial incluso del mismo Jesucristo no es que haya divulgado unas ideas -cosa que por cierto, hizo-, lo realmente importante es que "yo soy cristiano porque creo que eso ha acontecido". Dios vino al mundo para actuar en él; es un hecho, una realidad, no es una imagen.

Peter Seewal (PS):¿Personalmente, qué le parece lo más atractivo del catolicismo?

La grandeza de vivir esta historia de la que formo parte, me parece algo fascinante; es algo que -en mi opinión incluso sólo humanamente tiene mucho de extraordinario. Y también me llena de admiración que una institución con tantas debilidades y errores, a nivel humano, siga manteniéndose firme y que yo -mientras forme parte de ella- esté en comunión con todos los fieles vivos y difuntos de esa gran comunidad. Y que aquí, en esta comunidad, es donde también tengo la certeza de algo fundamental en mi vida: que Dios se ha fijado en mí. Es una certeza en la que he basado mi vida y en la que quiero vivir y morir.

PS :Jesucristo, y con él también la imagen de la Iglesia, ¿no es un misterio que se pueda aceptar o rechazar? Como una especie de "take or leave it", como dicen los americanos, un "lo tomas o lo dejas".


Hay que tomar una decisión, por supuesto. Pero no como si decido tomar un café, que puedo tomarlo o dejarlo. Es una decisión mucho más seria, que repercute en la estructura de toda mi vida y me afecta a mí mismo en lo más profundo de mi ser. Si decido vivir sin Dios, o contra Dios -cosa que por supuesto tengo libertad para poder hacer- todos mis actos serán, lógicamente, distintos a si pretendo vivir cara a Dios. Es una decisión que abarca plenamente todo mi ser: mi concepto del mundo, cómo quiero ser y Cómo soy. No es una decisión cualquiera, como una de tantas que pueda tomar en el mercado de posibilidades que se me ofrece. Ahí se decide todo el proyecto de mi vida.

(Del libro del entonces Card. Joseph Ratzinger: La sal de la tierra, Una conversación con Peter Seewal 1996)

domingo, 8 de abril de 2012

BENEDICTO XVI: MENSAJE PASCUAL


JESUCRISTO RESUCITADO
DIOS Y HOMBRE VERDADERO
VENID ADORÉMOSLO

Del mensaje pascual de Su Santidad Benedicto XVI:

"La oscuridad acerca de Dios y sus valores son la verdadera amenaza para nuestra existencia y para el mundo en general. Si Dios y los valores, la diferencia entre el bien y el mal, permanecen en la oscuridad, entonces todas las otras iluminaciones que nos dan un poder tan increíble, no son sólo progreso, sino que son al mismo tiempo también amenazas que nos ponen en peligro, a nosotros y al mundo"

[...] En Pascua, en la mañana del primer día de la semana, Dios vuelve a decir: «Que exista la luz». Antes había venido la noche del Monte de los Olivos, el eclipse solar de la pasión y muerte de Jesús, la noche del sepulcro. Pero ahora vuelve a ser el primer día, comienza la creación totalmente nueva. «Que exista la luz», dice Dios, «y existió la luz». Jesús resucita del sepulcro. La vida es más fuerte que la muerte. El bien es más fuerte que el mal. El amor es más fuerte que el odio. La verdad es más fuerte que la mentira. La oscuridad de los días pasados se disipa cuando Jesús resurge de la tumba y se hace él mismo luz pura de Dios. Pero esto no se refiere solamente a él, ni se refiere únicamente a la oscuridad de aquellos días. Con la resurrección de Jesús, la luz misma vuelve a ser creada. Él nos lleva a todos tras él a la vida nueva de la resurrección, y vence toda forma de oscuridad. Él es el nuevo día de Dios, que vale para todos nosotros.

Pero, ¿cómo puede suceder esto? ¿Cómo puede llegar todo esto a nosotros sin que se quede sólo en palabras sino que sea una realidad en la que estamos inmersos? Por el sacramento del bautismo y la profesión de la fe, el Señor ha construido un puente para nosotros, a través del cual el nuevo día viene a nosotros.

En el bautismo, el Señor dice a aquel que lo recibe: Fiat lux, que exista la luz. El nuevo día, el día de la vida indestructible llega también para nosotros. Cristo nos toma de la mano. A partir de ahora él te apoyará y así entrarás en la luz, en la vida verdadera. Por eso, la Iglesia antigua ha llamado al bautismo photismos, iluminación.
¿Por qué? La oscuridad amenaza verdaderamente al hombre porque, sí, éste puede ver y examinar las cosas tangibles, materiales, pero no a dónde va el mundo y de dónde procede. A dónde va nuestra propia vida. Qué es el bien y qué es el mal.

La oscuridad acerca de Dios y sus valores son la verdadera amenaza para nuestra existencia y para el mundo en general. Si Dios y los valores, la diferencia entre el bien y el mal, permanecen en la oscuridad, entonces todas las otras iluminaciones que nos dan un poder tan increíble, no son sólo progreso, sino que son al mismo tiempo también amenazas que nos ponen en peligro, a nosotros y al mundo. Hoy podemos iluminar nuestras ciudades de manera tan deslumbrante que ya no pueden verse las estrellas del cielo. ¿Acaso no es esta una imagen de la problemática de nuestro iluminismo? En las cosas materiales, sabemos y podemos tanto, pero lo que va más allá de esto, Dios y el bien, ya no lo conseguimos identificar. Por eso la fe, que nos muestra la luz de Dios, es el verdadero iluminismo, es una irrupción de la luz de Dios en nuestro mundo, una apertura de nuestros ojos a la verdadera luz [...]"

HANS URS VON BALTHASAR: DOMINGO DE RESURRECCIÓN DEL SEÑOR


Iglesia de hombres, Iglesia de mujeres. En el evangelio, María Magdalena, la primera que ha visto la losa quitada del sepulcro, corre a informar del hecho a los dos discípulos más importantes, Pedro, el ministerio eclesial, y Juan, el amor eclesial. Se dice que los dos discípulos corrían  juntos camino del sepulcro, pero no llegaron a la vez: el amor más rápido, tiene menos preocupaciones y está por así decirlo más liberado que el ministerio, que debe preocuparse de múltiples cosas. Pero el amor deja que sea el ministerio el que dictamine sobre la situación: es Pedro el primero que entra, ve el sudario enrollado y comprende que no puede tratarse de un robo. Esto basta para dejar entrar también al amor, que ve y cree no en la resurrección propiamente dicha, sino en la verdad de todo lo que ha sucedido con Jesús. Hasta aquí llegan los dos representantes simbólicos de la Iglesia: lo que sucedió era verdad de todo lo que ha sucedido con Jesús. Hasta aquí llegan los dos representantes simbólicos de la Iglesia: lo que sucedió era la verdad y la fe está justificada a pesar de toda la oscuridad de la situación. En los primeros momentos esta fe se convertirá en verdadera fe en la resurrección sólo en María Magdalena, que no  se vuelve a casa, sino que se queda junto al sepulcro donde había estado el cuerpo de Jesús y se asoma con la esperanza de encontrarlo. El sitio vacío se torna ahora luminoso, delimitado por dos ángeles, uno a la cabecera y otro a los pies. Pero el vacío luminoso no es suficiente para el amor de la Iglesia (aquí la mujer antes pecadora y ya reconciliada, María Magdalena, ocupa sin duda el lugar de la mujer por excelencia, María, la Madre): debe tener a su único amado. Ella le reconoce en la llamada de Jesús: ¡María!


 Con esto todo se colma, el cadáver buscado es ahora el eterno Viviente. Pero no hay que tocarle, pues está de camino hacia el Padre: la tierra no debe retenerle, sino decir sí; como en el momento de su encarnación, también ahora, cuando vuelve al Padre, hay que decir sí. Este sí se convierte en la dicha de la misión a los hermanos: dar  es más bienaventurado que conservar para sí. La Iglesia es en lo más profundo de sí misma mujer, y como mujer abraza tanto al ministerio eclesial como al amor eclesial, que son inseparables: La hembra abrazará al varón (Jr  31,22).


El ministerio predica. Pedro predica, en la primera lectura, sobre toda la actividad de Jesús; el apóstol puede predicar de esta manera tan solemne, meditada y triunfante sólo a partir del acontecimiento de la resurrección. Esta arroja la luz decisiva sobre todo lo precedente: por el bautismo de Jesús, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, se ha convertido en el bienhechor y salvador de todos; la pasión aparece casi como un interludio para lo más importante: el testimonio de la resurrección; pues testimonio debe ser, ya que la aparición del Glorificado no debía ser un espectáculo para todo el pueblo sino un encargo, confiado a los testigos  que él había designado de antemano, de predicar al pueblo el acontecimiento, que tiene un doble resultado: para los que creen en él, el Señor es el perdón de los pecados; y para todos será el  juez de vivos y muertos nombrado por Dios. La predicación del Papa es la sustancia de la Buena Nueva y la síntesis de la doctrina magisterial.


El apóstol explica. En la segunda lectura de Pablo saca la conclusión para la vida cristiana. La muerte y resurrección de Cristo, acontecimientos ambos que han tenido lugar por nosotros, nos han introducido realmente en su vida: Habéis muerto, habéis resucitado con Cristo. Como todo tiene en él  su consistencia (Col 1,17), todo se mueve y vive con él. Pero al igual que el ser de Cristo estaba determinado por su obediencia al Padre, así también nuestro ser es inseparable de nuestro deber. Nuestro ser consiste en que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios, ha sido sustraída al mundo y por tanto ahora no es visible; sólo cuando aparezca Cristo, vida nuestra, podrá salir también a la luz, juntamente con él, nuestra verdad escondida. Pero como nuestro ser es también nuestro deber, tenemos que aspirar ante todo a las cosas celestes, a las cosas de arriba, aunque tengamos que realizar tareas terrestres, no podemos permanecer atados a ellas, sino que hemos de tender a lo que no solamente después de la muerte sino ya ahora constituye nuestra verdad más profunda. En el don de Pascua se encuentra también la exigencia de Pascua, que es asimismo un puro regalo.

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

jueves, 5 de abril de 2012

NÉSTOR MARTÍNEZ: VIVA CRISTO REY!!!

Hemos leído con asombro, dolor e indignación la carta en que el Ministro Huidobro responde a Mons. Fuentes. 

No nos parecen suficientes las ¿explicaciones? que da el Ministro acerca del sentido en que llamó “gil” a Nuestro Señor Jesucristo. 

Por más que haya (¿irónicamente?) querido presentarlo como un título honorífico, así como también a la palabra “nabo” ¿le gustaría al Sr. Huidobro que la gente se dirigiera a él con esos apelativos?

Rechazamos categóricamente las descalificaciones e insultos que el Ministro dirige contra la Iglesia Católica y contra el Arzobispo de Montevideo.

Los católicos no somos ciudadanos de segunda categoría y tenemos tanto derecho como cualquiera a que se guarde un mínimo de respeto hacia lo que somos y hacia lo que creemos. Que un Ministro tilde de “fascista” a la Iglesia es motivo suficiente para preguntarse si es prudente políticamente para el gobierno mantenerlo en su cargo.

No fueron pocos los miembros de esa misma Iglesia que según Huidobro es “fascista” los que con su voto contribuyeron a que ahora desempeñe el cargo para el que parece carecer de algunas dotes elementales en un gobernante. Nos imaginamos que muchos de ellos deben estar sumidos en honda perplejidad al considerar en estos días santos el resultado de su opción.

De ningún modo Mons. Fuentes ha sido la “nota discordante” en este caso, sino que ha sido la voz de todo el pueblo católico uruguayo, y también de muchos cristianos no católicos, e incluso de todos los uruguayos que mantienen la tradición de respeto y convivencia de nuestro país, convocados todos con rara unanimidad por la insólita irrespetuosidad de las expresiones del Ministro. Basta para ver eso darse una vuelta por “Twitter” y “Facebook”, por ejemplo.

En nuestra Patria hay muchos Santuarios y templos dedicados a “Cristo Rey”, que es una invocación tradicional en la Iglesia mucho más allá de las estrechísimas interpretaciones politizantes del Ministro. Calificar de “fascistas” a los que nos enorgullecemos de proclamar a los cuatro vientos la Realeza Universal de Jesucristo Resucitado es persecución religiosa en el plano verbal.

Lamentablemente, las expresiones de Huidobro no desentonan del todo con lo que estamos celebrando esta semana. Hemos recordado cómo Jesús fue traicionado, golpeado, flagelado, coronado de espinas, escupido, burlado, humillado, clavado en la cruz, muerto y sepultado. Lo que nos da esperanza a todos es que Jesús, mientras lo estaban crucificando, oró diciendo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!

MONSEÑOR JAIME FUENTES: CARTA A ELEUTERIO FERNÁNDEZ HUIDOBRO



Estimado Eleuterio:
                            el otro día, en la reunión de ADM, dijiste muchas cosas con tu estilo de siempre: para cantar algunas verdades hablás en "lunfardo". Pero no siempre lo usás: por ejemplo, cuando dijiste quepedir perdón es fácil, perdonar es difícil y poca gente se suma a esa fila. No pudiste usar un lenguaje más formal y verdadero para expresar algo en lo que estamos muy de acuerdo.                               

En el contexto, sin embargo, no te puedo acompañar. La razón principal es porque pusiste como ejemplo al Flaco ese, que lo crucificaron por gil, porque se pasó predicando el perdón. ¡Pará la mano, hermano! Te pasaste. Si hubiera estado en la reunión me levanto y te paro el carro.

Porque una cosa es que tengas derecho a decir lo que se te antoje y en el lenguaje que se te antoje, pero hay límites, como en todo: el límite se llama respeto. Y te pasaste. Si nadie te dijo nada en público, será por tu cargo de Ministro. Pero después, en privado, te aseguro que te están mandando a… la que vos también mencionaste.

En todo caso, ¿sabés qué pienso? Que tu lunfardo te jugó en contra.
Porque vos y yo estudiamos en los Maristas (con tres años de diferencia a favor tuyo, que para los más chicos era una diferencia importante). Tuvimos los mismos profesores: el Hermano Antonio (a) El Tronco; Salvador (a) Pildorita, Alberto, Alfonso… Ahora pienso...¡qué capacidad de perdonar demostraban!

Te decía, que para mí el lunfardo esta vez te traicionó: porque, en realidad, vos sabés por qué murió Jesucristo; y sabés que su Perdón hay que escribirlo con mayúscula. Y a la altura de la vida en la que estamos, vos y yo tenemos bien presente que cualquier día de estos vamos a encontrarlo y nos va a preguntar qué hicimos de bueno aquí abajo. En fin, que ya no estamos en edad de macanear con ciertos temas, ¿no te parece?

Por lo demás, mirá que no me olvido de que, cuando fue necesario, tuviste arrestos (judiciales y de los otros: ahora me refiero a los otros) y dijiste que NO a la ley del aborto. Espero que haya más que sigan tu ejemplo.
Un abrazo sin ningún rencor y, como gritábamos todos los días en el patio del Santa María al terminar las clases, ¡Viva Cristo Rey!,  

                                               Jaime Fuentes