«Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os mostraré a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése. «¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios.Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos.
En medio de los ayes (ay de vosotros) conminatorios dirigidos a los fariseos, Jesús les enseña a sus discípulos, cuál es el verdadero mal que el hombre debe temer, y cuán valiosos somos cada uno de nosotros para el Padre celestial. Como enseña san Cirilo los destinatarios son sus discípulos, hoy es aplicable a los creyentes: No parece que se dirige esta sentencia a todos, sino únicamente a los que aman a Dios de todo corazón, los cuales conviene que digan ( Rom 8,35): "¿Quién nos separará del amor de Jesucristo?" .
El hombre muchas veces experimenta temor, aquí se establece cuál es el peor mal que el hombre puede padecer, aunque inicialmente uno puede pensar que es la muerte, Jesús invita a los suyos a no temer la muerte sino la condenación eterna. Este es el peor mal. Los hijos no deben actuar por miedo, resulta incomprensible pensar que nuestras motivaciones estén sustentadas en el temor servil, como hijos, nos mueve el respeto y deseo profundo de no ofenderle. Los hijos padecerían la peor tragedia si se separaran del Padre por toda la eternidad. Si arriesgan la propia vida, e incluso, si la pierden por ser fieles al amor del Señor, actúan conforme a su condición de hijos muy amados del Padre que los recompensará.
El texto expresa claramente que algo permanece más allá de la muerte, a la muerte del cuerpo, le sigue lo que no puede ser alcanzado por la acción de los hombres, la suerte de la eternidad del alma. El destino final de ella es lo que más debe importar al hombre.
Jesús nunca desprecia la existencia humana, ni la dimensión corporal de la persona, solamente muestra cual es la realidad última a la que el hombre debe orientar su existencia. La meta es la salvación, si para alcanzarla es necesario entregar la vida en esta tierra, hay que hacerlo, sabiendo que el que te quita esta vida, no tiene poder para decidir tu destino eterno.
Cada uno de nosotros es muy valioso para Dios, esta afirmación está expresada no solamente con palabras, sino con obras, la vida del Hijo Eterno y su entrega por nosotros, es expresión concreta de este amor, de lo valiosos que somos, como dirá el apóstol Pedro: " hemos sido rescatados de la conducta necia por la sangre del cordero sin mancha".
Dios por la providencia, orienta todas las cosas a su consumación y cuida con deferencia de lo pájaros del cielo y los lirios del campo, con mayor razón debemos confiar en el Padre que nos ama y nos ha rescatado del pecado y la muerte.
No debemos temer, ni inquietarnos, Dios está mucho más cerca de lo que podemos imaginar, y nada ocurre sin que ÉL lo permita y lo ordene para nuestra salvación. Cuánto reconforta saber por la enseñanza de Jesús, que los cabellos de nuestras cabezas están contados!Se conoce por estas palabras hasta dónde llega la acción de la divina Providencia, que se ocupa hasta de las cosas más pequeñas.
Para el Padre nadie es inútil, ni su existencia frutó de la casualidad, todos somos amados y conocidos por el Padre desde la eternidad y destinados a vivir unidos a Él para siempre..
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