martes, 22 de mayo de 2012

CARTA A LOS SACERDOTES

Esta carta dirigida a los sacerdotes, la tomé del muro del P. Daniel Kerber. Le pidieron que predicara retiro a los presbiterios de Maldonado y Minas. Para comenzar cada predicación, les pidió a algunos matrimonios, jóvenes, catequistas, laicas, laicos, y consagrados, que escribieran una carta para los sacerdotes que se reunían para escuchar al Señor y rezar. Aquì va la primera que el P. Daniel compartió en facebook.

“El sacerdote es otro cristo que trabaja para la Gloria del Padre”
(Beata Isabel de la Trinidad)


Querido hermano:

Doblo mis rodillas ante el Padre agradeciendo el DON del SACERDOCIO.
Él no me ha concedido ser portadora de este regalo en mi persona, pero como hija de la Iglesia que soy sé que todas las riquezas de la Madre son también, en parte, de la hija. Por eso me siento muy unida desde dentro a todo sacerdote, y como los amo entrañablemente y deseo con ardor su santidad, es que me animo, impulsada por este mismo amor y deseo, a pedirte, hermano, algunas cosas.

Lo primero es que AGRADEZCAS cada día el EXTRAORDINARIO REGALO de tu vocación, y que la vivas como lo que es: DON DE TU DIOS que por sólo su amor y misericordia se fijó en ti.
Enraíza tu vocación en la GRATUIDAD DIVINA y convéncete en lo más profundo de tu ser que no eres merecedor de esta gracia.
Cultívala, piénsala, órala…. Tu vocación es un MISTERIO. Un misterio SUBLIME que el Padre te va revelando progresivamente, y aunque ya la posees (si se me permite la expresión) no acabas aún de conocerla. Ella te excede, te desborda… es mucho más grande que Tú. Lo constatas cada día al sostener a Dios entre tus manos. Celebra la Eucaristía con dignidad, recogido en profunda adoración. Es un gran privilegio que tu Señor te concede y -me atrevo a decir- lo MÁS GRANDE que puedes “hacer” por la humanidad.

Una actitud fundamental, querido hermano, es la de aprender a RECIBIR, y se nos va la vida en ello, porque estamos acostumbrados a comprar. Sacerdote: DÉJATE AMAR POR EL SEÑOR, acoge su amor sin medidas ni barreras. Él dijo a Catalina de Siena: “hazte capacidad y Yo me haré torrente”.
Dejándote amar por Él serás un hombre cautivado, cercado, dominado por su amor. Gritarás con Pablo “me urge el amor de Cristo” (2Cor. 5,14).

Vive sin miedo al ridículo esta RELACIÓN ESPONSAL con Cristo, corazón y sostén de tu ser sacerdotal. De esta manera la ORACIÓN no será una actividad más que le ofrezcas desde tu generosidad, sino una NECESIDAD URGENTE para mantener esa profundad intimidad.

Hermano, antes de pedirte algún servicio, te pido que seas ÍNTIMO DE CRISTO. Que tu corazón lata al unísono con el suyo… busca su voluntad, escucha su voz. ¿Quieres ser pastor? Haz como Él, que primero fue cordero (Jn. 1,29) dispuesto a obedecer. Y atento a las más pequeñas insinuaciones de su Padre quiso ser oveja que reconoce su voz. Sólo así se presentó como el PASTOR.
Jesús no te pide éxitos (dijo Teresa de Calcuta), sino que le seas fiel.

Y hablando de fidelidad, te pido hermano, que vivas tu celibato con ALEGRÍA… No eres un hombre recortado o incompleto, todo lo contrario. Tu corazón entregado a Cristo por ENTERO manifiesta que ya no te perteneces, es Otro el que ahora te plenifica. Él te ha TOMADO, “te ha UNGIDO, te ha MARCADO con su sello y te ha DADO SU ESPÍRITU” (2 Cor. 1,22).
¡SÓLO CRISTO TE BASTA!
Pero, sacerdote, si algún día sientes que el amor de nuestro Dios no te alcanza y experimentas un vacío que carcome lo mejor de ti, y en tu ansia de sentirte vivo te dispones a acompañar tu soledad con otro amor… Antes que lo hagas yo te pido, en el nombre del Señor te pido: SE HOMBRE Y CAE DE RODILLAS FRENTE AL DIOS QUE TE CREÓ DE LA NADA. Háblale de tu vacío, de tu necesidad de ser amado. Se SINCERO y reconoce tu vulnerabilidad. Háblale de tus ansias de dar vida. ¿Acaso no crees que Él es capaz de colmar todo tu ser?
Reza y pídele más fe.

En tu actividad pastoral quiero pedirte que te dones por entero. Dale a los demás lo mejor de ti, que es tu Señor Resucitado viviendo en tu propia persona. Sólo los testigos son capaces de mover los corazones. No te anuncies a ti mismo, sacerdote, sino a JESUCRISTO (2 Cor. 4,5). Cuéntale a la gente cómo el Evangelio tiene PODER PARA SALVAR. Enséñales que el cristianismo no es cosa de moral, sino de CRISTO VIVO. ¿Por qué muy pocos de ustedes predican que Dios es nuestro Padre? ¿Por qué no nos repiten una y otra vez que Él nos AMA GRATIS?

Deseo que seas, sacerdote, un hombre HABITADO por la PALABRA, como nuestra Madre Santísima que supo hacerse espacio para acoger en sí al Verbo Eterno. Pídele al Espíritu que te cubra con su sombra, para que se realice en tu alma como otra encarnación del Verbo (B. Isabel de la Trinidad) y entonces los que se encuentren contigo se encontrarán también con Cristo.

Sé GENEROSO y cercano con tu comunidad, date sin reservas porque el que ama no guarda nada para sí. Y cuando te sientas avasallado por sus reclamos, y sus múltiples demandas te “roben” lo más sagrado de tu tiempo, ADELÁNTATE a tu agobio y dile con firmeza: NADIE ME QUITA LA VIDA, SOY YO QUIEN LA DOY DE MI PROPIA VOLUNTAD (Jn. 10,18). Así no serás víctima de nadie.

Y para terminar, no quisiera, hermano, que sintieras todo lo dicho como un cúmulo de exigencias o expectativas que pongo en ti. Es verdad, eres importante y el Señor te asignó en la Iglesia un puesto prominente, pero tú sabes mejor que yo “que es Dios quien, más allá de la buena disposición de ustedes, realiza en ustedes el QUERER y el ACTUAR” (Fil. 2, 13). Querido hermano: si te sientes pequeño y te ves pobre y miserable frente a esta gran misión que Él te encomendó… SÓLO MÍRALO A ÉL.

Jesús, autor y consumador de nuestra fe (Hb.12,2), que comenzó en ti una obra tan buena, la llevará a feliz término (Flp.1,6).

YA NO TE PERTENECES;
ERES DE CRISTO

ERES DE LA IGLESIA.

Gracias, hermano sacerdote, por tu SÍ de cada día.


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