domingo, 27 de mayo de 2012

CARLOS BUELA IVE: EL PODER DE LA PALABRA


El poder de la palabra de Dios
Sermón pronunciado por el p. Carlos M. Buela, IVE
en la Iglesia de San Pietro (Segni) el 23 de abril de 2008
en la Misa de Clausura de la Jornadas Bíblicas.
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La Biblia tiene “palabras de vida eterna”. San Bernardino compara las Sagradas Escrituras con el sol ya que:
1. Ilumina: despeja las tinieblas.
2. Calienta: caldea la tierra.
3. Da vigor: con su fuerza vigoriza a la tierra.
1. Ilumina el entendimiento: porque enseña la verdad. El mismo Cristo dijo: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no anda en tinieblas” (Jn 8,12). El cristia­no puede pasar por mil pruebas pero nunca debe estar confundido con respecto a la Palabra de Dios.
* La Palabra de Dios no debe silenciarse: el Anticristo ven­drá en medio del silencio de la Palabra de Dios. El mismo demonio llega cuando se silencia la Palabra de Dios: “El que recibe la Palabra entre espinas es el hombre que escucha la Casella di testo:  
Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan y no pueden dar fruto” (Mt 13,22).


* La Palabra de Dios no debe traficarse: “Pero nosotros no somos como muchos que trafican con la Palabra de Dios, sino que hablamos con sinceridad en nombre de Cristo, coma envia­dos de Dios y en presencia del mismo Dios” (2Cor 2,17).


* La Palabra de Dios no debe falsificarse: “...y nunca hemos callado nada por vergüenza, ni hemos procedido con astucia falsificando la Palabra de Dios...” (2Cor 4,2).
La Palabra de Dios no siempre nos gusta porque resulta difícil cumplirla. El demonio nos insta a no cumplirla, a pesar de que la escuchamos.
          La Sagrada Escritura nos enseña a distinguir:
      
    * El bien del mal: “Si Dios no construye la casa, en vano se afanan los constructores” (Sal 127).
“Apetecibles más que el oro, más que el oro fino; sus pala­bras más dulces que la miel, más que el jugo de panales” (Sal 19,11).


* Lo mejor y lo óptimo: (y así también lo peor) “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo...” (Heb 4,12).

2. Inflama el corazón 
* porque da vida al alma: los muertos en el pecado resucitan a la gracia de Dios por el aire de su Palabra (función vital del sacerdote). Nos engendra a la vida de Dios como semilla incorruptible: “Las palabras que os he dicho son Espíritu y Vida” (Jn 6,63).


* porque alimenta: esto lo confirmó el mismo Jesucristo: “No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la Boca de Dios” (Lc 4,4).
Rechazar la Palabra de Dios es señal de muerte: “Os aseguro que el que escucha mi palabra y cree en Aquel que me ha en­viado tiene vida eterna” (Jn 5,24).
También Isaías nos habla de la forma de actuar de la Palabra de Dios: “Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos, y no vuelven allá sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que de simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí vacía, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a la que la envié” (Is 55,10-11).
Es importante destacar que la Biblia no sólo concede la vida, sino que la aumenta. A la Palabra de Dios sólo le falta una cosa: ser bien recibida, lo cual depende del que la recibe.


         * porque deleita: “La Palabra de Dios es más dulce que la miel”. A los discípulos de Emaús les ardía el corazón (cfr. Lc 24,32).

3. Da fuerza al alma 
* porque quebranta y conmueve: es distinto el sermón de un cura que habla bien al que usa la Palabra de Dios (textualmente). Esta última conmueve y convierte. Esto es muy importante en la enseñanza del Catecismo. “No es así mi palabra, como el fuego, y como un martillo golpea la peña” (Jer 23,29).


* porque defiende: defiende de los ataques del demonio, del mundo y de la carne. “Como escudo de acero, como espada filosa” (Ef 6,16-19). El enemigo es más fuerte que nosotros y por eso necesitamos la Palabra de Dios como defensa:  “Vi caer a Satanás como un rayo” (Lc 10,18). También: “Retírate, Satanás, porque está escrito...” (Mt 4,10).


* porque fortifica: “Huesos secos, escuchad la Palabra de Dios” (Ez 37,4-5). 
Como conclusión de todo lo anterior, podemos decir que las Sagradas Escrituras son el TESORO donde se hallan todos los bienes. De esta Palabra se han alimentado todos los santos, ya sean misioneros, Doctores de la Iglesia, el mismo Cura de Ars (que la aprendió de memoria). “La hierba se seca, la flor se marchita, mas la Palabra de nuestro Dios permanece por siempre” (Is 40,8).

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