El poder de la palabra de Dios
Sermón
pronunciado por el p. Carlos M. Buela, IVE
en la Iglesia de San Pietro (Segni) el 23 de abril de 2008
en la Misa de Clausura de la Jornadas Bíblicas.
en la Iglesia de San Pietro (Segni) el 23 de abril de 2008
en la Misa de Clausura de la Jornadas Bíblicas.
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La Biblia tiene “palabras de vida eterna”. San
Bernardino compara las Sagradas Escrituras con el sol ya que:
1. Ilumina: despeja las tinieblas.
2. Calienta: caldea la tierra.
3. Da vigor: con su fuerza vigoriza a la
tierra.
1. Ilumina el entendimiento: porque enseña la verdad. El mismo Cristo
dijo: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no anda en tinieblas” (Jn
8,12). El cristiano puede pasar por mil pruebas pero nunca debe estar
confundido con respecto a la Palabra de Dios.
* La Palabra de Dios no debe silenciarse: el
Anticristo vendrá en medio del silencio de la Palabra de Dios. El mismo
demonio llega cuando se silencia la Palabra de Dios: “El que recibe la Palabra
entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las
preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan y no pueden
dar fruto” (Mt 13,22).
* La Palabra de Dios no debe traficarse: “Pero nosotros no somos como muchos que trafican con la Palabra de Dios, sino que hablamos con sinceridad en nombre de Cristo, coma enviados de Dios y en presencia del mismo Dios” (2Cor 2,17).
* La Palabra de Dios no debe falsificarse: “...y nunca hemos callado nada por vergüenza, ni hemos procedido con astucia falsificando la Palabra de Dios...” (2Cor 4,2).
La Palabra de Dios no siempre nos gusta porque resulta
difícil cumplirla. El demonio nos insta a no cumplirla, a pesar de que la
escuchamos.
La Sagrada
Escritura nos enseña a distinguir:
* El bien del mal: “Si Dios no construye la casa, en vano se afanan los constructores” (Sal 127).
“Apetecibles más que el oro, más que el oro fino; sus
palabras más dulces que la miel, más que el jugo de panales” (Sal 19,11).
* Lo mejor y lo óptimo: (y así también lo peor) “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo...” (Heb 4,12).
2. Inflama el corazón
* porque da vida al alma: los muertos en el
pecado resucitan a la gracia de Dios por el aire de su Palabra (función vital
del sacerdote). Nos engendra a la vida de Dios como semilla incorruptible: “Las
palabras que os he dicho son Espíritu y Vida” (Jn 6,63).
* porque alimenta: esto lo confirmó el mismo Jesucristo: “No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la Boca de Dios” (Lc 4,4).
Rechazar la Palabra de Dios es señal de muerte:
“Os aseguro que el que escucha mi palabra y cree en Aquel que me ha enviado
tiene vida eterna” (Jn 5,24).
También Isaías nos habla de la forma de actuar de la
Palabra de Dios: “Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos, y no
vuelven allá sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para
que de simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que
salga de mi boca, que no tornará a mí vacía, sin que haya realizado lo que me
plugo y haya cumplido aquello a la que la envié” (Is 55,10-11).
Es importante destacar que la Biblia no sólo concede
la vida, sino que la aumenta. A la Palabra de Dios sólo le falta una cosa: ser
bien recibida, lo cual depende del que la recibe.
* porque deleita: “La Palabra de Dios es más dulce que la miel”. A los discípulos de Emaús les ardía el corazón (cfr. Lc 24,32).
3. Da fuerza al alma
* porque quebranta y conmueve: es distinto el
sermón de un cura que habla bien al que usa la Palabra de Dios (textualmente).
Esta última conmueve y convierte. Esto es muy importante en la enseñanza del
Catecismo. “No es así mi palabra, como el fuego, y como un martillo golpea la
peña” (Jer 23,29).
* porque defiende: defiende de los ataques del demonio, del mundo y de la carne. “Como escudo de acero, como espada filosa” (Ef 6,16-19). El enemigo es más fuerte que nosotros y por eso necesitamos la Palabra de Dios como defensa: “Vi caer a Satanás como un rayo” (Lc 10,18). También: “Retírate, Satanás, porque está escrito...” (Mt 4,10).
* porque fortifica: “Huesos secos, escuchad la Palabra de Dios” (Ez 37,4-5).
Como conclusión de todo lo anterior, podemos decir que
las Sagradas Escrituras son el TESORO donde se hallan todos los bienes. De esta
Palabra se han alimentado todos los santos, ya sean misioneros, Doctores de la
Iglesia, el mismo Cura de Ars (que la aprendió de memoria). “La hierba se seca,
la flor se marchita, mas la Palabra de nuestro Dios permanece por siempre” (Is
40,8).
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