viernes, 24 de febrero de 2012

MONSEÑOR JORGE LUGONES: LA CUARESMA ES UN TIEMPO DE LUCHA ESPIRITUAL


La liturgia cuaresmal se compone de valores que, en su conjunto, incitan e iluminan el desarrollo de “la conversión”, con el tono vigilante, bélico y audaz de la lucha espiritual.
Cuaresma es un camino, que tiene como meta la Pascua de Resurrección: la fiesta de la vida.
Este andar el camino de la cuaresma implica el deseo de conversión, es decir, un volverme de “mí camino” para retomar el verdadero camino. Significa renovar la elección de comunión con el misterio de muerte y resurrección, que encuentra en el abandono de fe al Padre y en el servicio de caridad a los hermanos sus expresiones más auténticas.
Como dice el poetaPorque el mucho camino enturbia el horizonte » [1].  
El mucho camino empaña el horizonte, el horizonte de nuestros buenos deseos, el horizonte de la apertura a los demás, el horizonte de la solidaridad, el horizonte de la misión. Queremos convertirnos en una “Iglesia abierta solidaria y misionera”, pero para alcanzar esto necesitamos hacerlo juntos, pedimos un espíritu de comunión y entrega.
La disponibilidad para la misión debe llevarnos a una lectura de nosotros mismos y de nuestras acciones que se inspire en criterios evangélicos;con el deseo, de vivir en plenitud la comunión con Dios y con los hermanos; pues el pecado rompe o en todo caso perjudica la comunión, la hace menos transparente y auténtica; el corazón de un convertido debe aprender a amarla nuevamente y de modo más profundo, estando atentos al Espíritu.
La desesperanza, el desencanto, la desolación tienen también el poder de empañar el horizonte. Hay cansancios del alma, que nos dejan en penumbras. Pero la reserva siempre está, el volver a la presencia siempre es posible,  cuando parece que el día se apaga, que no se podrá ya ver, es cuando Dios nos sorprende, cuando el atardecer de la vida parece empezar a crear solo sombras, es cuando la apertura al Espíritu nos recrea, nos anima nuevamente.
Todos somos penitentes y necesitados de conversión; llamados a cultivar algunos valores y educarnos en algunas actitudes en el camino de conversión.
La invitación a vivir la reconciliación sacramental preparándonos para iniciar este “Año de la fe” puede llegar al interior de situaciones muy diversas. No estoy hablando de las diferencias de edad, sexo o profesión; sino más bien en la diversidad de situaciones espirituales. Hay quién está viviendo tal vez su fe con indiferencia o distracción. El corazón está en otra parte, quizás solamente en las cosas… hay quien no quiere comprometerse, hay quien no quiere hacerse cargo de un apostolado, hay quien critica pero no hace nada, hay quien dice pero no hace, hay quien hace y critica a los demás, hay quien dice perder la fe y no pide, o pide mal, como dice el evangelio… conversión significará entonces enfrentar con decisión este salir de la oscuridad para ponerse en el camino y aceptar tener una relación distinta y personal con Dios.
Tiempo de lucha: tiempo de gracia, tiempo de tentación. La Cuaresma no es simplemente un tiempo de más silencio y descanso interior; es un tiempo de lucha espiritual, es un tiempo en que los conflictos interiores  se enfrentan con renovado vigor en la lucha contra Satanás y contra el pecado, sobre todo los que eligen y aceptan vivir con seriedad el camino cuaresmal, sabiendo que la batalla está: en el propio corazón.
Tenemos que iniciar esta Cuaresma con gran valentía y ofrecimiento, listos para luchar con las armas del Evangelio. No se trata de armas convencionales, sino son las armas del espíritu: el alimento de la Palabra de Dios, por la que el hombre vive y que debemos gustar y recibir y compartir de un modo especial en cuaresma; la actividad penitencial que se expresará en el sacramento de la reconciliación, no como una confesión más, sino que nuestras confesiones sean preparadas, rezadas, se vivan con un acto de fe intensa, con la certeza de recibir el perdón y la reconciliación por parte de Dios, mediante el ministerio de la Iglesia, gracias a la sangre y a la muerte de Jesús. Junto con la oración más intensa, el ayuno, la limosna y las obras de misericordia.
Hoy también enfrentamos una lucha a nivel planetario por el cuidado de la naturaleza. Necesitamos los cristianos también una conversión en el tema ecológico que nos haga responsables en el cuidado de nuestra “madre tierra”, del agua, que da la vida, del aire que nos permite respirar, frutos de la creación y que hoy vemos tan  devastados, tomar conciencia de que el ser humano “es señor, administrador y responsable de la tierra, pero ordenado en esta relación por los dos mandamientos fundamentales que el mismo Jesús nos enseñó: el amor a Dios y su dependencia como criatura  y el amor al prójimo que implica la fraternidad y la solidaridad para compartir la creación” [2].

Mons. Jorge Lugones SJ, obispo de la diócesis de Lomas de Zamora

1] Alcocer N., Reestructurar la propia vida 
[2] Una tierra para todos, CEA, 2006


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