El Papa Benedicto XVI en sus catequesis, nos ha presentado la riqueza perenne de los Padres de la Iglesia.
La mayor parte de los autores coinciden en las cuatro notas que caracterizan a "los Padres de la Iglesia", ellas son: 1) antiguedad 2) ortodoxia de doctrina 3) santidad de vida 4) aprobación eclesiástica. Existen autores en los que no aparecen todas las notas, a estos se los designan como " escritores eclesiásticos", tal es el caso de Orígenes.
En el uso de la Biblia y de la antigüedad cristiana, la palabra «Padre» se aplicaba en un sentido espiritual a los maestros. San Pablo dice a los Corintios: «Aunque tengáis diez mil preceptores en Cristo, no teneis muchos padres, porque sólo yo os he engendrado en Jesucristo por medio del Evangelio»(1 Cor 4,15) Cor. Y San Ireneo de Lyon: «Cuando alguien recibe la enseñanza de labios de otro, es llamado hijo de aquél que le instruye, y éste, a su vez, es llamado padre suyo»(Contra los herejes 4, 41, 2). Como el oficio de enseñar incumbía a los obispos, el título de «Padre» fue aplicado originariamente a ellos.
Coincidiendo con las controversias doctrinales del siglo IV, el concepto de «Padre» se amplía bastante. Sobre todo, el nombre se usa en plural—«los Padres», «los Padres antiguos», «los Santos Padres»—, y se reserva para designar a un grupo más o menos circunscrito de personajes eclesiásticos pertenecientes al pasado, cuya autoridad es decisiva en materia de doctrina. Lo verdaderamente importante no es la afirmación hecha por uno u otro aisladamente, sino la concordancia de varios en algún punto de la doctrina católica. En este sentido, el pensamiento de los obispos reunidos en el Concilio de Nicea, primero de los Concilios ecuménicos (año 325), adquiere enseguida un valor y una autoridad muy especiales: es preciso concordar con ellos para mantenerse en la comunión de la Iglesia Católica. Refiriéndose a los Padres de Nicea, San Basilio escribe: «Lo que nosotros enseñamos no es el resultado de nuestras reflexiones personales, sino lo que hemos aprendido de los Santos Padres»(Epístola 140, 2). A partir del siglo V, el recurso a «los Padres» se convierte en argumento que zanja las controversias.
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