2. Si tú partes para ir a un sitio, a miles de kilómetros, y llevas todos tus defectos y el “hombre viejo” ¿de qué te sirve?.
3. El Señor dice: “Yo soy la verdad”. (Jn 14, 6). No dice que el periódico, la radio o la televisión son la verdad. ¿Qué tipo de verdad quieres seguir tú?.
4. Tú llegaras a ser santo cumpliendo con tu deber. Con eso ayudarás a los otros en el camino de la santidad. Crecerás en santidad en la medida que cumplas con tu deber. Esta verdad traerá paz y fortaleza a tu alma.
5. Hay personas que no llevan ni su propia cruz ni la de ningún otro: encuentran su cruz demasiado pesada. Hay sin embargo quien está ansioso de tomar la cruz de otros sobre sus espaldas, pero rechaza la propia y la arroja a los demás.
6. Si todos en su vida fueran fieles a sus obligaciones, el crecimiento de la santidad personal cambiaría sus corazones y renovaría -incluso- las familias y el mundo entero.
7. A pesar de las apariencias, la santidad de las personas que no cumplen con su deber es falsa. Aunque hiciesen milagros, éstos estarían fuera de tiempo y traerían confusión. Además una persona así haría difícil a otros la convivencia.
8. Los laicos piensan que la santidad consiste en fervientes plegarias, en hacer sermones, o en apartarse del mundo; ellos se inspiran en la figura del religioso o sacerdote de otros tiempos. Los sacerdotes y los religiosos entienden la santidad en términos de actividad social o política. ¡He aquí cómo se ha caído en el reino del caos!.
9. El trabajador se santifica en su puesto de trabajo; el enfermo se santifica en el hospital; el estudiante a través del estudio; el agricultor cultivando sus campos; el sacerdote a través de su ministerio; el funcionario en su propia en su oficina. Cada nuevo paso hacia la santidad, es un nuevo paso en el sacrificio de cumplir el propio deber.
10. Existe un solo fracaso; es el de no confiar en Dios. “Confiad en Dios y no seréis desilusionados” (Sal 22,6)
11. Aunque te sientas cansado o poco entusiasmado, mantén tu ánimo. Los negros nubarrones pasarán y no continuarán obscureciendo la luz del sol. Espera que pase la tormenta.
12. Cada mañana, al despertarte, inicia una nueva vida, fresca, dinámica y llena de optimismo. Si el camino llega a ser difícil, continúa hacia delante con el Señor, como los discípulos de Emaús, y llegarás a la meta.
13. No te lamentes continuamente. ¡No!. Haz el trabajo que el Señor te ha encomendado. Mantente en el sitio en el que Él te ha puesto. Ve hacia delante sin titubeos. Si te vuelves hacia la izquierda o la derecha nunca llegarás a ninguna parte.
14. Retírate en silencio cada día algunos minutos. ¿Cuántos minutos le has reservado hoy a Dios?.
15. En primer lugar está la plegaria; después el sacrificio; sólo en el tercer lugar está la acción.
16. Cuando más envejecen los santos, más se rejuvenece su corazón.
17. No dejes que tu corazón se envejezca con el paso del tiempo. Ama cada día con amor más intenso, más nuevo, más puro ... con el amor que Dios reserva en tu corazón.
18. El deber o el corazón: ¿qué escoges?. Escoge el deber y cúmplelo con todo tu corazón.
19. Lo que importa no es el número de tus actividades sino el grado de amor que las anima y las transforma.
20. Dios te ha dado el don de la vida. Te ha dado también la libertad. Con ella puedes hacer tu existencia santa y maravillosamente útil, o privada de interés.
q El Camino de la Esperanza. F.X. Nguyen van Thuan. EDICEP.
q Testigos de Esperanza. Cardenal van Thuan. Ed. Ciudad Nueva.
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