Teresa busca una y otra vez, describe su actitud con una imagen maravillosa, dice: "inclinándome sin cesar como Magdalena sobre la tumba vacía…", por
medio de ella podemos comprender lo árida que resultó por momentos su
búsqueda. La tumba vacía… muestra la vivencia de una gran aspereza, que
manifiesta permanentemente la ausencia de respuestas evidentes. Esta
acción por la cual Teresa se inclina sobre la silenciosa tumba que no le
responde, la va purificando, fortaleciendo su fe y su confianza en
Dios. El silencio manifiesta la ausencia de la respuesta a la pregunta
que la sacude, ¿por dónde realizaré estos deseos?
"No creais que nado en consuelos. ¡oh , no! Mi consuelo es no tenerlo en la tierra". En
el comienzo del Cántico Espiritual, San Juan de la Cruz expresa con
gran maestría la experiencia espiritual del discípulo en la búsqueda del
maestro. "¿ Adónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido?"
En esta búsqueda apasionada, Teresa crece en la confianza que brota de
la fe, es decir, la fe se desborda en la confianza que le exige el amor.
Como
Magdalena, Teresa busca una respuesta del Señor, "habla Señor que tu
sierva escucha", pero el peso del silencio la hace penetrar en la aridez
de la noche de la fe, en la que solamente puede caminar, iluminada por
el tenue resplandor que despiden los ojos de Jesús. La presencia cercana
de Jesús es la fuente inagotable de la que brota la confianza de
Teresa, la tierra prometida es vivir en la compañia de Jesús, aún en
tierra extranjera la vida es seguir "a zaga de su huella". La fe
penetra en el silencioso lenguaje del sepulcro vacío. La prueba que se
busca en el sepulcro vacío, es purificadora del amor humano que debe
descansar sobre la oscura inevidencia de la fe. "Comprendo mejor que nunca cuanto nos ama el Señor cuando nos prueba" (Beata Isabel de la Trinidad).
Ella
no se desalienta, aguarda a la puerta del sepulcro como el centinela a
la aurora, con su lámpara llena de aceite el momento en que su amado la
llame por su nombre. Amar es esperar (1 Cor 13), cuando el velo
se corra, este tiempo que en muchos casos nos parece interminable, será
solo un momento. El amor da forma a la espera, que por silenciosa ya no
atemoriza el corazón de Teresa. Como enseña San Juan de la Cruz, es
necesario buscar en "fe y amor". "Porque la fe son los pies con que el alma va a Dios, y el amor es la guía que le encamina".
SanJuan Pablo II en la Novo Millenio Ineunte, reconoce que aún para los discípulos, "no fue fácil creer",
las actitudes de los discípulos camino de Emaús, al igual que la de
Tomás que quiere confirmar lo que le han dicho sus amigos introduciendo
la mano en su costado son tan sólo las muestras de que "en realidad,
aunque se viese y se tocase su cuerpo, sólo la fe podía franquear el
misterio de aquel rostro[...] A Jesús no se llega verdaderamente más que
por la fe, a través de un camino cuyas etapas nos presenta el Evangelio
en la bien conocida escena de Cesarea de Filipo (cf. Mt 16,13-20)" (NMI
n. 19).
Nuestras
búsquedas, tienen, no en su intensidad, algunos elementos comunes a los
que vivió Teresa, en virtud de que la fe es el lenguaje propio del
creyente y la noche es su "habitat" natural. Para todos y cada uno "es
necesaria una gracia de revelación que viene del Padre" (NMI n 20).
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