-Pero Dios te conduce, a pesar de todo -aseguró Clara.
-Lo creo, a pesar de todo -aseguró Francisco.
...El campesino reía de buena gana, De repente, mirando fijamente a Francisco, se puso serio.
-Pero ¿no eres tú el hermano Francisco? los hermanos de la ermita que vienen a pedir a casa nos han dicho que el hermano Francisco vivía con ellos allá arriba, en la montaña.
-Soy yo -respondió simplemente Francisco.
-Pues bien -dijo el campesino, en tono casi confidencial, golpeándole amistosamente el hombro-. Trata de ser tan bueno como se dice. Mucha gente ha puesto su confianza en ti; es preciso no decepcionarles.
-Dios solo es bueno, Paolo -dijo Francisco-. Yo no soy mas que un pecador. Escúchame bien, amigo: si el último tipo hubiera recibido tantas gracias como yo he recibido, me pasaría cien codos en santidad.
-¿Y yo? -contestó el paisano bromeando-, también puedo llegar a ser santo?
-Pues claro, Paolo -dijo Francisco-. A ti también te quiere Dios. Tanto como a mí. Basta creer en ese amor para que se te cambie el corazón.
(Sabiduría de un pobre)
(Sabiduría de un pobre)
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