“Actualmente tenemos una sensibilidad muy aguda respecto de la discriminación. Sentimos, inmediatamente, la malicia de toda discriminación racial, social, económica, política, ideológica o religiosa. Pero tenemos que advertir también que circula, con frecuencia, un concepto relativista de discriminación que no distingue entre el bien y el mal”.
“Esta posición está muy vinculada a un error respecto de los derechos humanos. Se habla de ciertos derechos humanos que no se refieren a la dignidad natural de la persona y a bienes esenciales del hombre”.
“Es así como, por ejemplo, se promueven nuevos derechos humanos de la mujer, como si hubiera que distinguir, que discriminar, derechos humanos de la mujer y derechos humanos del varón”.
“Entre ellos se quiere incluir el presunto derecho al aborto; sería éste un derecho de la mujer y se lo vincula al derecho de disponer respecto de su cuerpo. Por supuesto que el niño que va creciendo en el seno de esa mujer no es tomado en cuenta. Se discrimina al niño por nacer”.
“Otra de las aplicaciones de este concepto relativista de la discriminación se ventila a propósito de la unión civil de personas del mismo sexo que se va convirtiendo, de a poco, en una especie de institución. En realidad, los derechos de las personas que viven en esa situación podrían asegurarse en el ámbito del derecho privado, en cambio se instala en el derecho público una institución ambigua. El próximo paso será pedir la corrección o la enmienda del Código Civil e identificar esa unión con el matrimonio. Debemos recordar que el Código Civil Argentino reconoce al matrimonio como la unión estable de un varón y una mujer”.
“Así es como se va abriendo el camino a una equiparación contraria a la naturaleza usando este concepto relativista de discriminación. Y, desgraciadamente, es un organismo estatal, el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación), el que utiliza un concepto relativista de discriminación. Discrimina al niño por nacer y no distingue el carácter antinatural de esas uniones civiles que se están convirtiendo en una institución”.
“Es curioso que ese organismo estatal ahora intente formar a los docentes en este criterio relativista de la discriminación, con el propósito de ir cambiando la cultura, de ir alterando la cultura popular, de ir cambiando la mentalidad de la gente. Es decir: se va operando un cuidadoso lavado de cerebro de la población argentina”.
“Claro, ustedes pueden decir: “se dejará lavar el cerebro aquel inadvertido o poco entendido”. Lo real es que el poder de los medios es impresionante y se van creando estas situaciones ambiguas que inducen a muchas personas a decir: “bueno, en fin, hay que ser tolerantes, todo es igual; por qué no se puede permitir que vivan como les da la gana” En suma todo es igual, nada es mejor”.
“El relativismo lo definió muy bien, sin pensarlo, aquel inefable personaje de Juan Carlos Altavista que era “Minguito”, cuando decía: “seigual”. Pero ya vemos que, después de todo, no es tan igual. Y aquellos encargados de combatir la discriminación resultan finalmente peligrosos discriminadores”
Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plataen el programa “Claves para un mundo mejor”
(Sábado 20 de septiembre de 2008)
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Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata
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