martes, 4 de agosto de 2015

DIÁCONO JORGE NOVOA: LA PERLA Y EL TESORO (Mt 13,44-45)

Mi tesoro,  es ser  hijo muy amado  del Padre (Mt 13,44-45)

Jesús presenta el reino de los cielos como una realidad muy valiosa, utiliza dos imágenes para ilustrarlo: la perla y el tesoro. Algunas cosas se presentan comunes a los dos ejemplos propuestos por Jesús,  ambos son encontrados ,el valor es incalculablemente superior a todo lo que se tiene, por lo cual se vende todo, con la intención de adquirirlo.

Este tesoro se nos ha manifestado como don del Padre que debemos pedir, pues ha sido su designio que pusiera su " morada entre nosotros". Qué tiene Dios para nosotros? Un tesoro valioso que puso su morada entre nosotros, es decir, su Hijo Único. Dios siempre escucha nuestras súplicas y las atiende, pero ,  no ha querido Él darnos "cosas", ha querido darse,  y lo ha hecho haciéndonos  partícipes de su vida divina. El Hijo es el portardor de este tesoro, en  el bautismo  se escuchó la voz del Padre, "este es mi hijo muy amado, escúchenlo". Debemos escuchar al Señor y obedecer sus enseñanzas.

Él es el Hijo, que al encarnarse vive en la tierra, como hombre, lo que vive desde siempre en el cielo, como Dios. Siendo el único Hijo,  al encarnarse, traduce en lenguaje humano, por sus palabras y obras , el misterio amoroso de la relación eterna.  Este tesoro  aparece oculto en su humanidad, pero , se vuelve claro a la fe  de los sencillos  . Por ello, Jesús da gracias, porque el Padre, ha ocultado esta cosas a los soberbios y se las revelado a los pequeños. La soberbia nos incapacita para reconocer el tesoro, nos vuelve ciegos para la obra Dios.

El que valora adecuadamente lo encontrado, como tesoro, vende todo lo que tiene, es decir, no tiene otro deseo en su corazón que  poseer este bien. No hay sacrificio que pueda detenernos, ni renuncias que no puedan soportarse, todo es poco ante el bien que recibimos. Haberlo hallado y estar en su posesión   provoca en nosotros un alegría tal, ilumina todas las cosas de nuestra existencia y nos hace percibirlas de modo totalmente  nuevo.

Si  entendemos el tesoro como la filiación, es decir, volvernos hijos del Padre eterno, este bien, ilumina toda nuestra existencia, dándonos una luz nueva sobre toda realidad. Le da un sentido nuevo a nuestra existencia, como diría san Pablo, ya no vivimos para nosotros , sino para Aquel que por nosotros murió y resucitó. Si nuestro tesoro es vivir en Cristo, nada detendrá en nosotros la decisión de convertirnos,  y el deseo de volvernos dóciles a la gracia de Dios.

Si tus tesoros son tus bienes materiales, ellos siempre dejaran tu corazón insatisfecho,  no permitiéndote nunca encontrar la verdadera libertad. Dios tiene un tesoro para ti, anímate a buscarlo, porque el que busca encuentra..

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