Las situaciones objetivamente absurdas no admiten corrección. Los espíritus corrompidos tienen una habilidad instintiva para escoger la solución errónea y para insistir en que ella es la única inteligenrte, razonable y buena.
La corrupción se extiende insesiblemente de la esfera despiadada de los provechos materiales y del poder a los medios de comunicación, a los periódicos de moda, a los movimientos literarios, al proceso educativo, a las filosofías reinantes. Una civilización decadente cava su propia fosa con una lógica implacable. Ningún argumento la puede hacer salir de sus caminos de auto-destruccción: porque todo argumento tiene un premisa mayor que es teórica, y se exige que las premisas teóricas se conformen con los hechos; ahora bien, en la situación producida por la decadencia, los hechos son, cada vez más, realidades absurdas que proceden de la falta de atención, de inteligencia, de razonabilidad y de responsabilidad.
La corrupción se extiende insesiblemente de la esfera despiadada de los provechos materiales y del poder a los medios de comunicación, a los periódicos de moda, a los movimientos literarios, al proceso educativo, a las filosofías reinantes. Una civilización decadente cava su propia fosa con una lógica implacable. Ningún argumento la puede hacer salir de sus caminos de auto-destruccción: porque todo argumento tiene un premisa mayor que es teórica, y se exige que las premisas teóricas se conformen con los hechos; ahora bien, en la situación producida por la decadencia, los hechos son, cada vez más, realidades absurdas que proceden de la falta de atención, de inteligencia, de razonabilidad y de responsabilidad.
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