Un día cuando sus tentaciones impuras se le habían vuelto casi enloquecedoras, al pasar por frente a una imagen de la Sma. Virgen le gritó en latín: "Sancta Maria, Mater Dei, memento mei", Santa María Madre de Dios, acuérdate de mí, e inmediatamente sintió que las tentaciones desaparecían. Desde entonces se convenció de que la Santísima Virgen tiene gran poder para alejar a los espíritus impuros, y se dedicó a encomendarse a Ella con mayor fervor. Le rezaba varios rosarios cada día y en honor de la Madre de Dios rezaba 9 salmos diarios. Y la Virgen María fue su gran Protectora y defensora hasta la hora de su muerte y se le apareció varias veces, llenándolo de increíble felicidad. San Alonso sufrió muchas penas en su vida y recibió de Dios muchos carismas, visiones, milagros.
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