viernes, 14 de junio de 2013

JUAN PABLO II: YO SOY EL QUE SOY ( LA REVELACIÓN DEL NOMBRE)


Sabemos que, después de haber recibido esta misión, Moisés preguntó a Dios su nombre. Y recibió la respuesta: 'Yo soy el que soy'. En la tradición exegética, teológica y magisterial de la Iglesia, que fue asumida también por Pablo VI en el 'Credo del Pueblo de Dios' (1968), esta respuesta se interpreta como la revelación de Dios como el 'Ser'


En la respuesta dada por Dios: 'Yo soy el que soy', a la luz de la historia de la salvación se puede leer una idea más rica y más precisa. Al enviar a Moisés en virtud de este Nombre, Dios -Yahvéh- se revela sobre todo como el Dios de la Alianza: "Yo soy el que soy para vosotros'; estoy aquí como Dios deseoso de la alianza y de la salvación, como el Dios que os ama y os salva. Esta clave de lectura presenta a Dios como un Ser que es Persona y se auto-revela a personas, a las que trata como tales. Dios, ya al crear el mundo, en cierto sentido salió de su propia 'soledad', para comunicarse a Sí mismo, abriéndose al mundo y especialmente a los hombres creados a su imagen y semejanza (Gen 1, 26). En la revelación del Nombre 'Yo soy el que soy' (Yahvéh), parece poner de relieve sobre todo la verdad de que Dios es el Ser-Persona que conoce, ama, atrae hacia sí a los hombres, el Dios de la Alianza.


En el coloquio con Moisés prepara una nueva etapa de la Alianza con los hombres, una nueva etapa de la historia de la salvación. La iniciativa del Dios de la Alianza, efectivamente, va rimando la historia de la salvación a través de numerosos acontecimientos, como se manifiesta en la IV Plegaria Eucarística con las palabras; "Reiteraste tu alianza a los hombres'.


Conversando con Moisés al pie del monte Horeb, Dios -Yahvéh- se presenta como 'el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob', es decir, el Dios que había hecho una Alianza con Abrahán (Cfr. Gen 17, 1-14) y con sus descendientes, los patriarcas, fundadores de las diversas estirpes del pueblo elegido, que se convirtió en Pueblo de Dios.


Sin embargo, las iniciativas del Dios de la Alianza se remontan incluso antes de Abrahán. El libro del Génesis registra la Alianzacon Noé después del diluvio (Cfr. Gen 9, 1-17). Se puede hablar también de la Alianza originaria antes del pecado original (Cfr. Gen 2, 15-17). Podemos afirmar que la iniciativa del Dios de la Alianza sitúa, desde el principio, la historia del hombre en la perspectiva de la salvación. La salvación es comunión de vida sin fin con Dios; cuyo símbolo estaba representado en el paraíso por el 'árbol de la vida' (Cfr. Gen 2, 9). Todas las alianzas hechas después del pecado original confirman, por parte de Dios, la misma voluntad de salvación. El Dios de la Alianza es el Dios 'que se dona' al hombre de modo misterioso: El Dios de la revelación y el Dios de la gracia. No sólo se da a conocer al hombre, sino que lo hace partícipe de su naturaleza divina (2 Pe 1, 4)...

La revelación del Nombre de Dios al pie del monte Horeb prepara la etapa de la Alianza que el Dios de los Padres estrecharía con su pueblo en el Sinaí. En ella se pone de relieve de manera fuerte y expresiva el sentido monoteísta del 'credo' basado en la Alianza: 'creo en un sólo Dios': Dios es uno, es único.


He aquí las palabras del Libro del Éxodo: 'Yo soy el Señor, tu Dios, que te ha sacado de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre. No tendrás otro Dios que a mí' (Ex 20, 2-3). En el Deuteronomio encontramos la fórmula fundamental del 'Credo' veterotesta-mentario expresado con las palabras: 'Oye, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es único' (6, 4; cfr. 4, 39-40).


Isaías dará a este 'Credo' monoteísta del Antiguo Testamento una magnífica expresión profética: 'Vosotros sois mis testigos -diceYahvéh- mi siervo, a quien yo elegí, para que aprendáis y me creáis y comprendáis que soy yo. Antes de mí no fue formado Dios alguno, ninguno habrá después de mí. Yo, yo soy el Señor, y fuera de mí no hay salvador. Vosotros sois mis testigos, dice Yahvéh, y yo Dios desde la eternidad y también desde ahora lo soy' (Is 45, 22).

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