En estos días, la noticia escandalosa del actual presidente Paraguay, Fernando Lugo ha estado en informativos y revistas de nuestra región de modo permanente. Sabemos que el actual presidente de Paraguay, era obispo de la Iglesia Católica, por lo cual, el escándalo se multiplicó.
Lugo acepto públicamente la relación con la joven que lo demandó, ella, bastante menor al actual mandatario. Es de lamentar todo este insuceso. Y especialmente lo lamento, por las personas sencillas que viven en nuestras comunidades, y que han recibido el azote de compañeros de trabajo, familiares, y de los medios de comunicación, que siembran dudas y multiplican sospechas.
El reconocimiento público de la relación, por parte del actual presidente con la joven, y que se emitió por la televisión, realmente no me agradó, no ví compunsión, ni arrepentimiento, cosas esperables en un hombre de fe. El gesto que reclama la justicia, debido al reconocimiento público de su paternidad, lamentablemente realizado por la presión de la denuncia, resultó un tanto pobre.
No debemos juzgar a las personas, pero sí sus actos objetivos, y especialmente velar por los sencillos, aquellos que hoy están perturbados por el escándalo. Como un hermano en la fe, le pido a María, para que pueda emprender el camino de la penitencia, al tiempo que imploro para los sencillos la gracia de la perseverancia..
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