Al comienzo de los ejercicios espirituales, San Ignacio de Loyola, con una síntesis perfecta, seguramente inspidada por el Espíritu Santo, llamada "principio y fundamento", nos pone frente a la verdad primera y última de nuestra existencia. Allí, aparece la "santa indiferencia", un estado de libertad interior al que hay que tender y que nos permite, querer el querer de Dios... Te invito a meditarla y orarla a lo largo de una semana, verás cuanta sabiduría divina, Dios nos ha regalado, en estas palabras humanas...
El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su alma; y las otras cosas sobre la faz de la tierra son creadas para el hombre, y para que le ayuden en la cosecución del fin para que el es creado. De donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar de ellas, cuanto le ayudan para su fin, y tanto debe alejarse de ellas, cuanto para ello le impiden.
Por lo cual es necesario hacernos indiferentes a todas las cosas creadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos creados.
2 comentarios:
Hermoso! Debemos reconocer al Señor en todo cuanto existe y reencontrar nuestro propio principio y fundamento en el texto de nuestras propias vidas. Sami
Wow!! esas palabras me hacen recapacitar sobre todo lo que es mi vida.... y me hace ver que realmente soy muy apegado a lo material y siempre quiero lo mejor para mi y no para las personas que quiero con todo mi corazon.... como Rubby y no dejo de pensar en ella
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