viernes, 23 de mayo de 2008

OLIMPÍADAS DE LA FE. CHINA RELEGA A LA VIRGEN DE SHESHAN


En la jornada de oración anunciada por el Papa, se prohíben las peregrinaciones al más importante santuario mariano chino.
por Sandro Magister

ROMA, 22 de mayo de 2008 – En este mes de mayo, a lo largo de dos días, tiene lugar la primera de las jornadas anuales de oración por la Iglesia en China, anunciadas por Benedicto XVI en su carta de hace un año atrás a los católicos chinos.
Tradicionalmente, cada 24 de mayo, miles de católicos de toda China van en peregrinación al santuario de Seshan, dedicado a María “auxilio de los cristianos”, situado en un cerro atiborrado de color verde, a 50 kilómetros al sur de Shanghai (ver foto).

Para la festividad de este año estaba prevista una afluencia más grande, de al menos 200 mil fieles. Pero no será así, no sólo a causa del terrible terremoto que días pasados se ha cobrado varias vidas en Sichuan y provocado dificultades en todo el país.
Los principales obstáculos a la peregrinación han sido interpuestos deliberadamente por las autoridades chinas, en particular por la Asociación patriótica que controla la vida religiosa. Las diócesis más cercanas al santuario – las de Shanghai, Wenzhou y Ningbo – han sido intimadas a no organizar visitas colectivas de fieles, y durante todo el mes de mayo se le ha prohibido a los hoteles y albergues recibir peregrinos católicos. Se permiten las visitas individuales sólo a quienes – por su cuenta y riesgo – se registran en la diócesis de Shanghai y piden autorización.
En un instructivo de cinco puntos, la Asociación Patriótica ha intimado a todas las diócesis para que organicen celebraciones marianas sólo en sus respectivos territorios, sin dirigirse a Sheshan.
El instructivo ha sido rubricado por el Consejo de obispos chinos, un organismo fantoche no reconocido por la Santa Sede. En uno de los cinco puntos se formulan las intenciones de la oración: por la paz, por el Papa, por el éxito de las Olimpíadas y por buenos resultados para los atletas chinos. Estas últimas intenciones suenan como una burla. En efecto, las próximas Olimpíadas no constituyen en China una ampliación de los espacios de libertad religiosa, sino más que nada un endurecimiento de los controles por “razones de seguridad”.
En particular, luego de las revueltas tibetanas, se desalienta o impide todo reagrupamiento de personas – inclusive en torno a un santuario mariano –, pues ello es considerado por las autoridades chinas como una fuente de peligros. Además, en algunos dirigentes chinos existe la voluntad de obstaculizar la jornada de oración querida por el Papa, precisamente porque crearía una unidad mayor dentro de la Iglesia china: entre los católicos con reconocimiento oficial y los católicos clandestinos, y entre todos éstos y la Iglesia de Roma.

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