miércoles, 18 de febrero de 2015

MONS. HÉCTOR AGUER: CUARESMA REMEDIO EFICAZ PARA EL CONSUMISMO


Me gustaría hablar hoy, en este momento televisivo, sobre un tema que me parece que tiene que ver con el actual tiempo de la Cuaresma: el consumismo.

El consumo es un elemento fundamental del proceso económico, que esta relacionado con la producción, con el comercio y con la acumulación de riquezas o su distribución y su uso. Pero, entre consumo y consumismo hay una diferencia. Ese “ismo” casi siempre indica un defecto por sobreabundancia o hasta una patología.




El consumismo es precisamente un comportamiento patológico que muestra como, generalmente inducidos por la publicidad, se va imponiendo una necesidad ficticia de tener ciertas cosas, de consumirlas, de disfrutarlas y casi siempre el protagonista o los protagonistas no lo advierten y eso se va convirtiendo en un estilo de vida.

Una definición domestica de consumismo podría ser que es el impulso a comprar lo que no se necesita, con el dinero que no se tiene. Frecuentemente ese impulso puede llevar también a endeudarse y esto pasa en todos los niveles sociales. Es muy curiosa esta situación. La publicidad en esto tiene una buena responsabilidad y no quiero ir, al señalar esto, contra la publicidad en general, pero muchas veces hasta con malas artes se la usa para imponer determinados productos.

Esta realidad va invadiendo la mentalidad de la gente. Se puede conceder que la gente que tiene mucho dinero para gastar podrá darse el lujo de tener cosas exquisitas o de comprar lo superfluo pero también la gente que no tiene tanto y aun los más pobres están ilusionados con la ropa de marca y con algunas otras cosas que creen que son de uso común en una sociedad que corresponde a la dignidad de un ser humano.

Todo esto va desencadenando, sin que se advierta, una serie de sentimientos que no son los mejores en el ámbito sociológico del consumismo. Aparece con frecuencia el egoísmo, la envidia, el deseo de poder, la suplantación del ser por el tener.

Se puede precisar que, en el fondo, la filosofía del consumismo es ésta: el tener es lo que hace a la verdad, al honor, a la grandeza, a la dignidad de alguien y no el SER, no a que la persona verdaderamente vale por lo que es, por lo que sabe, sino por lo que tiene y especialmente por lo que es capaz de ostentar y consumir.

Por eso la “patología consumista” se piensa no sólo en el estado individual sino como ámbito de una comunidad o como estilo de vida de una sociedad. Al ser así se puede pensar que esa va a ser una sociedad indiferente para con la suerte de los más pobres. Es una sociedad en la cual no va a importar este contraste pavoroso que se repite hoy en casi todo el mundo y que los argentinos sufrimos con una penosa resignación entre aquella poca gente que tiene de todo y aquella mucha gente que no tiene nada y que sin embargo también queda cautivada por esta ilusión del consumismo.

La práctica cuaresmal del ayuno puede ser un remedio eficaz cuando el ayuno es entendido en su sentido espiritual no sólo como la privación de alimentos sino la privación de lo superfluo, de lo que no necesitamos y aún de cosas que necesitamos pero no son tan urgentes ni esenciales y que podemos poner en común y servirnos para hacer el bien, para ayudar a quienes necesitan mucho más que nosotros.

En este sentido va el espíritu de la Cuaresma que no consiste en prácticas que no tienen sentido sino en aquellas que son capaces de transformar nuestro corazón y ponerlo al servicio de nuestros hermanos, en especial los que más nos necesitan.

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