miércoles, 2 de diciembre de 2009

MONSEÑOR DOMINGO CASTAGNA: SAN PÍO DE PIETRELCINA

El hombre humilde
En el intento de presentar hombres en quienes se manifieste “la santidad sacerdotal”, he aceptado la oportuna sugerencia de dedicar esta reflexión al Padre Pío (San Pío de Pietrelcina). Hace pocos días he tenido el privilegio de postrarme ante su venerable sepultura, en San Giovanni Rotondo. Es un santo contemporáneo, fallecido en el año 1968 y recientemente canonizado por el Siervo de Dios Juan Pablo II. Me podría detener, con éxito para algunos espíritus anhelantes de fenómenos extraordinarios, en lo que aparentemente atrajo la atención del mundo. Me refiero a los estigmas, los milagros, las bilocaciones y el conocimiento prodigioso de las conciencias. Mi intención es descubrir el grado de santidad sacerdotal que lo distingue y destaca entre sus hermanos sacerdotes. El secreto de la misma es, ciertamente, la humildad. Un pobre frailecillo que no pretende ser más que un “pobre frailecillo”. Lo que identifica su personalidad sacerdotal es obra exclusiva de Dios. Así se deja hacer por el Espíritu hasta adoptar los rasgos que lo conforman con su Señor y Maestro, sobre todo la pobreza, el martirio y la inintegibilidad humana de la Cruz.


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