martes, 24 de marzo de 2015

DIÁCONO JORGE NOVOA: LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR


El 25 de marzo celebramos  el misterio de la Encarnación. La milenaria promesa de salvación de Dios, se acerca a la realidad humana, para imprimir en la historia de los hombres, una “fuerza de salvación” en  dirección de la casa del Padre.

 Esta poderosa acción de Dios ordenada a la salvación de los hombres, debe ser recibida en el mundo,  y encuentra en  la pequeñez de María la disponibilidad necesaria, para  esta decisión suya de “acampar” entre nosotros. En el seno de la Virgen se vinculan para siempre el cielo y la tierra, realizándose "el sublime intercambio". Dios comienza a gestarse humanamente, en la carne y la sangre de la Hija de Israel.  

  Lo que acontece, no tiene referencia alguna posible con lo actuado por Dios en los acontecimientos de la Antigua Alianza, es la irrupción de lo definitivo, que se caracteriza por la novedad de unión entre el cielo y la tierra. Lo eterno y lo temporal se vinculan para siempre, y es María, la puerta para el cielo que desciende.Así, Dios comienza a establecer lo nuevo, son María y Jesús principios de la nueva humanidad, en donde el cielo y la tierra viven en perfecta armonía. María como Madre de los creyentes, nos enseña a vivir esta nueva relación que recibimos en el Bautismo, somos templos de la Santísima Trinidad. 

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