martes, 31 de enero de 2012

P.MIGUEL A. TABET: NOCIÓN DE BIBLIA CATÓLICA

Según la teología católica, existen tres elementos que caracterizan esencialmente la noción de ‘Biblia’. En primer lugar, su unión indisoluble a la Tradición viva de la Iglesia[1], de modo que forma junto con ella «un único depósito sagrado de la Palabra de Dios» (DV10).

La misma formación de la Escritura constituye un momento singular del camino recorrido por la Tradición, ya que forma parte constitutiva de la misma. La Iglesia católica confiesa por esto que no es posible alcanzar exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado, y que ha de recibir y respetar la Tradición «con el mismo espíritu de devoción» que la Escritura (DV 9)[2]. La conciencia eclesial reconoce además que entre los varios carismas distribuidos por el Espíritu en la Iglesia para la interpretación de la Escritura, uno del todo específico corresponde a la autoridad magisterial, pues, si bien es verdad que «todos los miembros de la Iglesia tienen un papel en la interpretación de las Escrituras», en el ejercicio de su ministerio pastoral «los obispos, en cuanto sucesores de los apóstoles, son los primeros testigos y garantes de la Tradición viva en la cual las Escrituras son interpretadas en cada época»[3].

Un segundo aspecto que define la ‘Biblia católica’ concierne al modo en que se concibe la puesta por escrito de los libros que la forman, o lo que es lo mismo, al concepto de ‘inspiración bíblica’. Según la teología católica, el proceso de composición de los libros sagrados fue un proceso divino-humano en el que Dios y el autor humano intervinieron cada uno con la propia potencialidad creativa, de modo que, si por una parte Dios se debe considerar ‘Autor’ de la Sagrada Escritura, lo es en cuanto que inspira a los autores humanos: «Dios, actuando en ellos y por medio de ellos, hizo que éstos escribieran, como verdaderos autores, todo y sólo lo que El quería», según la fórmula adoptada por el Concilio Vaticano II (cf DV 11).

De ahí que «todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman debe tenerse como afirmado por el Espíritu Santo» (DV 11). Según la teología católica,en consecuencia, «las Sagradas Escrituras contienen la palabra de Dios y, por ser inspiradas, son en verdad la palabra de Dios» (DV 24). Por otra parte, los autores humanos son «verdaderos autores» de sus libros.

El tercer elemento que identifica la Biblia católica está vinculado al problema hermenéutico. En la teología católica, en efecto, se reconoce la existencia de dos principios fundamentales de interpretación, íntimamente vinculados e irrenunciables, radicados en el hecho de que «Dios ha hablado a los hombres en la Escritura a la manera humana» (DV 12).

Por esto, junto al fundamental quehacer hermenéutico de indagar lo que los autores humanos quisieron verdaderamente afirmar por medio de sus palabras teniendo en cuenta las condiciones de su tiempo y de su cultura (a través del estudio de los géneros literarios y de las maneras de sentir, de hablar y de narrar en los tiempos remotos), hay otro principio no menos importante y sin el cual la Escritura quedaría como letra muerta: «La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita» (DV 12).

Esta afirmación implica tres exigencias fundamentales en la interpretación, señalados también en DV 12: a) prestar atención «al contenido y a la unidad de toda la Escritura», pues por muy diferentes que sean los libros que la componen, la Escritura es una en razón de la unidad del designio de Dios, del que Cristo Jesús es el centro; b) leer la Escritura en «la Tradición viva de toda la Iglesia», pues la Iglesia encierra en su Tradición la memoria viva de la Palabra de Dios; y c) estar atento «a la analogía de la fe» (cf Rm 12, 6) o «regla de verdad», es decir, a la cohesión de las verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación .

1. Se trata de la Tradición que, derivada de los apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia
del Espíritu Santo. Sobre esta noción, cf la constitución dogmática Dei Verbum 7-9 (para este documento utilizaremos la sigla: DV).

2.No extraña por esto que la teología patrística y medieval designase generalmente con el solo término ‘Escritura’ la ‘Escritura leída en la Tradición’.

3.Pontificia Comisión Bíblica, Inst. La interpretación de la Biblia en la Iglesia: EB 1466. Este documento será citado con la sigla IBI.


(Recomendamos la lectura de los libros de Introducción del P.Miguel A Tabet)

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