El hogar ha sido siempre para los cristianos algo sagrado, por un lado es don, realidad recibida que debe ser acogida con gratitud, y por el otro tarea. Ser conscientes de que ambas realidades resulta necesario para reconocer nuestro protagonismo en su construcción. La expresión hogar no se detiene en la realidad edilicia, sino en las relaciones humanas; esto permite reconocer que las expresiones que lo describen adecuadamente son: encuentro, reunión, compartir, dialogar, trabajar,familia, etc...
El hogar es una realidad a edificar. Aunque la casa (materialmente) está construida, el hogar siempre es una tarea por realizar, que necesita del compromiso permanente de todos sus miembros; las distintas edades, capacidades intelectuales o fuerzas físicas permiten descubrir la complementariedad existente para la edificación del bien común que es el hogar.
Con la palabra hogar, no se designa el espacio físico, necesario para moverse, se trata del espacio que se establece cuando sus habitantes hacen en sus vidas lugar a los demás, entregándoles su tiempo para interesarse por lo que les ocurre. Yo me vuelvo protagonista cuando asumo mi responsabilidad, buscando aportar mis cualidades, ocupando mi lugar y dando el lugar que a otros corresponde.
El hogar es el lugar propio del crecimiento humano, pero también de su envejecimiento, el aprendizaje se cimienta en expresiones tales como; sacrificio, abnegación, diversión, amor, perdón, respeto, solidaridad y responsabilidad.
El mundo y su vértigo proponen algunos comportamientos que distorsionan la finalidad del hogar. Enumero tres, hoy existen muchas más: el "hogar cibercafé","hogar cine" y el "hogar hotel".
El hogar, para algunos, queda descrito con la expresión “cibercafé”, sabemos que hay lugares que ofrecen el servicio de utilizar una computadora para realizar la tarea, jugar o conectarse por internet para enviar mensajes o recabar información. Este comportamiento se ha instalado en los hogares, y hay algunos que viven en el hogar a modo de un “cibercafé”, encienden la computadora y consumen sus días y horas delante de las pantallas (chica, plana, etc). Resulta complejo atraerlos a otro lugar de la casa, que no sea el que tienen en la computadora, y cada día es más complejo vincularlos a los diálogos familiares gratuitos. Esos que cuentan historias de paseos, los primeros días en la escuela, la primera salida en el auto de la familia, las vacaciones, los contratiempos...
Vivir en el hogar como en el “cine”, tiene como protagonista a la televisión (cable o por internet), se ha multiplicado su presencia nociva en las casas, antes había una y la familia se reunía para ver un programa, compartiendo incluso sus impresiones, hoy cada uno quiere tener la suya. Al llegar de la jornada laboral, muchos que no han saludado a los distintos miembros de la familia, se han acercado a encender el televisor, aunque todavía no se pusieron cómodos, incluso dejando el televisor encendido cuando todavía no se pondrán frente a él. Y que decir, si es necesario compartirlo cuando no hay acuerdos en lo que queremos ver. Vivir de esta manera, va cada día impidiendo que uno se ponga frente al otro, porque todos se ponen frente al televisor que ejerce su cátedra, imponiendo a todos silencio. Y no hablemos de los contenidos...
También se ha instalado pensar que el hogar es un “hotel”, allí me ducho, como y duermo. Entro y salgo, incluso a veces creo que los otros son los que se ocupan de mis cosas, tales como, limpiarme el dormitorio, lavarme la ropa, levantar del piso lo que dejé tirado.
Las tres imágenes que presentamos describen comportamientos que producen serias alteraciones familiares, sus disfunciones afectan a todos. Es posible cambiar estos comportamientos y comprometernos en edificar el hogar, como un espacio de relaciones habitables , en realidad un amor responsable que permite convivir, en salud o enfermedad, pobreza o riqueza, acuerdos o desacuerdos. La construcción del hogar es tarea de todos. El clima del hogar es un bien arduo que es necesario conquistar.
El hogar es una realidad a edificar. Aunque la casa (materialmente) está construida, el hogar siempre es una tarea por realizar, que necesita del compromiso permanente de todos sus miembros; las distintas edades, capacidades intelectuales o fuerzas físicas permiten descubrir la complementariedad existente para la edificación del bien común que es el hogar.
Con la palabra hogar, no se designa el espacio físico, necesario para moverse, se trata del espacio que se establece cuando sus habitantes hacen en sus vidas lugar a los demás, entregándoles su tiempo para interesarse por lo que les ocurre. Yo me vuelvo protagonista cuando asumo mi responsabilidad, buscando aportar mis cualidades, ocupando mi lugar y dando el lugar que a otros corresponde.
El hogar es el lugar propio del crecimiento humano, pero también de su envejecimiento, el aprendizaje se cimienta en expresiones tales como; sacrificio, abnegación, diversión, amor, perdón, respeto, solidaridad y responsabilidad.
El mundo y su vértigo proponen algunos comportamientos que distorsionan la finalidad del hogar. Enumero tres, hoy existen muchas más: el "hogar cibercafé","hogar cine" y el "hogar hotel".
El hogar, para algunos, queda descrito con la expresión “cibercafé”, sabemos que hay lugares que ofrecen el servicio de utilizar una computadora para realizar la tarea, jugar o conectarse por internet para enviar mensajes o recabar información. Este comportamiento se ha instalado en los hogares, y hay algunos que viven en el hogar a modo de un “cibercafé”, encienden la computadora y consumen sus días y horas delante de las pantallas (chica, plana, etc). Resulta complejo atraerlos a otro lugar de la casa, que no sea el que tienen en la computadora, y cada día es más complejo vincularlos a los diálogos familiares gratuitos. Esos que cuentan historias de paseos, los primeros días en la escuela, la primera salida en el auto de la familia, las vacaciones, los contratiempos...
Vivir en el hogar como en el “cine”, tiene como protagonista a la televisión (cable o por internet), se ha multiplicado su presencia nociva en las casas, antes había una y la familia se reunía para ver un programa, compartiendo incluso sus impresiones, hoy cada uno quiere tener la suya. Al llegar de la jornada laboral, muchos que no han saludado a los distintos miembros de la familia, se han acercado a encender el televisor, aunque todavía no se pusieron cómodos, incluso dejando el televisor encendido cuando todavía no se pondrán frente a él. Y que decir, si es necesario compartirlo cuando no hay acuerdos en lo que queremos ver. Vivir de esta manera, va cada día impidiendo que uno se ponga frente al otro, porque todos se ponen frente al televisor que ejerce su cátedra, imponiendo a todos silencio. Y no hablemos de los contenidos...
También se ha instalado pensar que el hogar es un “hotel”, allí me ducho, como y duermo. Entro y salgo, incluso a veces creo que los otros son los que se ocupan de mis cosas, tales como, limpiarme el dormitorio, lavarme la ropa, levantar del piso lo que dejé tirado.
Las tres imágenes que presentamos describen comportamientos que producen serias alteraciones familiares, sus disfunciones afectan a todos. Es posible cambiar estos comportamientos y comprometernos en edificar el hogar, como un espacio de relaciones habitables , en realidad un amor responsable que permite convivir, en salud o enfermedad, pobreza o riqueza, acuerdos o desacuerdos. La construcción del hogar es tarea de todos. El clima del hogar es un bien arduo que es necesario conquistar.
1 comentario:
Me gustó la expresión "edificar" el hogar. Es importante no usar ninguna de las palabras con las que nos machaca la cultura de la muerte: por ej. "construir" y "deconstruir". El "enfoque constructivista" es el que impusieron en la educación y básicamente significa "relativismo", o sea, no hay verdades, nosotros "construimos" nuestra cultura, etc. Es muy importante rescatar nuestras viejas expresiones. Creo que es algo que puedo aportar. Por lo demás, MUY BUENO EL ARTÍCULO.
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