jueves, 11 de marzo de 2010

MONSEÑOR CARMELO GIAQUINTA: JESÚS Y LA SAMARITANA ¿DOS TEOLOGÍAS?


1. En este lunes, tercero de Cuaresma, hemos leído el pasaje evangélico de Jesús y la Samaritana (Jn 4,5-42), que corresponde al tercer domingo de Cuaresma del ciclo “A·”, y que es lectura opcional en esta semana.

I. “SI CONOCIERAS EL DON DE DIOS…”

2. Contemplemos un instante las dos figuras. Primero: la samaritana. Una mujer que no es ignorante de religión. Es capaz de polemizar sobre temas afines: “¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?” (v. 9). Sabe que “nuestro padre Jacob nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales” (v.12). Se da cuenta de que Jesús es “un profeta” (v. 19). Conoce la disputa teológica entre samaritanos y judíos: “Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar” (v. 20). Está al tanto de que “el Mesías debe venir”, y que “cuando él venga nos anunciará todo” (v. 25).

Sin embargo, está sedienta. Una y otra vez viene al pozo, y, aunque bebe, siempre se vuelve con la misma sed. Como dice Jesús: “El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed” (v. 13).

3. Contemplemos ahora a Jesús. Dejando Judea, se dirige hacia Galilea a través de Samaria. “Fatigado del camino, se sienta junto al pozo” (v. 6). Llega la mujer. Y él le pide: “Dame de beber” (v.7). Comienza un diálogo que, al principio, la mujer rechaza: “¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?” (v.9). Jesús pasa por alto el rechazo, y despierta en la mujer la sed de otra agua: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice ‘dame de beber’, tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva… El que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la vida eterna” (vv.10.14).

II. “ÉL TE HABRÍA DADO AGUA VIVA”

4. El “agua viva” es uno de los temas fundamentales que plantea el Evangelio según Juan. Está presente desde el bautismo de Jesús hasta su muerte en cruz. Hagamos un breve repaso:

a) Juan Bautista anuncia que Jesús es el que bautiza de veras, pues lo hace no sólo en agua común sino en el Espíritu Santo: “He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el bautiza en el Espíritu Santo’” (Jn 1,32-33);

b) dialogando con Nicodemo, Jesús revela cuán necesario es este bautismo en el agua verdadera que es el Espíritu Santo: “El que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3,5);

c) recordemos la escena del capítulo 7, cuando “Jesús, el último día, el más solemne de la fiesta, poniéndose de pie, exclamó: ‘El que tenga sed, venga a mí, y beba el que cree en mí’. Como dice la Escritura: ‘De su seno brotarán manantiales de agua viva’”. Y el evangelista comenta: “Él se refería al Espíritu que debían recibir los que creyeran en él. Porque el Espíritu no había sido dado todavía, ya que Jesús aún no había sido glorificado” (Jn 7,38-39);

d) preparándonos en estos días a la celebración de los misterios pascuales, no podemos omitir la escena más elocuente a este respecto, que escucharemos el próximo Viernes Santo: “Uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua” (Jn 19,34).

El Agua Viva es, sin duda, el Espíritu Santo que brota como un manantial de la Roca verdadera, que es Jesús, golpeada por la lanza del soldado.

III. DOS TEOLOGÍAS

5. Hoy, 8 de marzo de 2010, cuando inauguramos el año académico de la Facultad de Teología de la UCA, ¿sería exagerado decir que en la escena de Jesús y la samaritana se simbolizan dos Teologías? ¿O dos niveles de la misma, dos modos de hacerla, de enseñarla, de estudiarla, de aplicarla, de predicarla?

Un nivel, el de la samaritana, que se queda en los datos de la realidad que se palpa con los sentidos: el pozo de Jacob, la montaña donde hay que adorar, el rumor de que el Mesías está por venir.

Otro nivel, el de Jesús, que lleva a descubrir y apreciar el don de Dios, el agua viva, y así adorar al Padre en espíritu y en verdad.

6. La Teología de la Samaritana y la de Jesús no son necesariamente antagónicas. Las dos dialogan. Pero una dista de otra como la tierra del cielo. La primera es sólo un atisbo de la segunda, la sombra de una realidad que todavía no se alcanza a ver. Estrictamente, no merece el nombre de Teología. Pues es sólo una mirada humana sobre cosas relacionadas con los misterios de Dios. La segunda, en cambio, es un mirar todas las cosas con los mismos ojos de Dios. Y así descubrir su sentido y proponerlo a los demás, para que el hombre crea y tenga vida eterna. Esta última es propiamente “Teología”. ¿Es la que hacemos y estudiamos?

IV. CUARESMA, CONVERSIÓN Y TEOLOGÍA

7. En la Cuaresma, los cristianos somos llamados a la conversión; es decir, a pensar, querer y actuar como discípulos del Señor. Y esto, a nivel personal y también comunitario. Hacer Teología es una tarea de la comunidad cristiana, principalmente de la que se congrega con este fin, como es la Facultad de Teología. Por tanto, la conversión cuaresmal también nos interpela a todos los que formamos parte de esta comunidad: a quienes enseñamos Teología, y a quienes la estudian y se preparan para dispensarla a través del ministerio, cualquiera que sea: catequista, lector, diácono, presbítero, profesor de ciencias sagradas, licenciado o doctor en Sagrada Teología.

8. Nuestro pueblo, al cual queremos servir, está sediento. Le han cavado infinidad de pozos para saciar su sed. El agua es escasa y las napas están contaminadas: variadísimas propuestas comerciales, medios de comunicación que hablan de todo, partidos políticos que todo lo prometen, gurúes que todo lo explican, sectas religiosas que remedian todos los males, terapias de todo tipo, etc. Por momentos, la sed lleva al pueblo a la desesperación. Viene en mente la queja dolorida de Dios formulada por medio del profeta: “Me abandonaron a mí, la fuente de agua viva, para cavarse cisternas agrietadas, que no retienen el agua” (Jer 2,13).

9. También el pueblo acude al pozo de agua de la Iglesia y a sus varias surgentes: la Facultad de Teología, la catequesis, la homilía dominical, la clase de religión, la cátedra universitaria de teología, el programa religioso de TV, etc. ¿Encuentra allí el agua viva?

Escuchemos esta pregunta como si nos la formulase el mismo Jesús. Es una buena cuestión para iniciar el año académico 2010, y proseguir el camino penitencial de la Cuaresma.

Homilía de monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia, para la homilía en la misa de inauguración del año Académico de la Facultad de Teología de la U.C.A. (8 de marzo de 2010)

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