miércoles, 8 de diciembre de 2021

DOGMA DE FE: INMACULADA CONCEPCIÓN


LA DEFINICION DOGMÁTICA

El Papa Pío IX, en la Bula Ineffabilis Deus, del 8 de diciem­bre de 1854 definió solemnemente el dogma de la Inmaculada concepción de María con estas palabras:

"Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina ,"que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer ins­tante de su concepción, fue, por singular gracia y privilegio 1, Dios omnipotente, en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios y, Por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles" (Dz. 1641).

EXPLICACION DEL CONTENIDO DEL DOGMA
Repasemos cada una de las proposiciones de la defini­ción.

El primer instante de la concepción de María
En la concepción de María, engendrada por sus padres, hay que distinguir la concepción activa, es decir la acción de engendrar por parte de San Joaquín y de Santa Ana, y la concepción pasiva, o sea, el resultado de la acción de engen­drar o el ser mismo de María, fruto de esa acción. El dogma se refiere a la concepción pasiva, enseñando que desde el pri­mer instante en que es constituida como persona, lo es sin mancha alguna de pecado.

Contrariamente a lo que afirmaban algunos teólogos en épo­cas pasadas ‑para salvar la universalidad del pecado origi­nal‑, que habiendo contraído el pecado estuvo sometida a él por un instante, para ser luego inmediatamente después santi­ficada por Dios en el seno de su madre.

Inmune de toda mancha de culpa original
Es dogma de fe que el pecado original se transmite a todos los hombres por generación natural, de tal modo que todos son concebidos en pecado (cfr. Conc. de Trento: DZ 791). Ahora bien, como María fue inmune de la culpa, al ser concebida sin pecado, no tuvo esa culpa y, por ello, tampoco tenía las consecuencias de esa falta. Esto supone tres cosas: l) la ausencia de toda mancha de pecado; 2) la presencia de la gracia santificante con las virtudes infusas y dones del Espíritu Santo y, 3) la ausencia de inclinación al mal. Esta mala inclinación es llamada Fomes peccati.

Estos tres puntos se dieron en María:
1)Ausencia de cualquier mancha de pecado. Ella fue inmune al reato de la culpa y de la pena debidas al pecado original, en virtud de que nunca tuvo ese pecado;

2) Llena de gracia santificante. Por lo anterior, al no tener pecado, el alma de María estuvo llena de la gracia santificante, desde el primer instante de su ser, y poseía las virtudes infu­sas y los dones que acompañan ese estado de santidad;

3) Ausencia de la inclinación al mal. El pecado, que consiste en la aversión a Dios y en el amor desordenado a las criaturas provoca la inclinación al mal. En María esto no se dio, puesto que jamás tuvo pecado alguno.

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