Cómo el Padre preparó el momento maravilloso del
nacimiento de su Hijo? La obra de Dios ha contado con la colaboración humana,
hubo corazones abiertos a este designio eterno, que respondieron a la invitación
generosamente. Dios iba a desembarcar en la historia humana, y necesitaba un
lugar, que no era inicialmente físico.
Prontitud
La aceptación de la Virgen, su Sí, fue el que abrió las
puertas a esta “locura amorosa” de Dios. La escena de la Visitación nos permite
conocer otras cuentas de este collar, que Dios en el silencio fue uniendo,
eslabón por eslabón, con su Providencia amorosa.
María
sale presurosa (v.39), comenta el texto, evitando perder tiempo, podríamos
decir nosotros, para ayudar a su prima. La prontitud será un sello
distintivo de la Virgen. No queda envuelta en cavilaciones inútiles, haciendo
lugar a pensamientos que siempre nos visitan proponiéndonos ocuparnos de
nosotros mismos. La prontitud es una disposición del corazón que ama. El amor
vuelve ligero lo fatigoso y ayuda a sobreponerse de la “ley de la gravedad”,que
reclama el propio “yo”. “Prontitud” no es vértigo incontrolable, es la
respuesta del amor ante la necesidad del “otro”.
La
prontitud se vincula a los caminos de Dios, que sabemos por el profeta Isaías,
“son insondables e irrastreables” y
despiertan el “asombro”. Dios no es una idea o una receta que detalla
sus pasos, y que incluso podemos
anticiparnos a lo que vendrá. Dios es
imprevisible, amorosamente imprevisible. El Padre como fuente de libertad,
es garante de la libertad para su
criatura, y “su obra” es expresión de esta verdad.
Prontitud
para relacionarse con Dios que nos sale al encuentro en diversas situaciones de
la vida cotidiana, en las más simples o complejas. Dios se hace encontradizo,
no juega a las “escondidas”, luego de la Encarnación se vuelve compañero de
camino de todo peregrino. El tiempo y espacio, el mundo y la materia han
quedado penetradas por el paso de Dios.
María, nuestra
Madre, nos enseña la importancia de “ponerse en camino” (v.39), esto expresa
nuestra condición de peregrinos, que estamos dispuestos a caminar confiando en
el Señor, aunque desconocemos lo que vendrá.
Eco de esta actitud de la Virgen son las palabras de Madre
Teresa:
“Cuando por los años no puedas correr,
trota. Cuando no puedas trotar,
camina. Cuando no puedas caminar,
usa el bastón. ¡Pero nunca te
detengas!”
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