martes, 18 de abril de 2023

SAN BERNARDO: EL NOMBRE DE LA VIRGEN ERA MARÍA

"Y el nombre de la virgen era María". (Lc. 1,27)
Decimos algunas palabras sobre este nombre que se traduce como "Estrella del mar" y que conviene perfectamente a la Virgen María.

Se la compara a un astro que difunde su luz sin disminuir de intensidad, así como la Virgen da a luz a su hijo sin perder nada de su pureza virginal.
Los rayos no disminuyen la luminocidad del astro y el Hijo no quita nada a la integridad de la Virgen.

Ella es esta noble estrella salida de Jacob, cuyos rayos iluminan el universo entero, brillan en los cielos y penetran hasta en los abismos. Ella irradia la tierra, calienta las almas en vez de los cuerpos, favorece el desarrollo de las virtudes y consume los vicios.

Ella es esta estrella bonita y maravillosa que tenía que mostrarse sobre los mares inmensos con la brillantez de sus méritos y la luz de su ejemplo.

Quienquiera que seas, en este mar que es el mundo, tú, que antes de pisar la tierra firme te sientes zozobrando en el medio de huracanes y tempestades; no alejes nunca tus ojos de la luz de este astro, si no quieres verte inmediatamente sumergido por las olas de la marea. 

Si el viento de las tentaciones te asalta, si se te interponen los escollos de la desgracia, mira a la Estrella, preséntate a María.Si la cólera, la avaricia y la seducción de la carne hacen zozobrar la frágil barca de tu alma, dirige tu mirada a María.Cuando, atormentado por la enormidad y atrocidad de tus culpas, avergonzado de las miserias de tu conciencia, aterrorizado por la amenaza del juicio, comiences a sentirte atenazado por el abismo de la tristeza y la desesperación, piensa en María.

En los peligros, en la angustia, en la incertidumbre, invoca a María.

Que su nombre nunca abandone tu labios y tu corazón. Y para obtener el sostén de su oración no ceses de imitar el ejemplo de su vida.

Siguiéndola no te perderás; orándole no conocerás la desesperación; pensando en ella no errarás. Si ella te sostiene, no te hundirás; si ella te protege, no tendrás temor de nada. Debajo de su guía no se teme la fatiga; con su protección alcanzarás el puerto. Tú probarás entonces, con tu experiencia personal, cuánta verdad había en aquellas palabras: "El nombre de la Virgen era María".

lunes, 17 de abril de 2023

PBRO. MIGUEL BARRIOLA: EL NOMBRE DE MARÍA

Reflexionar sobre su “nombre”, nos ayudaría a profundizar en palabras, que recitamos en tantas ocasiones, pero que, a veces, se vuelven rutinarias y, por lo mismo se desdibujan.La explicación más aceptada para la etimología y uso arameo, la emparenta con «mará’», que significa «Señor», por lo cual «Maryám» vendría a ser «Señora».Ya este dato nos da que pensar, porque esta «señora» se calificó a sí misma como «sierva» (Lc 1, 38; 48).

El hecho es corroborado, porque, Lucas, acto seguido de notificar que «el nombre de la Virgen era María» (Lc 1, 27), nos comunica que Gabriel no la saludó: «La paz contigo María», según la usanza judía, sino que, pasando por alto su nombre propio, se dirige a ella de este modo: «Alégrate, llena de gracia». El nombre cede ante el designio de amor, que Dios, fuente de toda gracia, tiene reservado para ella.

Se amplifica el panorama, si repasamos el Evangelio de Juan. En él nunca aparece el nombre expreso de María. Siempre se la distingue como «la Madre de Jesús» (2, 1 – 5; 6, 42; 19, 25 – 27). Y S. Pablo, que, en todas sus cartas, recuerda una sola vez a la Madre de Cristo, tampoco la nombra, sino que, se refiere a ella como «mujer» : «nacido de mujer» (Gal 4, 4).

Tal comprobación nos induce a contemplar hasta qué punto la persona de María, secundando los planes divinos, se olvidó de sí misma, para transformarse enteramente en receptora total de lo que Dios disponía para su existencia. Subrayemos, que no sólo fue un recipiente inerte de los dones de la gracia (también Eva vino al mundo «sin pecado original»), sino que secundaba con todo su corazón a las propuestas de su Señor, aunque más de una vez no las comprendiera (ver: Lc 1, 29; 2, 19; vv. 50 – 59).

María es cerciorada de su rango de «reina y señora», puesto que se le informa que el hijo, que va a nacer de ella, recibirá de Dios «el trono de David su padre... y su reino no tendrá fin» (Lc 1, 33). Pero, María no se queda pavoneándose con tan alta dignidad, sino que enseguida se pone a servir, «partiendo sin demora» para asistir a su parienta, que se encontraba en su sexto mes (Lc 2, 36 y 39).Como ya se anotó, Jesús, en el Cuarto Evangelio, nunca la llama «María», sino «Mujer» (2, 4; 19, 26; ver: Apoc 12, 1 ss.).

En la cruz, es descrita como «su madre» (de Jesús), pero enseguida es calificada como «“la” madre», sin el posesivo que la relaciona con Jesús (Jn 19, 26). El proceso de amplificación desemboca en el cambio mismo de los pronombres: «Aquí tienes a “tu” madre» (de Juan y de todos nosotros en él representados). Justamente por ser «Madre de Jesús», no se posee más a sí misma, dado que el Hijo de Dios, no puede ser monopolizado por nadie, ni siquiera por su mamá.

En consecuencia, festejar el «nombre de María» significa celebrar ese proceso de despojamiento total, para no ser otra cosa que un vaso comunicante: receptor de gracia y difusor de la misma, sin acaparar sobre María, ni en cada uno de nosotros, los dones divinos, sino trabajando para volvernos todos canales transmisores de un amor que nadie puede almacenar para sí solo. Por otro lado, todo está en línea con el «anonadamiento» del mismo Hijo de Dios, que, sin considerar su condición divina como un botín a defender celosamente, se hizo esclavo, hasta la cruz. Sólo entonces, no como fruto de su propio afán, sino como don del Padre, recibe «UN NOMBRE» sobre todo nombre: «Jesucristo es el Señor» (ver: Filip. 2, 6 – 11).

lunes, 3 de abril de 2023

LA SEMANA SANTA


"Durante la Semana Santa la Iglesia celebra los misterios de la salvación actuados por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén".



Es muy intensa la participación del pueblo en los ritos de la Semana Santa. Algunos muestran todavía señales de su origen en el ámbito de la piedad popular. Sin embargo ha sucedido que, a lo largo de los siglos, se ha producido en los ritos de la Semana Santa una especie de paralelismo celebrativo, por lo cual se dan prácticamente dos ciclos con planteamiento diverso: uno rigurosamente litúrgico, otro caracterizado por ejercicios de piedad específicos, sobre todo las procesiones.


Esta diferencia se debería reconducir a una correcta armonización entre las celebraciones litúrgicas y los ejercicios de piedad. En relación con la Semana Santa, el amor y el cuidado de las manifestaciones de piedad tradicionalmente estimadas por el pueblo debe llevar necesariamente a valorar las acciones litúrgicas, sostenidas ciertamente por los actos de piedad popular.

domingo, 2 de abril de 2023

DIÁCONO JORGE NOVOA: EL PERDÓN DE DIOS

Acudir al sacramento de la Reconciliación es la forma más adecuada de preparar el corazón para vivir la Semana Santa, Dios ha querido que nos encontremos con su perdón allí. Dijo Jesús a los suyos: A QUIENES LES PERDONEN LOS PECADOS, LES QUEDAN PERDONADOS Y A QUIENES SE LOS RETENGAN, LES QUEDAN RETENIDOS...

Pueden ustedes, pensar que Jesús desconociera la condición pecadora de los suyos, y que les entregaba estas potestades, porque se encontraba entre hombres impecables, que eran dignos de ejercer este ministerio por no necesitar ellos también del perdón que imparten. Lejos de una respuesta afirmativa, no solo porque el Señor "conoce lo que está en el corazón del hombre", sino porque él mismo los vio comportarse inadecuadamente hasta el final de su peregrinación, y de modo más evidente en las horas cercanas a la Pasión, incluso lo confirma, el perdón concedido a Pedro bajo la triple pregunta del amor.

Déjate reconciliar con Dios. Acude la sacramento de la Reconciliación, sin su vivencia no hay crecimiento espiritual, no es el dato de una estadística, es la constatación de una práctica que al abandonarse se palpa en el compromiso de la vida de fe. A veces, el principal obstáculo es nuestro orgullo, esa frase escuchada lamentablemente en ámbitos católicos, "yo me confieso con Dios", manifiesta una fe infantil que aún permanence gobernada por el orgullo.

No te mientas. Quieres sanar tus heridas? Celebra la fiesta de la Reconciliación. No hacerlo, es rechazar la invitación a la fiesta que el Padre ha organizado, para celebrar que "el hijo que estaba perdido y ha sido hallado".

MONSEÑOR JOSÉ ANTONIO EGUREN: SEMANA SANTA (1)


I.PRESENTACIÓN

Del mismo modo que la semana tiene su punto de partida y su momento culminante en el domingo, día del Señor, celebración semanal de la pascua, así el Santo Triduo Pascual de la Pasión y Resurrección del Señor Jesús, es el punto culminante de todo el Año Litúrgico. El Santo Triduo Pascual se prepara en el tiempo de Cuaresma y se prolonga en la alegría de los cincuenta días del Tiempo Pascual.

Dada la importancia que él reviste, el Triduo Pascual ha de prepararse y celebrarse con esmero y reverencia. El presente trabajo, busca ser una guía práctica que oriente su celebración. De ahí que las normas, reflexiones y orientaciones que a continuación se presentan se ordenan a mejorar la celebración de los misterios de la Redención, y a favorecer la participación más consciente y fructuosa de los fieles cristianos en dichos misterios de vida.

Este trabajo ha sido elaborado con el anhelo que la celebración de la próxima Semana Santa, sea vivida intensamente en nuestra Arquidiócesis Metropolitana de Piura, y así ella suscite en nosotros un deseo más vivo de adherirnos al Señor Jesús y de seguirlo generosamente, conscientes de que Él nos ha amado hasta dar su vida por nosotros.

II. LA SEMANA SANTA

Sabemos bien que durante la Semana Santa, la Iglesia celebra los misterios de la reconciliación, realizados por el Señor Jesús en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén.

El tiempo de Cuaresma continúa hasta el día jueves de la Semana Santa. La Misa Vespertina de la Cena del Señor es la gran introducción al Santo Triduo Pascual. El Triduo Pascual comienza con el Viernes de la Pasión, prosigue con el Sábado Santo, tiene su culmen en la Vigilia Pascual y acaba con las Vísperas del domingo de la Resurrección.

Es importante recordar que «las ferias de Semana Santa, desde el lunes hasta el jueves inclusive, tienen preferencia sobre cualquier otra celebración» 1 y por tanto en estos días no deben administrarse los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación. Más bien sí es importante que en estos días se ofrezcan en todas las parroquias, capellanías, colegios, hospitales y centros de evangelización, horarios amplios para facilitar a los fieles cristianos el acceso al Sacramento de la Reconciliación como preparación espiritual para acompañar al Señor Jesús en la entrega de Sí mismo por nosotros. Es muy conveniente que el tiempo de la Cuaresma termine con alguna celebración penitencial que prepare a una más plena participación en el misterio pascual.

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR

Con el domingo de Ramos comienza la Semana Santa, que comprende la profecía del triunfo pascual de Cristo y el anuncio de su Pasión. Estos dos aspectos del misterio pascual se han de poner de relieve tanto en la predicación como en la celebración de este día 2 .
Para una reverente y fructuosa celebración del Domingo de Ramos se debe tener presente:
1. La entrada del Señor Jesús en Jerusalén, se debe conmemorar con una procesión , en la cual los cristianos celebran dicho acontecimiento, imitando tanto las aclamaciones como los gestos que hicieron los niños hebreos cuando salieron al encuentro del Señor. Esta procesión ha de ser única y debe tener lugar antes de la Misa en la que haya más presencia de fieles. Para ello se puede hacer la reunión de la Asamblea en otra iglesia menor, o en un lugar apto fuera de la iglesia hacia la cual se dirigirá la procesión. Los fieles que participan en esta procesión, deben llevar en las manos ramos de palma, de olivos o de otros árboles, y durante la procesión entonar cantos apropiados a Cristo Rey. Los sacerdotes y los ministros, llevando también ramos, deben preceder en el orden de la procesión al pueblo 3 .
No hay que olvidar que la bendición de los ramos y palmas tiene lugar antes de la procesión y que se debe instruir a los fieles cristianos a que conserven en sus casas, junto a las cruces o cuadros religiosos que hay en los hogares, los ramos bendecidos como recuerdo de la victoria pascual del Señor Jesús. Asimismo es una noble tradición que para el año siguiente se usen estos ramos y palmas para confeccionar la ceniza que nos será impuesta en la frente el día miércoles con que se da inicio al ejercicio de la Santa Cuaresma.
De no poder hacerse la procesión, el Misal Romano ofrece una segunda forma para conmemorar la entrada del Señor en Jerusalén que es la entrada solemne . Esta forma sólo se habrá de usar cuando se encuentren dificultades reales que impidan la organización de la procesión y nunca por comodidad o facilísimo.
Para las demás Misas del domingo de Ramos, el Misal prevé una tercera forma que es la entrada sencilla .
2. Otro elemento muy importante del Domingo de Ramos es la proclamación de la Pasión. «Es aconsejable que se mantenga la tradición en el modo de cantarla o leerla, es decir, que sean tres las personas que hagan las veces de Cristo, del cronista y del sanedrín. La Pasión ha de ser proclamada por diáconos o presbíteros, o, en su defecto, por lectores, en cuyo caso la parte correspondiente a Cristo se reserva al sacerdote. Para la proclamación de la Pasión no se llevan ni luces, ni incienso, ni se hace al principio saludo al pueblo como de ordinario para el Evangelio, ni se signa el libro. Tan sólo los diáconos piden la bendición al sacerdote.
Para el bien espiritual de los fieles, conviene que se lea por entero la narración de la Pasión y que no se omitan las lecturas que la preceden. Terminada la lectura de la Pasión, no se omita la homilía» 4 .

1
Ver Normas universales sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario, N. 16 a .
2
Ver Ceremonial de los Obispos, N. 263.
3
Ver Ibid. N. 270.
4
Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 33-34.

FUENTE : VE MULTIMEDIOS http://multimedios.org/docs/d001659/

sábado, 1 de abril de 2023

MONSEÑOR ALBERTO SAGUINETTI : SÓLO DIOS SALVA



1. En primer lugar es ocasión especial de detenernos un poco, tanto personalmente,


como en cuanto a sociedad. Parecería que lo principal es gozar y distraernos. Como decían los romanos: pan y circo. La misma Semana Santa se va convirtiendo en pan y circo.

Hay un cartel por ahí que anuncia que el Mundial es lo más importante. ¡Qué tontería! ¡Qué engaño! No, lo único necesario es Dios y cada ser humano ante Dios. Y la Semana Santa es invitación a ese encuentro. Si no, estamos perdiendo nuestra vida.

2. Para ese encuentro es imprescindible mirar la realidad del pecado y  la muerte. La sociedad tiene que tener lugar para enfrentarse con el pecado y la muerte. Cada uno tiene que ponerse cara a cara con el pecado y la muerte.

2.1. Por cierto podemos hacerlo mirando dimensiones colectivas: la pobreza, especialmente como pobreza infantil; el ataque sistemático al matrimonio y a la familia; la falta de educación en el sentido pleno de la vida, incluyendo a Dios.

3. Pero importa, e importa mucho, que cada uno deje algo de lado ‘el pan y circo’ y se enfrente con su pecado y su muerte: sólo así asume plenamente toda su vida. ¿Cuánto reflexiono sobre mis pecados y sobre mi muerte?

4. Ante ello, les anunciamos al Salvador del pecado y de la muerte: sólo con Jesús podemos enfrentar nuestro pecado – sin mentirnos ni justificarnos – , nuestra muerte, sin engañarnos, y tener esperanza verdadera.

4.1 Jesucristo, con su muerte y resurrección: es Él en persona y por sus actos el salvador del mundo.

4.2 Jesucristo con la luz y verdad de su palabra: es su palabra la verdad que nos hace libres, si la recibimos en su totalidad; por eso es necesaria recibirla de la Iglesia que nos da toda la Palabra, sin que elijamos la parte que nos gusta, sino que nos dejemos transformar por ella.

4.3 Jesucristo es el rey salvador, que obra en nosotros por la fuerza del Espíritu Santo, por medio de los sacramentos de la Iglesia: el bautismo y la confirmación; la confesión y la Eucaristía.

Pongamos en su sitio al pan y el circo. Seamos  responsables y libres: miremos el pecado y la muerte. Busquemos el perdón, la reconciliación, y la vida eterna Escuchemos la invitación de Cristo en su Iglesia: ven y tendrás vida y vida en abundancia.

El Señor nos mueva y regale una Santa Semana.