lunes, 31 de mayo de 2021

DIÁCONO JORGE NOVOA: LOS CAMINOS DE DIOS

Todos los medios de comunicación están pendientes de la decisión que tomará el senado romano en
estos días. El emperador reunido con sus más cercanos asesores está evaluando la conveniencia de las leyes promulgadas. El mundo está expectante, todos miran a Roma; se han hecho presentes los más importantes y destacados medios de prensa del orbe entero.

Ciertamente, si congeláramos esta escena, que ha intentado recrear la atención del mundo para con la capital del imperio, y entrando en ella, le preguntáramos a un hombre cualquiera de ese tiempo, ¿dónde se está gestando el futuro de la humanidad? ¿quién lo está decidiendo?

Nuestra pregunta suscitaría en él, un asombro similar al que experimentaron los discípulos camino de Emaús ante la demanda de Jesús: “¿qué ha ocurrido?” La respuesta claramente apuntaría hacia el Imperio Romano: allí se están resolviendo los destinos de la humanidad. Allí está el poder que regirá al mundo. Los destinos de todos los hombres están en las manos del emperador romano y su senado que bosqueja cómo disponer del mundo según su proyecto.

Al mismo tiempo, en una parte alejada de ese mismo imperio, dos mujeres se encuentran en uno de los tantos pueblitos polvorientos de Israel. Una, llamada María; la otra, su prima Isabel. Las dos llevan en sus vientres a dos personajes de la historia grande: Isabel, a Juan Bautista; María, a Jesús. La lectura de la realidad aparece harto distinta para quien se coloque desde esta perspectiva. El mundo no ha quedado en manos del azar, no depende en su destino último de la prepotencia de quien ejerce el poder arbitrariamente. No está bajo la amenaza del capricho; no es un hijo abandonado de un padre prófugo. El Creador “no olvida la obra de sus manos.” Y en virtud de su Amor, cumple plenamente con la promesa que había realizado desde el momento de la caída del hombre en el paraíso.

Dios está confundiendo los proyectos de los fuertes con la disponibilidad y el amor de los débiles. Dos mujeres a la vera del camino son las portadoras de los destinos de la humanidad de todos los tiempos. En sus conversaciones sencillas, Dios está tejiendo la historia de la salvación. Su acción está en medio de ellas, se torna palpable, es motivo de gozo para el niño que lleva en el vientre Isabel. Ante la “Madre del Señor”, Juan Bautista salta de gozo. Así como David viene danzando delante del Arca de la presencia que vuelve a estar en medio de su Pueblo, Juan Bautista salta de gozo delante del Arca de la Nueva y Eterna Alianza que deposita al Señor Dios en medio de su Pueblo. María es saludada por ser la portadora, como el Arca, de la presencia de Dios, para convertirse en el primer sagrario, que custodia con la valentía de la fe, el proyecto de Dios que se está realizando.

¿Quiénes son los débiles desde la perspectiva del mundo? María, José, Isabel, Zacarías, Juan Bautista, los pastores fieles, Ana, Simeón; eran llamados despectivamente “anawin”, es decir, los pobres del Señor. Para vivir confiadamente, es necesario pedir la gracia de la mirada de estos “limpios de corazón”: ¡así es como se ve a Dios y su proyecto!

“No tengan miedo” nos dice el Señor. “Dios está con nosotros” cumpliendo su proyecto según su promesa. Si el futuro se abre lleno de incertidumbres busquemos purificar nuestro corazón para mirar desde la esperanza: ¡desde los ojos de Dios!
Diác. Jorge Novoa

jueves, 20 de mayo de 2021

ROMANO GUARDINI: CAMINA ANTE MÍ Y SERÁS PERFECTO

La marcha es el cumplimiento del consejo: «Ambula coram ine et esto perfectus»: Camina ante Mí y serás perfecto

¿Cuántos saben realmente marchar? Marchar no es correr, ni simplemente caminar. Es un movimiento pausado. El que marcha tiene los pies elásticos, no se arrastra con languidez; progresa virilmente. Lleva el cuerpo erguido, libre; no como quien va encorvado bajo el peso de un fardo; no titubea; guarda proporción y firme simetría en sus pasos. Marchar bien es arte noble. Arte que concilia la disciplina con la libertad, la fuerza con la gracia, la condescendencia con la firmeza, el sosiego con la energía conquistadora. Según se trate de un hombre o de una mujer, ese paso será marcial, expresión de una actitud combativa o apacible y gracioso; reflejará el ánimo de defensa o ataque, o revelará la tranquilidad que reina en el interior. ¡Y qué bella resulta la marcha cuando es piadosa! Ella puede llegar a ser un verdadero acto de culto religioso.

Ejemplo típico de ello es el fiel que atraviesa la iglesia con respeto y avanza penetrado del sentimiento de hallarse bajo los ojos del Altísimo. Basta recordar esas escoltas divinas que son las procesiones. Es verdad que muchas veces el Señor avanza en medio de turbas despreocupadas y curiosas que se aprietan y empujan. Pero, ¡qué gracia indescriptible y qué poesía adquiere de pronto la Fiesta cuando todos acompañan a la Hostia con espontánea piedad a través de calles y campos; cuando todos la siguen, orando...: los hombres con paso marcial, las madres venerables, las doncellas con su gracia purísima y los jóvenes con el espíritu despierto! ¡Esas procesiones de penitencia y de súplica podrían ser una oración verdaderamente viviente: la encarnación de la oración! Podrían personificar la presencia viva de la culpa y encarnar el clamor contrito, la indigencia humana; pero un grito templado por la confianza cristiana, que sabe cómo domina Dios nuestras faltas y miserias, así como una voluntad firme y sosegada domina las demás fuerzas de nuestra vida. La conciencia cristiana, la culpa, la miseria encarnadas son las que desfilan en nuestras procesiones. Bajo un cielo de esperanzas. Porque cuando se cree en un Dios viviente, la culpa no es una fuerza fatal. ¿No es verdad que la marcha expresa la nobleza del hombre?

Porque ese cuerpo que por el dominio del alma se mantiene recto, dueño de sus movimientos; que avanza con paso seguro, es privilegio suyo exclusivo. Marchar con el cuerpo recto significa ser hombre. Pero somos algo más que simples hombres. «Sois una raza divina» –nos dice la Escritura–. Nacidos de Dios, liemos adquirido una forma nueva. Cristo vive en nosotros de manera especial, gracias al Sacramento misterioso del altar: su Cuerpo está en nuestro cuerpo y su Sangre circula en nuestras venas. «Porque aquel que come mi carne y bebe mi sangre –ha dicho El mismo–, mora en Mí y Yo en él». Cristo crece en nosotros, nosotros en El, siempre más profundamente, en todas las direcciones, hasta quedar en El identificados, hasta llegar a «la plenitud de Jesucristo», hasta que El se haya formado en nosotros y hasta que todo nuestro ser y nuestras acciones: comer, dormir, orar –todo: nuestros juegos y trabajos, nuestras alegrías y nuestras lágrimas–, lleguen a trocarse en «vida de Cristo». Ningún símbolo expresará con más fuerza y con más profunda belleza este misterio que es la marcha. La marcha es, pues –transfigurada en este profundo misterio de nuestra incorporación a Cristo–, el cumplimiento del consejo: «Ambula coram ine et esto perfectus»: Camina ante Mí y serás perfecto.

¡En las Procesiones marcha el Cuerpo Místico de Cristo hacia su plenitud! Pero todo este misterio se realizará tan sólo si marchamos en la plenitud de la veracidad. La marcha sólo tiene esa belleza de símbolo cuando se funda en la verdad, jamás cuando se inspira en la afectación y en la vanidad.

jueves, 13 de mayo de 2021

HORACIO BOJORGE SJ: FÁTIMA Y LA CIVILIZACIÓN DE LA ACEDIA

Introducción
La Acedia
El tema que pienso exponer en esta conferencia es: Fátima y la civilización de la Acedia. Ya conocen muchos de ustedes los dos libros: En mi sed me dieron vinagre. La Civilización de la Acedia. Ensayo de Teología Pastoral [1] y Mujer ¿por qué lloras? Gozo y tristezas del creyente en la Civilización de la Acedia.[2]. Y saben que en ellos llamo la atención sobre el hecho de la acedia y expongo en qué consiste. Un hecho espiritual poco reconocido y que, sin embargo, puede ser considerado como el mal espiritual de nuestra civilización y que la define.

Abundan los diagnósticos sobre nuestras sociedades. Diagnósticos económicos, socio-políticos, culturales, de las ideologías o las ideas filosóficas que las orientan, etc. Pero el nuestro, es un diagnóstico estrictamente espiritual, profético, acerca del mal espiritual de nuestra civilización. Un diagnóstico espiritual que excede, por lo tanto, lo que las ciencias humanas pueden alcanzar.

Un prominente norteamericano, William J. Bennett, que fue ministro de Cultura y Educación de Estados Unidos durante la administración del presidente Ronald Reagan, afirmó en 1995, en una conferencia, coincidentemente con nuestro diagnóstico, que la raíz de los males sociales y culturales señalables en la sociedad norteamericana, es de índole espiritual y consiste en la acedia. Una resistencia a tener en cuenta las realidades religiosas de la fe cristiana a la hora de tomar las decisiones que afectan el bien común.

La Acedia y Fátima

En mis observaciones y reflexiones sobre la acedia, nunca me había detenido a meditar sobre la relación existente entre la acedia de nuestro siglo XX y las apariciones marianas de Cova de Iría, (que se prolongan en los mensajes a Lucía en Pontevedra y Tuy), conocidas como las apariciones de Fátima. No había reparado en la patente relación que existe entre el mensaje que en ellas ha dado Nuestra Señora del Corazón Inmaculado, y la acedia que aqueja nuestra  civilización. He caído, pues, en la cuenta, con sorpresa, que el mensaje de Fátima tiene relación directa con ella.
En efecto, Fátima no es un mensaje devocional que se presente en forma ahistórica y de espaldas a los sucesos mundiales del siglo. Llamativamente, Nuestra Señora se ocupa, en sus mensajes, de hechos históricos tales como las dos guerras mundiales y Rusia, o lo que es lo mismo, de la revolución marxista.

1917: La revolución bolchevique
Se ha observado[3] que 1917 es, en plena primera guerra mundial, el año del triunfo de la revolución bolchevique que instala en Rusia el primer estado no sólo ateo, sino anti-teo[4]. Un gobierno que se propone, por primera vez en la historia, como parte de su plan de creación de una nueva humanidad, la erradicación de la religión, que es, en los hechos y principalmente, la erradicación de la fe cristiana, ortodoxa y católica, empezando por el ámbito de las Repúblicas Socialistas Soviéticas Unidas. Pero no sólo en ese ámbito. Pronto comenzará a exportar la revolución anticristiana. Es conocida la participación que tuvieron, en las persecuciones sangrientas durante las revoluciones mexicana y española de las décadas siguientes, los agentes políticos revolucionarios rusos o de la internacional marxista. Recuérdese que Trotsky se asila en México, donde es, a pesar de todo, asesinado.

Las persecuciones multifacéticas al pueblo católico en el siglo XX

El siglo XX podrá pasar a la historia como un siglo de acedia, de odio a Dios en la figura de sus creyentes más pequeños (Mateo 25,31ss). Refresquemos un poco la memoria acerca de las persecuciones padecidas por el pueblo católico en este siglo.

Etnocidios

Aunque todavía está por hacerse el balance total de las persecuciones y de los mártires católicos y ortodoxos del siglo XX, es posible recordar a vuelo de pájaro: la matanza de casi dos millones de armenios, a manos del imperio otomano que, ya desde el siglo XIX había venido persiguiendo a las etnias cristianas sometidas a la dominación turca en Siria y el Líbano. Hay que recordar la persecución en México con la gesta de los Cristeros; la opresión política en Francia, Uruguay y tantos otros países, por influjos masónicos. La persecución de los católicos en el Tercer Reich y en los territorios ocupados: Polonia, Austria y Europa Oriental. Luego de la Segunda Guerra, la terrible persecución comunista en las naciones de Europa Oriental que le fueron discrecionalmente entregadas en Yalta: Polonia, Checoeslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumania, Alemania Oriental. Sin olvidar las naciones de la Yugoslavia de Tito y la radical dictadura albanesa.

La persecución en la URSS fue dantesca y demoledora. Tras una pausa durante la Segunda Guerra, por razones políticas internas,  Stalin la retomó con redoblada furia y fue continuada por sus sucesores.
Este siglo vio también instalarse el marxismo en China continental, donde arrasó la Iglesia católica china. Las matanzas de católicos en África han sido tremendas también y en algunos casos con el virtual exterminio del clero y religiosos.

Persecuciones psicológicas y psicopolíticas

A los martirios sangrientos hay que agregar otras formas de persecución y discriminación mediante medios psicopolíticos
El comunismo ruso comenzó con los lavados de cerebro mediante los cuales se buscaba, aplicando la psicología de los reflejos condicionados de Pavloff, el fundador de la psicología conductista materialista, manipular la conducta humana y determinarla, mediante la aplicación de premios y castigos, para lograr la conversión de los creyentes en buenos ciudadanos soviéticos. Esta reconversión o apostasía era la meta que buscaban los tribunales del pueblo, los interrogatorios policiales, las prisiones, campos de concentración, trabajos forzados, el estado policial. Todo apuntaba a que los creyentes confesaran sus errores y los de la Iglesia y se plegasen a la ideología marxista.
Esa técnica se aplicó luego, aún en el así llamado mundo libre donde la ideología marxista se infiltró en los medios intelectuales y académicos del catolicismo, sin excluir el clero. Se conoció entonces la teología de la liberación marxista, que logró los objetivos psicopolíticos a los que apuntaba: dividir a la Iglesia y sembrar en ella la confusión, la división y las acusaciones mutuas. Una situación de la que le cuesta reponerse al catolicismo, que sigue siendo sometido a encontradas agresiones psicopolíticas, como es actualmente la así llamada teología india.

Muchos fieles, sobre todo jóvenes, e incluso sacerdotes y religiosos, se involucraron más o menos profundamente con los movimientos revolucionarios violentos, inspirados por la ideología marxista y financiados por la Unión soviética o por otras fuentes oscuras, interesadas en el resquebrajamiento de la unidad católica y  en el desdibujamiento de la identidad católica. Se ha podido demostrar que la teología marxista de la liberación y hasta la guerrilla, recibían apoyo intelectual y ayuda económica de organizaciones protestantes relacionadas con el  stablishment  protestante y el Consejo Mundial de las Iglesias [5]. El compromiso de estos católicos con la izquierda violenta dio bienvenido pretexto a la represión militar y a las acciones de la inteligencia militar y policial de todas las corrientes e ideologías, en el tejido social y humano del pueblo de Dios.
La Iglesia era atacada por unos como aliada del capitalismo y por otros como aliada de los terroristas. Y el efecto fue la efectiva división de los católicos por motivos ideológicos y políticos.

Esas eran formas de persecución psicopolíticas de las que apenas si nos vamos haciendo conscientes y debido a las cuales se incurre insensiblemente en cismas y apostasías.

Persecuciones legales y jurídicas

Para completar el cuadro de las multifacéticas formas de la acedia anticatólica en este siglo, pueden agregarse las formas de discriminación y de opresión jurídica de los católicos. En En mi sed me dieron vinagre me he referido al así llamado Ateísmo estructural y a la Acedia jurídica. Ha habido una oposición y obstaculización crónica e insidiosa de la vida católica por vía legal. Se ha impuesto a naciones católicas constituciones y filosofías jurídicas liberales, racionalistas, positivistas, antiteas. Se ha dejado a los católicos desamparados en sus derechos al respeto de sus símbolos e imágenes religiosas, que suelen ser manoseados o profanados impunemente por los señores feudales de la publicidad.
Francia lideró, con su ejemplo, desde el siglo XIX la opresión jurídica y legal de los católicos. Prohibió las órdenes y congregaciones religiosas. Los gobiernos de Uruguay y México siguieron su ejemplo. Otras leyes francesas introducían vejaciones que dieron lugar a la enérgica encíclica Vehementer Nos de san Pío X, a comienzos del siglo.

La tiranía escolar

Pero quiero señalar una forma de persecución por lo general poco tenida en cuenta, por revestirse de formas particularmente secretas e insidiosas, y que, sin embargo, tiene graves y devastadoras consecuencias sobre la identidad del pueblo de Dios. Me refiero a la dictadura escolar que practican las democracias, uno diría que con buena conciencia y sin percibir su olor a tiranía. Dictadura escolar a la que se ve sometido el pueblo católico en la mayoría de los países latinoamericanos.
Si hay un sector de servicios que no se privatiza en ninguno de los feudos del actual orden mundial, es el de la educación. Al respecto, los estados siguen imponiendo sus programas en las disciplinas humanas: historia, filosofía. La tendencia es también a abolir esas disciplinas. ¿Qué consecuencias tiene esta política escolar para la identidad y la autoconciencia católica?

Sus consecuencias

Como consecuencia de esta tiranía docente, el pueblo católico se ve impedido de transmitir de una generación a otra, en el ámbito escolar, sus tradiciones doctrinales e históricas, las gestas de sus mayores, la historia de su pueblo. Esta situación, sostenida a lo largo de más de un siglo, ha ido produciendo una pérdida importante y extendida de la memoria y de la identidad colectiva, un debilitamiento del sentido de pertenencia. El conocimiento de la propia historia, de la figura y doctrina de los Santos Padres, de los Santos, y ¿por qué no? también de sus pecadores, se va convirtiendo cada vez más en el privilegio de unos pocos que van siendo cada vez menos, incluso entre los clérigos y religiosos. La ignorancia de los católicos acerca de sí mismos es pavorosa.

La acedia como causa de la persecución

¿A qué se deben todas estas formas de violencia que apuntan al etnocidio, al exterminio demográfico, o a la desaparición cultural del pueblo católico? ¿A qué se debe este odio inexplicable contra un tipo humano excelente como el que nace de la fe? ¿Cómo se explica que en vez de apreciar sus virtudes, incluso ciudadanas, y de fomentar su existencia y su excelencia, se esté siempre al acecho de sus defectos para pretextar los intentos de exterminio o de desidentificación?
Podrían darse, si se reconociese este hecho que tan pocos reconocen, ensayarse muchas respuestas, de orden histórico, político, ideológico o social. Nuestro diagnóstico, lo hemos dicho, es espiritual. Se trata de acedia. Una acedia que ha adquirido dimensiones políticas, de civilización, de legislación de teorías jurídicas, de ideas filosóficas justificatorias... pero que es de naturaleza espiritual: demoníaca. Opuesta al Espíritu Santo, con una forma de oposición que más que en una herejía doctrinal respecto de la persona del Espíritu Santo, de su naturaleza o de su condición trinitaria, o de su misión salvífica, consiste en una negación de sus obras y en una resistencia práctica a su acción específica. Se dice, por ejemplo, que la evangelización de América fue un mal.

Acedia y resistencia al Espíritu Santo

Este diagnóstico se ve confirmado por el Magisterio. En su Encíclica sobre el Espíritu Santo Dominum et vivificantem Juan Pablo II describe la acedia en términos de resistencia práctica al Espíritu Santo y se la ubica, como hemos hecho en el capítulo séptimo de En mi sed me dieron vinagre, en el contexto de la resistencia de la carne al Espíritu Santo, de la que habla San Pablo. Dice el Papa:
“Por desgracia, la resistencia al Espíritu Santo que San Pablo subraya en la dimensión interior [...] que tiene lugar en el corazón humano, encuentra [...] especialmente en la época moderna, su dimensión externa, concentrándose como contenido de la cultura y de la civilización, como sistema filosófico, como ideología, como programa de acción y formación de los comportamientos humanos. Encuentra su máxima expresión en el  materialismo, ya sea en su forma teórica –como sistema de pensamiento – ya sea en su forma práctica – como método de lectura y de valoración de los hechos – y además como programa de conducta correspondiente.
El sistema que ha dado su máximo desarrollo y ha llevado a sus extremas consecuencias prácticas esta forma de pensamiento, de ideología y de praxis, es el materialismo dialéctico e histórico, reconocido hoy como núcleo vital del marxismo”.

Nótese que el Papa no dice que sea el único sino el más radical. Porque también el régimen racionalista y liberal-naturalista se opone al Espíritu aunque no tan violentamente. Y prosigue:
“Por principio y de hecho el materialismo excluye radicalmente la presencia y la acción de Dios, que es Espíritu, en el mundo, y sobre todo en el hombre, por la razón fundamental de que no acepta su existencia, al ser un sistema esencial y programáticamente ateo. Es el fenómeno impresionante de nuestro tiempo al que el Concilio Vaticano II ha dedicado algunas páginas significativas[6].
“Aunque no se puede hablar de ateísmo de modo unívoco, ni se lo puede reducir exclusivamente a la filosofía materialista, dado que existen varias especies de ateísmo [...] sin embargo, es cierto que un materialismo verdadero y propio entendido como teoría que explica la realidad y tomado como principio clave de acción personal y social, tiene carácter ateo.[...] De aquí se sigue que la religión puede ser entendida solamente como una especie de ‘ilusión idealista’ que ha de ser combatida [...] para eliminarla de la sociedad y del corazón mismo del hombre.
“Se puede decir, por tanto, que el materialismo es el desarrollo sistemático y coherente de aquella resistencia y oposición [de la carne contra el espíritu] denunciada por San Pablo” (Dominum et Vivificantem N. 56)

He aquí, descrita por el Papa, la acedia antitea característica de nuestra civilización, exasperada en su versión soviética, pero que permanece presente en su versión globalista del nuevo Orden Mundial tal como lo concibe Francis Fukuyama, teórico y asesor del Departamento de Estado de los Estados Unidos[7].

El ataque a la fe. Declaraciones de Marx, Lenin y el Partido Comunista
Veamos algunos textos que ejemplifican lo afirmado por el Papa.
Como es sabido, el comunismo es, ante todo, una teoría fundada en el materialismo ateo de Feuerbach, Marx y Engels, autores que a su vez son tributarios de las críticas contra la fe cristiana de Kant y Hegel. De estos autores, algunos negaron sistemáticamente la fe y la religión cristiana y otros pasaron a combatirla activamente tratando de erradicarla, como dice el Papa, de la sociedad y hasta del corazón mismo del hombre.

Para Karl Marx, siguiendo a Feuerbach, “es el hombre el que crea a Dios, como producto de su mente, y no Dios el que crea al hombre”. En un texto clásico afirma Marx:
“La lucha contra la religión es, por lo tanto [...] lucha contra el otro mundo, del cual la religión es el olor espiritual [...] la religión es el suspiro de la creatura oprimida; es el corazón del mundo sin corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo. La abolición de la religión, como felicidad ilusoria del pueblo, es necesaria para su verdadera felicidad. La exigencia de quitar las ilusiones sobre su situación es la exigencia de quitar una situación que necesita ilusiones. La crítica de la religión es, pues, en germen, la crítica de este valle de lágrimas, del cual la religión es la aureola”[8].

Las apariciones del Corazón Inmaculado de María, coincidentes con la revolución rusa, parecen una refutación de la negación marxista del corazón creyente y de su negación del Espíritu santo. La Virgen pedirá la consagración  de Rusia a su Corazón Inmaculado, porque en ese país se comienza a instalar un régimen político que procura la abolición de la fe en Rusia como primer paso para su abolición en todo el mundo. A grandes males, grandes remedios. Y a los que niegan la existencia y la acción histórica de Dios, se les responde con una intervención milagrosa de Dios.

Lenin, que instaló el régimen marxista en Rusia con la revolución bolchevique de 1917, afirmaba: “Nosotros debemos luchar contra la religión [léase siempre ‘la fe cristiana’ ortodoxa y católica en Rusia y Ucrania]. Este es el ABC de cualquier especie de materialismo; y por lo tanto del marxismo. Pero el marxismo no es un materialismo que se detenga en el ABC. El marxismo va más allá. Es preciso saber luchar contra la religión y poder dar a las masas una explicación materialista de los fundamentos de la fe y de la religión”[9]
Esta misma fue la doctrina del PCUS, el Partido Comunista de la Unión Soviética hasta su disolución. En 1919 decía:  “El Partido lucha por la abolición completa de toda religión”. En 1971, medio siglo después, propiciaba: “La decisiva derrota de las supervivencias del pasado en la conciencia del hombre y en su conducta, entre las más tenaces de las cuales se cuentan los prejuicios religiosos”[10].

La Cruzada antitea
El régimen marxista instalado en Rusia, es decir en la URSS, no es un mero hecho político. Tiene un sentido espiritual. Es una cruzada antitea moderna. Es un intento demoníaco de abolición de la fe cristiana que se programa para imponerse en el mundo entero por todos los medios, primero políticos. Más tarde, con el desarrollo de la psicología de la propaganda política, por medio psicopolíticos. Y por fin, con el afinamiento de una estrategia cultural reclamada por Gramsci, también por medios culturales.
Por eso, la referencia, en Fátima, a la conversión de Rusia si ésta le es consagrada al Corazón de María por el Papa y todos los obispos, es decir por los representantes jerárquicos de todo el pueblo de Dios perseguido, so pena de que sus errores se difundan y sobrevengan terribles guerras y persecuciones sangrientas, es también un hecho espiritual de lucha. Es una cruzada mariana. Nuestra Señora misma reconoce el carácter de guerra espiritual que reviste este enfrentamiento con los poderes demoníacos, cuando afirma: “Finalmente, mi Corazón Inmaculado triunfará y habrá un tiempo de paz”.

El Corazón y las Espinas
Ante la acedia organizada ideológica, política y culturalmente, la Caridad de Dios responde a su modo. El simbolismo del Corazón cercado de espinas visibiliza el carácter peculiar de este enfrentamiento entre el Espíritu Santo de Caridad, que trae gozo y paz, y la acedia, que desertifica a la humanidad y la convierte en una civilización de la muerte.

¿Qué puede oponer al empuje del cerco de espinas el corazón desnudo de la caridad? ¿Ese corazón, sin corazas ni defensas, de Dios? ¿Qué puede oponer a la ofensa de los pecadores? Fácil le sería al fuego quemar las espinas. Pero el fuego de la caridad, el de la zarza ardiendo no es un fuego devorador de los pecadores. Al cerco de las espinas, el fuego de la Caridad que inflama al Corazón Inmaculado sólo opone Caridad. El amor de los niños. La capacidad de sacrificio de Jacinta y Francisco, por compasión con los pecadores que se pierden y se van al infierno, y por compasión con el corazón entristecido de Jesús. La Caridad cercada de espinas triunfa en estos niños dándoles la disposición para sufrirlo todo por amor a Dios y a los hombres que se pierden: las acusaciones de mentirosa por parte de su madre y hermanas que padeció la hasta entonces mimada y mimosa Lucía; el acoso y la sospecha pública de ser una niña embustera; los interminables interrogatorios que alimentaba la sospecha rebuscando alguna contradicción delatora; la burla y la risa sarcástica hasta de autorizados sacerdotes, prestigiosos pero incrédulos; las durezas del párroco, celoso de su autoridad; las amenazas de muerte por parte de autoridades civiles y de soldados; interrogatorios con promesa de ejecución y con ficción de haber ejecutado ya a los cómplices por negarse a revelar sus secretos; torturas morales infligidas a niños menores de edad por autoridades civiles y militares por hechos que no eran delito: ”Lo que habéis hecho a uno de estos hermanitos míos más pequeños, a mí me lo habéis hecho”.

Los niños quedaron inflamados de caridad. De amor a Dios. De compasión por los pecadores. De amor que sufre, sacrifica, no juzga y perdona, no toma nada a mal. Ellos reflejan el amor de Jesús y de María por la salvación de todos los hombres.

Contra la acedia organizada en forma de gobierno y planes quinquenales, en forma de proyecto antiteo que se proponía abolir la fe y arrancarla del corazón de los pueblos cristianos, los Corazones de Jesús y de María, inflamados en el fuego de la Caridad, sitiados por las espinas de la acedia, suscitan la insurrección de los pequeños, de los humildes, pero fuertes y grandes por la caridad y por la sabiduría de la cruz, que los empuja al sacrificio y a la paciencia por amor a los demás.

Fátima no es, pues, solamente un acontecimiento de devoción puramente privada e intimista. Es una especie de jaque mate divino, dado en el tablero de la historia, a las insidias de la acedia de los príncipes de este mundo contra el Señor y su Ungido (Salmo 2).
Fátima es una respuesta divina en la que, imitando a Dios, los suyos podemos aprender cómo se ha de responder a la Acedia histórica, militante y organizada, la acedia programática del Príncipe de este mundo y de las Tinieblas, la de sus agentes y sus colaboradores conscientes [11], y la de las multitudes de los que “no saben lo que hacen”.

Vigencia de Fátima
Fátima no ha perdido su vigencia con la caída de la Unión Soviética y la crisis del comunismo real. Más aún, parece que habiéndose reventado el absceso del antiteísmo soviético, se hubiese difundido más la infección del antiteísmo o del indiferentismo práctico, hasta el punto de afectar el tejido del pueblo católico.
El Mensaje de Fátima sigue siendo actual y su pastoral [12], centrada en las virtudes teologales y principalmente en la caridad, parece constituir lo que el Papa Todo suyo Juan Pablo II, nos propone y recomienda.
La resistencia al Espíritu, como la Serpiente, cambia de piel, pero sigue siendo la misma. Y al hacerse más solapada y semejante al color de las virtudes cristianas se hace tanto más insidiosa y peligrosa. El último cambio de piel, parece ser el del Nuevo Orden Mundial. Del que se ha dicho que  es “La mayor amenaza que la conciencia cristiana haya enfrentado en la historia”[13].

Dios viene, pues, a dar respuesta a la civilización de la acedia con el movimiento que arranca de Fátima y pone en movimiento a los humildes, a los creyentes, a los pequeños, a los inflamados por la caridad, a los pacientes, a los que se sacrifican por los pecadores, a los que oran como les enseñó a los niños el Ángel de la Paz, en las visiones preparatorias desde 1915: “Dios mío, yo creo, te adoro, espero y te amo. Te pido perdón por todos los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman”... “Dios mío, lleva a todas las almas al cielo...”

Es la oración de la caridad, que no se conforma con el ejercicio de la virtud de religión sólo para sí, sino que desea que todos los hombres se salven. Es el anhelo apostólico diametralmente opuesto al de Marx y Lenin, que desean que los hombres dejan de querer, de adorar, de esperar y de amar a Dios, como quien se sacude un yugo de infelicidad.

En la oración que el Ángel de la Paz le enseña a los niños está el secreto de la Paz Mundial.

(Llevaba cinco páginas manuscritas más de texto, pero no hubo tiempo para exponerlas. Si es posible se pondrán a continuación . En ellas se expone más claramente que la situación de guerra en que se encuentra el mundo en el tiempo de estas apariciones se debe a la doctrina del conflicto de origen hegeliano, que promete la unión como fruto de la oposición: tesis, antítesis y síntesis. Y exalta la espiritualidad del amo sobre el esclavo.)



[1] Ed. Lumen, Bs. As. 19992
[2] Ed. Lumen, Bs. As. 1999
[3] Véase Joaquín María Alonso, Fátima ante la Esfinge. El mensaje escatológico de Tuy, Ed. Sol de Fátima, Madrid 1979
[4]  Aunque el término antiteo no sea usual, es, sin embargo necesario. Porque el ateísmo militante y perseguidor, es más que un agnosticismo, es positivamente opuesto a Dios, ya sea como idea ya sea como realidad. La partícula privativa a-teo no pinta suficientemente la positiva oposición combativa que expresa la preposición anti-teo.
[5] Véase: 1) Roberto Jiménez, Teología de la Liberación: Proyecto histórico y tres de sus conceptos claves, en el volumen colectivo: Roberto Jiménez; Joaquín Lepeley; Roger Vekemans S.J.; Juan Cordero, Teología de la liberación. Análisis y confrontación hasta la Libertatis Nuntius (CEDIAL [Centro de Estudios para el Desarrollo e Integración de América Latina] Bogotá – Colombia, sin fecha,  956 págs.) Jiménez traza el organigrama de personas e instituciones, revistas y editoriales, que forman una tupida red internacional, en las páginas 9 a 69. 2) Carlos A. Sacheri, La Iglesia clandestina, Ediciones del Cruzamante, Buenos Aires 19775, en especial págs 67 a 76 donde traza el cuadro del stablishment católico y sus vinculaciones con el stablishment secular, propagado por fuerzas protestantes y sociedades secretas. Sacheri, asesinado en odio a la fe, cita en su trabajo un artículo de John Léo The Catholic Stablishment en la revista Approaches (1968) Nº 9. Los encuentros latinoamericanos de Teología India, como en otro tiempo los de teología de la liberación, son apoyados por una amplia red de organismos protestantes o mixtos como El Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI) o la Asociación Ecuméncia de Teólogos del Tercer Mundo (ASETT), Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL), etc.
[6] Gaudium et Spes 19-21
[7] Véase: Alfredo sáenz, El Nuevo Orden Mundial en el pensamiento de Fukuyama, Ediciones del Pórtico, Buenos Aires 1997
[8] Karl Marx, Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, en Karl Marx Frühe Schriften, Ed. Cotta, Stuttgart, 1962, p. 489
[9]  Citado por J. M. Alonso, O.c.
[10] Citado por J.M. Alonso,  O.c.
[11] Alguien me decía que se encuentra, en Internet, un sitio en el que se propone: “Si quiere ser apóstol de Satanás, haga clic aquí”
[12]  Sobre la pastoral que enseña el Mensaje de Fátima podrá consultarse con fruto las Actas del Congreso celebrado allí en 1993: A Pastoral de Fátima. Actas do I Encontro Internacional sobre a Pastoral de Fátima No 75 Aniversario das Aparicoes, Santuario de Fátima, 1993, 562 Págs.
[13]  Federico Mihura Seeber en: Gladius No. 30, p. 75

jueves, 6 de mayo de 2021

SAN JUAN MARÍA VIANNEY: AMAR Y ORAR

 Consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en la tierra, sino en el cielo. Por esto, nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde está nuestro tesoro.

El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo.

La oración no es otra cosa que la unión con Dios. Todo aquel que tiene el corazón puro y unido a Dios experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura que embriaga, se siente como rodeado de una luz admirable. En esta íntima unión, Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno solo, que ya nadie puede separar. Es algo muy hermoso esta unión de Dios con su pobre criatura; es una felicidad que supera nuestra comprensión.

Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con él. Nuestra oración es el incienso que más le agrada.

Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración una degustación anticipada del cielo, hace que una parte del paraíso baje hasta nosotros. Nunca nos deja sin dulzura; es como una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo. En la oración hecha debidamente, se funden las penas como la nieve ante el sol.

Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración. Mirad: cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión, en que casi todos mis colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas, durante las cuales oraba al buen Dios, y, creedme, que el tiempo se me hacía corto.

Hay personas que se sumergen totalmente en la oración, como los peces en el agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios. Su corazón no está dividido. ¡Cuánto amo a estas almas generosas! San Francisco de Asís y santa Coleta veían a nuestro Señor y hablaban con él, del mismo modo que hablamos entre nosotros.

Nosotros, por el contrario, ¡cuántas veces venimos a la iglesia sin saber lo que hemos de hacer o pedir! Y, sin embargo, cuando vamos a casa de cualquier persona, sabemos muy bien para qué vamos. Hay algunos que incluso parece como si le dijeran al buen Dios: «Sólo dos palabras, para deshacerme de ti..». Muchas veces pienso que, cuando venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro.