viernes, 25 de marzo de 2022

MADRE TERESA: MIENTRAS HAYA ABORTOS NO HABRÁ PAZ


“Estamos hablando de la paz… El mayor destructor de la paz hoy es el aborto, porque es una guerra directa, un asesinato directo por la madre misma. (…) No estaríamos aquí si nuestros padres nos hubieran hecho eso a nosotros.(…) Muchas personas están muy, muy preocupadas por los niños en India, o en África, donde muchos mueren, tal vez de desnutrición, de hambre u otros motivos…, ¡pero millones están muriendo de forma deliberada por la voluntad de la madre! Y ese es el mayor destructor de la paz hoy. Porque si una madre puede matar a su propio hijo, ¿qué falta para que yo te mate a ti y tú me mates a mí? ¡No hay nada en el medio! (…) Hagamos que cada niño, nacido o no nacido, sea querido. (…) Nosotras estamos combatiendo el aborto con la adopción. Ya hemos salvado miles de vidas; y hemos mandado mensajes a todas las clínicas, a todos los hospitales, a todas las oficinas de la policía: por favor no destruyan al niño, dénnoslo a nosotras, que nos encargaremos de ellos y les conseguiremos un hogar”.

jueves, 24 de marzo de 2022

MONSEÑOR HÉCTOR AGUER: EL NIÑO POR NACER

¡Qué expresión tan exacta y tan bella! “Niño por nacer” es una buena traducción de “nasciturus”, el participio futuro del verbo “nacer”, en latín. Al que ha de nacer como fruto de la concepción humana lo llamamos niño; no simplemente feto, o embrión –nombres que también le caben en el lapso de su desarrollo intrauterino– sino niño. Así lo autorizan, lo sugieren, lo exigen la genética y el derecho. Desde el instante de la concepción es un niño, cuya subjetividad jurídica debe ser reconocida y tutelada. La Convención de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, que data de 1989, declara que se entiende por niño todo ser humano menor de 18 años de edad, y en su preámbulo afirma que a causa de su falta de madurez física y mental necesita atenciones particulares, incluyendo la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento.

En una oración bíblica, el Salmo 138 (139) encontramos esta preciosa confesión dirigida a Dios: Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de mi madre; te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable. ¡Qué maravillosas son tus obras! Tú conocías hasta el fondo de mi alma y nada de mi ser se te ocultaba, cuando yo era formado en lo secreto, cuando era tejido en lo profundo de la tierra. Esa convicción, expresada allí en términos poéticos, resulta confirmada netamente por la ciencia contemporánea. En su inicio, la vida de un ser humano se encuentra recogida, concentrada, en una pequeñísima célula, destinada a protagonizar un proceso diferenciado y autónomo de desarrollo biológico. El embrión es una realidad existente y viva, distinta de quienes lo han engendrado; puede ser identificado e individualizado como “otro” que sus progenitores y difiere también de cualquier otro embrión. Más aún: es genéticamente igual al niño ya nacido, aunque la diferencia morfológica y orgánica sea impresionante. Los estudios orientados a profundizar el conocimiento de la naturaleza del embrión llevaron al descubrimiento del ADN y a confirmar su identidad y especialidad. Causa admiración, tanto al científico serio de hoy como al piadoso israelita autor del salmo citado, que la persona humana, obra la más compleja y digna de todo el universo, se encuentra ya presente, idéntica a sí misma, en aquella única célula. Alguien se ha atrevido a comparar el despliegue del embrión humano con el Big Bang, por el cual un punto de luz y energía se expandió para dar vida al cosmos en su maravillosa diversidad y riqueza. El proceso coordinado, continuo y gradual manifiesta en ambos casos la sabiduría del Creador.

Las técnicas modernas, como la ecografía tridimensional, permiten seguir visiblemente aquel misterioso “ser formado en lo secreto” a lo largo de su evolución de nueve meses. Se pueden observar, por ejemplo, los gestos, sonrisas y bostezos de un niño por nacer a los tres meses de su concepción. También se puede registrar la reacción de terror, de dolor, y el grito silencioso del que es asesinado en el seno de su madre.

Estos datos invitan a dirigir la atención al niño por nacer como sujeto, como persona, como hijo. No es un mero producto que pueda ser descartado si no gusta, de acuerdo a las nuevas manías eugenésicas, o porque resulta de un “embarazo no deseado”. No puede ser manipulado como un objeto biológico cualquiera para servir a otro fin, por más humanitario que se quiera; él es un fin, término de la acción creadora y el amor de Dios.

El 25 de marzo, Día del Niño por Nacer, coincide con la fiesta de la encarnación del Hijo de Dios en el seno virginal de María. Él, Jesucristo, fue durante nueve meses un niño por nacer. Al hacerse hombre se unió de algún modo a todo hombre, y quiso identificarse con los más pequeños de sus hermanos: él padece hambre en los hambrientos, sed, frío, desnudez, exclusión, enfermedad y cárcel en todos los desheredados de la tierra. Él es de nuevo crucificado en cada niño por nacer al que se le niega el derecho a contemplar la luz del sol. La Beata Teresa de Calcuta ha pronunciado esta sentencia terrible refiriéndose al aborto: Es la cosa más diabólica que puede hacer la mano del hombre... el grito de esas criaturas llega continuamente a oídos de Dios.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

miércoles, 23 de marzo de 2022

MONSEÑOR HÉCTOR AGÜER : UNA IDEA RELATIVISTA DE DISCRIMINACIÓN


“Actualmente tenemos una sensibilidad muy aguda respecto de la discriminación. Sentimos, inmediatamente, la malicia de toda discriminación racial, social, económica, política, ideológica o religiosa. Pero tenemos que advertir también que circula, con frecuencia, un concepto relativista de discriminación que no distingue entre el bien y el mal”.

“Esta posición está muy vinculada a un error respecto de los derechos humanos. Se habla de ciertos derechos humanos que no se refieren a la dignidad natural de la persona y a bienes esenciales del hombre”.

“Es así como, por ejemplo, se promueven nuevos derechos humanos de la mujer, como si hubiera que distinguir, que discriminar, derechos humanos de la mujer y derechos humanos del varón”.

“Entre ellos se quiere incluir el presunto derecho al aborto; sería éste un derecho de la mujer y se lo vincula al derecho de disponer respecto de su cuerpo. Por supuesto que el niño que va creciendo en el seno de esa mujer no es tomado en cuenta. Se discrimina al niño por nacer”.

“Otra de las aplicaciones de este concepto relativista de la discriminación se ventila a propósito de la unión civil de personas del mismo sexo que se va convirtiendo, de a poco, en una especie de institución. En realidad, los derechos de las personas que viven en esa situación podrían asegurarse en el ámbito del derecho privado, en cambio se instala en el derecho público una institución ambigua. El próximo paso será pedir la corrección o la enmienda del Código Civil e identificar esa unión con el matrimonio. Debemos recordar que el Código Civil Argentino reconoce al matrimonio como la unión estable de un varón y una mujer”.

“Así es como se va abriendo el camino a una equiparación contraria a la naturaleza usando este concepto relativista de discriminación. Y, desgraciadamente, es un organismo estatal, el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación), el que utiliza un concepto relativista de discriminación. Discrimina al niño por nacer y no distingue el carácter antinatural de esas uniones civiles que se están convirtiendo en una institución”.

“Es curioso que ese organismo estatal ahora intente formar a los docentes en este criterio relativista de la discriminación, con el propósito de ir cambiando la cultura, de ir alterando la cultura popular, de ir cambiando la mentalidad de la gente. Es decir: se va operando un cuidadoso lavado de cerebro de la población argentina”.

“Claro, ustedes pueden decir: “se dejará lavar el cerebro aquel inadvertido o poco entendido”. Lo real es que el poder de los medios es impresionante y se van creando estas situaciones ambiguas que inducen a muchas personas a decir: “bueno, en fin, hay que ser tolerantes, todo es igual; por qué no se puede permitir que vivan como les da la gana” En suma todo es igual, nada es mejor”.
“El relativismo lo definió muy bien, sin pensarlo, aquel inefable personaje de Juan Carlos Altavista que era “Minguito”, cuando decía: “seigual”. Pero ya vemos que, después de todo, no es tan igual. Y aquellos encargados de combatir la discriminación resultan finalmente peligrosos discriminadores”
Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plataen el programa “Claves para un mundo mejor” (Sábado 20 de septiembre de 2008)
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Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

martes, 22 de marzo de 2022

JUAN PABLO II: ...NINGÚN INDIVIDUO,NINGUNA MAYORÍA Y NINGÚN ESTADO NUNCA PUEDEN CREAR, MODIFICAR O DESTRUIR...


Para el futuro de la sociedad y el desarrollo de una sana democracia, urge pues descubrir de nuevo la existencia de valores humanos y morales esenciales y originarios, que derivan de la verdad misma del ser humano y expresan y tutelan la dignidad de la persona. Son valores, por tanto, que ningún individuo, ninguna mayoría y ningún Estado nunca pueden crear, modificar o destruir, sino que deben sólo reconocer, respetar y promover.

En este sentido, es necesario tener en cuenta los elementos fundamentales del conjunto de las relaciones entre ley civil y ley moral, tal como son propuestos por la Iglesia, pero que forman parte también del patrimonio de las grandes tradiciones jurídicas de la humanidad.

Ciertamente, el cometido de la ley civil es diverso y de ámbito más limitado que el de la ley moral. Sin embargo, « en ningún ámbito de la vida la ley civil puede sustituir a la conciencia ni dictar normas que excedan la propia competencia »,90 que es la de asegurar el bien común de las personas, mediante el reconocimiento y la defensa de sus derechos fundamentales, la promoción de la paz y de la moralidad pública. 91 

En efecto, la función de la ley civil consiste en garantizar una ordenada convivencia social en la verdadera justicia, para que todos « podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad » (1 Tm 2, 2). Precisamente por esto, la ley civil debe asegurar a todos los miembros de la sociedad el respeto de algunos derechos fundamentales, que pertenecen originariamente a la persona y que toda ley positiva debe reconocer y garantizar. 

Entre ellos el primero y fundamental es el derecho inviolable de cada ser humano inocente a la vida. Si la autoridad pública puede, a veces, renunciar a reprimir aquello que provocaría, de estar prohibido, un daño más grave, 92 sin embargo, nunca puede aceptar legitimar, como derecho de los individuos —aunque éstos fueran la mayoría de los miembros de la sociedad—, la ofensa infligida a otras personas mediante la negación de un derecho suyo tan fundamental como el de la vida. La tolerancia legal del aborto o de la eutanasia no puede de ningún modo invocar el respeto de la conciencia de los demás, precisamente porque la sociedad tiene el derecho y el deber de protegerse de los abusos que se pueden dar en nombre de la conciencia y bajo el pretexto de la libertad. 93
A este propósito, Juan XXIII recordó en la Encíclica Pacem in terris: « En la época moderna se considera realizado el bien común cuando se han salvado los derechos y los deberes de la persona humana. De ahí que los deberes fundamentales de los poderes públicos consisten sobre todo en reconocer, respetar, armonizar, tutelar y promover aquellos derechos, y en contribuir por consiguiente a hacer más fácil el cumplimiento de los respectivos deberes. "Tutelar el intangible campo de los derechos de la persona humana y hacer fácil el cumplimiento de sus obligaciones, tal es el deber esencial de los poderes públicos". Por esta razón, aquellos magistrados que no reconozcan los derechos del hombre o los atropellen, no sólo faltan ellos mismos a su deber, sino que carece de obligatoriedad lo que ellos prescriban ».94
NOTAS
90. Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación (22 febrero 1987), III; AAS 80 (1988), 98.
91. Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decl. Dignitatis humanae, sobre la libertad religiosa, 7.92. Cf. S. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 96, a. 2.93. Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decl. Dignitatis humanae, sobre la libertad religiosa, 7.94 Carta enc. Pacem in terris (11 abril 1963 ), II: AAS 55 ( 1963 ), 273-274; la cita interna está tomada del Radiomensaje de Pentecostés 1941 (1 junio 1941 ) de Pío XII: AAS 33 ( 1941 ), 200. Sobre este tema la Encíclica hace referencia en nota a: Pío XI, Carta enc. Mit brennender Sorge (14 marzo 1937): AAS 29 (1937), 159; Carta enc. Divini Redemptoris (19 marzo 1937), III: AAS 29 (1937), 79; Pío XII, Radiomensaje de Navidad (24 diciembre 1942): AAS 35 (1943), 9-24.
JUAN PABLO II, EVANGELIUM VITAE N 71

DIÁCONO JORGE NOVOA: ABORTO¿ EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS?


El fin no justifica los medios. Viejo principio, hoy más que nunca actual, aunque no resulte demasiado popular. Podemos asegurar que todas las argumentaciones, que manejan los partidarios de aprobar la despenalización del aborto atentan contra el principio inicialmente enunciado.

Dicen los partidarios del despenalizar el aborto:“Tenemos un problema real. Muchas mujeres de escasos recursos económicos se practican abortos en clínicas clandestinas, en precarias condiciones higiénicas. Si despenalizamos el aborto, podrán ser atendidas en hospitales públicos, con seguridad para salvar vidas que hoy se pierden”.

El fin, “salvar vidas que hoy se pierden” por prácticas abortivas clandestinas (el aborto es malo aseguran la mayoría de sus propulsores) es posible, si creamos un marco jurídico que despenalice su práctica, un “medio” votado democráticamente, aunque incluso muchos de los que lo votan reconozcan que es malo. Para alcanzar este fin no importa el medio, es decir, que aprobemos un marco jurídico para asesinar a un inocente. La vida en el vientre de la madre es sagrada, los estados deben protegerla con legislaciones adecuadas que no excedan sus potestades.

El fin no justifica los medios. Un fin bueno exige un medio bueno."No es lícito hacer el mal para alcanzar el bien" (Rom 3,8). No se pueden tomar atajos moralmente indeseables, porque no sabemos como salir de los males que hemos causado.

Que las propuestas esbozada se encuentren presentes en ideologías ateas, que rechazan la ley natural y se embanderan con la “dictadura del relativismo”, es esperable, pero que esta propuesta pueda encontrar eco en algunos cristianos, esto es lamentable. Salud sexual y reproductiva es el nombre elegido para ocultar la aberrante práctica del aborto.

lunes, 21 de marzo de 2022

MONS. HÉCTOR AGUER. DÍA DEL NIÑO POR NACER


“El establecimiento del 25 de marzo como el Día del Niño por Nacer ha sido realmente una muy feliz ocurrencia porque nos permite, una vez al año por lo menos, poner atención en este hecho admirable de cómo surge un ser humano”.


A nosotros nos fascina, nos asombra, nos admira ver a un bebé recién nacido pero quien conoce, a través de las imágenes que hoy día son de fácil acceso, todo el proceso de gestación desde el instante de la concepción, eso sí que es para admirarse. El salmo 138, en la Biblia, alude, precisamente, al modo maravilloso de cómo el ser humano es tejido en las entrañas de su madre.Por eso, el Día del Niño por Nacer es una ocasión para reflexionar acerca del valor de la vida humana, del respeto que se debe al ser humano desde el instante mismo de la concepción.

Todos sabemos lo que significa el aborto, la crueldad del acto abortivo, porque pensamos, tal vez, en un bebé en el seno de su madre en el cuarto o quinto mes de gestación, pero como al embrión no se lo ve, porque es tan pequeño que no se lo ve puede pasar inadvertido y puede considerarse banal su eliminación.

Tal es así que, de hecho, en la mentalidad común, en los fenómenos culturales que se van imponiendo y que se convierten finalmente en legislación, pareciera que no existe el debido respeto al embrión humano, a pesar de todas las certezas científicas que nos demuestran que desde el instante mismo de la concepción, cuando se constituye el cigoto, allí está toda la información genética que señala la identidad de una persona y que va a desarrollarse no solo hasta el nacimiento, sino hasta el fin natural de la vida.

Por eso tenemos que llamar la atención sobre ciertos hechos que se van convirtiendo en habituales en la cultura actual y que significan un desprecio de la vida humana en ese estadio inicial de su desarrollo que es el embrión.
Podemos mencionar, por ejemplo, los procesos de procreación artificial. Hay muchas personas que ven por ese medio cristalizada su intención de tener un hijo, su vocación paterna o materna. Se dice que un tercio de las mujeres que recurren a estos métodos de procreación artificial consiguen tener un hijo, pero no se dice qué cantidad de embriones se pierden en el camino. Son miles y miles los embriones que se pierden en esas técnicas de fecundación in vitro y, a veces, son expresamente descartados.

Me refiero al descarte de embriones sobrantes, pero también a la selección de embriones. Sabemos que ahora, con los estudios genéticos se puede calificar de sospechoso a un embrión de resultar finalmente no ser normal, o de tener alguna discapacidad y entonces se lo descarta. Es, otra vez, el triunfo de la mentalidad eugenésica. Hay gente exquisita que, hoy, puede llegar a elegir el sexo de su hijo, el color de pelo o de ojos, porque existen bancos de espermas y de óvulos. Entonces se pueden buscar todas las combinaciones posibles. Esto significa un desprecio de la condición humana del embrión.

También podríamos hablar del congelamiento de embriones que parece una técnica inocente, pero que puede provocar graves daños y ha llevado a un callejón sin salida. Un hecho que no se sabe cómo resolver: millones y millones de seres humanos congelados en distintos centros, que cada tanto deben ser tirados, literalmente tirados, porque no se los puede conservar más tiempo porque hay que renovar los stocks o liberar y limpiar los depósitos. Se los trata como si fueran un objeto, una cosa.

Hablamos también de anticonceptivos pero no se suele distinguir al anticonceptivo del interceptivo. Se llaman así, interceptivos, por ejemplo, el DIU y la píldora del día después, porque interfieren en el proceso de anidación e impiden que el embrión pueda anidar en el seño de su madre e iniciar así su desarrollo hasta el nacimiento.

No podemos olvidar lo que ha ocurrido recientemente: la decisión del Presidente de los Estados Unidos que ha vuelto a conceder fondos a las organizaciones que promueven el aborto en los países en vías de desarrollo y también ha liberado las restricciones que se habían impuesto anteriormente a la investigación sobre embriones humanos, concretamente a la extracción de células troncales del embrión humano.

Las investigaciones científicas más recientes y autorizadas sostienen que, en realidad, las células troncales adultas son las que ofrecen los mejores resultados para emplearlas en ciertas terapias contra ciertas enfermedades.

Lo grave es que se considera al embrión humano como un objeto y no se advierte que el ser humano, desde el instante de la concepción, no puede ser medio o instrumento para otra cosa sino que es alguien que tiene sentido por sí mismo y que es amado por Dios por él mismo, en razón de él mismo. No podría llegar nunca a ser una persona humana sino lo fuera desde el comienzo, porque no es un embrión vegetal, no es un embrión animal, sino que es un embrión humano y como tal tiene la dignidad que corresponde al hombre, que es un ser personal: fin y no medio.

Por todo esto tenemos que crear conciencia y difundirla acerca del valor de la vida humana desde el inicio de la concepción.A causa de lo que ocurre en estos tiempos, me parece que vamos a tener que complementar el 25 de marzo con otra fecha. El 25 de marzo se eligió como Día del Niño por Nacer porque es el Día de la Encarnación, es el día de la Anunciación del Ángel a María: cuando Jesús comenzó a ser un niño por nacer, y lo fue durante nueve meses en el seno de la Virgen Santísima. Pero vamos a tener que completar esa fecha con otra del calendario cristiano; yo propondría el 28 de diciembre, que es el Día de los Santos Mártires Inocentes.

Tendríamos que conmemorar, de esa manera, a estos mártires anónimos del Siglo XX y del Siglo XXI, los niños por nacer que son descartados como si no fueran, como si no existieran. Dios nos libre de que esto se imponga definitivamente en la conciencia de los hombres de hoy”.