martes, 28 de septiembre de 2021

ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAÉL

El 29 de septiembre
  

Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael





Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael
Santos Miguel Arcángel
O.D.M. pinxit

Dios puso a nuestros padres en el paraíso para que trabajaran y embellecieran la tierra. Además, por la ley de la encarnación, no podemos desetendernos de este mundo. No hay otro trampolín, decía Niko Kazantzakis, para lanzarnos hacia el cielo, que el apoyarnos en la tierra.
Pero también es verdad, como dice San Pablo, que somos ciudadanos del cielo, que nuestro politeuma, nuestro derecho de ciudadanía, está en el cielo. La Carta a los Hebreos lo confirma al decir que no tenemos aquí ciudad permanente, sino que andamos en busca de la futura. Esa joya de la antigüedad cristiana que es la Carta a Diogneto, insiste en la misma idea: "Los cristianos habitan sus propias patrias, pero como forasteros. Están en la carne, pero no viven según la carne".
Es la conocida ley del "ya, pero todavía no". Mientras tanto, se requiere una auténtica jerarquía de valores: "Sabiduría para sopesar los bienes de la tierra, amando intensamente los del cielo" (Liturgia de Adviento). "Valorar los bienes de este mundo según el criterio de la ley de Dios". (Oración colecta de San Francisco de Borja).
De todos modos, si nuestro futuro está en lo cielos, ¿por qué no anticiparlo lo más posible? ¿Por qué no vivir en la tierra, como si ya estuviéramos en el cielo? Si hemos de vivir para siempre en el cielo con nuestros hermanos, ¿por qué no entrenarnos ya ahora con verdadero amor?
¿Por qué, durante nuestra jornada terrena, no buscamos más espacios para conversar con Jesús y con la Virgen María? ¿Por qué no cultivamos una amistad más íntima con nuestros santos predilectos? ¿Por qué no tenemos más familiaridad con los ángeles? Y esto, no para desentendernos de nuestros compromisos temporales, sino para ser más responsables. Dice Moisés en la Carta a los Hebreos: "Como si viera al Invisible, permaneció firme en su propósito". Es decir, precisamente porque vivía con perspectiva sobrenatural tuvo fuerzas para atravesar el desierto.
Este es, creo, el sentido y mensaje que nos ofrece la celebración de los arcángeles Miguel, Gabriel, y Rafael: protección y estímulo.
Miguel significa "¿quién como Dios?" Fue su divisa de guerra contra Lucifer y los ángeles rebeldes cuando quisieron igualarse con el Creador. Miguel es el jefe de la milicia celestial, es el príncipe de la luz. Es el defensor de la justicia, por lo que se le representa con una balanza. Es el protector y defensor de la Iglesia. Es la fiesta más antigua en honor de los ángeles. Es patrono de radiólogos y de los policías.
Gabriel significa "fortaleza de Dios". Es el anunciador, el gran mensajero celestial. A Daniel le anunció la venida del Mesías. A Zacarías le anunció el nacimiento del precursor de Jesús, Juan el Bautista. Y seis meses después se presentó en Nazaret y trajo a María la noticia más grande y feliz de todos los siglos: el Amor eterno la había escogido para ser madre del Redentor. Es patrono de las comunicaciones y de los filatelistas. El Embajador San Gabriel es también patrono de los embajadores.
Rafael significa "medicina de Dios". Curó a Tobit y acompañó a su hijo Tobías en el viaje que emprendió enviado por su padre. Curó también a Sara, la mujer de Tobías. Es el acompañante fiel y portador de salud. Es patrono de los novios y de los esposos. Le tienen también por patrono los caminantes, los marineros, los ciegos, los enfermos de peste, los farmacéuticos y los médicos.

lunes, 27 de septiembre de 2021

BENEDICTO XVI: LOS ARCÁNGELES, MIGUEL,GABRIEL Y RAFAEL


Celebramos la fiesta de los tres Arcángeles que la sagrada Escritura menciona por su propio nombre: Miguel, Gabriel y Rafael. Pero, ¿qué es un ángel? La sagrada Escritura y la tradición de la Iglesia nos hacen descubrir dos aspectos.

Por una parte, el ángel es una criatura que está en la presencia de Dios, orientada con todo su ser hacia Dios. Los tres nombres de los Arcángeles acaban con la palabra "El", que significa "Dios". Dios está inscrito en sus nombres, en su naturaleza. Su verdadera naturaleza es estar en él y para él.

Precisamente así se explica también el segundo aspecto que caracteriza a los ángeles: son mensajeros de Dios. Llevan a Dios a los hombres, abren el cielo y así abren la tierra. Precisamente porque están en la presencia de Dios, pueden estar también muy cerca del hombre. En efecto, Dios es más íntimo a cada uno de nosotros de lo que somos nosotros mismos.

Como un ángel para los demás
Los ángeles hablan al hombre de lo que constituye su verdadero ser, de lo que en su vida con mucha frecuencia está encubierto y sepultado. Lo invitan a volver a entrar en sí mismo, tocándolo de parte de Dios. En este sentido, también nosotros, los seres humanos, deberíamos convertirnos continuamente en ángeles los unos para los otros, ángeles que nos apartan de los caminos equivocados y nos orientan siempre de nuevo hacia Dios.

Cuando la Iglesia antigua llama a los obispos ángeles de su Iglesia, quiere decir precisamente que los obispos mismos deben ser hombres de Dios, deben vivir orientados hacia Dios. Multum orat pro populo, "Ora mucho por el pueblo", dice el Breviario de la Iglesia a propósito de los obispos santos. El obispo debe ser un orante, uno que intercede por los hombres ante Dios. Cuanto más lo hace, tanto más comprende también a las personas que le han sido encomendadas y puede convertirse para ellas en un ángel, un mensajero de Dios, que les ayuda a encontrar su verdadera naturaleza, a encontrarse a sí mismas, y a vivir la idea que Dios tiene de ellas.

San Miguel: hacer espacio a Dios en el mundo 

San Miguel Arcángel, detalle de pintura en Galleria degli Uffizi (Florencia)
San Miguel Arcángel, detalle de pintura en Galleria degli Uffizi (Florencia)
Todo esto resulta aún más claro si contemplamos las figuras de los tres Arcángeles cuya fiesta celebra hoy la Iglesia. Ante todo, san Miguel. En la sagrada Escritura lo encontramos sobre todo en el libro de Daniel, en la carta del apóstol san Judas Tadeo y en el Apocalipsis. En esos textos se ponen de manifiesto dos funciones de este Arcángel. Defiende la causa de la unicidad de Dios contra la presunción del dragón, de la "serpiente antigua", como dice san Juan. La serpiente intenta continuamente hacer creer a los hombres que Dios debe desaparecer, para que ellos puedan llegar a ser grandes; que Dios obstaculiza nuestra libertad y que por eso debemos desembarazarnos de él.

Pero el dragón no sólo acusa a Dios. El Apocalipsis lo llama también "el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa día y noche delante de nuestro Dios" (Ap 12, 10). Quien aparta a Dios, no hace grande al hombre, sino que le quita su dignidad. Entonces el hombre se transforma en un producto defectuoso de la evolución. Quien acusa a Dios, acusa también al hombre. La fe en Dios defiende al hombre en todas sus debilidades e insuficiencias: el esplendor de Dios brilla en cada persona.

El cristiano tiene por misión hacer espacio a Dios en el mundo contra las negaciones y defender así la grandeza del hombre. Y ¿qué cosa más grande se podría decir y pensar sobre el hombre que el hecho de que Dios mismo se ha hecho hombre?
La otra función del arcángel Miguel, según la Escritura, es la de protector del pueblo de Dios (cf.Dn 10, 21; 12, 1). Queridos amigos, sed de verdad "ángeles custodios" de las Iglesias que se os encomendarán. Ayudad al pueblo de Dios, al que debéis preceder en su peregrinación, a encontrar la alegría en la fe y a aprender el discernimiento de espíritus: a acoger el bien y rechazar el mal, a seguir siendo y a ser cada vez más, en virtud de la esperanza de la fe, personas que aman en comunión con el Dios-Amor.

San Gabriel
San Gabriel
San Gabriel: Dios que llama
Al Arcángel Gabriel lo encontramos sobre todo en el magnífico relato del anuncio de la encarnación de Dios a María, como nos lo refiere san Lucas (cf. Lc 1, 26-38). Gabriel es el mensajero de la encarnación de Dios. Llama a la puerta de María y, a través de él, Dios mismo pide a María su "sí" a la propuesta de convertirse en la Madre del Redentor: de dar su carne humana al Verbo eterno de Dios, al Hijo de Dios.

En repetidas ocasiones el Señor llama a las puertas del corazón humano. En el Apocalipsis dice al "ángel" de la Iglesia de Laodicea y, a través de él, a los hombres de todos los tiempos: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3, 20). El Señor está a la puerta, a la puerta del mundo y a la puerta de cada corazón. Llama para que le permitamos entrar: la encarnación de Dios, su hacerse carne, debe continuar hasta el final de los tiempos.

Todos deben estar reunidos en Cristo en un solo cuerpo: esto nos lo dicen los grandes himnos sobre Cristo en la carta a los Efesios y en la carta a los Colosenses. Cristo llama. También hoy necesita personas que, por decirlo así, le ponen a disposición su carne, le proporcionan la materia del mundo y de su vida, contribuyendo así a la unificación entre Dios y el mundo, a la reconciliación del universo.

Queridos amigos, vosotros tenéis la misión de llamar en nombre de Cristo a los corazones de los hombres. Entrando vosotros mismos en unión con Cristo, podréis también asumir la función de Gabriel: llevar la llamada de Cristo a los hombres.

San Rafael: recobrar la vista
San Rafael y Tobías
San Rafael y Tobías
San Rafael se nos presenta, sobre todo en el libro de Tobías, como el ángel a quien está encomendada la misión de velar y curar. Cuando Jesús envía a sus discípulos en misión, además de la tarea de anunciar el Evangelio, les encomienda siempre también la de curar. El buen samaritano, al recoger y curar a la persona herida que yacía a la vera del camino, se convierte sin palabras en un testigo del amor de Dios. Este hombre herido, necesitado de curación, somos todos nosotros. Anunciar el Evangelio significa ya de por sí curar, porque el hombre necesita sobre todo la verdad y el amor.

El libro de Tobías refiere dos tareas emblemáticas de curación que realiza el Arcángel Rafael. Cura la comunión perturbada entre el hombre y la mujer. Cura su amor. Expulsa los demonios que, siempre de nuevo, desgarran y destruyen su amor. Purifica el clima entre los dos y les da la capacidad de acogerse mutuamente para siempre. El relato de Tobías presenta esta curación con imágenes legendarias.

En el Nuevo Testamento, el orden del matrimonio, establecido en la creación y amenazado de muchas maneras por el pecado, es curado por el hecho de que Cristo lo acoge en su amor redentor. Cristo hace del matrimonio un sacramento: su amor, al subir por nosotros a la cruz, es la fuerza sanadora que, en todas las confusiones, capacita para la reconciliación, purifica el clima y cura las heridas.
Al sacerdote está confiada la misión de llevar a los hombres continuamente al encuentro de la fuerza reconciliadora del amor de Cristo. Debe ser el "ángel" sanador que les ayude a fundamentar su amor en el sacramento y a vivirlo con empeño siempre renovado a partir de él.

En segundo lugar, el libro de Tobías habla de la curación de la ceguera. Todos sabemos que hoy nos amenaza seriamente la ceguera con respecto a Dios. Hoy es muy grande el peligro de que, ante todo lo que sabemos sobre las cosas materiales y lo que con ellas podemos hacer, nos hagamos ciegos con respecto a la luz de Dios.

Curar esta ceguera mediante el mensaje de la fe y el testimonio del amor es el servicio de Rafael, encomendado cada día al sacerdote y de modo especial al obispo. Así, nos viene espontáneamente también el pensamiento del sacramento de la Reconciliación, del sacramento de la Penitencia, que, en el sentido más profundo de la palabra, es un sacramento de curación. En efecto, la verdadera herida del alma, el motivo de todas nuestras demás heridas, es el pecado. Y sólo podemos ser curados, sólo podemos ser redimidos, si existe un perdón en virtud del poder de Dios, en virtud del poder del amor de Cristo.
"Permaneced en mi amor", nos dice hoy el Señor en el evangelio (Jn 15, 9). Permaneced en la amistad con él, llena del amor que él os regala de nuevo en este momento. Entonces vuestra vida dará fruto, un fruto que permanece (cf. Jn 15, 16).

Benedicto XVI, fragmentos de una homilía pronunciada en Ciudad del Vaticano, 29 de septiembre de 2007.

viernes, 17 de septiembre de 2021

SAN FRANCISCO DE SALES: CUIDADO CON LA INQUIETUD

 La inquietud no es una simple tentación, sino una fuente de la cual y por la cual vienen muchas  tentaciones: diremos, pues, algo acerca de ella. La tristeza no es otra cosa que el dolor del espíritu a causa del mal que se encuentra en nosotros contra nuestra voluntad; ya sea exterior, como pobreza, enfermedad, desprecio, ya interior, como ignorancia, sequedad, repugnancia, tentación.

Luego, cuando el alma siente que padece algún mal, se disgusta de tenerlo, y he aquí la tristeza, y, enseguida desea verse libre de él y poseer los medios para echarlo de sí. Hasta este momento tiene razón, porque todos, naturalmente, deseamos el bien y huimos de lo que creemos que es un mal.

Si el alma busca, por amor de Dios, los medios para librarse del mal, los buscará con paciencia, dulzura, humildad y tranquilidad, y esperará su liberación más de la bondad y providencia de Dios que de su industria y diligencia; si busca su liberación por amor propio, se inquietará y acalorará en pos de los medios, como si este bien dependiese más de ella que de Dios. No digo que así lo piense, sino que se afanará como si así lo pensase.

Y, si no encuentra enseguida lo que desea, caerá en inquietud y en impaciencia, las cuales, lejos de librarla del mal presente, lo empeorarán, y el alma quedará sumida en una angustia y una tristeza, y en una falta de aliento y de fuerzas tal, que le parecerá que su mal no tiene ya remedio. He aquí, pues, cómo la tristeza, que al principio es justa, engendra la inquietud, y ésta le produce un aumento de tristeza, que es mala sobre toda medida.

La inquietud es el mayor mal que puede sobrevenir a un alma, fuera del pecado; porque, así como las sediciones y revueltas intestinas de una nación la arruinan enteramente, e impiden que pueda resistir al extranjero, de la misma manera nuestro corazón, cuando está interiormente perturbado e inquieto, pierde la fuerza para conservar las virtudes que había adquirido, y también la manera de resistir las tentaciones del enemigo, el cual hace entonces toda clase de esfuerzos para pescar a río revuelto, como suele decirse.

La inquietud proviene del deseo desordenado de librarse del mal que se siente o de adquirir el bien que se espera, y, sin embargo, nada hay que empeore más el mal y que aleje tanto el bien como la inquietud y el ansia. Los pájaros quedan prisioneros en las redes y en las trampas porque, al verse cogidos en ellas, comienzan a agitarse y revolverse convulsivamente para poder salir, lo cual es causa de que, a cada momento, se enreden más.

Luego, cuando te apremie el deseo de verte libre de algún mal o de poseer algún bien, ante todo es menester procurar el reposo y la tranquilidad del espíritu y el sosiego del entendimiento y de la Voluntad, y después, suave y dulcemente, perseguir el logro de los deseos, empleando, con orden, los medios convenientes; y cuando digo suavemente, no quiero decir con negligencia, sino sin precipitación, turbación e inquietud; de lo contrario, en lugar de conseguir el objeto de tus deseos, lo echarás todo a perder y te enredarás cada vez más.

«Mi alma-decía David siempre está puesta, ¡oh Señor!, en mis manos, y no puedo olvidar tu santa ley.» Examina, pues, una vez al día a lo menos, o por la noche y por la mañana, si tienes tu alma en tus manos, o si alguna pasión o inquietud te la ha robado: considera si tienes tu corazón bajo tu dominio, o bien si ha huído de tus manos, para enredarse en alguna pasión des ordenada de amor, de aborrecimiento, de envidia, de deseo, de temor, de enojo, de alegría. 

Y si se ha extraviado, procura, ante todo, buscarlo y conducirlo a la presencia de Dios, poniendo todos tus afectos y deseos bajo la obediencia y la dirección de

su divina voluntad. Porque, así como los que temen perder alguna cosa que les agrada mucho, la tienen bien cogida de la mano, así también, a imitación de aquel gran rey, hemos de decir siempre: «¡Oh Dios mío!, mi alma está en peligro; por esto la tengo siempre en mis manos, y, de esta manera, no he olvidado tu santa ley».

No permitas que tus deseos te inquieten, por pequeños y por poco importantes que sean; porque, después de los pequeños, los grandes y los más importantes encontrarán tu corazón más dispuesto a la turbación y al desorden. Cuando sientas que llega la inquietud, encomiéndate a Dios y resuelve no hacer nada de lo que tu deseo reclama hasta que aquélla haya totalmente pasado, a no ser que se trate de alguna cosa que no se pueda diferir; en este caso, es menester refrenar la corriente del deseo, con un suave y tranquilo esfuerzo, templándola y moderándola en la medida de lo posible, y hecho esto, poner manos a la obra,no según los deseos, sino según razón.

Si puedes manifestar la inquietud al director de tu alma, o, a lo menos, a algún confidente y devoto amigo, no dudes de que enseguida te sentirás sosegada; porque la comunicación de los dolores del corazón hace en el alma el mismo efecto que la sangría en el cuerpo que siempre está calenturiento: es el remedio de los remedios.  


Por este motivo, dio San Luis este aviso a su hijo: «Si sientes en tu corazón algún malestar, dilo enseguida a tu confesor o a alguna buena persona, y así podrás sobrellevar suavemente tu mal, por el consuelo que sentirás"

martes, 14 de septiembre de 2021

DIÁCONO JORGE NOVOA: EL HIJO DEL HOMBRE DEBE SER LEVANTADO...

Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.



Dios muestra en alto el lugar de la salvación, lo señala claramente, no es Moisés quien levanta una serpiente , ahora es levantado el "Hijo del hombre". Esta expresión, no refiere a la condición humana del Señor, sino a ese personaje misterioso, que aparece presentado por el Profeta Daniel (7,14 ),un "hijo de hombre" que vendrá con potestad de juez sobre las nubes del cielo y todo ojo lo verá, haciendo alusión al alcance universal de su juicio. 

Comenta San Agustín este pasaje: "Así como en otro tiempo quedaban curados del veneno y de la muerte todos los que veían la serpiente levantada en el desierto, así ahora el que se conforma con el modelo de la muerte de Jesucristo por medio de la fe y del bautismo, se libra también del pecado por la justificación, y de la muerte por la resurrección. Y esto es lo que dice: "Para que todo aquél que cree en El no perezca, sino que tenga vida eterna".(Catena aurea)  

Los hombres , al igual que en el relato de Moisés, son invitados a dirigir sus miradas hacia lo alto, al Señor en la Cruz, para encontrarse allí con la salvación. La fe nos permite acceder, según lo expresado por San Pablo,  a la "sabiduría y fuerza de Dios". Este acontecimiento resulta desconcertante para la  lógica  humana, sigue siendo "escándalo" y " locura" para los que no creen.  Sin fe no se ve. Qué es lo que no ven? Ven al crucificado pero no alcanzan a encontrarse con la salvación que Dios nos ofrece.

La fe nos introduce, por la comprensión y vivencia del misterio de la Cruz, en la vida eterna. Ella es una clave de comprensión para la existencia del creyente, no debemos prescindir de leer la vida desde su Verdad, de hacerlo, vemos al crucificado pero no la salvación amorosa de Dios. Jesús queda reducido a un hombre bueno ajusticiado injustamente.

El juicio de Dios es salvífico, Él quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad. En la entrega amorosa del Hijo se ha expresado la voluntad salvífica  del Padre, esto es lo que Dios quiere, por ello ha enviado al mundo a su Hijo. Esta acción amorosa del Señor es una invitación que el Padre dirige personalmente a cada uno de nosotros, es como si nos dijera, la mesa está servida y tú eres mi invitado,quieres  sentarte a mi mesa?Ciertamente que Jesús es el Salvador, pero es mí Salvador?

"No te admires de que yo deba ser levantado para que ustedes se salven, porque así agradó esto al Padre que tanto los amó, y que por estos siervos ingratos e indiferentes dio a su mismo Hijo. Y al decir: "De tal manera amó Dios al mundo", indicó la inmensidad de su amor, habiendo necesidad de reconocer aquí una distancia infinita. El que es inmortal, El que no tiene principio, El que es la grandeza infinita, amó a los que están en el mundo, que son de tierra y ceniza, y están llenos de infinitos pecados. Lo que pone a continuación demuestra la cualidad de su amor; porque no dio un siervo, ni un ángel, ni un arcángel, sino su propio Hijo." (San Juan Crisóstomo) 

La expresión de san Agustín esclarece nuestra meditación: el que te creó sin ti, no te salvará sin ti. La salvación como expresión del amor del Padre por su hijos y del Hijo por sus hermanos, es siempre invitación, llamada amorosa que se irradia desde la Cruz.

El Señor transitó en solitario el camino de la Cruz, el consuelo del Padre y el de su Madre lo asistieron, pero al Gólgota subió solo, abandonado y en medio del silencio del cielo. El camino de la cruz ahora es transitado por los suyos, sabemos que sigue siendo un lugar de sufrimientos  e incomprensiones, pero ahora es habitado por Él, ya no reina la soledad, porque allí los suyos perciben su presencia pacificadora. El Amor del Señor fecundó la aridez del sufrimiento.

La Cruz  es de diversa magnitud, las hay pequeñas y también grandes, sabemos que en nuestra existencia se hará presente en alguna circunstancia, ella aparece en las enfermedades, muertes, sufrimientos físicos y morales , calumnias y mentiras, injusticias y en tantas otras realidades que hay que enfrentar. La fe nos enseña a encontrarnos allí con el Señor. En el camino de la fe, este será nuestro desafío.  Le reconoceremos presente en esas circunstancias?Aceptaremos vivirlas unidos a ÉL,y sostenidos por su Amor?

Por el Señor,que nos enseña a cargar la Cruz llegaremos al cielo, ella irradia luz sobre nuestras vidas, tratando de ayudarnos a disipar las tinieblas. Gracias Señor por tu Cruz, por el Amor que ella irradia, por tantos testigos del amor manifestado en la Cruz. Gracias porque al pie de la Cruz nos dejaste a María por Madre,para que nos enseñe a vivir las exigencias del amor manifestado en la Cruz.

lunes, 6 de septiembre de 2021

CARD. ROBERT SARAH:IDEOLOGÍA DE GÉNERO ATAQUE FROTAL A LA FAMILIA

Excelencias, queridos amigos, me gustaría agradecer a Dios el honor y el privilegio que me ha dado por estar aquí con todos Uds. aquí esta tarde, para hablarles de la familia y de la ideología de género. El cardenal Carlo Caffarra, arzobispo emérito de Bolonia, y primer presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia declaró esto durante una entrevista concedida el 16 de febrero de 2008:

sarah“Cuando fui nombrado por el Santo Padre primer presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, recibí una carta de sor Lucía de Fátima que se puede encontrar en los archivos de dicho instituto. Esta me decía sin ambigüedades: “La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás pasará por el matrimonio y la familia”. Sin embargo – añadía- “no tengáis miedo porque todos aquellos que actúan en favor de la santidad del matrimonio y de la familia siempre encontrarán oposición; serán combatidos por todos los medios posibles, porque lo que está en juego es decisivo. No obstante, Nuestra Señora ya ha aplastado la cabeza de Satanás”[1].

Por su parte, tras su viaje apostólico realizado a Fátima, el Papa Benedicto XVI, en una entrevista el 11 de mayo de 2010 y no tuvo miedo en afirmar que

“siempre hemos sabido esto aunque, en nuestros días, esto se manifieste ante nuestros ojos de una manera terrorífica: las mayores persecuciones contra la Iglesia no proceden de sus enemigos exteriores, sino de los pecados cometidos dentro de la Iglesia, para los cuales la Iglesia necesita urgentemente hacer penitencia para purificarse”[2].

Las familias cristianas sufren todos los días ataques en el mundo entero. Como vamos a ver, la ideología de género está sostenida, promovida y practicada por la Organización Mundial de la Salud, que depende de la Organización de la Naciones Unidas (ONU), y por numerosas instituciones educativas y sanitarias que tienen su sede en los estados occidentales (Norte América, Europa Occidental, Australia y Nueva Zelanda).

El Papa Francisco, durante su viaje apostólico a Manila, no dudó en denunciar con vigor una “colonización ideológica contra la familia”[3], que busca destruirla introduciéndose y difundiéndose en las sociedades y las culturas de los países que están en vías de desarrollo. En el nº56 de su Exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia, critica con contundencia la ideología mortífera de gender “que niega la diferencia y reciprocidad natural entre un hombre y una mujer. Deja entrever una sociedad sin diferencia de sexo y socaba la base antropológica de la familia. Esta ideología induce proyectos educativos y orientaciones legislativas que alientan una identidad personal y una identidad afectiva cortadas radicalmente de la diversidad biológica que existe entre lo masculino y lo femenino”[4]. El Cardenal Francis Arinze comentando estas palabras del Papa Francisco dijo que “los medios de comunicación han tomado la costumbre de desfigurar, secularizar e incluso comercializar el matrimonio y la familia”[5]. Esto resulta muy evidente en aquellos programas llenos de erotismo y pornografía, que además están destinados también a los niños: en muchos países occidentales, desde la educación infantil, los niños reciben una reeducación, es decir, se manipula y contamina sus conciencias con la ideología del género. En algunos países las familias ni siquiera tienen la opción de elegir. Por ejemplo, en 2006 en Alemania, se quiso obligar a una familia cristiana protestante con 8 hijos, a participar en experimentos chocantes bajo la égida de la educación sexual. Los padres decidieron no mandar a sus hijos a esas clases, y fueron condenados a una pena de cárcel...

Yo mismo, en mi libro titulado Dios o nada[6], he denunciado con contundencia la teoría del género como un ataque frontal contra la familia, y su voluntad de destruirla, insistiendo en su aspecto especialmente deletéreo para los países africanos que están sometidos a un nuevo colonialismo por parte de los países occidentales o directamente, o bien a través de organizaciones internacionales que estos países dominan de modo indiviso, y sin vergüenza ninguna.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

MONSEÑOR JOSEFINO RAMIREZ: MADRE TERESA Y EL ORIGEN SU FECUNDIDAD APOSTÓLICA

Ayer ofrecí la Santa Misa por las Misioneras de la Caridad. Recordé la primera vez que encontré a la Madre Teresa de Calcuta. Cuando ella vino a Manila a establecer su comunidad, me pidieron que celebrara Misa por ella y sus hermanas.

Después de la Misa tuve el privilegio de hablar en privado con Madre Teresa. Ahí fue cuando me contó la historia de su comunidad. La hermana Agnus, una monja pequeña y morena de la India, fue su primera discípula. Al principio hubieron pocas hermanas junto a la madre Teresa, aunque eran muchas las personas necesitadas. Desde los ancianos y enfermos que morían en las calles, hasta los bebés y niños abandonados que no tenían a nadie que se ocupara de ellos. La madre Teresa quería llegar a todos. La pregunta era:¿ cómo hacerlo con tan pocas seguidoras? No había suficiente tiempo durante el día para atender a todos aquellos necesitados. La madre y las hermanas oraron a fin de saber que hacer. La respuesta fue sorprendente. Dios quería algo muy especial además de sus oraciones regulares. Aún cuando parecía que no alcanzaba las horas del día. Dios quería algo más. Él quería que la comunidad reservara una hora cada día para que todas juntas tuvieran una hora santa en la presencia de su Hijo en el Santísimo Sacramento.

La madre Teresa declaraba que esta hora santa diaria es la causa y la razón por la que su comunidad ha florecido. La comunidad creció a más de tres mil, mediante el poder y la gracia recibidas en la hora santa diaria. La madre Teresa se multiplicó y ahora están presentes en todo el mundo por medio de sus hermanas. Debido a que estuvo dispuesta a dedicar un tiempo para unirse a la “vid”, ahora puede alcanzar al mundo entero.
En el sermón de la última cena, Jesús dijo que el mismo permaneciera unido a Él en el Santísimo Sacramento, ese daría mucho fruto (Jn 15,5) El fruto apostólico de la Madre Teresa y sus hermanas continúa asombrando al mundo.

Su historia me inspiró a hacer lo mismo que ella hizo. Había estado leyendo sobre el apostolado de la adoración perpetua y cómo el padre Martín la estaba promoviendo con éxito en los EEUU y otros países. Yo quería que se difundiera por toda Filipinas. Por eso fundé la comunidad llamada “Los discípulos eucarísticos de san Pío X”. Día y noche, sin descanso, ellos se acercan la Santísimo Sacramento, en amante adoración. Primero rezaron para que el padre Martín pudiera venir a Filipinas y así empezar el gran apostolado para establecer la adoración perpetua en la parroquias. Luego rezaron para que se extendiera en todo el país. En este momento hay 500 capilla. Ahora los Discípulos Eucarísticos oran para que podamos lograr nuestro objetivo de lograr en 1000 parroquias, capillas de adoración perpetua.

Estos dos ejemplos, el de la madre Teresa y el de los Discípulos Eucarísticos, demuestran la verdad de lo que Jesús dijo en el Evangelio: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas, y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola, María eligió la parte buena que no le será quitada (Lc 10,41-42).

La parte buena es estar con Jesús en el Santísimo Sacramento. El mejor tiempo invertido en la tierra, querido amigo, es el que pasas junto a tu mejor amigo: Jesús en el Santísimo Sacramento. Y es la forma más segura de dar mucho fruto apostólico.

Fraternalmente tuyo en su amor eucarístico