“Queridos hijos, se reúnen en torno a mí, buscan su camino, buscan, buscan la verdad, pero olvidan la cosa más importante: olvidan orar correctamente. Sus labios pronuncian innumerables palabras, sin embargo su espíritu no experimenta nada. Deambulando en las tinieblas, también imaginan a Dios mismo según su modo de pensar y no como Él es en realidad en Su Amor. Queridos hijos, la verdadera oración proviene de la profundidad de su corazón, de vuestro sufrimiento, de vuestro gozo, de vuestra petición por el perdón de los pecados. Este es el camino para el conocimiento del verdadero Dios y con ello mismo, también de ustedes mismos, porque han sido creados a Su imagen. La oración los conducirá a la realización de mi deseo, de mi misión aquí con ustedes: la unidad en la familia de Dios. ¡Les gradezco!”
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