sábado, 22 de enero de 2011

HANS URS VON BALTHASAR: III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO A)

La luz comienza a brillar. Nada es precipitado, la luz aparece poco a poco. En el evangelio, Jesús, tras enterarse de que había arrestado al Bautista, al lado del cual estuvo y actuó (según San Juan) en los primeros momentos de su vida pública, se retira primero a Nazaret (Lc 4 y el episodio de Caná) y desde allí baja a Cafarnaún, pues su predicación había enfurecido a la gente de Nazaret. Galilea era considerada por Judea, muy celosa de la ley y de la que esperaba que vendría la salvación, como una región espiritualmente oscura y medio pagana. Pero es precisamente en esa región de los Gentiles (primera lectura)-¿De Nazaret puede salir algo bueno? (Jn 1,46)y no en la ciudad santa, donde brilla una luz grande que acrece la alegría y aumenta el gozo. (También los lugares donde actúan los santos o aparece la Madre de Dios son a menudo rincones ocultos, pueblos o regiones apartadas e insignificantes). El que Jesús sea oriundo de esa región medio judía y medio pagana, y comience su actividad en ella , es como una profecía. Pero en el fondo tanto los judíos como los paganos han habitado hasta ahora en tierra y sombras de muerte. Solo Uno puede de designarse como la luz del mundo y la luz de la Vida (Jn 8,12). El levántate , brilla que se grita a Jerusalén (Is 60 ,1) es escatológico, está dirigido al Mesías, pues lo que entonces volvían a casa clamaban: Esperamos la luz, vienen las tinieblas, claridad y caminamos a oscuras (Is 59,9).

Pero Jesús toma la luz que brilla, no quiere actuar solo; todo hombre, incluso el hombre- Dios, es hombre con otros hombres. Por eso Jesús busca enseguida colaboradores: unos sencillos pescadores a los que promete desde el principio que hará de ellos pescadores de hombres. Ellos le siguen inmediatamente. De momento todavía no los vemos actuar; primero tienen que aprender a contemplar y a comprender lo que hace y dice su maestro; solo después podrán anunciar el mensaje del reino de Dios (del reino de los cielos) y curar a los hombres de sus enfermedades. Ahora son contemplativos, para poder ser enviados muy pronto a realizar activamente los fines que Jesús les ha propuesto (Mc 3,14-15) .

Las misiones que los discípulos reciben enseguida son tanto las mismas para todos como adecuadas para cada uno de ellos. En la comunidad en la que Jesús elige a sus discípulos no hay ni colectivismo ni individualismo. Pablo inculca la unidad en un mismo pensar y sentir dentro de la Iglesia, aunque en otros pasajes (Ro 12,1; 1 Co 12) pone de relieve la particularidad de la tarea de cada cristiano. En la Iglesia quedan totalmente excluídas las divisiones y las discordias, los partidos que se designan según determinados jefes y se oponen mutuamente: “¿está dividido Cristo?”. Los relatos vocacionales muestran que los llamados dejan todo por amor por el único Cristo, también sus opiniones anteriores y , con la mirada puesta en Él, única cabeza, tienen todos un mismo espíritu. Seguir a Cristo significará en definitiva y necesariamente seguir el camino que lleva a la cruz; si en este camino reinan las divisiones y las discordias, la cruz de Cristo pierde su eficacia (1Co 1,17).

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