lunes, 18 de febrero de 2013

MONSEÑOR HÉCTOR AGUER: BENEDICTO XVI Y SU LEGADO


“La renuncia de Benedicto XVI ha causado sorpresa y conmoción en todo el mundo. Especialmente nos ha conmovido a nosotros, miembros de la Iglesia, hijos de la Iglesia”.

“Yo he ponderado las reacciones de los medios de comunicación y he visto allí muchas intervenciones razonables, comprensivas, incluso elogiosas, pero también algunos comentarios malsonantes y hasta, yo diría, innobles”.

“Por eso el primer pensamiento mío en esta comunicación con ustedes, mis amigos televidentes, es de agradecimiento y homenaje al Santo Padre Benedicto XVI, este gran Papa, que es un hombre de Dios, que ama tan profundamente a la Iglesia y lo ratifica con este gesto final donde se manifiesta su amor a la Iglesia”.

“Por eso me gustaría destacar tres puntos fundamentales de su Pontificado, que me parece que han marcado fuertemente a la comunidad cristiana y se ha hecho notar en el mundo, incluso entre los críticos”.

En primer lugar su enseñanza, su magisterio, que se ha notado como algo nuevo, destacado, desde el principio de su Pontificado. No me refiero sólo a las encíclicas, los numerosos y variados discursos, sino también y sobretodo a las homilías dirigidas a los fieles, que han sido siempre de una gran profundidad y sencillez. No es fácil, aún para el que está acostumbrado a hablar y que tiene, digamos, experiencia de cátedra, aunar la profundidad y la sencillez”.

“Pero lo más importante es que todo el Magisterio del Papa está centrado en Jesucristo y en la fe. El centro de la vida de la Iglesia es Jesucristo y la fe es el medio de vida por el cual nosotros adherimos a Cristo y nos unimos a Él. Esta misma dimensión parece obvia, elemental, pero es preciso subrayarla en nuestro tiempo”.

“En segundo lugar, el Papa Benedicto XVI ha afirmado la identidad católica en tiempos difíciles, de grandes convulsiones y de mucha discusión. Yo aquí quisiera apuntar, precisamente, a la interpretación que él ha hecho, en continuidad con el Magisterio de Juan Pablo II, del Concilio Vaticano II y especialmente lo que ha llamado la hermenéutica de la reforma en la continuidad que hay que contraponer a una hermenéutica de la ruptura y de la discontinuidad”.

“La Iglesia sigue una tradición que nos viene de los Apóstoles, la actualiza continuamente y la comunica intacta y siempre de un modo adecuado, procurando que sea comprensible al hombre de hoy”.

En tercer lugar y ligado a lo anterior, rescataría la intencionalidad pastoral de este Pontificado. Podríamos pensar a propósito de este aspecto de la misión pontificia, en los viajes apostólicos del Santo Padre, en sus visitas a las parroquias, y cómo en el trato cercano se ha mostrado siempre sencillo, acogedor. Quiero pensar sobretodo en la pastoral de la cultura y en el dialogo entre la fe y la razón. El Papa Benedicto XVI en esto ha abierto caminos importantísimos en los discursos que ha pronunciado en universidades o ante el Parlamento alemán y el Parlamento inglés. Ha mostrado la necesidad para la razón humana de abrirse a la trascendencia; sólo así podrá ser verdaderamentehumana. Ha mostrado, por otra parte, los fundamentos del derecho, de la vida política, la necesidad de que se abra un espacio público a la religión, la presencia de lo religioso en la sociedad de hoy”.

“Pues bien, he hecho una rápida síntesis de lo que a mí me ha parecido digno de ser subrayado de este Pontificado tan rico”.

“Pero, por último, volviendo a la cuestión de los comentarios que se han hecho en estos días, me parece que no es posible comprender a la Iglesia, entender qué es la Iglesia y comprender, por tanto, un gesto como el de Benedicto XVI, si no se tiene fe. Una persona sin fe por más gran periodista o excelente comunicador que sea una persona respetable pero sin fe no puede entender a la Iglesia”.

“Y eso es lo que ha pasado, eso es lo que se ha notado. Hemos escuchado muchas versiones altisonantes, innobles, pero de personas que no tienen fe y entonces no saben de qué se trata. Consideran a la Iglesia, en todo caso, como una ONG internacional, un centro de poder, y no se dan cuenta que en la organización, por más compleja que sea, aunque con muchas fallas y demás, es solo el envoltorio de un contenido, y el contenido es un misterio. Ya el Concilio Vaticano II lo expresaba muy bien; comenzaba a hablar sobre la Iglesia hablando del misterio de la Iglesia”.

“Para terminar les dejo una frase del mismo Benedicto XVI, que ha dicho que el corazón de la Iglesia no está donde se proyecta, se administra y se gobierna sino que está donde se ora, ¡donde se ora! Creo que lo que tenemos que hacer nosotros ahora, en este momento tan singular, tan insólito y tan importante de la vida de la Iglesia es preciso eso: ¡orar por la Iglesia!”

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