31 Llegan su madre y sus hermanos, y quedándose fuera, le envían a llamar.
32 Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.»
33 El les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?»
34 Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos.
35 Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»
El texto de hoy, parece relativizar la importante relación que el Señor tiene con su Madre, María. Esta percepción es inadecuada y contradice la enseñanza de la tradición de la Iglesia, así como la imagen que se irradia desde la Sagrada Escritura.
San Juan Crisóstomo comenta el texto diciendo: "Pero no habla así como si renegara de su Madre y de sus hermanos, sino como el que enseña que es preciso valorar la propia salvación por sobre todo parentesco temporal: enseñanza que convenía mucho a aquéllos que se entretenían en conversación con sus parientes, como si esto les importara más que su salvación". Y establece una distinción entre el vínculo que viene por la sangre de aquel que nos trae la fe."En lo cual manifiesta el Señor que conviene honrar más a los que son parientes por la fe, que a los que lo son por la sangre".
Esto trae como consecuencia, la negación de los vínculos de sangre?La fe ilumina y purifica la comprensión y vivencia de nuestras relaciones familiares, subordinándolo todo a la salvación que Dios nos ofrece en Jesucristo.
El padre Bojorge considera que el comentario, intenta desprestigiar su imagen de profeta. "Es a Jesús a quien lo dice, pero indirectamente a su auditorio: "Ved de qué familia viene vuestro doctor". Marcos registra más adelante, en el capítulo sexto que esta malévola cizaña ha prendido: "¿No es éste el carpintero, el hijo de María, y no conocemos a toda su parentela?". Y se escandalizaban de él.
La humildad de María y de los parientes de Jesús es esgrimida para humillarlo, para empequeñecerlo delante de su auditorio: ¡Qué candidato a Rey Mesías! ¡Qué candidato a doctor y salvador! He aquí la parentela del profeta".
Recordemos en este texto, que los que lo buscan son sus parientes, la expresión "hermanos" debe ser considerada en esta dirección. San Beda(siglo VII) remite a una tradición anterior que tiene su origen en Helvidio ( siglo IV): "Por hermanos del Señor no se ha de entender hijos de María siempre Virgen, según Helvidio, ni tampoco hijos que tuviera San José de otra mujer, como suponen algunos, sino parientes del Señor".
Jesús enseña la primacía del vínculo de la fe, que nos viene del Padre común, y que ubica en una posición de privilegio a su Madre, saludada por Isabel, llena del Espíritu Santo, como bendita por haber creído .María no queda fuera, ni es despreciada por su Hijo, sino alabada por haber creído. Finalmente recibirá a Juan, imagen de los creyentes, para ejercer el misterio de la maternidad espiritual.
Juan Pablo II nos enseña la importancia de la fe en la vida de María. "Con razón, pues, en la expresión « feliz la que ha creído » podemos encontrar como una clave que nos abre a la realidad íntima de María, a la que el ángel ha saludado como « llena de gracia ». Si como a llena de gracia » ha estado presente eternamente en el misterio de Cristo, por la fe se convertía en partícipe en toda la extensión de su itinerario terreno: « avanzó en la peregrinación de la fe » y al mismo tiempo, de modo discreto pero directo y eficaz, hacía presente a los hombres el misterio de Cristo. Y sigue haciéndolo todavía. Y por el misterio de Cristo está presente entre los hombres. Así, mediante el misterio del Hijo, se aclara también el misterio de la Madre".
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