Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.» Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.» Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo.» 9 Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.»
Todos los pasajes evangélicos son fascinantes, atrapantes y cautivantes, llegan para revitalizar nuestra existencia árida, como el agua a calmar la sed de un hombre del desierto. A medida que peregrina por todo su ser, lo va nutriendo de vitalidad, reanimando además de su cuerpo cansado y su mente embotada, sus anhelos, ilusiones y sueños. Nutre su cuerpo débil y su alma desolada, elevándolo por encima de tanta mediocridad para anunciarle una tierra donde" mana leche y miel".
La Palabra de Dios refresca nuestra existencia árida y polvorienta, manifestándonos toda su belleza, "tu Palabra Señor, es la Verdad y la luz de mis ojos". Esta belleza cautivante, nos atrae irresistiblemente al encuentro con el Señor, la Palabra Eterna.
El Concilio Vaticano II ha puesto en el corazón del pueblo sediento, la Palabra, el "agua viva" que revitaliza la vida del cristiano. La Palabra está en medio del Pueblo de Dios y habla al oído del hombre creyente. Nos ha recordado el Salmo: "ojalá escuchen hoy la voz del Señor, no endurezcan el corazón"(Sal 95,8-9). Le necedad del corazón humano cuando no escucha a Dios, es escandalosa. Vaga desconcertado de un lugar a otro, como un alma en pena, buscando una respuesta a sus interrogantes, a pesar de ello Dios no lo abandona.
La falta de sentido todo lo convierte en rutina
Zaqueo ha cobrado impuestos durante largas horas, ha visto pasar ante sí, a muchos hombres y mujeres desgastados y cansados. Todo mantiene ese ritmo rutinario, en el cual se podría ir prediciendo lo que ocurrirá a cada instante. La rutina juega ese triste papel de ser un elemento embotante. El aire nuevo que reanima nuestra vida, llega por la rutina contaminado, sofocando el corazón que quiere volar, y le interroga para desalentarlo- ¿"por qué miras tanto el cielo"?.
La cultura actual le propone al hombre vivir de forma extraordinaria (desprecia lo ordinario) o extrema(los famosos deportes x), solamente gustando de esas experiencias únicas se puede ser feliz. ¿Si la felicidad está tan al alcance de la mano, cuál será la causa de que hoy, sea la depresión uno de los peores males?.
Los medios de comunicación infunden permanentemente en los hogares los grandes paradigmas. Si eres mujer; debes ser "modelo publicitario", es "lo máximo". Si eres hombre; "deportista", futbolista. En ambos casos, el dinero funciona como marco atractivo para tomar por uno de estos caminos, anunciando permanentemente un ingrediente de su decálogo, "tanto tienes tanto vales".
Todos opinan sobre las riquezas del Vaticano, condenando a la Iglesia, pero a ninguno se le ocurre juzgar como un disparate, que se paguen 20, 30, 40 y 50 millones de dólares por un deportista. Una pocas voces se oyeron, censurando los miles de millones de dólares que se gastaron en la última Olimpíada. El mundial del 2002 realizado conjuntamente en Corea-Japón gastó más de 2000 millones de dólares en construir y refaccionar estadios. ¿Qué bueno hubiera sido destinar ese dinero para alimentar a grandes poblaciones de Africa? En su lugar, le ofrecieron participar de la Olimpíada a un nadador de Nueva Guinea, que declaró la inexistencia de piscinas en su país. Este hecho, al ser escuchado por una de las grande empresas multinacionales de prendas deportivas, motivó la decisión de construir piletas en Nueva Guinea. No escuelas, pues la educación podría ocasionar la infeliz posibilidad de que alguno de sus futuros usuarios, pensando, quisiera oponerse a este tipo de ayudas esclavizantes.
Este selecto círculo que ha sido propuesto para todos, es alcanzado únicamente por unos pocos. El resto se siente frustrado, ha hecho grandes esfuerzos presentando su cuerpo de manera cadavérica (dando origen a la bulimia y la anorexia), o sometiéndose a todo tipo de sacrificios, y al final, solamente queda la insatisfacción. Y todo esto, para desviar la atención del hombre de las cosas esenciales, ciertamente, ellas no le generan riquezas a las grandes multinacionales. La vorágine del mundo contemporáneo está destinada a evitar que el hombre se adueñe de su vida. ¿De que te sirve ganar el mundo, y todo lo que se encuentre en él, si pierdes la eternidad?
La rutina y la mentira no pueden con el Señor, es el único capaz de sacudirnos de la modorra que nos paraliza, e invitarnos a buscar la Verdad. Su voz potente se posa sobre nuestra realidad llenándola de sentido.
En la cabeza de Zaqueo ha comenzado a recorrer un nombre: Jesús. Ha oído que algunos lo han visitado por la noche, otros, que lo escucharon en la Sinagoga, declaran que su Palabra es portadora de una autoridad que ha impresionado a la mayoría. ¿Quién es éste?. Esa pregunta ha turbado la tarde serena y monótona en la vida de Zaqueo.
El texto describe a Zaqueo, diciéndonos que es jefe de publicanos y rico, observada su posición desde el poder, se la podría catalogar de acomodada. Pero vista desde sus compatriotas su situación es denigrante, los judíos que colaboraban con el Imperio Romano eran considerados pecadores. Nada detiene la acción de Jesús, en sus comportamientos y palabras, él manifiesta que Dios no hace acepción de personas.
Una y otra vez emerge la pregunta ¿Quién es Jesús?
Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo
Zaqueo, sabe que Jesús va a pasar por un lugar determinado, un espacio físico sin mayor sentido, uno de esos tantos lugares que no guardan nada importante para nosotros. No es el pozo de Jacob, ni el monte Carmelo, es un lugar de tantos. Uno de esos lugares a los que estamos totalmente habituados, nunca se nos ocurriría pensar que allí, se nos va a manifestar el Señor.
Zaqueo quiere verlo(Lc 19,3), se acerca como tanta gente para ver a Jesús. Esto que se ha propuesto, choca con dos dificultades. Una que proviene de él; es de baja estatura, y la otra que está fuera de él; hay mucha gente. Ambas realidades entran en una suerte de sociedad, se unen como Pilatos y Caifás para alejarlo de la realización del deseo que anima su búsqueda de la verdad. Estas dificultades buscan desalentarlo.
El encuentro con Jesús es de tal intensidad que siempre aparecerán en el horizonte propuestas que quieran evitarlo. Tú, no puedes verlo - susurra suavemente el enemigo en los oídos de Zaqueo - no pierdas el tiempo, vuelve a tus cosas. ¿Y si toma por otro camino?.
Zaqueo está en apariencia enfrentado a una serie de preguntas que se suceden para desalentarlo, todo parece estar en un nivel muy superficial, pero, no es así.
C.S.Lewis, en su libro "Cartas del diablo a su sobrino", narra una historia que ejemplifica esta realidad. El diálogo se desarrolla entre dos Diablos; Orugario (un diablo aprendiz) y su instructor, llamado Escrutopo. Hay que recordar que en dicho diálogo, el "Enemigo" es Dios.
"Tuve un paciente, ateo convencido, que solía leer en la Biblioteca del Museo Británico. Un día, mientras estaba leyendo, vi que sus pensamientos empezaban a tomar el mal camino. El enemigo estuvo a su lado al instante, por supuesto, y antes de saber a ciencia cierta dónde estaba, vi que mi labor de veinte años empezaba a tambalearse. Si llego a perder la cabeza, y empiezo a tratar de defenderme con razonamientos, hubiese estado perdido, pero no fui tan necio. Dirigí mi ataque, inmediatamente, a aquella parte del hombre que había controlado mejor, y le sugerí que ya era hora de comer. Presumiblemente -¿sabes que nunca se puede oír exactamente lo que dice?-, el Enemigo contraatacó diciendo que aquello era mucho más importante que la comida; por lo menos, creo que esa debería ser la línea de su argumentación, porque cuando yo dije: "Exacto: de hecho, demasiado importante como para abordarlo a última hora de la mañana", la cara del paciente se iluminó perceptiblemente, y cuando pude agregar: "Mucho mejor volver después del almuerzo, y estudiarlo a fondo, con la mente despejada", iba ya camino de la puerta."
En nuestra vida, hay momentos que los juzgamos como aparentemente menores y no lo son, veladamente encierran una cadena de decisiones que afectarán profundamente nuestra vida. Son momentos de decisión.
Sígueme, escuchó aquella tarde Mateo mientras estaba sentado cobrando los impuestos (Mt 9,9),…. y Pedro, Andrés, Santiago y Juan (Lc 5,1-11) dejaron las redes, los botes y lo siguieron.
Estas dos dimensiones siempre están presentes en nuestras vidas cuando nos aproximamos al encuentro con Jesús; por un lado, esta lo que viene de mí, es decir, mi historia personal, mi carácter, mis inclinaciones, mis debilidades, mis virtudes, etc….y por otro lado, esas realidades externas que las llamaríamos, lo que está fuera de mí, la familia, los amigos, el lugar de trabajo, el colegio, la cultura imperante, etc…
Zaqueo es de baja estatura, eso viene de él, en nosotros habrá orgullo, deseos de no perder los privilegios, soberbia, excesiva comodidad, evitar comprometernos, estos y otros muchos ejemplos más, son los que aparecen ante nosotros presentándonos dificultades que muchas veces nos paralizan con un falso sentimiento de indignidad. Hay que enfrentarlos confiando en la gracia de Dios y obedeciendo a su Palabra.
La TV, la cultura de la "muerte", el consumismo, el hedonismo, el materialismo, el indiferentismo, las ideologías ateas, el secularismo; son tan sólo, algunas de las muchas propuestas que se respiran en el aire de nuestras culturas.
Esto viene de fuera, lamentablemente organizado sistemáticamente. Es lo que S. Pablo llama el misterio de la iniquidad, una fuerza que se opone al proyecto de Dios. En ella y por ella se manifiesta el "enemigo".
Para ver a Jesús, Zaqueo debe vencer esas realidades, por cuanto son un obstáculo, un impedimento que lo paraliza en su deseo de ver a Jesús.
El Señor ha vencido al mundo y con su resurrección ha vencido al último enemigo, la muerte. Esta es la prenda de nuestra victoria, Cristo ha resucitado, y ya nada tiene poder sobre él.
El lugar del Encuentro
Las dificultades en la vida espiritual no son invencibles, "el Señor no deja que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas".
Zaqueo enfrenta sus miedos, obstáculos y privilegios y con la ayuda de Dios los vence, se eleva por encima de ellos. El sicómoro, le ha ayudado para levantarse por encima de todo lo que le impide ver a Jesús. Ahora solamente hace falta esperar. El sicómoro es un pequeño árbol de la familia de las higueras, él bendice los deseos de Zaqueo, es una higuera bendita por el Señor de la cuelga Zaqueo como su mejor ofrenda.
Este pequeño arbusto, nos permite meditar sobre una realidad muy importante de la vida cristiana; el instrumento. Nosotros podemos pedir al Señor ser sus instrumentos, al igual que esta pequeña higuera, podemos ofrecernos para ayudar a que otros "vean a Jesús". Nosotros podemos comprometernos para tratar de despejar los distintos obstáculos que impiden a otros "ver a Jesús". El Señor se sirve de higueras pequeñas, frágiles y sencillas que sirven de instrumento para su plan.
Al verlo a Zaqueo sobre ese pequeño arbusto, pensemos en nuestras dificultades, y debilidades, en las parálisis que en sus múltiples formas nos han amenazado. También recordemos todas las bendiciones que Dios ha pronunciado sobre nosotros, cuanta paz descansa en nuestro corazón de creyentes, cuando reconocemos y rechazamos las sugestiones del enemigo. Que gozo embarga nuestra espera.
Tal vez Zaqueo, en alguna otra oportunidad, regresó para ver nuevamente el lugar del encuentro, cuantas cosas le agradecería a Dios. El Señor ha llenado de sentido la existencia de Zaqueo. Esperar al Señor junto a Zaqueo en la higuera, nos exige volver sobre nuestra vida y fundamentalmente sobre el lugar (o los lugares) del Encuentro para nutrir nuestro seguimiento, poniéndonos delante de Jesús humildemente.
En realidad Jesús, al llegar frente a la higuera (el pequeño arbusto), se detiene y llama a Zaqueo por su nombre. Él toma la iniciativa, anda buscando a Zaqueo, como busca a tantos hombres y mujeres hoy, saliéndoles al paso en tan variadas situaciones como tiene la vida. Zaqueo ha sido sorprendido por este llamado de Jesús que ha pronunciado su nombre. Vibra en su corazón la voz de Cristo que lo llama.
Los judíos a quienes consideraban pecadores, no les dirigían la palabra, tal vez Zaqueo haya sufrido este silencio. La voz de Jesús rompe el silencio que pesa sobre Zaqueo, este regalo lo recibe con gran alegría (v 6), la misericordia sin límites del Señor lo llena de gozo, lo ha alcanzado el Evangelio que es " Buena noticia".
Jesús lo invita a bajar, esto supone la condición de asumir y enfrentar todas las faltas cometidas, Zaqueo camina al lado del Señor humildemente, sintiendo el peso de las miradas que enjuician su existencia descalificándolo. Para los espectadores del hecho, Zaqueo es un pecador, ¿cómo es que Jesús entra en la casa de un pecador?. Dado que estos juicios no detienen a Jesús, cae también el Señor, bajo esta malintencionada afirmación; "éste come con pecadores y prostitutas".
Al aceptar la compañía del Señor, acepta el juicio injusto de los hombres y esto lo puede hacer porque antes ha gustado del juicio de Dios, y luego de gustar de la misericordia de Dios el juicio de los hombres le parece sumamente injusto.
¿Cuántos en nuestra vida han actuado como la pequeña higuera (Sicómoro), ayudándonos a elevarnos por encima de todo lo que nos impide ver a Jesús? ¿Cuánto temor al juicio de Dios infundado? ¿Cuánto gozo luego del perdón?. Que bueno es el Señor.
Una palabra portadora de Luz
La presencia de Jesús en la vida de Zaqueo ilumina sus oscuridades, esta dispuesto a reparar las injusticias que ha cometido, está dispuesto a vivir bajo una luz nueva. Reconoce que su existencia, como la de la luna, es recibida totalmente del sol, por eso vive bajo la mirada amorosa del sol.
Con Jesús ha llegado a la casa de Zaqueo la salvación. Él es la salvación. "Hoy ha llegado la salvación a tu casa ". Jesús es el único Salvador.
He aquí un criterio importante que nos permitirá discernir si verdaderamente nos hemos encontrado con el Señor. Si al encontrarnos con el Señor, nuestra vida sigue totalmente igual, sin mayores alteraciones, es decir, "sin cambios". No nos hemos encontrado con el Señor, hemos encontrado una idea del Señor (una ideología), un modo de comportarnos(una moral), pero, no al Señor. Si verdaderamente hay encuentro, a su paso en nuestra vida, nada queda igual. Zaqueo pone todo delante del Señor, pero fundamentalmente se pone él, ante un corazón arrepentido que pide a Dios misericordia, Jesús le revela ese amor de predilección que Dios tiene con los pecadores. "El hijo del hombre (es decir Jesús) vino a buscar lo que estaba perdido". Vino a buscarlo apasionadamente (he deseado comer esta Pascua con ustedes), para conducirlo a la casa paterna sobre sus hombros.
Este pasaje evangélico está presente permanentemente en el mundo, nuestro Señor no descansa, sale todos los días a buscar al que está perdido, desorientado o deprimido. A veces, envía a otros, como lo hizo con Andrés, que nos traen noticias de Él; un amigo, un familiar e incluso un desconocido.
El Señor te ama y te espera. Ha preparado un Banquete y tú eres su invitado. La mesa está servida y el Señor espera a sus invitados, ellos lentamente van llegando. Es una mesa enorme, el número de los invitados "es imposible de contar", la alegría es indescriptible. Cada uno ha vivido una historia maravillosa, todas dan testimonio de este amor que busca incesantemente comunicarse. A Zaqueo lo encontró sobre una pequeña higuera.
Dejemos a Francisco Bernárdez (católico y poeta argentino) nos exprese la experiencia íntima del encuentro con Jesús y su efecto salvífico en el alma del creyente.
"Un regocijo sin fronteras al obstinado sufrimiento ha sucedido.
¿Cómo no estar lleno de gozo cuando se sabe la razón de haber nacido?.
Por vez primera en este mundo sé que se puede ver la dicha y estar vivo.
Dios ha querido libertarme, Dios ha querido rescatarme del olvido".
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