miércoles, 27 de junio de 2018

DIÁCONO JORGE NOVOA: DIOS NOS DA UNA NUEVA OPORTUNIDAD



En aquella ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó:
–¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.Y les dijo esta parábola:
Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
–Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?
Pero el viñador contestó:
–Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás. ( Lc 13,1-9)

Jesús interpreta dos hechos trágicos, y corrige lo que comúnmente entendían sus contemporáneos, podríamos sintetizar el juicio que tenían con esta frase: "algo habrán hecho para que les pase esto".  En este juicio aparece una afirmación implícita,  "nosotros estamos mejor que ellos",por eso no nos ha pasado nada.

Jesús enseña  la verdad y combate el error, dice que ellos, no eran más culpables que los demás, ni más pecadores que los demás. Como si Dios les hubiera castigado a ellos por sus pecados personales. Sabemos que Jesucristo es el Justo, que no tuvo pecado, y según la carta de Pedro, " paso haciendo el bien a todos", y ciertamente su final fue trágico. El mismo Señor, a la pregunta de los apóstoles con relación a la ceguera que padece el joven desde su nacimiento, responde invalidado la tesis de la relación que establecieron entre su pecado personal y el mal que lo aqueja.

Pero, no hay entonces ninguna relación entre el pecado y el mal que esta presente en el mundo en sus diversas formas? Esta enseñanza debe armonizares con otra, que aparece en algunos  relatos del Nuevo Testamento, y establece que el pecado es "muerte", e introduce en la sociedad, familia o vida personal un desorden que atenta contra el bien de la sociedad, familia o persona. Cada vez que pecamos introducimos en el mundo una realidad que termina destruyendo al pecador,y a otros miembros de la sociedad. La injusticia, por poner un ejemplo, es un pecado que arremete con virulencia contra los que la padecen, y también contra los que la ejercitan.

La frase repetida a modo de conclusión en los dos casos,y  que trata  de captar nuestra atención, manifiestándonos cierta urgencia, es : si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera. El centro del mensaje es una urgente llamada a la conversión. Todos necesitamos ponernos en el camino de la conversión,  el texto enseña que nadie está excento,  si algunos erróneamente piensan que no necesitan convertirse, y que esta invitación es para otros, deben cambiar y ponerse en el camino de la conversión.

La conversión es un proceso, "un camino",  que se inicia en un momento de nuestras vidas, y que se prolonga hasta el último instante de nuestra existencia. Hay que volverse hacia el Padre, y dejar que su luz ilumine toda nuestra vida, para que los efectos benéficos de su amor, vayan transformándonos. Si nos alejamos,  le damos la espalda, como inicialmente hace el hijo pródigo, pero si nos ponemos frente a Él, si buscamos su rostro, respondiendo a su gracia con docilidad,  nos transformará en sus hijos.

El tiempo de conversión es un tiempo valioso, apremiante, Dios nos otorga una nueva oportunidad, como lo expresa la parábola de la higuera que no dio frutos, todo hace suponer que hay que cortarla, pero el Señor, aparece dándonos una nueva oportunidad :" déjala un año más".

Este "año a más", está a tu disposición desde este momento, para que lo vivas con alegría, nada condiciona la oportunidad que Dios te alcanza, no importa la condición pecadora en la que te encuentras, Jesús no ha puesto límites a su acción misericordiosa. 

Dos afirmaciones se desprenden para el camino que iniciamos. 1- El Señor me da otra oportunidad, y aguarda que mi higuera dé frutos, de allí que el tiempo de conversión es valioso y no debemos volver infecunda la gracia que nos dispensa. 2- Debemos imitar al Padre y a su Hijo, es decir, debemos ser capaces nosotros de " dar" a otros, una nueva oportunidad.

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