Junto con esta dramática situación política, la palabra de Oseas atestigua la crisis religiosa, acentuada en todo el reino. Los santuarios del norte, que al principio tenían que ser el altar rival del templo de Jerusalén, se transforman en centros cultuales cananeos y paganos. En ellos florece la prostitución sagrada con su aparato de ritos orgiásticos, con su fascinación por una cultura agrícola que ve en la fertilidad la manifestación más alta de la divinidad. Los libros de los Reyes están impregnados de una continua denuncia: desde el pecado "original" del fundador del reino septentrional, Jeroboán I, que "hizo dos becerros de oro... y puso el uno en Betel y el otro lo instaló en Dan" (IRe 12,28-29), a lo largo de la lista de sus sucesores, que "hicieron lo que es malo a los ojos del Señor y siguieron los caminos de sus padres y los pecados con que hicieron pecar a Israel" (1 Re 15,26), hasta el hundimiento del reino debido a que "los israelitas habían pecado contra el Señor, su Dios..., y habían venerado a dioses extranjeros, habían seguido las costumbres de las gentes que el Señor había echado ante ellos, así como las que los reyes de Israel habían introducido" (2Re 17,7-8).
La sacralización de la sexualidad en los cultos de Baal puede verse como en filigrana en la inquietante experiencia personal que documenta el libro de Oseas, libro en ciertos aspectos autobiográfico, y por tanto cercano a las posteriores "confesiones" de Jeremías, pero también "objetivo", atento a juzgar las vicisitudes históricas y sociales a la luz de la palabra de Dios. La estructura del libro ofrece sustancialmente una sola línea de demarcación entre los capítulos 1-3, los más personales y autobiográficos, y los capítulos 4-14, más nacionales. Es difícil identificar un plan concreto de lectura, a pesar de los muchos intentos que han ensayado los exegetas. En efecto, los capítulos 4-14 parecen ser una colección de oráculos heterogéneos, en los que predomina la amenaza, pero en los que se abren también algunos resquicios de luz (11,1-11 y 14,2-10). Sin embargo, la parte que desde siempre ha suscitado mayor interés y que constituye el testimonio más original de la predicación de Oseas sigue siendo la sección de los capítulos 1-3, centrada en el simbolismo nupcial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario