Alexis Carrel premio Nobel de Medicina, y ateo; quiso reírse de lo que ocurría en Lourdes. Fue allí para demostrar que todo era una patraña, que aquello era mentira, que aquello era todo un fraude. Y así subió al tren de una peregrinación que iba a Lourdes.
En el tren iba una mujer enferma, que se llamaba Marie Ferrand Bayllie, en el viaje su salud emperó y estaba a punto de morir. Piden un médico, y Alexis Carrel va a ver a aquella mujer, al parecer, era una peritonitis. Carrel vaticina que no llegará a Lourdes. No hay nada que hacer, sentenció. Está desahuciada.
Comenta: -Bueno, si esta mujer se cura en Lourdes, entonces yo creería en Lourdes.
Dios le tomó la palabra. Aquella mujer llegó a Lourdes. Y ante los ojos atónitos de Alexis Carrel instantáneamente se curó de su enfermedad. Él cumple su palabra y se convierte. Tiene un libro muy bonito, que se llama Mi viaje a Lourdes, donde cuenta su conversión. De esta experiencia de fe nació esta bellísima oración del médico, ahora creyente.
«Virgen Santa, socorro de los desgraciados que te imploran humildemente, sálvame. Creo que Tú has querido responder a mi duda con un gran milagro. No lo comprendo, y dudo todavía. Pero mi gran deseo y el objeto supremo de todas mis aspiraciones es ahora creer, creer apasionadamente y ciegamente, sin discutir ni criticar nunca más.
Tu nombre es más bello que el sol de la mañana. Acoge al inquieto pecador que, con el corazón turbado y la frente surcada por las arrugas, se agita corriendo tras las quimeras. Bajo los profundos y duros consejos de mi orgullo intelectual yace, desgraciadamente ahogado todavía, un sueño, el más seductor de todos los sueños: el de creer en Ti y de amarte como aman los monjes de alma pura».
Puedes leer más acerca del tema en la siguiente dirección: http://www.arbil.org/90alex.htm
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