domingo, 26 de octubre de 2008

Sr. Andrea RICCARDI, Fundador de la Comunidad de San Egidio (ITALIA)



Gregorio Magno enseña que la Palabra crece con quien la lee. Ilumina a los pobres y nos hace comprender que estar cerca de ellos es estar cerca de Cristo. Hace aparecer la dimensión constitutiva del cristiano: el discípulo. Éste se hizo en el mar de Galilea, escuchando a Jesús, antes de ser llamado cristiano en Antioquía. En un tiempo lleno de torbellinos de palabras, la Palabra nos hace madurar en el silencio. De aquí emana una oración que custodia el mundo. A veces la Palabra está encadena por proyectos, protagonismo, lecturas ideológicas. Actualmente la gente se encuentra perdida, tiene miedo al futuro. Hablamos de las dificultades para evangelizar. Pero la gente quiere escuchar. ¿Cómo ayudarla? Nutriéndonos nosotros mismos de la Palabra de Dios. El pueblo escucha a quien la ama. En algunos cristianos y ministros de la Palabra, no se siente este gusto. No hay más que escuchar algunas predicaciones.

Sólo existe una manera para todos: la asiduidad de la lectura durante toda la vida. Quien escucha la Palabra sabe hablar a los corazones. Evangelizar no es una técnica, sino un desbordamiento de la Palabra. El Sínodo puede ser el momento oportuno para hacer madurar en el pueblo de Dios una nueva época de amor por la Escritura. Animados por un siglo de cultura bíblica, ¿no es tiempo de extender la devoción de la Sagrada Escritura entre el pueblo de Dios? El hombre y la mujer cristianos se volverán entonces - dice Crisóstomo - “sencillos con inteligencia” en un mundo complejo.

No hay comentarios: