Adviento
quiere decir Dios que viene, porque quiere que «todos los hombres sean
salvos y vengan al conocimiento de la verdad» (1 Tim 2, 4). Viene porque
ha creado al mundo y al hombre por amor, y con él ha establecido el
orden de la gracia. Pero viene «por causa del pecado», viene «a pesar
del pecado», viene para quitar el pecado.
Por eso
no nos extrañamos de que, en la noche de Navidad, no encuentre sitio en
las casas de Belén y deba nacer en un establo (en la cueva que servía de
refugio a los animales).
Pero lo más importante es el hecho de que Él viene.
El
Adviento de cada año nos recuerda que la gracia, es decir, la voluntad
de Dios para salvar al hombre, es más poderosa que el pecado.
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