La vida cristiana es “un combate” contra el demonio, el
mundo y las pasiones de la carne. Es lo que ha afirmado el papa
Francisco en la misa de esta mañana en la capilla de la Casa Santa
Marta. El Pontífice, comentando un pasaje de la Carta de san Pablo a los
Efesios, ha reiterado que el diablo existe y nosotros “debemos luchar
contra él” con “la armadura” de la verdad.
“Fuerza y valentía”. El Santo Padre ha centrado su homilía en las
palabras de san Pablo que, dirigiéndose a los Efesios, “desarrolla en un
lenguaje militar la vida cristiana”. El Pontífice ha subrayado que “la
vida en Dios se debe defender, se debe luchar para llevarla adelante”.
Por tanto, se necesitan fuerza y valentía “para resistir y anunciar”.
Para “ir adelante en la vida espiritual”, ha señalado, se debe combatir.
No es un simple enfrentamiento, no, es un “combate continuo”. Francisco
ha recordado que son tres “los enemigos de la vida cristiana”: “el
demonio, el mundo y la carne”, es decir nuestras pasiones, “que son las
heridas del pecado original”. Ciertamente, ha observado, “la salvación
que nos da Jesús es gratuita”, pero estamos llamados a defenderla:
“¿De qué debo defenderme?¿Qué debo hacer? ‘Ponerme la armadura de
Dios’, nos dice Pablo, es decir lo que es de Dios nos defiende, para
resistir a las insidias del diablo. ¿Está claro? Claro. No se puede
pensar en una vida espiritual, digamos en una vida cristiana, sin
resistir a las tentaciones, sin luchar contra el diablo, sin ponerse
esta armadura de Dios, que nos da la fuerza y nos defiende”.
San Pablo, ha proseguido el Papa, destaca que “nuestra batalla” no es contra las cosas pequeñas, “si no contra los principados y las potencias, es decir contra el diablo y los suyos”.
San Pablo, ha proseguido el Papa, destaca que “nuestra batalla” no es contra las cosas pequeñas, “si no contra los principados y las potencias, es decir contra el diablo y los suyos”.
“Pero a esta generación --y a muchas otras-- se les ha hecho creer
que el diablo fuese un mito, una figura, una idea, la idea del mal. Pero
el diablo existe y nosotros debemos luchar contra él. Lo dice Pablo ¡no
lo digo yo! La Palabra de Dios lo dice. Pero nosotros no estamos tan
convencidos. Y después Pablo dice como es esta armadura de Dios, cuales
son las distintas armaduras que componen esta gran armadura de Dios. Y
él dice: ‘Estad firmes, pues, estad firmes, ceñida vuestra cintura con
la verdad’. Esta es una armadura de Dios: la verdad”.
“El diablo --ha dicho-- es el mentiroso, el padre de los mentirosos,
el padre de la mentira”. Y con san Pablo, ha reiterado que es necesario
tener “a los flancos la verdad, llevando la coraza de la justicia”. Por
lo tanto, ha indicado que “no se puede ser cristiano, sin trabajar
continuamente para ser justos. No se puede”. Una cosa que “nos ayudaría
mucho”, ha afirmado, “sería preguntarnos” si “¿creo o no creo?”. “Si
creo un poco sí y un poco no”. “¿Soy un poco mundano y un poco
creyente?”. Y ha evidenciado que “sin fe no se puede seguir adelante, no
se puede defender la salvación de Jesús”. “Necesitamos el escudo de la
fe”, porque “el diablo no nos lanza flores”, sino “flechas en llamas”
para matarnos. Francisco ha exhortado, pues, a tomar “el yelmo de la
salvación y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios”. Y ha
invitado a rezar constantemente, a velar “con oraciones y súplicas”:
“La vida es una milicia. La vida cristiana es una lucha, una lucha
bellísima, porque cuando el Señor vence en cada paso de nuestra vida,
nos da una alegría, una felicidad grande: esa alegría porque el Señor ha
vencido en nosotros, con la gratuidad de su salvación. Pero sí, todos
somos un poco vagos, no, en la lucha, y nos dejamos llevar adelante por
las pasiones, por algunas tentaciones. Es porque somos pecadores,
¡todos! Pero no os desaniméis. Valentía y fuerza, porque el Señor está
con nosotros”.
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