sábado, 30 de abril de 2011
viernes, 29 de abril de 2011
MONSEÑOR JOSÉ IGNACIO MUNILLA: LA CRUZ PEREGRINA YA ESTÁ EN ESPAÑA
Han pasado veinticinco años desde que nuestro inolvidable Juan Pablo II, confiase a los jóvenes del mundo entero, una austera y sencilla cruz de madera, de
En la celebración de las bodas de plata de dicho acontecimiento, un grupo de unos seis mil jóvenes españoles peregrinaba a Roma, encabezados por el Cardenal Arzobispo de Madrid y Presidente de
Preparados para el relevo: ¡recibimos el testigo!
En estos veinticinco años,
Ante todo y, sobre todo, es la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud, en las cuales ha estado presente desde su inicio. Su llegada a nosotros, nos trae el impulso de revitalización que la JMJ de Madrid 2011 puede y debe dar a toda
Hasta ahora, el “testigo” de la fe lo habíamos recibido principalmente, en el seno de nuestras familias, en el contexto de una tradición católica; pero, en el momento presente, es necesario que sean los propios jóvenes quienes también se entreguen ese “testigo” de la fe, unos a otros. Por ello,
Junto a la Cruz, estaba su Madre
Dos años antes de su fallecimiento, Juan Pablo II entendió que el signo que había legado a los jóvenes en
Lo propio de la Madre no sólo es aliviar el peso de los sufrimientos de sus hijos, sino también enseñarnos a descubrir la presencia del Resucitado en medio de las cruces diarias. El Crucificado y el Resucitado, no sólo son la misma persona, sino que son dos condiciones inseparables de nuestra propia existencia. María se encarga de mostrarnos que ¡no hay rosa sin espina, como tampoco hay espina sin rosa!
El reto que nos encomienda el Papa
Al día siguiente de esta entrega de la Cruz, el Papa recibía en el Aula Pablo VI a los jóvenes presentes en Roma. ¡¡El encuentro fue una fiesta inolvidable!! Benedicto XVI transmitió un mensaje de calado a los jóvenes, a la par que les trasmitía un ambicioso reto: “Este tiempo de preparación a la Jornada de Madrid es una ocasión extraordinaria para experimentar la gracia de pertenecer a la Iglesia, Cuerpo de Cristo. Las Jornadas de la Juventud manifiestan el dinamismo de la Iglesia y su eterna juventud” (…) “Os invito a formaros en la fe … y a que, en el camino hacia Cristo, sepáis atraer a vuestros amigos, compañeros de estudio y de trabajo, para que también ellos conozcan y confiesen al Señor en sus vidas”. Como popularmente se dice, el Papa “no se anduvo por las ramas”, sino que aprovechó la ocasión para hacernos caer en la cuenta del reto que se nos presenta, de cara a la transmisión de la fe a las nuevas generaciones.
Os deseo a todos una feliz Pascua de Resurrección. ¡Que la peregrinación de la Cruz de los Jóvenes por toda nuestra geografía, siembre entre nosotros la esperanza y la alegría, preludio del gozo eterno al que estamos llamados con Cristo Resucitado!
TRANSMISIONES POR LA BEATIFICACIÓN DE JUAN PABLO II
Buenos Aires, 28 Abr. 11 (AICA) | ||
Emisoras y canales católicos transmitirán en vivo y en directo la ceremonia de beatificación de Juan Pablo II, que presidirá el papa Benedicto XVI este domingo 1° de mayo, en la plaza de San Pedro, a partir de las 3 hora de |
miércoles, 27 de abril de 2011
MEDJUGORJE 25 DE ABRIL 2011
domingo, 24 de abril de 2011
BENEDICTO XVI: MENSAJE PASCUAL 2011
* * *
In resurrectione tua, Christe, coeli et terra laetentur. En tu resurrección, Señor, se alegren los cielos y la tierra (Lit. Hor.)
Queridos hermanos y hermanas de Roma y de todo el mundo:
La mañana de Pascua nos ha traído el anuncio antiguo y siempre nuevo: ¡Cristo ha resucitado! El eco de este acontecimiento, que surgió en Jerusalén hace veinte siglos, continúa resonando en la Iglesia, que lleva en el corazón la fe vibrante de María, la Madre de Jesús, la fe de la Magdalena y las otras mujeres que fueron las primeras en ver el sepulcro vacío, la fe de Pedro y de los otros Apóstoles.
Hasta hoy -incluso en nuestra era de comunicaciones supertecnológicas- la fe de los cristianos se basa en aquel anuncio, en el testimonio de aquellas hermanas y hermanos que vieron primero la losa removida y el sepulcro vacío, después a los mensajeros misteriosos que atestiguaban que Jesús, el Crucificado, había resucitado; y luego, a Él mismo, el Maestro y Señor, vivo y tangible, que se aparece a María Magdalena, a los dos discípulos de Emaús y, finalmente, a los once reunidos en el Cenáculo (cf. Mc 16,9-14).
La resurrección de Cristo no es fruto de una especulación, de una experiencia mística. Es un acontecimiento que sobrepasa ciertamente la historia, pero que sucede en un momento preciso de la historia dejando en ella una huella indeleble. La luz que deslumbró a los guardias encargados de vigilar el sepulcro de Jesús ha atravesado el tiempo y el espacio. Es una luz diferente, divina, que ha roto las tinieblas de la muerte y ha traído al mundo el esplendor de Dios, el esplendor de la Verdad y del Bien.
Así como en primavera los rayos del sol hacen brotar y abrir las yemas en las ramas de los árboles, así también la irradiación que surge de la resurrección de Cristo da fuerza y significado a toda esperanza humana, a toda expectativa, deseo, proyecto. Por eso, todo el universo se alegra hoy, al estar incluido en la primavera de la humanidad, que se hace intérprete del callado himno de alabanza de la creación. El aleluya pascual, que resuena en la Iglesia peregrina en el mundo, expresa la exultación silenciosa del universo y, sobre todo, el anhelo de toda alma humana sinceramente abierta a Dios, más aún, agradecida por su infinita bondad, belleza y verdad.
"En tu resurrección, Señor, se alegren los cielos y la tierra". A esta invitación de alabanza que sube hoy del corazón de la Iglesia, los "cielos" responden al completo: La multitud de los ángeles, de los santos y beatos se suman unánimes a nuestro júbilo. En el cielo, todo es paz y regocijo. Pero en la tierra, lamentablemente, no es así. Aquí, en nuestro mundo, el aleluya pascual contrasta todavía con los lamentos y el clamor que provienen de tantas situaciones dolorosas: miseria, hambre, enfermedades, guerras, violencias. Y, sin embargo, Cristo ha muerto y resucitado precisamente por esto. Ha muerto a causa de nuestros pecados de hoy, y ha resucitado también para redimir nuestra historia de hoy. Por eso, mi mensaje quiere llegar a todos y, como anuncio profético, especialmente a los pueblos y las comunidades que están sufriendo un tiempo de pasión, para que Cristo resucitado les abra el camino de la libertad, la justicia y la paz.
Que pueda alegrarse la Tierra que fue la primera en quedar inundada por la luz del Resucitado. Que el fulgor de Cristo llegue también a los pueblos de Oriente Medio, para que la luz de la paz y de la dignidad humana venza a las tinieblas de la división, del odio y la violencia. Que, en Libia, la diplomacia y el diálogo ocupen el lugar de las armas y, en la actual situación de conflicto, se favorezca el acceso a las ayudas humanitarias a cuantos sufren las consecuencias de la contienda. Que, en los Países de África septentrional y de Oriente Medio, todos los ciudadanos, y particularmente los jóvenes, se esfuercen en promover el bien común y construir una sociedad en la que la pobreza sea derrotada y toda decisión política se inspire en el respeto a la persona humana. Que llegue la solidaridad de todos a los numerosos prófugos y refugiados que provienen de diversos países africanos y se han viso obligados a dejar sus afectos más entrañables; que los hombres de buena voluntad se vean iluminados y abran el corazón a la acogida, para que, de manera solidaria y concertada se puedan aliviar las necesidades urgentes de tantos hermanos; y que a todos los que prodigan sus esfuerzos generosos y dan testimonio en este sentido, llegue nuestro aliento y gratitud.
Que se recomponga la convivencia civil entre las poblaciones de Costa de Marfil, donde urge emprender un camino de reconciliación y perdón para curar las profundas heridas provocadas por las recientes violencias. Y que Japón, en estos momentos en que afronta las dramáticas consecuencias del reciente terremoto, encuentre alivio y esperanza, y lo encuentren también aquellos países que en los últimos meses han sido probados por calamidades naturales que han sembrado dolor y angustia.
Se alegren los cielos y la tierra por el testimonio de quienes sufren contrariedades, e incluso persecuciones a causa de la propia fe en el Señor Jesús. Que el anuncio de su resurrección victoriosa les infunda valor y confianza.
Queridos hermanos y hermanas. Cristo resucitado camina delante de nosotros hacia los cielos nuevos y la tierra nueva (cf. Ap 21,1), en la que finalmente viviremos como una sola familia, hijos del mismo Padre. Él está con nosotros hasta el fin de los tiempos. Vayamos tras Él en este mundo lacerado, cantando el Aleluya. En nuestro corazón hay alegría y dolor; en nuestro rostro, sonrisas y lágrimas. Así es nuestra realidad terrena. Pero Cristo ha resucitado, está vivo y camina con nosotros. Por eso cantamos y caminamos, con la mirada puesta en el Cielo, fieles a nuestro compromiso en este mundo.
Feliz Pascua a todos.
sábado, 23 de abril de 2011
MONSEÑOR ORLANDO ROMERO HABLANDO DE LA PASCUA
miércoles, 20 de abril de 2011
PADRE FIDEL OÑORO: SEMANA SANTA 2011
La explicación de la Pasión según san Mateo, la cual va en una serie de 6 audios cada una de una hora aproximadamente. Los ha grabado la Emisora Minuto de Dios en Bogotá y se están emitiendo a lo largo de esta semana.
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A partir del Miércoles 20 de abril
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Esperamos que sea de provecho para la escucha de la Palabra de Señor en esta santa semana.
Fraternalmente en Jesús y María,
Hermano y servidor,
P. Fidel Oñoro
MONSEÑOR PABLO GALIMBERTI: MENSAJE PASCUAL
jueves, 14 de abril de 2011
MONSEÑOR JAIME FUENTES: DESDE EL VERDÚN EN CAMINO A ROMA
sábado, 9 de abril de 2011
LA VOZ DE LOS PADRES PARA EL V DOMINGO DE CURESMA (A)
San Agustín In Ioannem tract., 49.
Ellas no dijeron, ven y sánalo; ni se atrevieron tampoco a decir: mándalo desde ahí y aquí se hará la curación. "He aquí que el que amas está enfermo"; como diciendo: basta que lo sepas, porque no amas y abandonas.
Porque la misma muerte no era para la muerte, sino para hacer un milagro, mediante el cual los hombres creerían en Cristo y evitarían la verdadera muerte. Por eso el Señor añade: "Sino para gloria de Dios", en donde indirectamente el Señor se llama a sí mismo Dios, contra los herejes que dicen que el Hijo de Dios no es Dios. Escucha las palabras que siguen, y que se refieren a la gloria de este Dios: "Para que sea glorificado el Hijo de Dios por ella", esto es, por la enfermedad.