jueves, 29 de septiembre de 2022

DIÁCONO JORGE NOVOA: SANTA TERESA DE LISIEUX, ITINERARIO DE SU VOCACIÓN (2)


Teresa busca una y otra vez, describe su actitud con una imagen maravillosa, dice: "inclinándome sin cesar como Magdalena sobre la tumba vacía…", por medio de ella podemos comprender lo árida que resultó por momentos su búsqueda. La tumba vacía… muestra la vivencia de una gran aspereza, que manifiesta permanentemente la ausencia de respuestas evidentes. Esta acción por la cual Teresa se inclina sobre la silenciosa tumba que no le responde, la va purificando, fortaleciendo su fe y su confianza en Dios. El silencio manifiesta la ausencia de la respuesta a la pregunta que la sacude, ¿por dónde realizaré estos deseos?


"No creais que nado en consuelos. ¡oh , no! Mi consuelo es no tenerlo en la tierra". En el comienzo del Cántico Espiritual, San Juan de la Cruz expresa con gran maestría la experiencia espiritual del discípulo en la búsqueda del maestro. "¿ Adónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido?" En esta búsqueda apasionada, Teresa crece en la confianza que brota de la fe, es decir, la fe se desborda en la confianza que le exige el amor.

Como Magdalena, Teresa busca una respuesta del Señor, "habla Señor que tu sierva escucha", pero el peso del silencio la hace penetrar en la aridez de la noche de la fe, en la que solamente puede caminar, iluminada por el tenue resplandor que despiden los ojos de Jesús. La presencia cercana de Jesús es la fuente inagotable de la que brota la confianza de Teresa, la tierra prometida es vivir en la compañia de Jesús, aún en tierra extranjera la vida es seguir "a zaga de su huella". La fe penetra en el silencioso lenguaje del sepulcro vacío. La prueba que se busca en el sepulcro vacío, es purificadora del amor humano que debe descansar sobre la oscura inevidencia de la fe. "Comprendo mejor que nunca cuanto nos ama el Señor cuando nos prueba" (Beata Isabel de la Trinidad).

Ella no se desalienta, aguarda a la puerta del sepulcro como el centinela a la aurora, con su lámpara llena de aceite el momento en que su amado la llame por su nombre. Amar es esperar (1 Cor 13), cuando el velo se corra, este tiempo que en muchos casos nos parece interminable, será solo un momento. El amor da forma a la espera, que por silenciosa ya no atemoriza el corazón de Teresa. Como enseña San Juan de la Cruz, es necesario buscar en "fe y amor". "Porque la fe son los pies con que el alma va a Dios, y el amor es la guía que le encamina".
Juan Pablo II en la Novo Millenio Ineunte, reconoce que aún para los discípulos, "no fue fácil creer", las actitudes de los discípulos camino de Emaús, al igual que la de Tomás que quiere confirmar lo que le han dicho sus amigos introduciendo la mano en su costado son tan sólo las muestras de que "en realidad, aunque se viese y se tocase su cuerpo, sólo la fe podía franquear el misterio de aquel rostro[...] A Jesús no se llega verdaderamente más que por la fe, a través de un camino cuyas etapas nos presenta el Evangelio en la bien conocida escena de Cesarea de Filipo (cf. Mt 16,13-20)" (NMI n. 19).
Nuestras búsquedas, tienen, no en su intensidad, algunos elementos comunes a los que vivió Teresa, en virtud de que la fe es el lenguaje propio del creyente y la noche es su "habitat" natural. Para todos y cada uno "es necesaria una gracia de revelación que viene del Padre" (NMI n 20).

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