viernes, 27 de agosto de 2021

SAN AGUSTÍN: EN LA ORACIÓN TODA LA PERSONA SE COMPROMETE


"Aquellos que rezan hacen de los miembros de su cuerpo lo que debe hacer todo suplicante: inclinan las rodillas, abren las manos y también se apoyan sobre la tierra o si hacen alguna otra acción visible, aunque su voluntad sea invisible y la intención del corazón sea evidente a Dios, no lo hacen porque Dios tenga necesidad de estos signos para conocer el ánimo del hombre, sino porque es el hombre el que con estos medios se excita siempre más a sí mismo para rezar y gemir con mayor humildad y fervor.

Y no sé cómo suceda pero es cierto que, mientras tales actitudes del cuerpo no pueden asumirse si no son precedidas de un movimiento del espíritu, cuando son repetidas exterior y visiblemente, aumenta y crece màs la tendencia invisible interior que las produce; también así sucede con el afecto del corazón que fue necesario para cumplirlas, y después que son hechas, aumenta. Y si alguien es detenido o impedido, no por esto el hombre interior deja de rezar y se postra delante de Dios en las profundidades de su corazón, donde se siente compungido" (El cuidado de los muertos 5)

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