¡Oh niñito Jesús, mi único tesoro!, me abandono a tus divinos caprichos. No quiero otra alegría que la de hacerte sonreir. Imprime en mí tu gracia y tus virtudes infantiles, a fin de que el día de mi nacimiento en el cielo los ángeles y los santos reconozcan en mí a tu pequeña esposa: Teresa del niño Jesús".
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