miércoles, 3 de abril de 2024

ALONSO AMPUERO: SEMANA SANTA


Domingo de Ramos

Mt 27,11-54
 
 De hecho, en la oración colecta del domingo pasado pedíamos a Dios Padre que «vivamos siempre de aquel mismo amor que llevó al Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo». La liturgia no es una representación teatral. Nos introduce en el misterio. Y al introducirnos en él no sólo nos hace capaces de contemplarlo en toda su riqueza, sino que el contacto con el misterio de Cristo nos transforma, pues Cristo mismo nos contagia su vida, sus actitudes y sentimientos. No podemos entrar en la Semana Santa ni vivirla con provecho si no estamos dispuestos a subir con Cristo a la cruz.
El relato de la Pasión según san Mateo subraya además cómo en ella se cumplen las Escrituras. Todo estaba predicho. Nada ocurre por casualidad. El plan del Padre se cumple. Y Cristo vive la Pasión en perfecta obediencia a la voluntad del Padre, «para mostrar al género humano el ejemplo de una vida sumisa a su voluntad» (oración colecta). Cristo puede decir con las palabras del profeta: «El señor Dios me ha abierto el oído y yo no me he rebelado ni me he echado atrás» (primera lectura). Adán desobedeció la voluntad de Dios y nos trajo la ruina; Cristo obedece «hasta la muerte y muerte de cruz» y nos salva (segunda lectura). En su obediencia al Padre y en su amor a los hombres está nuestra salvación. Y esta salvación seguirá haciéndose presente hoy si nosotros prolongamos la entrega de Cristo, su obediencia al Padre y su amor a los hombres.

Jueves Santo
Hasta el extremo
Ex 12,1-14; 1Cor 11,23-26; Jn 13,1-15
«Los amó hasta el extremo». Estas palabras son la clave para entender el triduo pascual, la pasión y muerte de Jesús, la eucaristía... Todo ello es expresión y realización de ese amor hasta el extremo que lo ha dado todo sin reservarse nada, que se ha hecho esclavo por nosotros. Es ese amor el que está presente en cada misa y en cada sagrario: ¿cómo es posible la rutina o el aburrimiento?, ¿cómo permanecer indiferente ante ese amor que sobrepasa toda medida?
«Es la Pascua, el Paso del Señor». En cada misa es Cristo mismo quien pasa junto a nosotros, quien desea entrar –si le dejamos– para quedarse con nosotros. Pasa Cristo para hacernos pasar con Él de este mundo al Padre. Si la vivo bien, cada misa me introduce más en Dios, en su seno y en su corazón. La misa me introduce en el cielo, aunque siga viviendo aún sobre la tierra.
«Haced esto en memoria». Estas palabras son el encargo de perpetuar la eucaristía en el tiempo y el espacio. Pero no sólo. Incluyen el mandato de vivir la misa, de hacer presente en nuestra vida todo lo que ella es y significa: «Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis». La misa nos hace esclavos de nuestros hermanos y nos impulsa a amarlos hasta el extremo. «Él dio la vida por nosotros: también nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1Jn 3,16).

Viernes Santo
Mirar al Crucificado
Jn 18-19
«Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos». Todo el relato de la pasión según san Juan –especialmente el prendimiento y el diálogo con Pilatos– manifiesta la soberanía y majestad de este Jesús que había dicho: «Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente» (Jn 10,18). Verdaderamente Jesús reina desde la cruz. Ahora se cumple lo que Él mismo había anunciado: «Yo cuando sea levantado de la tierra atraeré a todos hacia mí» (Jn 12,32). La multitud inmensa de los redimidos es fruto de esta eficaz atracción del Crucificado.
«Está cumplido». Jesús ha llevado a cabo perfectamente la obra que el Padre le encomendó (Jn 17,4). Ha realizado el plan del padre, ha cumplido las Escrituras, nada ha quedado a medias. La redención es un hecho consumado y sólo falta que cada hombre acepte dejarse bañar por su sangre y acuda a beber el agua que brota de su costado abierto. En Cristo estamos salvados.
«Mirarán al que atravesaron». Si los que miraban la serpiente de bronce en el desierto quedaban curados (Nm 21,4-9), ¡cuánto más los que miran con fe al Hijo de Dios crucificado! (Jn 3,14-15). San Juan nos invita a esa mirada contemplativa llena de fe. Esta mirada de fe permite que se desencadene sobre nosotros el infinito amor salvador que se encuentra encerrado en el corazón del Redentor traspasado por nuestros pecados.

Vigilia Pascual
Ha resucitado
Rm 6,3-11; Sal 117; Mt 28,1-10; Mc 16,1-8; Lc 24,1-12
«HA RESUCITADO». Así, con mayúsculas, aparece en el Leccionario. Esta palabra es común a los tres sinópticos y aparece por tanto en los tres ciclos. Es la noticia. La Iglesia vive de ella. Millones de cristianos a lo largo de veinte siglos han vivido de ella. Es la noticia que ha cambiado la historia: el Crucificado vive, ha vencido la muerte y el mal. Es el grito que inunda esta noche santa como una luz potente que rasga las tinieblas. ¿En qué medida vivo yo de este anuncio? ¿En qué medida soy portavoz de esta noticia para los que aún no la conocen?
«Consideraos muertos al pecado y vivos para Dios». La resurrección de Cristo es también la nuestra. Él no sólo ha destruido la muerte, sino también el pecado, que es la verdadera muerte y causa de ella. La resurrección de Cristo es capaz de levantarnos para hacernos llevar una vida de resucitados. Ya no somos esclavos del pecado. Podemos vivir desde ahora en la pertenencia a Dios, como Cristo. Podemos caminar en novedad de vida.
«La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular». Las lecturas del A.T. son una síntesis de la historia de la salvación, que culmina en Cristo. El Resucitado es la clave de todo. Todo se ilumina desde Él. Sin Él, todo permanece confuso y sin sentido. ¿Le permito yo que ilumine mi vida? ¿Soy capaz de acoger la presencia del Resucitado para entender toda mi vida como historia de salvación?

Domingo de Resurrección
¡Ha resucitado!
Jn 20,1-9
«¡Ha resucitado!»: Es la noticia que hoy nos es gritada, proclamada. Esta es la noticia. Es la certeza que se nos da a conocer. La gran certeza, la que sostiene toda nuestra vida, la que le da sentido y valor. ¡Ha resucitado! No podemos seguir viviendo como si Cristo no hubiese resucitado, como si no estuviese vivo. No podemos seguir viviendo como si no le hubiera sido sometido todo. No podemos seguir viviendo como si Cristo no fuera el Señor, mi Señor. No podemos seguir viviendo «como si». Sólo cabe buscar con ansia al Resucitado, como María Magdalena o los apóstoles; o mejor, dejarse buscar y encontrar por Él.
«¡Ha resucitado!». También nosotros podemos ver, oír, tocar al Resucitado (1 Jn 1,1). No, no es un fantasma (cfr. Lc 24, 37-43). Es real, muy real. Cristo vive, quiere entrar en tu vida. Quiere transformarla. No, nuestra fe no se basa en simples palabras o doctrinas, por hermosas que sean. Se basa en un hecho, un acontecimiento. Sí, verdaderamente ha resucitado el Señor. Para ti, para mí, para cada uno de todos los hombres. Hoy puede ser decisivo para ti. Él quiere irrumpir en tu vida con su presencia iluminadora y omnipotente. Es a Él, el mismo que salió del sepulcro, a quien encuentras en la Eucaristía.
«¡Ha resucitado!». La noticia que hemos recibido hemos de gritarla a otros. Si de verdad hemos tocado a Cristo, tampoco nosotros podemos callar «lo que hemos visto y oído» (He 4,20). No somos sólo receptores. Cristo resucitado nos constituye en heraldos, pregoneros de esta noticia. Una noticia que es para todos. Una noticia que afecta a todos. Una noticia que puede cambiar cualquier vida: «Cristo ha resucitado, está vivo, para ti, te busca, tú eres importante para Él, ha muerto por ti, ha destruido la muerte, te infunde su vida divina, te abre las puertas del paraíso, tus problemas tienen solución, tu vida tiene sentido».

miércoles, 28 de febrero de 2024

DIÁCONO JORGE NOVOA: LA VIDA NUEVA Y EL PECADO SON INCOMPATIBLES

"Todo el que permanece en él no peca. Todo el que peca no le ha visto ni conocido." (1 Jn 2,3-6) Texto tomado de la primera carta de san Juan. La Vida nueva,que Cristo trae, es incompatible con el pecado. El mundo contemporáneo siente fobia cuando se menciona la palabra "pecado", se enoja si se la utiliza y hay presiones culturales de los intelectuales de moda, sobre los ministros de la Iglesia para que se la substituya.

De dónde proviene la fobia? EL Diablo como padre de la mentira quiere  erradicar su  contenido de la conciencia cultural. Se la vanaliza, o se la ridiculiza, pero lo importante es que sea erradicada del lenguaje del pueblo edificado sobre los principios cristianos. La expresión pecado es presentada como opresora, y dicen, que quienes la utilizan intentan someter a los hombres en el ejercicio de su libertad. 

La palabra de Dios, proclama a  Jesús como el " cordero de Dios que quita el pecado del mundo". La acción de Cristo es liberadora, vino para liberarnos del pecado y de la muerte. Su obra realizada por amor , y su entrega hasta el extremo, muestran  la gravedad del pecado y su incompatibilidad con la vida nueva que nos ha comunicado por el "Espíritu Santo".

Qué es el pecado? La transgresión voluntaria a la ley de Dios. Lo que me destruye, e impide que vaya por el camino de la santificación. Dejo de ser Hijo para vivir como esclavo. El pecado es muerte y esclavitud. No someterte a la ley de Dios, te lleva a someterte a la ley del Diablo, y este es un camino de destrucción. Dios nos libre de ver opresión donde hay libertad, o al la inversa, ver  libertad donde hay opresión y muerte. Y que grave es enseñar esta confusion como camino de liberación. 

Cuidado porque a veces se proponen identificaciones, porque en el fondo, la confusión es parte del plan de erradicación, es cierto que  muchos pecados son frutos de la debilidad, pero no son identificables, pecado y debilidad. La  psicología falsa habla del pecado del hombre con una autoridad que no le viene de Dios. EL pecado es desenmascarado por la Revelacion de Dios en las Sagradas Escrituras y sin ellas, son teorías humanas que muchas veces desvirtúan la verdad de la fe.

VIda nueva y pecado son incompatibles, de allí que sea una característica el considerarla como batalla, la Tradicion sabia de la Iglesia, habla de mundo, demonio y carne. No te ruborices si escuchas la expresión "pecado", ni evites utilizarla, es un término teológico inequívoco, que por serlo quieren destruirlo o camuflarlo. 

EL pecado está en tu vida? Sí, pero no aceptado pasivamente, ni sus consecuencias propuestas como frutos de la madurez cultural. Los hijos debemos convertirnos, es decir, volvernos cada día más de cara al Padre dandole la espalda al pecado . Es posible con la gracia de Dios. Tu batalla es la que Cristo libra en ti,en tu comunidad y en tu Patria.. La vida nueva y el pecado son incompatibles.

domingo, 25 de febrero de 2024

HORACIO BOJORGE SJ: NUESTRA TENTACIÓN Y LA TENTACIÓN DE JESÚS

Nuestra tentación y ‘la’ tentación de Jesús

1) Jesús, verdadero hombre, conoció ‘la’ tentación. Por eso, meditar en las tentaciones de Jesús nos ayuda a entender mejor la naturaleza de la tentación a la que le pedimos al Padre que no nos deje entrar.

a) ¿Quién tentó a Jesús?: el Tentador (Mt 4,3); Satanás (Mc 1,13), el Diablo (Mt 4,1 y Lc 4,2).

b) ¿Dónde y cuándo lo tentó?: en el desierto, durante toda su vida, y principalmente en su Pasión. Después del Bautismo en el Jordán y antes de comenzar su ministerio, el Espíritu Santo lo condujo a la confrontación con el Malo. Lo “levantó” dice San Mateo; lo “arrojó afuera”, dice Marcos; lo “condujo” dice Lucas (Mt 4,1; Mc1,12; Lc 4,1).

c) La Tentación aparece por lo tanto como algo a lo que el Espíritu Santo nos conduce, nos arroja y en la que nos guía. Jesús es llevado a la confrontación con el Tentador, pero también sostenido para que lo venza.

d) ¿Cómo lo tentó? Estamos al comienzo de su ministerio. El Tentador procura desviar a Jesús de su vocación mesiánica, de su misión de Siervo de Dios, proponiéndole un mesianismo político; buscar su propia gloria. Trata de desvirtuar su condición filial. Lo induce a desviarse de su vocación mesiánica, de la misión que le asignaba el Padre: Siervo que realizara su voluntad salvadora, con obediencia gozosa, por el camino del sufrimiento (Isa 53). Jesús rechazó y venció esa tentación (Mt 4,4.7.10).

2) Pero, aunque perdidoso, el Tentador volverá a tentarlo otras veces. Dice Lucas: “Acabado todo género de tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno” (Lc 4,13).

3) No ha de extrañarnos que habiendo rechazado victoriosamente la tentación, ésta vuelva otra vez y aún muchas veces. La tentación nos acompaña toda la vida y acompaña a la Iglesia en todos los tiempos de la historia. Ni debemos extrañarnos de que vuelva a asaltarnos el Tentador, directamente o por medio de sus servidores, cuando nos ve debilitados por persecuciones, tristezas, infortunios, enfermedades o la cercanía de la muerte.
4) Jesús sufrió muchas tentaciones durante su vida pública. Por ejemplo, cierta vez, después de la multiplicación de los panes, la muchedumbre lo buscaba para hacerlo rey (Jn 6, 15). Pero Jesús huyó de ellos porque querían cambiarle la misión del Padre e imponerle la misión política e intramundana de darles de comer (Jn 6,26-27).

5) Cierta vez, Él y sus discípulos tenían hambre y sin embargo Jesús no multiplicó los panes para sí ni para ellos, sino que la calmaron desgranando espigas de trigo crudo al borde de un sembrado (Mt 12,1-8). Sigue siendo hoy una tentación que la Iglesia rechaza, la de que los hombres, a veces incluso el poder político, pretendan limitar su tarea a la asistencia social y al bienestar intramundano.

viernes, 23 de febrero de 2024

SAN AGUSTÍN: PARA REZAR Y MEDITAR EN LA CUARESMA

CONFESIONES (LIBRO 1 CAPÍTULO V)

Decidme, Dios mío y Señor, por vuestra infinita misericordia, lo que Vos sois para mí. Responded diciendo a mi alma: Yo soy tu salud eterna. Mas decídselo de tal modo que lo oiga bien y lo entienda. He aquí, Señor, delante de Vos, los oídos de mi corazón abridlos Vos y decid a mi alma: Yo soy tu salud. Que al oír esta voz, yo correré siguiéndola, y me abrazaré con Vos. No me ocultéis la hermosura de vuestro rostro. Muera yo para verle, y no moriré dejándole de ver.

Estrecha es, Señor, la casa de mi alma, para que vengáis a ella; pues ensanchadla Vos. Está para caerse y amenaza ruina; pues reparadla Vos y fortalecedla. Tiene varias cosas que desagradan a vuestros ojos: bien lo conozco y confieso; pero ¿quién sino Vos puede limpiarla?, ¿o a quién sino a Vos he de clamar diciendo:Limpiadme, Señor, de las ocultas manchas de mis culpas, y no imputéis a vuestro siervo las ajenas?


Yo creo y tengo fe, y por eso hablo y me explico de este modo: bien lo sabéis Vos, Señor. ¿No es verdad, Dios mío, que habiéndoos confesado yo mis culpas y acusándome a mí mismo, Vos ya habéis perdonado las impiedades de mi corazón? No alego esto con ánimo de entrar a juicio con Vos, que sois la suma Verdad; pues no quiero engañarme a mí mismo lisonjeándome de ser justo; no sea que entonces se verifique en mí que mi propia iniquidad mintió y se engañó a sí misma. No quiero, pues, entrar en juicio con Vos; porque si Vos, Señor, atendéis a todas nuestras culpas, ¿quién podrá comparecer en vuestra presencia?

lunes, 19 de febrero de 2024

DIÁCONO JORGE NOVOA: CUARESMA; LA PUREZA DEL CORAZÓN PREÁMBULO DE LA VISIÓN


La Cuaresma es un tiempo de gracia, que podemos sintetizarlo maravillosamente con la palabra conversión. Dios tomando la iniciativa, sale al encuentro del hombre y lo invita a penetrar en el recinto sagrado de su propio corazón. Esta invitación que Dios dirige amablemente al hombre, lo dispone para recibir la luz de su presencia, que quiere sanarlo y consolarlo.

Aquella invitación que Dios dirigió a Moisés se expresa nuevamente en cada corazón que Dios visita: quítate las sandalias, pues la tierra que pisas es santa. Este tiempo de gracia, queda invadido por la acción del Espíritu Santo que nos conduce al desierto de nuestro corazón para vivir un encuentro con Dios. Un encuentro de intimidad amorosa en el que Dios purifica nuestro corazón cumpliendo lo anunciado por el profeta Oseas: "La atraeré y la llevaré al desierto, y allí le hablaré a su corazón" (Os 2,14).

Dejémonos en este tiempo conducir por el Espíritu de Señor «al desierto», para experimentar la fragilidad de la criatura, pero también, la cercanía del Dios que nos salva. Recorramos el itinerario que va desde nuestro corazón humano hasta el Corazón de Cristo, y hagamos nuestro, el deseo de S.Agustín: "para que, creyendo, obedezcan a Dios; obedeciéndole, vivan bien; viviendo bien, purifiquen su corazón; y purificando su corazón, comprendan lo que creen"(1).


San Agustín presenta la obediencia de la fe como luz para la vida creyente, Dios por esta acción va purificando la comprensión de lo que se cree. En este sentido la fe purifica el corazón. “Por lo tanto el primer principio de la purificación del corazón es la fe por la que se purifica la impureza del error, fe que, si se perfecciona por la caridad formada, causa la purificación perfecta(2) Porque la pureza del corazón es el preámbulo de la visión(3).

Desierto y corazón (4)
“En el desierto, el Señor tu Dios te llevaba como un padre lleva a su hijo, a lo largo de todo el camino que han recorrido hasta llegar a este lugar” (Dt 1,31). "En efecto, el desierto es un lugar de aridez y de muerte, sinónimo de soledad, pero también de dependencia de Dios, de recogimiento y retorno a lo esencial. La experiencia de desierto significa para el cristiano sentir en primera persona la propia pequeñez ante Dios"(5).

En la Sagrada Escritura cuando se habla del corazón, se va revelando un rico y profundo significado, y en este sentido, la puerta de acceso a la comprensión de este valioso contenido se encuentra en el libro de los salmos. La afirmación de que el hombre de corazón puro será admitido a la visón de Dios se consolida a lo largo de toda la Antigua Alianza, alcanzando con Jesús su cumbre en el llamado "Sermón del monte"(6) . Dios responde al interrogante que expresa el salmista: ¿Quién puede entrar en la visión de Dios? El hombre de manos inocentes y puro corazón. De allí que brote la exclamación; "dichosos los que viven en tu casa alabándote siempre. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su peregrinación" (Sl 83).

La cuaresma es conciencia de nuestra condición de peregrinos, con su consiguiente experiencia de finitud y fragilidad. El hombre debe preparar el corazón para la peregrinación y para ello, debe apoyarse totalmente en Dios. Esto le exige vivir una actitud de humildad, para reconocerse frágil e implorar de Dios el auxilio necesario, para no tomar equivocadamente otro camino, ni dejarse vencer por el abatimiento que trae el desaliento; " enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre" (Sl 85). "¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme;"(Sl 50).

La obstinación del corazón empecatado
La actitud obstinada del Pueblo que abandona a Dios y permanece en el pecado, ha sido descrita como dureza del corazón (cardioesclerosis). Ella se consolida en el hombre, cuando éste, no escucha la voz de Señor. "Pero mi pueblo no escucho mi voz, Israel no quiso obedecer: los entregué a su corazón obstinado, para que anduviesen según sus antojos" (Sl 80). La dureza del corazón, produce una ceguera tan cruel, que impide reconocer la presencia de Dios y su acción. Esta ceguera para el bien que Dios obra, va sumiendo el alma en una acidez(7)letal.

Dios por medio del salmista indica a su pueblo el camino que debe recorrer: "pueblo suyo, confiad en él, desahogad ante él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio" (Sl 61).

Jesús(8)en los relatos evangélicos, aparece juzgando severamente la situación en que se encuentra la mayoría de los miembros de su pueblo, duramente increpado con las palabras del Bautista, llamándolos "sepulcros blanqueados". Reconoce que este pueblo lo honra con sus labios, pero su corazón se encuentra muy lejos de él. La parábola de los viñadores homicidas, refleja claramente la incapacidad para reconocer la obra de Dios, expresada en esa respuesta negativa que se convierte en una interminable cadena de mal, que se va formando y trasmitiendo de generación en generación.

Del corazón que se aleja de Dios vienen "las intenciones malas, asesinatos, adulterios (y) fornicaciones" (Mt 15,19). Quien no percibe la presencia y acción de Dios, esta imposibilitado de conocer la verdad sobre el hombre y la obra redentora de Dios. La ceguera para con Dios, se convierte en ceguera con el hermano, y el corazón endurecido se convierte en amo de su hermano en lugar de ser su servidor.

El faraón(9)en las Escrituras Santas es un ejemplo arquetípico del “endurecimiento del corazón”. Una y otra vez, el Señor nos dirige esta Palabra "ojalá escuchéis hoy mi voz no endurezcáis el corazón" (Sl 94).
La pureza de corazón es el preámbulo de la visión

El Maestro divino proclama "bienaventurados" los limpios de corazón, canonizando a quienes tienen una gran rectitud interior, libre de prejuicios y condicionamientos socioculturales imperantes y, por tanto, dispuestos a cumplir en todo la voluntad divina. Quién es el puro de corazón? Cristo es el puro de corazón, y nos enseña de palabra y obra a vivir esta realidad. Obedeciéndole aprendemos a filializar nuestro corazón, por este camino se alcanza la pureza del corazón. Un corazón puro es un corazón de hijo.

Él proclama bienaventurados a los que no se contentan con la pureza exterior o ritual, sino que buscan la absoluta rectitud interior que excluye la mentira y la doble intención. “Muy insensatos son los que buscan a Dios con los ojos del cuerpo, sabiendo que sólo se le puede ver con el corazón. Así está escrito en otro lugar: Buscad al Señor con sencillez de corazón. Porque corazón limpio es lo mismo que corazón sencillo, y como es necesario tener sanos los ojos para ver la luz natural, así no puede verse a Dios si no está purificado aquello con que podemos percibirle>>(10)

"A los "limpios de corazón" se les promete que verán a Dios cara a cara y que serán semejantes a él (cf 1 Co 13,12; 1 Jn 3,2).. Ya desde ahora, esta pureza nos concede ver según Dios, recibir al otro como "prójimo"; nos permite considerar el cuerpo humano, el nuestro y el del prójimo, como un templo del Espíritu Santo, una manifestación de la belleza divina"(11). Dios bendice a los "sinceros de corazón "( Sl 124) revelándoles su rostro en medio de las situaciones de la vida, manifestándose como luz que testifica la Verdad. "Amanece la luz pare el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre" (Sl 96)

“Aquel cuyo oído del corazón es ya puro, más agudo y sensible, percibe el sonido (de la voz del Señor). Me refiero a la contemplación del universo por la cual alcanzamos a conocer el poder de Dios. Guiado por esto, el alma penetra allí donde Dios mora. La escritura lo llama tiniebla. Significa como queda dicho, lo incognoscible, lo invisible. Una vez allí, contempla el tabernáculo, no hecho por mano del hombre...”(12). La comunión es el fruto y la manifestación de aquel amor que, surgiendo del corazón del eterno Padre, se derrama en nosotros a través del Espíritu que Jesús nos da (cf. Rm 5,5), para hacer de todos nosotros “un solo corazón y una sola alma” (Hch 4,32)(13).


1- S. Agustín, fid. et symb. 10,25.
2-Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica IIa IIe c VII a.2.

3-Catecismo de la Iglesia Católica n 2519.

4- Diccionario del Nuevo Testamento, Cristiandad, Madrid 1977,p.153-154.Gr. Kardia, heb. leb. En el NT, el término designa a veces la sede de las fuerzas vitales; tiene generalmente un sentido metafórico. No significa exclusivamente la sede afectiva, sino que se refiere a la fuente de diversas manifestaciones del hombre: el lugar escondido, por oposición al rostro o a los labios, la fuente de los pensamientos intelectuales, de la fe, de la comprensión, del endurecimiento; es el centro de las opciones decisivas, de la conciencia moral, de la ley no escrita y del encuentro Dios, que es el único que puede llegar hasta el fondo.

El corazón se anima a la voz de Cristo (Lc 24,32); el Espíritu del Hijo que habita en él (II Cor 1,22; Ef 3,17) revela al hombre el amor de Dios (Rom 5,5; Gál 4,6) y le hace gritar:”Abbà, Padre”.El corazón del creyente no teme está purificado por la sangre de Cristo, por la que se hace un corazón puro, fuerte y en paz. X. Léon Dufour,

5- Juan Pablo II, Mensaje de cuaresma 1988.

6-El Sermón del Monte presenta una síntesis acabada del esbozo iniciado en los Salmos (ver Catecismo Nros 2518-2519.

7- Para penetrar en un diagnóstico espiritual claro y preciso, ver los dos libros del P. Horacio Bojorge sobre la acedia. Se lo puede encontrar en www.multimedios.org.

8- Jesús reconoce la presencia de esta enfermedad espiritual en la historia de Israel: :"... Se le acercaron unos fariseos con propósito de tentarle y le preguntaron:' ¿Es lícito repudiar a la mujer por cualquier causa?' El respondió: '¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo varón y hembra?' Y dijo: 'Por eso dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre'. Ellos le replicaron: 'Entonces, ¿cómo es que Moisés ordenó dar libelo de divorcio al repudiar?' Díjoles El:'Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no fue así'"(Mt. 19, 3 ss; cf. Mc 10, 2 ss).

9- “También está escrito que “Dios endureció el corazón del faraón” (Ex 9,12) y ¿ cómo le podríamos condenar, si es por fuerza divina como se obstinó y endureció su corazón? Por lo demás, el apóstol se expresa casi en los mismos términos cuando dice:”Y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, los entregó Dios a su mente réproba” (Rom 1,28)... Pero si es cierto lo que dice la escritura, y que Dios abandona a sus pasiones ala que libremente se esclaviza en ellas, no se endureció el Faraón porque Dios así lo quisiera, ni la vida indecente s producto de la virtud. San Gregorio de Nisa, Vida de Moisés, p.82.

10- San Agustín, Obras de San agustín XII, BAC Nª 121.

11-CIC n 2519.

12- San Gregorio de Nisa, Vida de Moisés, Sígueme, Salamanca,1993, p. 106
13- NMI, 42.

domingo, 18 de febrero de 2024

GIACOMO BIFFI: LA CUARESMA UNA AVENTURA DEL ESPÍRITU

Hoy iniciamos una aventura: una aventura del espíritu, que puede ser más emocionante y es ciertamente más seria y decisiva que cualquier aventura exterior. Justamente en estos términos debemos afrontar la experiencia cuaresmal, que una vez más nos propone la Iglesia, y que comenzamos desde este Miércoles de Ceniza.

La Cuaresma es un "camino": un camino que comienza desde la oscuridad y llega a la luz; un camino que comienza con pensamientos melancólicos sobre la muerte y la destrucción aparente del hombre ("recuerda que eres polvo y al polvo regresarás") y arriba al anuncio de la vida resucitada que iluminará de alegría y de esperanza la noche de Pascua; un camino que en la partida nos ofrece el programa áspero de la penitencia para hacernos después llegar a la serenidad de una transformación de nuestro interior, como reflejo de la gran renovación de los corazones y del universo obtenida para nosotros por el sacrificio y el triunfo de Cristo.

Este es el "camino de Dios", y va en sentido contrario a aquel al que trata de seducirnos el "mundo"; el "mundo", comprende aquí en el sentido de "principado de Satanás" (Cf. Jn 12, 31).

El Enemigo del hombre y de la verdad - "homicida" y "mentiroso", como lo llama Jesús (Cf. Jn.8, 44)- primero nos encandila con los espejismos apetecibles del placer sin ley, de la prevaricación que parece querer asimilarse a la omnipotencia del Creador, de insólitos y afectados paraísos terrestres. Pero después nos dirige y nos incita hacia el disgusto, la desesperación, la disgregación física, la muerte sin consolación: de la ilusión a la desilusión, ese es su recorrido.

Dios que nos ama, en cambio, nos lleva de nuestra oscuridad a su luz; nos mueve de la consideración amarga de nuestras culpas, del confesar y del llorar, y de la incontestable endeblez, a la espera de un estado de felicidad sin fin, hacia el cual somos encaminados con la vida cristiana.

Bien mirado, este paso hacia la gratificadora certeza del perdón obtenido, de los pensamientos de muerte a la exultación de poder alcanzar la verdadera vida, recoge y reproduce el dinamismo que es propio del Sacramento del Bautismo.

Y, a decir verdad, nosotros sabemos que la Cuaresma es precisamente un itinerario "bautismal". Lo es ante todo para aquellos que se preparan de hecho a ser regenerados por el agua y el Espíritu Santo en la noche de Pascua (ellos son los catecúmenos, por los cuales elevamos especiales oraciones); pero también para todos nosotros que en estas semanas debemos redescubrir nuestra historia de Redención.

El Bautismo es un tema perenne en la espiritualidad de los discípulos de Jesús, su riqueza es imborrable y siempre activa, y la guardamos en la profundidad de nuestro ser. Pero en este tiempo nuestro, este tema asume una nueva actualidad.

Estamos llamados, ahora como nunca antes, a la comparación con tantos hermanos en la humanidad que no son cristianos; y es importante que hagamos emerger y robustecer nuestra propia identidad. Más todavía, estamos envueltos por una mentalidad ilustrada que todo lo reduce a la pura naturaleza, y así no deja espacio a Cristo y a su acción de rescate y renovación. 

Frecuentemente nos vemos enfrentados nada menos que con el retorno de la vieja mentalidad pagana, por tanto no se distingue más al creyente del no creyente, y ahora se llega incluso a no hacer mucha diferencia entre los hombres y los animales.Es urgente entonces que regresemos a la plena consciencia de nuestra dignidad y de nuestras riquezas. 

Dios nos concede un nuevo nacimiento en el Bautismo Así podemos reconocer en Él a un Padre deseoso de hacernos partícipes de su herencia de amor, de luz, de alegría.El Bautismo, incorporándonos a Cristo, nos permite volver a recorrer su mismo itinerario victorioso y vivificante: "Fuimos, pues, con él sepultados por el Bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva" (Rom 6,4) 

El Bautismo nos confiere el "sacerdocio real", nos agrega a la "nación santa", nos introduce en el "Pueblo que Dios se ha adquirido" (Cf. 1Pe.2,9); por lo tanto nos hace pertenecer a la Santa Iglesia Católica. 

He aquí entonces el programa de esta Cuaresma.Se trata de renovar nuestro Bautismo, en toda su verdad y en toda su belleza. Debemos limpiar aquello que lo ofusca y cortar aquello que lo aprisiona y le impide fructificar.Una superficialidad o una ausencia de una cultura religiosa, o al menos catequética, escondiendo a nuestra mirada las sublimes realidades bautismales, lo ofuscan. Las incoherencias, las componendas, las infidelidades lo tienen encadenado en la inercia. 

Que en esta Cuaresma sea más asidua y más comprometida la contemplación de la Palabra de Cristo, para que el Bautismo resplandezca como merece ante nuestra mente. Convirtámonos de una conducta culpable o incluso solamente mediocre, para que el Bautismo pueda verdaderamente desarrollar toda su espléndida eficacia de gracia, de caridad actuante, de alegría del alma.

miércoles, 14 de febrero de 2024

DIÁCONO JORGE NOVOA :TU PADRE VE EN LO SECRETO ( Mt 6,1-6.616-18)

El texto evangélico que se encuentra en san Mateo, y que abre el tiempo de Cuaresma, contiene a modo de antífona esta afirmación: "tu Padre que ve en lo secreto". Jesús ha revelado el rostro del Padre, ha dicho, " el que me ve a mí ve al Padre",y  también nos ha dado a conocer su voluntad. Este texto, advierte sobre una relación que se puede establecer, entre aquellos que se denominan "hijos", aunque con sus comportamientos niegan y desconocen al Padre.

Hay un vivir que manifiesta desconocer al Padre, y  que se expresa con distintos verbos, intentaremos sintetizarlos con la expresión:"vivir de cara a los hombres". Vivir de cara a los hombres ,encuentra su opuesto en vivir de cara al Padre. Muchos buscan ser "vistos","reconocidos", "aprobados", "saludados" por los hombres, y viven para estos "reconocimientos humanos". Falsifican la vida de hijos, y sus obras no son agradables al Padre porque buscan "reconocimientos  humanos". Disfrazados de hijos son "asalariados del mundo",
se sacian en el banquete de la "gloria de este mundo"y  no viven para el  Padre que a su tiempo los recompensará.

La vida de los hijos está oculta a los ojos de las "glorias" que otorga este mundo. El texto siempre remarca la necesidad de vivir de cara, a este "ver en lo secreto" del Padre. Podríamos reconocer este escenario del hombre como su propio corazón. El Padre ve tu corazón, y sabe cuales son sus motivaciones profundas. Allí está el origen del diálogo filial, hay que encontrarse con la mirada del Padre en lo profundo del corazón, allí donde están las motivaciones que permanecen ocultas a los hombres. El Padre  nos engendra como hijos desde  esta mirada al Corazón, de no reconocerla, seguiremos mendigando reconocimientos humanos aunque estemos activamente participando en la vida de la Iglesia.

Cómo conocer lo que agrada al Padre? Jesús nos ha revelado el camino de la filialización del corazón, que no es otro que el de la obediencia al designio del Padre. Nada queda excluido de esta realidad, no se trata de " tareas" importantes o humildes , se trata de la conversión del corazón, si ella nace del encuentro con la mirada del Padre, manifestada en Jesús de Nazaret o de la falsificación que el mundo propone.

Este vivir de cara a los hombres, por oposición a vivir de cara al Padre, es la corrupción del cristianismo, que reza el Padrenuestro, pero obra para la gloria de este mundo.

Seguramente alguno preguntará, entonces los hombres y el mundo no nos ayudan en nuestro camino de ser" hijos"? Si vivimos en presencia del Padre, ubicaremos al mundo y los  hombres  en su justo lugar, y les serviremos sin servilismos, y sabremos vivir sus halagos y fracasos en paz. Somos nosotros los que debemos responder a esta invitación que nos hace Jesús, nosotros debemos convertirnos, es decir, volvernos al Padre, a su mirada y recompensa.

Algunos piensan la recompensa en términos comerciales. Qué me podrá dar el Padre? No existe nada, que el Padre no pueda dar, pero lo más importante es que se dará ÉL mismo. Me introducirá cada vez más en el gozo de ser su hijo. Le conoceré, entendiendo el verbo en sentido bíblico, más perfectamente , y me engendrará espiritualmente como hijo y hermano, para siempre desde la eternidad.

viernes, 2 de febrero de 2024

SAN BLAS (OBISPO-316 dC)

 
Blas significa "arma de la divinidad". San Blas fue obispo de Sebaste, Armenia .
 
Al principio ejercía la medicina, y aprovechaba la gran influencia que le daba su calidad de excelente médico para hablarles a sus pacientes en favor de Jesucristo y de su santa religión, y conseguir así muchos adeptos para el cristianismo.
 
Al conocer su gran santidad, el pueblo lo eligió obispo. Hizo vida eremítica en una cueva en el bosque del monte Argeus, que convirtió en su sede episcopal. Cuando estalló la persecución del Emperador, san Blas se recluyó en una cueva de la montaña, y desde allí dirigía y animaba a los cristianos perseguidos y por las noches bajaba a escondidas a la ciudad a ayudar, socorrer y consolar a los que estaban en las cárceles, y a llevar la Sagrada Eucaristía.
 
Cuenta la tradición que a la cueva donde estaba escondido el santo, llegaban las animales heridos y él los curaba. Pero un día, Blás vio que llegaban cerca de la cueva cazadores del gobierno, y entonces espantó a los animales para librarlos de la cacería.
 
Entonces los cazadores, en venganza, se lo llevaron preso. Su llegada a la ciudad fue una verdadera apoteosis, el pueblo, aún los que no compartían la fe , salieron aclamarlo como a un verdadero santo y un gran benefactor y amigo de todos.
 
El gobernador le ofreció favores temporales si renegaba y abandonaba la religión de Jesucristo, y si se pasaba a la religión pagana, pero san Blas proclamó que él sería amigo de Jesús hasta el último momento de su vida.
 
Entonces fue apaleado brutalmente y desgarraron con garfios sus espaldas. Sufrió un feroz martirio. Él rezaba por sus verdugos y para que todos los cristianos perseveraran en la fe.
 
EL MILAGRO QUE LO HIZO FAMOSO
Luego de ser tomado como prisionero, el despótico emperador Dioclesiano, viendo que el santo no dejaba de proclamar su fe en Dios, decretó que le cortaran la cabeza. Y cuando lo llevaban al sitio del martirio iba bendiciendo por el camino a la inmensa multitud que lo acompañaba lleno de admiración. Y su bendición obtenía la curación de muchos.
 
Había entre ellos una pobre mujer que tenía a su hijo agonizando porque se le había atravesado una espina de pescado en la garganta. Corrió hacia el sitio por donde debía pasar el santo. Se arrodilló y le presentó a su hijo que se ahogaba.
 
San Blas le colocó las manos sobre la cabeza y rezó por él. Inmediatamente la espina desapareció y el niño recobró su salud.
 
Lo decapitaron por el año 316. Y después de su muerte se le atribuyeron muchos milagros de Dios en favor de los que le rezaban. Se hizo tan popular que en sólo Italia llegó a tener 35 templo dedicados a él. Es patrono de la República del Paraguay, de numerosas localidades españolas y de Dubrovnic (Croacia).
 
Era invocado como patrono de los cazadores y las personas le tenían gran fe como eficaz protector contra las enfermedades de la garganta. El 3 de febrero se bendicen dos velas en honor de san Blás y al colocarlas en la garganta se lo invoca diciendo: "Por intercesión de san Blas, te libre Dios de todos los males de la garganta".

jueves, 1 de febrero de 2024

NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA


Existe una antigua tradición iniciada en el siglo VII por el Papa Sergio I, donde los fieles hacían una piadosa procesión nocturna llevando en sus manos una veladora encendida en honor a la fiesta de la Presentación del Señor o de la Purificación de su Santísima Madre.
El maestro Gregorio Vázquez de Arce y de Ceballos pintó antes de su muerte un lienzo de casi un metro de largo por un poco más de sesenta centímetros de ancho, que fue entregado a los religiosos agustinos a cambio de los servicios funerarios que pronto requeriría por su frágil estado de salud física y síquica. El precioso óleo representa a la Santísima Virgen en su advocación de Nuestra Señora de la Candelaria, cuya fiesta celebran algunos países el día dos de febrero.

De allí el nombre de la advocación de Nuestra Señora de las Candelas o Candelaria. Algunos académicos consideran que el vocablo viene de Oriente y significa encuentro -de Nuestro Señor Niño con el Dios de Abraham y con el orbe entero- ya que había sido denominado por el justo Simeón como “luz para iluminar a las naciones” (Lc 2,32). La iconografía cristiana ha querido representar a la Madre del Redentor con el bebé en sus brazos, una larga veladora en su mano derecha y dos tórtolas ofrecidas como sacrificio, de acuerdo con lo prescrito por la ley mosaica (Lc 2,24). La conmemoración se empezó a realizar el 2 de febrero, por ser a los cuarenta días de la Navidad, 25 de diciembre.

Existe otra piadosa advocación, con el mismo nombre, que también se ha arraigado fuertemente en la piedad de los cristianos. La Reina del Universo apareció cerca del año 1400 en el archipiélago de las islas Canarias a dos pastores que intentaban encerrar su ganado en el corral sin obtener éxito. Atribuyeron su fracaso a una figura femenina posada sobre una peña cercana a la orilla del mar, que obstaculizaba el paso de las bestias. Los labriegos le hacían señas –ya que les era prohibido acercarse a las mujeres- para que les permitiera el paso de los animales, pero en su afán quedaron paralizados. Asombrados por lo sucedido acudieron al rey Acaymo, quien concurrió presuroso con algunos de sus colaboradores para verificar lo relatado por los campesinos. El monarca al apreciar la sobrenatural imagen quiso transportarla para ubicarla en un lugar apropiado, pero el peso de la figura le impidió seguir su camino. Hoy día como recuerdo del hecho, una gran cruz enmarcada por un inmenso océano azul sobresale en la planicie. Allí cerca, después de la propagación de la fe por evangelizadores españoles, se le erigió un santuario que fue terminado en al año de 1526. Hernán Cortés propagó esta devoción a la Santísima Virgen de la Candelaria al llegar a México, y desde allí se extendió rápidamente a la América hispana.

En Colombia algunos templos tienen el privilegio de estar dedicados a Nuestra Señora de los Candiles o de la Luz, como también se le ha denominado: entre otros, la antigua catedral de Medellín; el santuario de Purificación, Tolima; y la parroquia del barrio bogotano del mismo nombre, ubicada a escasos metros del casa-taller del gran pintor de la colonia Gregorio Vázquez.
Recordemos un trecho de la oración de San Sofronio, obispo del siglo séptimo, dedicada a Nuestra Señora de la Candelaria “Del mismo modo que la Virgen Madre de Dios, tomó en sus brazos la luz verdadera y la comunicó a los que yacían en tinieblas, así también nosotros, iluminados por Él apresurémonos a salir al encuentro de Aquel que es la luz eterna”.

Fuente: Original para El Catolicismo
Alonso Jaramillo, KCHS, BM / alonsico@yahoo.com, 28 de enero de 2008

LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO


En esta sección vamos a estudiar tres acontecimientos religiosos celebrados por la Sagrada Familia inmediatamente después del nacimiento de su Primogénito: la circuncisión, la purificación de la Madre y la Presentación del Hijo en el Templo.

21 Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido en el seno materno.
 
Para otras naciones que la practicaban, la circuncisión era frecuentemente diferida hasta la edad de la pubertad y se consideraba bien como un rito de paso de la infancia a la edad adulta, o bien se practicaba en vistas al matrimonio. Entre los israelitas, en cambio, la circuncisión tenía lugar el octavo día después del nacimiento

Dijo Dios a Abraham: «Guarda, pues, mi Alianza, tú y tu posteridad, de generación en generación. Esta es mi Alianza que habéis de guardar entre yo y vosotros - también tu posteridad -: Todos vuestros varones serán circuncidados. Os circuncidaréis la carne del prepucio, y eso será la señal de la Alianza entre yo y vosotros. A los ocho días será circuncidado entre vosotros todo varón, de generación en generación, tanto el nacido en casa como el comprado con dinero a cualquier extraño que no sea de tu raza( Gn 17,9-12).

El pueblo de Israel lo consideró como un mandato divino en el contexto de la Alianza y como signo distintivo de la pertenencia del pueblo a Dios. En este sentido se puede entender en la tradición cristiana que la circuncisión prefiguraba el Bautismo. La circuncisión de Jesús es señal de su inserción en la descendencia de Abrahán, en el pueblo de la Alianza, de su sometimiento a la Ley (cfr.Gal 4,4) y de su consagración al culto de Israel en el que participará durante toda su vida. Este signo prefigura el Bautismo cristiano, mejor incluso que el bautismo de penitencia de Juan. Pero en la nueva economía de la salvación aquel signo ha dejado de tener vigencia

Porque en Cristo Jesús no tienen valor ni la circuncisión ni la incircuncisión, sino la fe que actúa por la caridad( Gal 5,6).
 
El cumplimiento del rito de la circuncisión no estaba reservado a los sacerdotes. También las mujeres, al menos en época posterior, podían circuncidar; pero la costumbre era hacer venir al encargado local de la circuncisión (môhel) para efectuar la operación. En tiempos de Jesús sólo en el momento de la circuncisión el niño recibía el nombre. Se puede relacionar esta costumbre con el hecho de que Dios hubiera cambiado los nombres de Abrahán y de Sara el declarar la ley de la circuncisión (Gn 17,5-15).
 
Según el anuncio del ángel (Lc 1,31) es María quien debe dar el nombre a Jesús; pero en este pasaje no se especifica quién lo ha hecho, mientras que Mateo (Mt 2,21) nos refiere que José “le dio el nombre de Jesús”. No era costumbre poner al hijo el mismo nombre de su padre, dado que los semitas, como muchos otros pueblos antiguos, distinguían a las personas de un mismo clan añadiendo el nombre del padre, como “Simón, hijo de Jonás”( Mt 16,17). A Jesús le llamarían habitualmente “Jesús, hijo de José”.
 
22 Y cumplidos los días de su purificación según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, 23 como está mandado en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor; 24 y para presentar como ofrenda un par de tórtolas o dos pichones, según lo mandado en la Ley del Señor.
 
Según la ley hebrea (Lev 12,2-8), la mujer al dar a luz quedaba impura. La madre de hijo varón terminaba el tiempo de impureza legal a los cuarenta días del nacimiento, con el rito de la purificación.
 
Es común a los pueblos, desde antiguo, considerar sagrado aquello que se relaciona con el sexo y su función generadora. El nacimiento de un nuevo ser a la siempre es señal de bendición divina. Por otra parte, Dios mismo ordena a la primera pareja que crezca y se multiplique(Gn 2,25;3,7). Ese aspecto sagrado de la generación es lo que hizo que en algunos pueblos se relacionara con prácticas sexuales, dándose el caso de la llamada “prostitución sagrada”; de hecho, en ocasiones, a la malicia moral de ciertos actos desordenados se añade, sobre todo, su relación con la idolatría.
 
Por otra parte, el abuso que ha hecho el hombre de esas facultades fecundadoras buscando unos fines de mera complacencia, ajenos a la naturaleza misma del sexo, originó sentimiento de rechazo por ser considerados rectamente como vergonzosos. Tales sentimientos se traducen en esas normas de purificación y de estima de la virginidad y de la continencia, sobre todo en lo relacionado con el culto a Dios; de ahí las disposiciones que prohibían realizar el acto conyugal cuando alguien se relacionaba con lo sagrado(cfr 1. Sam 21,5-7). Por lo demás, la naturaleza misma del hombre siente un instintivo pudor en relación con el sexo. El relato del Génesis sobre la desnudez de nuestros primeros padres(Gn 2, 25; 3,7), antes y después del pecado, atestiguan ese dato, recogido también por San Pablo al considerar cómo los miembros menos decentes “los tratamos con mayor decoro”(1 Cor 12,23). Así pues, en los pueblos antiguos, incluido Israel, todo lo relacionado con la generación estaba envuelto en el misterio, conjugándose la veneración, a veces idolátrica, con un rechazo en ocasiones irracional(Bibia de la Universidad de Navarra, comentario a Lev.12,1-4).
 
La Virgen María, siempre virgen, de hecho no estaba comprendida en estos preceptos de la Ley, porque ni había concebido por obra de varón, ni Cristo al nacer rompió la integridad virginal de su Madre. Sin embargo, Santa María quiso someterse a la Ley, aunque no estaba obligada.
 
En cuanto al rito de rescate del primogénito, conviene leer el siguiente pasaje del Éxodo:
«Conságrame todo primogénito, todo lo que abre el seno materno entre los israelitas. Ya sean hombres o animales, míos son todos.» Consagrarás a Yahvé todo lo que abre el seno materno. Todo primer nacido de tus ganados, si son machos, pertenecen también a Yahvé. Todo primer nacido del asno lo rescatarás con un cordero; y si no lo rescatas lo desnucarás. Rescatarás también todo primogénito de entre tus hijos. Y cuando el día de mañana te pregunte tu hijo: "¿Qué significa esto?", le dirás: "Con mano fuerte nos sacó Yahvé de Egipto, de la casa de servidumbre." Como Faraón se obstinó en no dejarnos salir, Yahvé mató a todos los primogénitos en el país de Egipto, desde el primogénito del hombre hasta el primogénito del ganado. Por eso sacrifico a Yahvé todo macho que abre el seno materno, y rescato todo primogénito de mis hijos.(Ex 13,2.12-15)
 
Esta disposición mosaica indica que todo primogénito pertenece a Dios y debe serle consagrado, esto es, dedicado al culto divino. Sin embargo, desde que éste fue reservado a la tribu de Leví, aquellos primogénitos que no pertenecían a esta tribu no se dedicaban al culto; y para mostrar que seguían siendo propiedad especial de Dios se realizaba el rito del rescate.
 
La Ley mandaba también que los israelitas ofrecieran para los sacrificios una res menor, por ejemplo un cordero, o si eran pobres, un par de tórtolas o dos pichones. El Señor, que “siendo rico se hizo pobre por nosotros, para que vosotros fueseis ricos por su pobreza”(2. Cor 8,9), quiso que se ofreciera por Él la ofrenda de los pobres.
 
La expresión “para presentarlo al Señor”, del versículo 22, puede tener un significado todavía más profundo, sobre todo tratándose de San Lucas, que a lo largo de todo su Evangelio da mucho realce a Jerusalén y al Templo. Lo cierto es que el rescate del primogénito no exigía la presentación física del Niño en el Templo. Que sus padres quisieran “presentarlo” indica algo más. La expresión “parastêna tô Kyriô” se interpreta literalmente como la escena en que un siervo sagrado es introducido ante la presencia de su señor. Quizá San Lucas quiere decir que Jesús está puesto ahora fundamentalmente al servicio de Dios, más o menos como Samuel o un nazareo(Num 6,1-81) y está consagrado a Él. El uso del verbo “parastesai” en San Lucas debe ser semejante al de su maestro San Pablo, cuando dice, por ejemplo:
 
Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual(Rom 12,1).