viernes, 27 de septiembre de 2013

HANS URS VON BALTHASAR: XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)


"Tumbados sobre las camas".De nuevo la primera lectura de Amós es importante para comprender el evangelio. No solamente se echan pestes contra las posesiones y las riquezas, sino contra lo que éstas producen en el hombre con harta frecuencia: sibaritismo, holgazanería,borrachera de bienestar sin tener para nada en cuenta la situación del país (Israél estaba entonces seriamente amenazado, pero no os doléis de los desastres de José). Esta despreocupación egoísta y esta falsa autoseguridad son condenadas por el profeta: "se acabó la orgía de los disolutos, "irán al destierro" los primeros.

"Se murió el rico y lo enterraron".El evangelio subraya ante todo la enorme fosa que se abre entre la opulencia de la vida del rico y la miseria del pobre, que está "echado en el portal", con lo que lo que ocurre dentro de la casa del epulón, sin que nadie se preocupe por sus llagas, excepto los perros sucios y vagabundos que se acercan a lamérselas. Jamás muestra solamente esto, y por eso no debemos tratar de matizar teológicamente la parábola en ningún sentido (por ejemplo, en los detalle sde la concepción del más allá). Externamente ésta imagen no parece ir más allá que la de los profetas; pero Jesús, que definió mucho más concretamente el mandamiento del amor al prójimo, lleva el alcance del escandaloso contraste entre pobre y rico mucho más lejos que en la Antigua Alianza: en el más allá ésta fosa se convierte en un abismo definitivo - es un abismo inmenso que nadie puede cruzar- entre el consuelo en el seno de Abrahán y los tormentos provocados por las llamas del infierno. Ese abismo es también infranqueable para Abrahán y la petición que le hace el epulón de que mande a Lázaro a casa de su padre para advertir a sus cinco hermanos, no tiene ningún sentido, porque si no escuchan a Moisés y a los profetas,¡cómo van a hacer caso de un pobre hombre!Esta sencilla parábola no es más que una concreción de unas palabras de Jesús que quizás nos resulten difíciles de entender: Dichosos los pobres.¡Ay de vosotros los ricos! (Lc 6,20.24).

"Conquista la vida eterna". La segunda lectura ensancha de nuevo la perspectiva. Hay dos actitudes radicalmente opuestas; ahora se trata de adoptar la unión correcta, la que salva.Timoteo, el discípulo de Pablo ha tomado ya su decisión, y esto públicamente, ante muchos testigos, exactamente lo mismo que hizo Jesús cuando tomó la decisión y dio testimonio de ella ante Pilato y todo el pueblo. Lo que importa de ahora en adelante es perseverar en la elección que se ha hecho y "conquistar la vida eterna" por anticipado, aún cuando esta perseverancia exige un combate permanente, "el buen combate de la fe", que debe llevarse a cabo "sin mancha ni reproche" como encargo de Cristo y de la Iglesia. Pero conquistar la vida eterna no quiere decir tratar de aferrar o apresar a Dios; la conclusión doxológica es aquí importante: Dios, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver, solo puede ser adorado,nunca aferrado o conquistado por el hombre. Decidirse por él, dar testimonio de él, significa por el contrario que se ha sido aferrado por él y que se cumple su encargo.

ENCUENTROS CON JESÚS- 28 DE SEPTIEMBRE

ENCUENTROS CON JESÚS
28 DE SEPTIEMBRE 2013- 16 HS
MARÍA DE NAZARET REINA DE LA PAZ
(María Reina)

EL PUBLICANO Y EL FARISEO EN EL TEMPLO


Ambos estaban en el mismo lugar, a la misma hora, haciendo exteriormente lo mismo, pero, Jesús dice que uno sólo agradó al Padre con su oración....Y mi vida, y la tuya? Y mi oración, y la tuya? No basta estar exteriormente en el lugar adecuado a la hora oportuna...

Retiro espiritual gratuito y abierto.

16- Hora de Adoración y Santo Rosario.
17- Predicación de la Palabra. (Diác Jorge Novoa)
18- Paseo con el Santísimo Sacramento
19- Santa Misa ( P. Raúl Díaz)

HORACIO BOJORGE SJ : EL DEMONIO DE LA ACEDIA (13)

jueves, 26 de septiembre de 2013

ALUMNOS PROFANARON IGLESIA SAN IGNACIO


Alumnos del Colegio Nacional Buenos Aires profanaron San Ignacio, confirmó el párroco
Miercoles 25 Sep 2013 | 16:17 pm
FUENTE: AICA
Buenos Aires (AICA): El presbítero Francisco Baigorria, párroco de San Ignacio de Loyola, la iglesia más antigua de Buenos Aires que apareció está mañana con pintadas anticatólicas y varios destrozos, responsabilizó por los incidentes a los alumnos del colegio Nacional Buenos Aires, quienes orinaron el altar mayor.
El presbítero Francisco Baigorria, párroco de San Ignacio de Loyola, la iglesia más antigua de Buenos Aires que apareció está mañana con pintadas anticatólicas y varios destrozos, responsabilizó a los alumnos del colegio Nacional Buenos Aires por los incidentes, ya que del “único modo” en el que los vándalos pueden haber ingresado es a través de los pasajes que unen a ambos edificios.

“Está confirmado [que fueron los chicos] porque del único modo que pueden haber ingresado durante la noche es a través del túnel”, señaló el sacerdote a AICA. En la mañana, al llegar a la parroquia, encontró los destrozos y enseguida dio aviso a la policía.

"Es un tremendo daño espiritual y moral porque profanaron. Hicieron sus necesidades en el altar”, señaló dolido el presbítero, quien trabajó durante la mañana para reacondicionar el templo para la misa de las 13, que se celebró en uno de los altares laterales, a la espera de alguna determinación del arzobispado para realizar un acto de desagravio.

Los daños afectaron a un grupo de bancos de madera, sobre los cuales encendieron fuego la silla del celebrante, de madera y paño bordó. En el suelo, se leían inscripciones hechas con pintura como "Hipócritas”, “Ni Dios ni amo” y “La única iglesia que ilumina es la que arde”. El padre Baigorria lamentó que hubieran evocado "frases conocidas de la historia argentina". Iguales pintadas aparecieron años atrás en la catedral metropolitana.

El padre Baigorria informó a esta agencia que mantuvo reuniones con las autoridades del Colegio Nacional Buenos Aires, quienes lamentaron el hecho y le manifestaron su deseo de sancionar a quienes profanaron la iglesia. “Ellos tienen que ver bien qué hacen, pero antes tienen que ver quiénes son los autores, y luego qué normativas toman”, explicó.

Durante el día, Nicolás Cernadas, referente del Centro de Estudiantes, confirmó que los hechos fueron realizados por cinco alumnos del colegio, que permanece tomado hace días en repudio al plan educativo que prevé la adecuación de la Ley Nacional de Educación en la ciudad de Buenos Aires.

Juan Manuel Cuello, presidente del órgano que reúne a los estudiantes, repudió los hechos delictivos y aseguró que enviarán a la parroquia una delegación para solidarizarse y ofrecer el pago de las reparaciones. Y aseguró que dialogaron con los estudiantes que profanaron el templo: "Reconocieron su error, pero seguimos repudiando el hecho y pedimos que se hagan las investigaciones pertinentes".+

DIÁCONO JORGE NOVOA : JUAN BAUTISTA, EL AMIGO DEL NOVIO

miércoles, 25 de septiembre de 2013

MEDJUGORJE 25 DE SEPTIEMBRE

“Queridos hijos: También hoy los invito a la oración. Que vuestra relación con la oración sea cotidiana. La oración hace milagros en ustedes y a través de ustedes, por eso hijitos, que la oración sea alegría para ustedes. Así entonces, su relación con la vida será más profunda y más abierta, y comprenderán que la vida es un don para cada uno de ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

PAPA FRANCISCO: EL SACRAMENTO NO ES UN RITO MÁGICO

domingo, 22 de septiembre de 2013

CRONOLOGÍA DEL PADRE PÍO DE PIETRELCINA


ENRIQUE CALICÓ: Cronología del Padre Pio
1887. El 25 de mayo nace en Pietrelcina, Benevento, al sur de Italia.
1896-1902. Estudios elementales y primarios en su localidad natal.
1903. Noviciado en la Orden Franciscana, en los Capuchinos de Morcone.
1907. Profesión de votos solemnes.
1904-1909. Estudios eclesiásticos.
1909-1916. Con breves períodos en distintos conventos, permanece en Pietrelcina debido a su delicado estado de salud. Primeros fenómenos místicos. Los superiores dudan entre expulsarlo de la Orden o concederle permiso de exclaustración. Conceden permiso en 1915.
1915-1918. Llamado a filas, destinado en la 10ª Compañía de Sanidad en Nápoles. Periodo de permanencia en cuarteles interrumpida por inspecciones médicas y convalencencias.


1916. De febrero a julio en el convento de Santa Ana de Foggia y a partir de julio en Sta. María de las Gracias, en S. Giovanni Rotondo, en el monte Gargano, diócesis de Manfredonia.
1918. 5-7 agosto: Transverberación del corazón. 20 septiembre: Estigmatización. Comienza a acudir una multitud de personas a sus eucaristías y a confesarse.
1919-1920. Informes médicos que reconocen carácter sobrenatural de las heridas. Posterior visita doctor Gemelli e informe desfavorable a la prensa y al Santo Oficio. Oposición de canónigos y arzobispo de diócesis de Manfredonia, Mons. Gagliardi.
1923-31. Medidas restricitivas del ministerio del Padre Pío, por el Santo Oficio: celebración privada de la misa, no confesiones, no correspondencia, traslado a otro convento.
1931-1933. Práctica encarcelación en el convento del Padre Pío.
1933. Visita de Mons. Passetto por encargo de S.S. Pío XI. Nuevo obispo de Manfredonia Mons. Cesarano. Levantamiento de todas las restricciones y libertad para el ministerio.
1935. Bodas de plata sacerdotales. Bendición papal de S.S. Pío XI. Se multiplican las personas que acuden a S. Giovanni Rotondo, los fenómenos místicos, las conversiones y los milagros.
1942. Comienzan los Grupos de Oración. Apoyo de S.S. Pío XII al Padre Pío.
1956. Inauguración de la Casa Sollievo della Sofferenza.
1958. Quiebra de la Banca Giuffrè y problemas económicos de la provincia capuchina. Los superiores piden fondos de las obras del Padre Pío para saldar las deudas de la Orden. El Padre Pío y el administrador sólo conceden una cantidad limitada. Nuevas investigaciones, grabación secreta de sus conversaciones y confesiones.
1960. Mons. Ottaviani y Mons. Crovini, del Santo Oficio, visitan a Padre Pío y sus obras, informe favorable. Mons. Capovilla y Mons. Maccari, de la Secretaría de S.S. Juan XXIII, repiten visita y dan informe desfavorable. Bodas de oro sin bendición papal.
1960-1964. Nuevas limitaciones a su ministerio. Sus partidarios le defienden. Antes de morir, S.S. Juan XXIII destituye a los superiores que le han venido persiguiendo.
1964-1967. S.S. Pablo VI le restablece en la libertad de culto y ministerio. Deterioro progresivo de su estado de salud.
1968. El 20 de septiembre se cumplen 50 años de su estigmatización. Padre Pío muere el 23 de septiembre.
1983. Comienza la Causa para su Beatificación y Canonización.
1998. Se aprueba la autenticidad del milagro de la Sra. Consiglia de Martino.
1999. 2 de mayo. Beatificación por Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro.
2002.16 de junio. Canonización por Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro

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VITTORIO MESSORI: PADRE PÍO, UN SANTO PARA LOS SENCILLOS, QUE SE PUEDE TOCAR


El cuerpo en la urna de Padre Pío, las reliquias, las pérdidas hemáticas de los estigmas: lo que horroriza al eterno gnosticismo intelectual, a su abstracción, a su espiritualidad aséptica es, precisamente, lo que aparece como un signo de Dios ante el «sensus fidei» de la llamada «gente común»

Comprendo bien el desconcierto, si no la repulsión, de muchos laicos e incrédulos ante un santo como el Padre Pío, y a las formas y modos de su culto. Es más: me solidarizaría con ellos, esas sensaciones de estupor y molestia serían también mías, si las vicisitudes de la vida no me hubieran llevado a una perspectiva cristiana. Es más, católica: una devoción así puede ser comprendida por las Iglesias greco-eslavas, aunque con matices diversos, pero es aborrecida por las confesiones cristianas cercanas a la Reforma. Para ateos, agnósticos, protestantes, el clímax de este horror clerical ha sido el directo televisado de la exposición del cuerpo del capuchino, con un adecuado tratamiento de silicona sobre el rostro, como ha explicado el especialista, y la urna a una temperatura controlada.

Pero también para muchos católicos que se dicen «adultos», todo en San Giovanni Rotondo es teológicamente incorrecto: desde aquel 1918 en que se manifestaron los estigmas sobre el cuerpo del oscuro fraile, hasta hoy. Y siempre será «incorrecto», a pesar de los intentos algo patéticos de normalizar el escándalo que representa el Padre Pío. Y en esta línea de adecuación al «mundo», también entra haber encargado la nueva basílica a una «estrella» de la arquitectura como Renzo Piano. Un gran profesional, naturalmente, pero de un explícito, rocoso agnosticismo, y exponente de una cultura que está en los antípodas de aquella en la que está inmerso el santo franciscano.

En la historia de Padre Pío están las plebes rurales del Sur, está la escualidez de los más que pobres, miserables conventos donde frailes llevados allí desde niños -a menudo más por necesidad que por vocación- se arrastran en sayos de dudosa limpieza. Una cultura infradesarrollada y arcaica, hostil a una modernidad a la que teme, pero de la que ignora las razones y el desarrollo. Una religiosidad dialectal, para turbas de cuya devoción nunca ha sido arrancada del todo la tenaz persistencia pagana. Sobre este fondo, surge la sangre de llagas que empapan toallas de tela tosca, las voces de signos celestiales y de milagros, la formación de un culto presidido por viejas analfabetas y pasionales, con la cabeza envuelta en chales negros, el asedio al convento de una pobre gente que invoca la curación de antiguos males como la tuberculosis, la malaria, el raquitismo. El mundo de Padre Pío es el de los rosarios, el de las estampitas coloreadas, el de las reliquias y las indulgencias, de los ángeles de la guarda, del temor al diablo, de los exorcismos, de los pequeños sacrificios, de las procesiones por el santo patrón, del agua bendita; el mundo de esa «piedad» popular que en el sur asume acentos exasperados.

Solo he ido una vez a San Giovanni Rotondo. Fue en los años setenta, y allí encontré todo lo que ya esperaba: los autocares de las parroquias de provincias alrededor de los cuales los peregrinos comían sus bocadillos y bebían de la garrafa, una alcaldía caótica de cemento visto, una masa de pequeños albergues levantados con prisa, una cortina ininterrumpida de vitrinas y banquitos sobre los que se ofrecían objetos de un kitsch caricaturesco, explanadas polvorientas para aparcamientos confusos, la gran mole del hospital, de una excelente reputación sanitaria, pero de arquitectura «estilo Ceaucescu». Bajo un sol implacable se movían filas de peregrinos que entonaban cánticos en las estaciones de los vía crucis, arrastrando de la mano a niños gimoteantes.

No he vuelto a ir, porque este primer acercamiento me bastó para confirmarme en la devoción por el Padre Pío, y en la convicción de que en él se ha manifestado verdaderamente el misterio del Dios de Jesús. ¿Una paradoja? Cierto, igual de paradójico que ese cristianismo que -lo dice san Pablo- «es escándalo y locura para el mundo, pero para aquellos que creen, es sabiduría de Dios». Y tan paradójico como el grito de Jesús: «Te doy gracias, Padre, porque has revelado estas cosas a los pequeños y a los ignorantes, y se las has ocultado a los a los sabios y a los poderosos». Y tan paradójico como el Magnificat, entonado por María, dando gracias al Padre que «exalta a los humildes».

Observa Pascal que, en el cristianismo, «las cosas son verdaderas o falsas, escandalizan o edifican según el punto de vista desde el que se mira». Si nos situamos en una perspectiva evangélica, es signo de verdad, precisamente, todo lo que incomoda y provoca malestar y sarcasmo desde la perspectiva humana. Entendámonos: la devoción por Padre Pío es interclasista, reúne a las masas de las más diversas clases sociales. Pero del mismo modo que el santo es, sociológicamente, un pueblerino del sur, pueblerina puede llamarse a la gran masa de sus seguidores, pueblerinos son sus gustos y sus sensibilidades. Esto, para un cristiano, no es motivo para dudar, sino para convencerse de la presencia en este estigmatizado del espíritu de Jesús, que tantas veces quiso rodearse de multitudes como ésas y que a sencillos como ésos quiso revelarse de modo privilegiado. Multitudes que hoy parecen secularizadas, masas a las que la televisión y el consumismo han envenenado, pero que conservan, por instinto, algo del sano, obligado «materialismo» del cristianismo, religión de carne y de sangre.

El cuerpo en la urna de Padre Pío, las reliquias, las pérdidas hemáticas de los estigmas: lo que horroriza al eterno gnosticismo intelectual, a su abstracción, a su espiritualidad aséptica es, precisamente, lo que aparece como un signo de Dios ante el «sensus fidei» de la llamada «gente común». Así que, como a pesar de todo tengo confianza en ella, no tengo intención de quitar de mi cartera la estampita de cierto capuchino con barba blanca. (La Razón/Traducción: Mar Velasco)

CARTA DEL PADRE PIO DE PIETRELCINA


Queridísima hija:

Jesús te bendiga, sea siempre el Rey de tu corazón y te trate como le agrade protegiendo tu alma en la durísima prueba espiritual, que si es prueba efectiva, también será prueba amorosa. Constantemente elevo oraciones al Señor por ti: Te ruego estés firme, segura, constante, que permanezcas inmutable contra cualquier prueba y persuasión contraria: No temas, vuelvo a decirte, hija mía. Permanece en las aseguraciones que te he hecho y que te hago en el dulcísimo Jesús. El está contigo y se complace en tu alma y tú ámalo y sírvelo con fidelidad y delicadeza sin que tú lo sepas y lo conozcas.

No ofendes en modo alguno al Señor; más bien lo quieres con un amor grandísimo, y es por esto por lo que el Señor ha puesto su mirada de suma complacencia sobre ti. El te ama con predilección, y es precisamente por esto que te va sometiendo a todas las pruebas de su dolorosísima pasión. Así pues, hija mía, es tu estado admirable desde todos los puntos de vista. Resígnate y fortalécete por las consideraciones de lo que te digo y que te vienen hechas por quien ocupa el lugar de Dios y que te ama inmensamente en El. Que te sea suficiente, queridísima hija, estas consideraciones y perdóname si no me extiendo más como desearía, porque también yo me encuentro herido por la epidemia. ¡Qué contento estaría yo si esta enfermedad fuese propicia a darme el último golpe de gracia!, mas es inútil esperarlo. Hay que continuar viviendo y por mucho tiempo todavía, para poder apurar enteramente el cáliz de Getsemaní hasta las últimas gotas y exhalar el último suspiro de vida en el Calvario entre el abandono de todo y de todos.

Mis sufrimientos interiores crecen y crecen cada vez más sin el menor descanso. Pero te suplico que no te aflijas en demasía por esto, sabiendo que así lo quiere el Señor, porque así desea ser amado de sus criaturas.
No deseo otra cosa, pues, de ti, sino que como una nueva María asistas al crucificado con tus oraciones y sufrimientos y ofrezcas las penas de El a la divina justicia para que un día tenga misericordia de mi.

Acabo de recibir noticias de casa que me hacen saber que he perdido una hermana y un sobrino, y que mi madre se encuentra también ella en triste estado. Te dejo que supongas el desgarro de mi alma y de mi corazón, y no me queda más que hacer y repetir con Job: "Dios me lo dio, Dios me lo quitó, sea bendito su santo nombre." Una oración por la pobre difunta y otra por mi madre a fin de que sea apartada de la muerte, si a Dios le place, y que El de a todos la santa resignación.

Te bendigo con todo afecto.
Padre Pío

sábado, 21 de septiembre de 2013

DIÁCONO JORGE NOVOA: SÍGUEME

"Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme.» El se levantó y le siguió.
Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos".


San Mateo es uno de los doce,fue  llamado por el Señor cuando estaba realizando su tarea cotidiana, era recaudador de impuestos. El texto breve y concreto lo podemos dividir en dos parte: a) la vocación de Mateo b) Jesús en la casa de Mateo comiendo con publicanos y pecadores.

El relato de la vocación  de san Mateo es sencillo y  concreto, nos narra el "paso del Señor"por su vida , con esta expresión se designa  la acción por la cual el Él busca  a los hombres, es Dios, quien con su iniciativa sale al encuentro del hombre pecador, incluso se arriesga a recibir del hombre el rechazo, su amor se dona incondicionalmente exponiéndose  a no ser correspondido.

El Señor  "pasa" cerca nuestro, por nuestras tareas cotidianas, haciéndose presente en las realidades sencillas de nuestra vida, así ocurre con Mateo, que se encuentra trabajando, recaudando impuestos. Esta verdad atestiguada en las Sagradas Escrituras, y en la vida de tantos hombres y mujeres de todos los tiempos, nos enseña que  Dios está buscándonos . Dios se acerca, nunca se aleja , es el hombre pecador quien dándole la espalda decide alejarse de Él.  Este "paso del Señor" es un tiempo de gracia y salvación, que nos alcanza con su verdad y luz  para interpelarnos.

Sígueme es la palabra poderosa,que en labios de Jesús arranca a los hombres de las mediocridades de la vida, del sinsentido y el pecado. Dirá san Jerónimo," si la piedra imán tiene fuerza para atraer al hierro, cuánto más el Señor de todas las criaturas podía atraer a sí a los que El quería". No por imposición, sino por el esplendor de  su belleza, que arrebata el corazón que es capaz de percibirla. La belleza del Señor tiene una capacidad de irradiación y atracción que cautiva los corazones de los hombres.

Finalmente reconozcamos la respuesta de Mateo,  dice  San Juan Crisóstomo: "así como admiráis la virtud del que llama, admirad también la obediencia del que es llamado". Resplandece la prontitud y disponibilidad de este recaudador de impuestos que dejó todo para seguirlo. Muchos están llamados a responder  con esta radicalidad, deben dejarlo todo y seguirlo. La radicalidad supone no "anteponer nada a Cristo" y su voluntad para mi vida, esta exigencia del seguimiento rige para todos sus discípulos.

La palabra sígueme aparecerá muchas veces pronunciada en nuestras vidas, Pedro la oirá al final de la existencia terrena de Jesús, luego de la traición, ella se posará sobre las situaciones más diversas que tengamos que enfrentar, invitándonos a continuar en el  camino. Sígueme, es para ti  una invitación amorosa del Señor , es  la aventura más apasionante que puedas imaginarte, hay que animarse a decirle, " habla que tu siervo escucha".

BENEDICTO XVI: SAN MATEO



Continuando con la serie de retratos de los doce Apóstoles, que comenzamos hace algunas semanas, hoy reflexionamos sobre san Mateo. A decir verdad, es casi imposible delinear completamente su figura, pues las noticias que tenemos sobre él son pocas e incompletas. Más que esbozar su biografía, lo que podemos hacer es trazar el perfil que nos ofrece el Evangelio.

Mateo está siempre presente en las listas de los Doce elegidos por Jesús (cf. Mt 10, 3; Mc 3, 18;Lc 6, 15; Hch 1, 13). En hebreo, su nombre significa "don de Dios". El primer Evangelio canónico, que lleva su nombre, nos lo presenta en la lista de los Doce con un apelativo muy preciso:  "el publicano" (Mt 10, 3). De este modo se identifica con el hombre sentado en el despacho de impuestos, a quien Jesús llama a su seguimiento:  "Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo:  "Sígueme". Él se levantó y le siguió" (Mt 9, 9). También san Marcos (cf. Mc 2, 13-17) y san Lucas (cf. Lc 5, 27-30) narran la llamada del hombre sentado en el despacho de impuestos, pero lo llaman "Leví". Para imaginar la escena descrita en Mt 9, 9 basta recordar el magnífico lienzo de Caravaggio, que se conserva aquí, en Roma, en la iglesia de San Luis de los Franceses.
Los Evangelios nos brindan otro detalle biográfico:  en el pasaje que precede a la narración de la llamada se refiere un milagro realizado por Jesús en Cafarnaúm (cf. Mt 9, 1-8; Mc 2, 1-12), y se alude a la cercanía del Mar de Galilea, es decir, el Lago de Tiberíades (cf. Mc 2, 13-14). De ahí se puede deducir que Mateo desempeñaba la función de recaudador en Cafarnaúm, situada precisamente "junto al mar" (Mt 4, 13), donde Jesús era huésped fijo en la casa de Pedro.

Basándonos en estas sencillas constataciones que encontramos en el Evangelio, podemos hacer un par de reflexiones. La primera es que Jesús acoge en el grupo de sus íntimos a un hombre que, según la concepción de Israel en aquel tiempo, era considerado un pecador público. En efecto, Mateo no sólo manejaba dinero considerado impuro por provenir de gente ajena al pueblo de Dios, sino que además colaboraba con una autoridad extranjera, odiosamente ávida, cuyos tributos podían ser establecidos arbitrariamente. Por estos motivos, todos los Evangelios hablan en más de una ocasión de "publicanos y pecadores" (Mt 9, 10; Lc 15, 1), de "publicanos y prostitutas" (Mt21, 31). Además, ven en los publicanos un ejemplo de avaricia (cf. Mt 5, 46:  sólo aman a los que les aman) y mencionan a uno de ellos, Zaqueo, como "jefe de publicanos, y rico" (Lc 19, 2), mientras que la opinión popular los tenía por "hombres ladrones, injustos, adúlteros" (Lc 18, 11).

Ante estas referencias, salta a la vista un dato:  Jesús no excluye a nadie de su amistad. Es más, precisamente mientras se encuentra sentado a la mesa en la casa de Mateo-Leví, respondiendo a los que se escandalizaban porque frecuentaba compañías poco recomendables, pronuncia la importante declaración:  "No necesitan médico los sanos sino los enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Mc 2, 17).

La buena nueva del Evangelio consiste precisamente en que Dios ofrece su gracia al pecador. En otro pasaje, con la famosa parábola del fariseo y el publicano que subieron al templo a orar, Jesús llega a poner a un publicano anónimo como ejemplo de humilde confianza en la misericordia divina:  mientras el fariseo hacía alarde de su perfección moral, "el publicano (...) no se atrevía ni a elevar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:  "¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!"". Y Jesús comenta:  "Os digo que este bajó a su casa justificado y aquel no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado" (Lc 18, 13-14). Por tanto, con la figura de Mateo, los Evangelios nos presentan una auténtica paradoja:  quien se encuentra aparentemente más lejos de la santidad puede convertirse incluso en un modelo de acogida de la misericordia de Dios, permitiéndole mostrar sus maravillosos efectos en su existencia.

A este respecto, san Juan Crisóstomo hace un comentario significativo:  observa que sólo en la narración de algunas llamadas se menciona el trabajo que estaban realizando esas personas. Pedro, Andrés, Santiago y Juan fueron llamados mientras estaban pescando; y Mateo precisamente mientras recaudaba impuestos. Se trata de oficios de poca importancia —comenta el Crisóstomo—, "pues no hay nada más detestable que el recaudador y nada más común que la pesca" (In Matth. Hom.:  PL 57, 363). Así pues, la llamada de Jesús llega también a personas de bajo nivel social, mientras realizan su trabajo ordinario.

Hay otra reflexión que surge de la narración evangélica:  Mateo responde inmediatamente a la llamada de Jesús:  "Él se levantó y lo siguió". La concisión de la frase subraya claramente la prontitud de Mateo en la respuesta a la llamada. Esto implicaba para él abandonarlo todo, en especial una fuente de ingresos segura, aunque a menudo injusta y deshonrosa. Evidentemente Mateo comprendió que la familiaridad con Jesús no le permitía seguir realizando actividades desaprobadas por Dios.

Se puede intuir fácilmente su aplicación también al presente:  tampoco hoy se puede admitir el apego a lo que es incompatible con el seguimiento de Jesús, como son las riquezas deshonestas. En cierta ocasión dijo tajantemente:  "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme" (Mt 19, 21). Esto es precisamente lo que hizo Mateo:  se levantó y lo siguió. En este "levantarse" se puede ver el desapego de una situación de pecado y, al mismo tiempo, la adhesión consciente a una existencia nueva, recta, en comunión con Jesús.

Recordemos, por último, que la tradición de la Iglesia antigua concuerda en atribuir a san Mateo la paternidad del primer Evangelio. Esto sucedió ya a partir de Papías, obispo de Gerápolis, en Frigia, alrededor del año 130. Escribe Papías:  "Mateo recogió las palabras (del Señor) en hebreo, y cada quien las interpretó como pudo" (en Eusebio de Cesarea, Hist. eccl. III, 39, 16). El historiador Eusebio añade este dato:  "Mateo, que antes había predicado a los judíos, cuando decidió ir también a otros pueblos, escribió en su lengua materna el Evangelio que anunciaba; de este modo trató de sustituir con un texto escrito lo que perdían con su partida aquellos de los que se separaba" (ib., III, 24, 6).

Ya no tenemos el Evangelio escrito por san Mateo en hebreo o arameo, pero en el Evangelio griego que nos ha llegado seguimos escuchando todavía, en cierto sentido, la voz persuasiva del publicano Mateo que, al convertirse en Apóstol, sigue anunciándonos la misericordia salvadora de Dios. Escuchemos este mensaje de san Mateo, meditémoslo siempre de nuevo, para aprender también nosotros a levantarnos y a seguir a Jesús con decisión.

viernes, 20 de septiembre de 2013

HANS URS VON BALTHASAR: XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

"Compráis por dinero al pobre". En la primera lectura se aborda el tema del "Mamón injusto" que continúa en el evangelio- de una manera que toda la injusticia se sitúa no en el dinero mismo, sino en el uso que los opresores hacen de él. No se trata sólo de ciertas manipulaciones sin escrúpulos en la vida económica ("disminuís la medida, aumentáis el precio"), sino del fraude manifiesto ("usáis balanza con trampa"), y esto unido a una valoración del pobre como pura mercancía ("compráis al mísero por un par de sandalias").Todo esto es un atentado contra el mismo centro de la Alianza de Dios, que no sólo condena la mentira y el robo, sino que exige amar al prójimo como uno se ama a sí mismo. En el pensamiento del mundo de fuera de la alianza muchos de estos hábitos pueden ser considerados "normales" (aunque también en él los hombres de Estado se hayan preocupado siempre de promover la justicia para todos), y Jesús puede en el evangelio servirse de estos comportamientos normales, calificados de astutos, para su enseñanza.

"Los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz" El administrador del evangelio, que ha derrochado los bienes de su rico señor y al que éste le pide cuentas de su gestión, elige la estafa como salida astuta a su comprometida situación.Para él ésa es la forma de salir del atolladero en el último momento. Su calculada astucia consiste en que, cuando se produzca el despido anunciado, espera encontrar acogida en casa de los deudores a los que ha perdonado parte de lo éstos debían a su amo. Cristo (el amo del vers. 5) no alaba la estafa, sino la astucia, que en el ámbito mundano (en los usos de la economía mundial) supera muy a menudo la astucia de los cristianos, incluso cuando se trata de su ser o no ser. Los cristianos deberían tomar alguna precaución para que en su día los "reciban en las moradas eternas", al menos dar limosna, repartir su dinero entre los necesitados, en vez de esperar como holgazanes a que llegue el juicio y se produzca el eventual despido.

Las últimas cuatro sentencias de Jesús sobre Mamón(versículos 10-13) exigen formalidad en las cuestiones monetarias también en la iglesia (el dinero confiado a la Iglesia para las buenas obras debe administrarse concienzudamente), y finalmente una clara decisión: Dios y el dinero son dos amos que no comparten su soberanía, por lo que nadie puede pretender servir a los dos a la vez.

"Dios quiere que todos los hombres se salven". La segunda lectura ensancha la perspectiva: la Iglesia debe orar también por el gran ámbito no-cristiano, pues Dios ha incluido también a ese ámbito en su plan de salvación. Ella no puede dedicarse a la política, a la economía,y a las cuestiones sociales, pero debe hacer todo lo que esté en su mano para que la igual dignidad de todos los hombres, proclamada inequívocamente por Cristo, sea reconocida en todos éstos ámbitos.Como el plan divino de salvación incluye a todos los hombres, la iglesia debe, más allá de su ámbito propio, preocuparse de toda la humanidad. Pablo se denomina aquí "maestro de los paganos": esto significa no sólo que pretende convertir a algunos de ellos a la fe, sino que quiere que las normas auténticamente humanas que resplandecen en la Nueva Alianza sean reconocidas también más allá de las fronteras de la Iglesia.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

PAPA FRANCISCO: CONTINÚEN ORANDO, CONFÍEN SUS HIJOS A DIOS!

2013-09-18 Radio Vaticana


(RV).- (audio)  En su catequesis de hoy, el Santo Padre ha insistido de nuevo en la imagen de la Iglesia como una madre que cuida y orienta con amor a sus hijos. Porque igual que una mamá nos enseña a caminar en la vida, nos protege con amor durante este camino y reza a Dios por nosotros.

“Una mamá sabe lo que es importante para que un hijo camine bien en la vida, y no lo ha aprendido en los libros, sino que lo aprendió de su corazón. La universidad de las madres es el propio corazón: allí aprenden cómo llevar adelante a sus hijos. ¡Y esto es hermoso!
La Iglesia hace lo mismo: orienta nuestra vida, nos enseña a caminar por el buen camino. Pensemos en los Diez Mandamientos: nos muestran un camino por recorrer para madurar, para tener puntos fijos en nuestro modo de comportamos. Y son el fruto (óiganlo bien eso: son el fruto) de la ternura, del amor de Dios, que nos los dio a nosotros. Ustedes me puede decir, ¡ pero son órdenes! Son un conjunto de "no, no, no"! Yo quisiera invitarles a que los lean - tal vez los hayan un poco olvidado - y luego piénselos en positivo. Verán que tienen que ver con nuestra forma de comportamos con Dios, con nosotros mismos y con los demás, precisamente todo aquello que nos enseña una mamá para vivir bien. Nos invitan a no hacernos ídolos materiales que luego nos esclavizan, a recordarnos de Dios, a respetar a los padres, a ser honestos, a respetar a los demás...Traten de verlos así y considerarlos como si fueran las palabras, las enseñanzas, que da la mamá para ir bien por la vida. Una madre nunca enseña lo que es malo, lo único que quiere es el bien de los hijos, y así hace la Iglesia”.
Luego, los hijos crecen, se hacen adultos, toman su camino en la vida, se asumen sus propias responsabilidades y a veces puede que se descarríen de su camino, ha indicado el Papa. Pero las madres en cualquier situación, tienen la paciencia de continuar acompañándoles. Las empuja la fuerza del amor. Saben seguir con discreción, con ternura a los hijos también cuando se equivocan, encuentran siempre el modo de estarles cerca para ayudarles: “dan la cara por ellos para defenderlos siempre”. Piensen en las madres que sufren por los hijos que tienen en la cárcel o en situaciones difíciles: no se preguntan si son culpables o no, continúan amándoles, a menudo sufren por ello humillaciones, pero no tienen miedo.

“La Iglesia es así, es una madre misericordiosa, que entiende, que siempre trata de ayudar, de alentar; incluso cuando sus hijos se han equivocado y se equivocan, no cierra nunca las puertas de la Casa; no juzga, sino que ofrece el perdón de Dios, ofrece su amor que invita a retomar el camino, incluso en aquellos hijos que han caído en un profundo abismo, no tiene miedo de entrar en su oscuridad para darles esperanza”.
Y las madres saben también llamar a la puerta del corazón de Dios, afirmó Francisco. La madres rezan por su hijos, especialmente por los más débiles y los que tienen más necesidad, por los que han tomado caminos peligrosos o equivocados.

“Pienso en ustedes, queridas madres: ¡cuánto rezan por sus hijos, sin cansarse! Continúen orando, confíen sus hijos a Dios; ¡Él tiene un gran corazón! Llamen a aquella puerta, al corazón de Dios, con la oración, por sus hijos. Y lo mismo hace la Iglesia también: porque pone en las manos del Señor, con la oración, todas las situaciones de sus hijos. Confiemos en el poder de la oración de la Madre Iglesia: el Señor no permanece insensible. Siempre sabe sorprendernos cuando menos lo esperamos. ¡Y la Madre Iglesia lo sabe!”

martes, 17 de septiembre de 2013

PAPA FRANCISCO: COMO UNA MAMÁ QUE DEFIENDE A SUS HIJOS

2013-09-18 L’Osservatore Romano
Como una mamá que nos ama, nos defiende, nos da la fuerza para ir adelante en la lucha contra el mal. Es ésta la imagen de la Iglesia trazada por el Papa Francisco este martes, 17 de septiembre, durante la misa que celebró al inicio de la mañana en Santa Marta.
Comentando el pasaje del Evangelio de Lucas que narra la resurrección del hijo de la viuda de Naín (7, 11-17), el Pontífice describió a Jesús, quien, al ver a la mujer ante el cadáver de su único hijo muerto, “se compadeció”. Y definió el sentimiento de Cristo como “la capacidad de padecer con nosotros, de estar cerca de nuestros sufrimientos y hacerlos suyos”. Por lo demás, Él sabía bien “qué significaba ser una mujer viuda en aquel tiempo”, cuando las madres que se quedaban solas para criar a sus hijos debían confiarse a la ayuda y a la caridad de los demás. Por eso los preceptos de entonces insisten tanto en “ayudar a los huérfanos y a las viudas, porque en ese tiempo eran los más solos, los más abandonados”.
El pensamiento del obispo de Roma se dirigió a otras figuras de viudas de las que se habla en la Biblia. Hacia ellas el Señor muestra un particular “cuidado, un especial amor”, hasta el punto de que terminan por constituir “una imagen de la Iglesia, porque —explicó— también la Iglesia es en cierto sentido viuda: su esposo se ha ido y ella camina en la historia esperando reencontrarle, encontrarse con Él. Entonces ella será la esposa definitiva”. Pero —advirtió— “entretanto la Iglesia está sola”, y el Señor no es para ella visible: así que “tiene una cierta dimensión de viudedad”.
La primera consecuencia de esta viudedad es que la Iglesia se hace “valiente”, a semejanza de una madre “que defiende a los hijos”, justamente como la viuda del Evangelio “que iba al juez corrupto para defender a los hijos y al final ganó”. Porque, como subrayó el Papa, “nuestra madre Iglesia tiene ese valor de una mujer que sabe que los hijos son suyos y debe defenderlos y llevarlos al encuentro con su esposo”.
De la valentía se deriva un segundo elemento: la fuerza, como testimonian otras viudas descritas en las Escrituras: entre ellas Noemí, bisabuela de David, “que no tenía miedo de permanecer sola”, o la viuda macabea con siete hijos, “que por no renegar de Dios, por no renegar de la ley de Dios, fueron martirizados por el tirano”. De esta mujer un detalle impactó al Papa Francisco: el hecho de que la Biblia subraye “que hablaba en dialecto, en la primera lengua”, precisamente como hace “nuestra Iglesia madre”, que nos habla “en aquella lengua de la verdadera ortodoxia que todos nosotros comprendemos, la lengua del catecismo, esa lengua fuerte, que nos hacer fuertes y nos da también la fortaleza para ir adelante en la lucha contra el mal”.
Sintetizando las propias reflexiones, el Pontífice subrayó “la dimensión de viudedad de la Iglesia, que camina en la historia esperando encontrar, reencontrar a su esposo”. Y evidenció que “nuestra madre Iglesia es así: es una Iglesia que cuando es fiel sabe llorar, llora por sus hijos y ora”. Es más, “cuando la Iglesia no llora, algo no va bien”; mientras que la Iglesia funciona cuando “va adelante y hace crecer a sus hijos, les da fortaleza, les acompaña hasta la última despedida, para dejarlos en las manos de su esposo, al que al final también ella encontrará”.
Y dado que el Papa ve a “nuestra madre Iglesia en esta viuda que llora”, hay que preguntarse qué dice el Señor a esta madre para consolarla. La respuesta está en las palabras mismas de Jesús, citadas por Lucas: “¡No llores!”. Palabras que parecen decir: no llores porque “yo estoy contigo, te acompaño, te espero allí, en las bodas, las últimas bodas, las del cordero”; deja de llorar, “este hijo tuyo que estaba muerto ahora vive”. Y a éste último, tercera figura presente en la escena evangélica, el Señor se dirige, intimándole: “¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!”. Para el Pontífice son las mismas palabras que el Señor dirige a los hombres en el sacramento de la reconciliación, “cuando nosotros estamos muertos por el pecado y vamos a pedirle perdón”.
El relato de Lucas concluye con la descripción del joven muerto, que se levanta y empieza a hablar, y de Jesús que se lo entrega a su madre. Precisamente como hace con nosotros —observó el Papa— “cuando nos perdona, cuando nos devuelve la vida”, porque “nuestra reconciliación no acaba en el diálogo” con el sacerdote que nos da el perdón, sino que se completa “cuando él nos restituye a nuestra madre”. En efecto, “no hay camino de vida, no hay perdón, no hay reconciliación fuera de la madre Iglesia”, tanto que es necesario siempre “pedir al Señor la gracia de confiar en esta mamá que nos defiende, nos enseña, nos hace crecer”.

lunes, 16 de septiembre de 2013

MONSEÑOR JAIME FUENTES: BROCHERO, CON OLOR A OVEJA


      Que los sacerdotes tenemos que "oler a oveja" es un modismo favorito del papa Francisco, con el que nos anima a salir al encuentro de cada una de ellas, sin esperar a que vengan. Desde esta mañana, el "cura gaucho", José Gabriel del Rosario Brochero, es un nuevo intercesor para los sacerdotes de todo el mundo, sobre todo, como es lógico, para quienes tan cerca nos encontramos de los pagos por los que, montado en su mula, anduvo buscando y acercando al redil a miles de ovejas, rebeldes muchas de ellas...

      La del que hoy es Beato Brochero, es una historia que vale la pena conocer, no sólo para admirarla sino para imitarla. A esto nos anima hoy el papa Francisco:

Excmo. Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe
Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina
BUENOS AIRES.

Querido hermano:
      Que finalmente el Cura Brochero esté entre los beatos es una alegría y una bendición muy grande para los argentinos y devotos de este pastor con olor a oveja, que se hizo pobre entre los pobres, que luchó siempre por estar bien cerca de Dios y de la gente, que hizo y continúa haciendo tanto bien como caricia de Dios a nuestro pueblo sufrido.

      Me hace bien imaginar hoy a Brochero párroco en su mula malacara, recorriendo los largos caminos áridos y desolados de los 200 kilómetros cuadrados de su parroquia, buscando casa por casa a los bisabuelos y tatarabuelos de ustedes, para preguntarles si necesitaban algo y para invitarlos a hacer los ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola. Conoció todos los rincones de su parroquia. No se quedó en la sacristía a peinar ovejas.
      El Cura Brochero era una visita del mismo Jesús a cada familia. Él llevaba la imagen de la Virgen, el libro de oraciones con la Palabra de Dios, las cosas para celebrar la Misa diaria. Lo invitaban con mate, charlaban y Brochero les hablaba de un modo que todos lo entendían porque le salía del corazón, de la fe y el amor que él tenía a Jesús.
      José Gabriel Brochero centró su acción pastoral en la oración. Apenas llegó a su parroquia, comenzó a llevar a hombres y mujeres a Córdoba para hacer los ejercicios espirituales con os padres jesuitas. ¡Con cuánto sacrificio cruzaban primero las Sierras Grandes, nevadas en invierno, para rezar en Córdoba capital! Después, ¡cuánto trabajo para hacer la Santa Casa de Ejercicios en la sede parroquial! Allí, la oración larga ante el crucifijo para conocer, sentir y gustar el amor tan grande del corazón de Jesús, y todo culminaba con el perdón de Dios en la confesión, con un sacerdote lleno de caridad y misericordia. ¡Muchísima misericordia!


      Este coraje apostólico de Brochero lleno de celo misionero, esta valentía de su corazón compasivo como el de Jesús que lo hacía decir: «¡Ay de que el diablo me robe un alma!», lo movió a conquistar también para Dios a personas de mala vida y paisanos difíciles. Se cuentan por miles los hombres y mujeres que, con el trabajo sacerdotal de Brochero, dejaron el vicio y las peleas. Todos recibían los sacramentos durante los ejercicios espirituales y, con ellos, la fuerza y la luz de la fe para ser buenos hijos de Dios, buenos hermanos, buenos padres y madres de familia, en una gran comunidad de amigos comprometidos con el bien de todos, que se respetaban y ayudaban unos a otros.

      En una beatificación es muy importante su actualidad pastoral. El Cura Brochero tiene la actualidad del Evangelio, es un pionero en salir a las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor, la misericordia de Dios. No se quedó en el despacho parroquial, se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente, como un sacerdote callejero de la fe. Esto es lo que Jesús quiere hoy, discípulos misioneros, ¡callejeros de la fe!
      Brochero era un hombre normal, frágil, como cualquiera de nosotros, pero conoció el amor de Jesús, se dejó trabajar el corazón por la misericordia de Dios. Supo salir de la cueva del «yome-mi-conmigo-para mí» del egoísmo mezquino que todos tenemos, venciéndose a sí mismo, superando con la ayuda de Dios esas fuerzas interiores de las que el demonio se vale para encadenarnos a la comodidad, a buscar pasarla bien en el momento, a sacarle el cuerpo al trabajo.
      Brochero escuchó el llamado de Dios y eligió el sacrificio de trabajar por su Reino, por el bien común que la enorme dignidad de cada persona se merece como hijo de Dios, y fue fiel hasta el final: continuaba rezando y celebrando la misa incluso ciego y leproso. 



      Dejemos que el Cura Brochero entre hoy, con mula y todo, en la casa de nuestro corazón y nos invite a la oración, al encuentro con Jesús, que nos libera de ataduras para salir a la calle a buscar al hermano, a tocar la carne de Cristo en el que sufre y necesita el amor de Dios. Solo así gustaremos la alegría que experimentó el Cura Brochero, anticipo de la felicidad de la que goza ahora como beato en el cielo. Pido al Señor les conceda esta gracia, los bendiga y ruego a la Virgen Santa que los cuide.

Afectuosamente,

FRANCISCO
Vaticano, 14 de septiembre de 2013

CURA BROCHERO: SACERDOTE DEL PUEBLO. DEDICADO A LAS ALMAS

Por Alver Metalli


José Gabriel del Rosario Brochero murió a la edad de 73 años, con 47 de cura, agotado, enfermo de lepra, pobre y abandonado, cuando en Europa empezaban a sentirse los crujidos siniestros de la primera gran guerra. La causa de beatificación no fue rápida, a pesar de la extensa fama de santidad que lo acompañó todo este tiempo. Un diario de Córdoba publicó su biografía espiritual cuando todavía estaba vivo, e incluso antes de morir su nombre figuraba en los libros de las escuelas primarias de la zona. Pero recién en los años ’60 la causa empezó a dar los primeros pasos, en 2004 subió el primer peldaño con Juan Pablo II que lo declaró venerable, y el 20 de diciembre de 2012 el segundo con Benedicto XVI, que firmó el decreto de beatificación. Formalmente esa segunda etapa terminó hoy, entre las sierras heladas de Córdoba, junto a los gauchos envueltos, como Brochero, en los tradicionales ponchos para protegerse del frío inesperado de la noche. Medio siglo de pausas, empujones, frenadas, aceleradas y perplejidades (sobre el lenguaje de Brochero, por ejemplo, colorido y tosco, como lo describió el cardenal Angelo Amato recurriendo a un argentinismo). La causa de beatificación terminó justo durante el papado de un compatriota del nuevo beato y octavo candidato a santo de la Argentina.

No hay ninguna relación entre los dos hechos: el final del itinerario canónico de Brochero y la elección de Bergoglio como Papa. O por lo menos no existe ningún lazo visible, y sobre los invisibles no hay razón para aventurarse. Hacía falta un milagro, como dictan las reglas, y el milagro se produjo. Un milagro común, de bajo perfil si se quiere, al estilo Brochero. El milagro de un niño que sufrió un gravísimo accidente de tránsito en el año 2000 y se recuperó por su intercesión, verificado con todos los requisitos de los severos procedimientos canónicos. No hay ninguna relación entre la beatificación y la elección de dos argentinos. Pero no hay duda de que el Papa Francisco hoy estuvo allí con el corazón, entre los miles de paisanos y peregrinos que llegaron desde todos los puntos de Córdoba, algunos a caballo, en colectivos, autos, motos y hasta en bicicleta. Porque Brochero es uno de esos curas que le gustan a Francisco, “un pionero en salir hacia las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor y la misericordia de Dios”, como dijo en el mensaje que leyó el Cardenal Amato en su nombre. “No se quedó en la oficina parroquial, se desgastó sobre la mula y terminó enfermo de lepra a fuerza de salir a buscar la gente como un cura de la calle, como un cura callejero de la fe”. Uno de esos curas que Bergoglio señaló como modelo a los sacerdotes de Buenos Aires, que van al encuentro de la gente, que “entran en su conversación”, que “no tienen miedo de entrar en la noche de los hombres (que) vagan sin meta, solos con su propio desencanto, con la desilusión de un Cristianismo que ya consideran tierra estéril, infecundo, incapaz de generar sentido”.

El Cardenal Amato no dejó de destacar cada una de estas cosas durante la misa de beatificación, trazando de Brochero el perfil de un sacerdote del pueblo, dedicado a las almas, que se hacía todo con todos, “una perla de santidad argentina comparable con el santo cura de Ars”.

El resto vino por añadidura. Un desborde de caridad que en el caso del cura Brochero adquirió la forma de una obra civilizadora imponente. Porque José Gabriel del Rosario Brochero construyó caminos donde no había, abrió escuelas donde el Estado no llegaba, dispensarios donde los médicos jamás habían puesto un pie, casas para jóvenes abandonadas, iglesias, asilos, hospicios, comedores, escuelas. Y canales de riego, un cementerio, un acueducto, una oficina postal, trazó la extensión de la línea ferroviaria... Todo por amor a Dios.

PAPA FRANCISCO: ÁNGELUS 15 DE SEPTIEMBRE

sábado, 14 de septiembre de 2013

DIÁCONO JORGE NOVOA: LA PARÁBOLA DEL PADRE MISERICORDIOSO (1)

Este audio quiere ayudarte a comprender el misterio revelado en Jesucristo de la misericordia de Dios. Todos

estamos reflejados en los hijos, tanto en el menor como en el mayor, y al igual que ellos, estamos necesitados de la misericordia de Dios.