miércoles, 31 de julio de 2013

DIÁCONO JORGE NOVOA: SENTIR CON LA IGLESIA

Sentir con la Iglesia. Una enseñanza del gran maestro de los ejercicios espirituales: san Ignacio de Loyola. Cuánta verdad, y cuánta necesidad tenemos en el momento actual de adherirnos con una fe confiada a las sabias enseñanzas de la Iglesia!!!

Ella como madre que es, nos ha engendrado a la vida de la fe por medio de las aguas bautismales, acompañando nuestro crecimiento con el alimento sólido de la Palabra de Dios y la Eucaristía, sanando nuestras heridas con el sacramento de la Reconciliación. Cuánta sabiduría y bondad ha manifestado nuestro buen Dios al regalarnos a la Iglesia!!! Ella nos anuncia la  Buena Noticia del Evangelio en cualquier circunstancia. El Espíritu Santo fecundándola la impulsa a predicar a Jesucristo y a vivir en su amistad, y hace eficazmente presente en el mundo, la vida nueva que nos ha donado con su Pascua. Para testificar visiblemente a los hombres, el testimonio invisible del Espíritu Santo que nos introduce en la comunión con el Señor. Diría san Pablo, calando en la profundidad de su ser: “gran misterio es éste, lo digo de Cristo y la Iglesia”(Ef 5 ).

Ha querido el Señor asistir al Magisterio que ella realiza con una gracia especial del Espíritu Santo, dándoles a los sucesores de Pedro el don de la infalibilidad. Cuándo el sucesor de Pedro, como pastor universal nos enseña ex-catedra, debemos siempre responder con la obediencia de la fe. No es, como algunos piensan, un sometimiento ciego, es una adhesión en el amor que nos abre a una luz mayor de comprensión obra del Espíritu Santo.

Pero, también somos enseñados por ella a través del Magisterio ordinario del sucesor de Pedro, y vaya si en estos tiempos, se vislumbra en sus enseñanzas una luz que tiene su origen más allá de ellos.

Los Pastores, que en cada diócesis cuidan de la grey de Cristo, han de recordar siempre hasta qué punto han de sentirse estrechamente unidos colegialmente con todos los demás obispos católicos y muy en especial con el sucesor de Pedro, el Romano Pontífice. Hay una catolicidad de la verdad que el Señor ha entregado a su Iglesia, en orden a la misión que se le encomienda, que debe iluminar la realidad africana, latinoamericana, europea, etc[1],… cada Iglesia particular es portadora de esta luz, que tiene la potencialidad de lo universal para abarcar la diversidad de lo particular. “La Iglesia, precisamente porque se ha de comprender teo-lógicamente, se trasciende a sí misma: es la reunión para el reino de Dios, la irrupción en él. Luego se presentan brevemente las diversas imágenes de la Iglesia, todas las cuales representan a la única Iglesia: esposa, casa de Dios, familia de Dios, templo de Dios, la ciudad santa, nuestra madre, la Jerusalén celestial, la grey de Dios, etc. Al final, eso se concreta ulteriormente”[2].

Sentir con la Iglesia, es un don que debemos cultivar, orando al Señor para que doblegue nuestra vanidad y soberbia de “sabelotodo”, y nos haga crecer en la humildad. Pidamos al Señor capacidad de discernimiento para descubrir las astutas trampas que el enemigo pone en orden a destruir en nosotros esta adhesión.

Una mirada superficial sobre la Iglesia, la vuelve una realidad analizable sociológicamente, le propone que se amolde a los parámetros de los llamados “tiempos actuales”, y una y otra vez, la amenaza con el escarnio público si no guarda silencio sobre los temas “urticantes” de la cultura de la muerte.

No pierdas el tiempo, “vive tu vida de cara al juicio final”, deja que la Iglesia sea tu Madre y maestra, confíale tu vida, seguramente te sorprenderás al reconocer que vivirás con la libertad de los hijos de Dios. No debemos evadirnos de las realidades temporales, debemos ser en ellas testigos del amor, la misericordia y el perdón del Señor.

Trata de leer al Papa, busca sus catequesis, ángelus o sus cartas pastorales, consulta el Catecismo y siéntete feliz de ser miembro de esta familia. Sentir con la Iglesia, palpitar con sus gozos y esperanzas, y padecer con sus dolores y tristezas, es vivir el misterio de ser miembro de Cristo. Unido a Él como el sarmiento a la vid.

Sentir con la Iglesia es una forma de sintonía espiritual, que te aleja de los peligros, que muchas veces engendra, aún intraeclesialmente, la “elocuencia ideológica” vestida de fe, los sueños marxista del paraíso terrenal y la pretendida “felicidad” que ofrece el bienestar.

Sentir con la Iglesia es una decisión que comporta prudencia en los juicios, evitando dejarse llevar por las críticas desesperanzadoras de los “voceros del rey” o la mirada puritana de los “perfectos”.

Sentir con la Iglesia es una gracia que te puede alcanzar la Virgen María, pídele a ella, que te enseñe a unirte de corazón a la Iglesia. Hay un misterio de Pascua que se realiza en sus miembros y que seguramente vivirás si permaneces en ella no solo físicamente, pensando en realizar lo que soñaste, sino con el corazón que se entrega en actitud de adoración para servir únicamente a la Gloria de Dios.

Comenzamos con san Ignacio y concluimos con él, que ha inspirado esta reflexión: que todo sea para la Gloria de Dios.

[1] De manera que una adaptación cultural, que parezca surgir de la aclimatación del Evangelio a determinada región o país, si atentara contra la fe del resto de la Iglesia, distorsionaría el Evangelio común, que debería ser creído y observado por todos los fieles católicos.

Así, por más que la poligamia, los sacrificios humanos o el canibalismo hayan sido ancestrales costumbres de tribus y naciones enteras, el Evangelio se destruiría a sí mismo, si aceptara un connubio con semejantes usos sociales y religiosos.Lo mismo dígase de tantos reclamos "indigenistas", de hoy día, que hay que examinar muy bien, antes de caer en una mixtura indigesta entre Cristo y algunos reclamos primitivistas incompatibles con el verdadero Dios.

[2] Ratzinger,J; La eclesiología de la «Lumen gentium» pronunciada en el Congreso Internacional sobre la aplicación del Concilio Vaticano II, organizado por el comité para el Gran Jubileo del año 2000

domingo, 28 de julio de 2013

PAPA FRANCISCO BENDICE Y DIBUJA UN CORAZÓN

ASÍ RECIBIERON LA LLEGADA DEL PAPA

PAPA FRANCISO: ÁNGELUS EN LA JMJ 2013

Al final de esta celebración eucarística, con la que hemos elevado a Dios nuestro canto de alabanza y gratitud por cada gracia recibida durante esta Jornada Mundial de la Juventud, quisiera agradecer de nuevo a Monseñor Orani Tempesta y al Cardenal Rylko las palabras que me han dirigido. Les agradezco también a ustedes, queridos jóvenes, todas las alegrías que me han dado en estos días. Llevo a cada uno de ustedes en mi corazón. Ahora dirigimos nuestra mirada a la Madre del cielo, la Virgen María. En estos días, Jesús les ha repetido con insistencia la invitación a ser sus discípulos misioneros; han escuchado la voz del Buen Pastor que les ha llamado por su nombre y han reconocido la voz que les llamaba (cf. Jn 10,4). ¿No es verdad que, en esta voz que ha resonado en sus corazones, han sentido la ternura del amor de Dios? ¿Han percibido la belleza de seguir a Cristo, juntos, en la Iglesia? ¿Han comprendido mejor que el evangelio es la respuesta al deseo de una vida todavía más plena? (cf. Jn 10,10).

La Virgen Inmaculada intercede por nosotros en el Cielo como una buena madre que cuida de sus hijos. Que María nos enseñe con su vida qué significa ser discípulo misionero. Cada vez que rezamos el Angelus, recordamos el evento que ha cambiado para siempre la historia de los hombres. Cuando el ángel Gabriel anunció a María que iba a ser la Madre de Jesús, del Salvador, ella, aun sin comprender del todo el significado de aquella llamada, se fió de Dios y respondió: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). Pero, ¿qué hizo inmediatamente después? Después de recibir la gracia de ser la Madre del Verbo encarnado, no se quedó con aquel don; marchó, salió de su casa y se fue rápidamente a ayudar a su pariente Isabel, que tenía necesidad de ayuda (cf. Lc 1,38-39); realizó un gesto de amor, de caridad, de servicio concreto, llevando a Jesús en su seno. Y este gesto lo hizo diligentemente.

Queridos amigos, éste es nuestro modelo. La que ha recibido el don más precioso de parte de Dios, como primer gesto de respuesta se pone en camino para servir y llevar a Jesús. Pidamos a la Virgen que nos ayude también a nosotros a llevar la alegría de Cristo a nuestros familiares, compañeros, amigos, a todos. No tengan nunca miedo de ser generosos con Cristo. ¡Vale la pena! Salgan y vayan con valentía y generosidad, para que todos los hombres y mujeres encuentren al Señor.
Queridos jóvenes, tenemos una cita en la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en 2016, en Cracovia, Polonia. Pidamos, por la intercesión materna de María, la luz del Espíritu Santo para el camino que nos llevará a esta nueva etapa de gozosa celebración de la fe y del amor de Cristo.

Ahora recemos juntos…
[Rezo del Angelus]

viernes, 26 de julio de 2013

LLEGADA DEL PAPA PARA DAR COMIENZO AL VÍA CRUCIS

PAPA FRANCISCO: MEDITACIÓN EN EL VÍA CRUCIS

JOSÉ IGNACIO MUNILLA: SEGUNDA CATEQUESIS (2) (JMJ-2013)

JOSÉ IGNACIO MUNILLA: PRIMERA CATEQUESIS(1) (JMJ-2013)

PAPA FRANCISCO: ÁNGELUS EN LA JMJ 2013

JMJ 2013: 1.500.000 DE JÓVENES


martes, 23 de julio de 2013

RÍO 2013:LA VISITA DEL PAPA EN NÚMEROS

MONSEÑOR OSCAR A. RODRÍGUEZ MADARIAGA: QUÉ SIGNIFICA SER DISCÍPULOS


El primer punto es difícil, pero es una realidad innegable de la que debemos partir: Nadie nace discípulo de Jesús. Para ser discípulo es necesaria la conversión (Metanoia, en griego), el cambio de mentalidad. Es doloroso decirlo, pero para muchas personas no es normal ser bueno, no es normal pensar cómo piensa Jesús, actuar como actúa Jesús. Lo normal, lo espontáneo parece que es otra cosa... Ser discípulo, entonces, exige un renacer (Jn. 3, 16). Y si nacer y hacer nacer cuesta (esto pueden confirmarlo las damas que son madres), el renacer también. “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio.” (Mc. 1, 15) “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo Único, para que todo el que crea en El no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16) Es difícil porque uno llega a acostumbrarse a todo, incluso –y sobre todo- llegamos a acostumbrarnos a nosotros mismos, a nuestros defectos, a nuestro pecado. Y buscamos cualquier cosa que nos 6 justifique tal y como somos, que no nos incomode, que no cambie nuestro panorama. Estamos acostumbrados a buscar soluciones fáciles... la eutanasia, el divorcio, el aborto, el matrimonio gay... Todas estas opciones intentan solucionar nuestras insatisfacciones, pero solamente las disfrazan y las aumentan. 

Por eso la conversión es difícil. Porque lo único que realmente colma y da sentido a nuestra existencia, y soluciona nuestras insatisfacciones, es darnos cuenta que no estamos aquí para este mundo, sino para la eternidad, para buscar la eternidad. 

Con esta búsqueda de la eternidad a través de la conversión (metanoia), vamos adquiriendo una mentalidad radicalmente nueva de todas las cosas. Tan radical, que su fundador, Jesucristo, fue considerado un loco. Por eso el cristiano, si es auténtico, será siempre un exiliado... un signo de contradicción. Es un pasar de mi mundo, al mundo de Dios; de mi horizonte, al horizonte de Dios… ese es el cambio de mentalidad que origina el discipulado. De luchar por los primeros lugares, a luchar por los últimos… “El que quiera ser el primero… que sea el ultimo”. De modo que lo que nos hace dichosos, sea la pobreza, el ser perseguido. De modo que te convenzas de que la mejor venganza es el perdón... (cf. Mt. 10, 18 ss) 

Esta visión radicalmente nueva se obtiene a partir del encuentro con Cristo. (Jn 8, 12). Es asunto de encontrarse con Él, de entrar en su mundo, de saberse iluminado por Su luz y así aprender a razonar de otro modo. Ser discípulo es, entonces, adquirir un modo de razonar que difiere “del mundo”, que no busca la gloria humana, que asume la realidad divina aún a pesar de la cruz: Recordemos el pasaje en que Jesús anuncia: “Iré a Jerusalén para ser crucificado”. Pedro le dice que no vaya... Y el Señor le increpa con una palabra muy fuerte: “Apártate de mi Satanás...” (Lo llama Satanás...). Ser discípulo es sentirse contento por ser juzgado en virtud del seguimiento de Cristo. Es entregarse completamente a esta locura del 7 amor. Porque cuando se ama, se hacen locuras, si no, nunca amaste... “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn8, 12). Esta luz que ofrece Cristo a sus discípulos, no es una luz natural. “Naturalmente” no escoges el celibato, el martirio, la pobreza etc. Es una luz SOBRENATURAL, y solo la podemos entender y asumir desde ahí, desde la perspectiva de lo sobrenatural. Y es una realidad eterna. Esta conversión, esta relación de amor, si es verdadera, es para siempre. Si lo dejas, es que nunca te encontraste con Él. 

 Este encuentro permite lograr un Misterioso parentesco con Cristo mismo y con los hermanos, a tal punto que Cristo se vuelve padre, madre, hermana, hermano, etc., como leemos en Lc. 8, 19 ss. “Su madre y sus parientes querían verlo, pero no podían acercársele por el gentío que había”. Alguien dio a Jesús este recado: “Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren verte.” Pero Jesús respondió: “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”. (Lc. 8, 19) “A todos los que lo recibieron les concedió ser hijos de Dios: estos son los que creen en su Nombre” (Jn. 1, 12). Este parentesco es mayor a cualquier otro, porque Dios une más que la sangre (Jn 1, 12). Y la persona que es totalmente de Dios, es también totalmente mi hermano, mi hermana, mi madre. Esto lo ha expresado de una manera maravillosa –incluso a algunos les puede parecer atrevida- san Juan de la Cruz en su oración / poema del alma enamorada: “Míos son los cielos y mía es la tierra; mías son las gentes, los justos son míos y míos los pecadores; los ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las cosas son mías; y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí.” E insisto en que todo esto: la conversión el encuentro con Cristo, este parentesco, no es natural... es absolutamente sobrenatural. 

Ser discípulo implica –consecuencia inevitable- perseverar. Y se trata de perseverar con Él en sus tribulaciones (cf. Lc. 22, 28 ) 8 “Ustedes han permanecido conmigo compartiendo mis pruebas” (Lc. 22, 28) El discípulo debe estar preparado para la prueba, para enfrentar al enemigo. Pero no estoy pensando tanto en enemigos afuera, sino me refiero al enemigo que yo soy para mí mismo. Y el peligro es que uno se acostumbra a todo, hasta a uno mismo… me acostumbro a mí mismo, a esta persona que no ha terminado de ser discípulo de Cristo, a este yo egoísta, que busca el primer puesto, que quiere estar siempre al frente. Este es el enemigo contra el que lucha el discípulo. 

 El discípulo es enviado como cordero entre lobos. El cristiano es contraste, es profecía, es choque (claro, debido a la conversión). El discípulo es capaz de decir no, de optar en contra del pecado. Es capaz de comprender, asumir y amar esta opción del bien que se enfrenta al mal sin medir el tamaño o la potencia para enfrentarlo. El discípulo opta por el bien a pesar de la inmensidad aparente o real del mal. 

El discípulo asume cada día más la lógica “de las pequeñas cifras”. Es decir, la lógica de Jesús. - La lógica de la semilla de mostaza… que es la más pequeña de todas. - La lógica del grano de trigo echado por el sembrador… - La lógica del pequeño rebaño, como ha llamado a sus discípulos. - La lógica de la levadura… que no se ve pero que fermenta toda la masa. - La lógica de la sal… una pizca que cambia el sabor a toda la comida. 

Esta lógica que hace que el pastor abandone noventa y nueve ovejas para buscar una que se le ha perdido… Es la misma lógica retratada en una anécdota de Bernanos (autor de “Diario de un cura rural”). En algún momento, siendo ya famoso, firmaba autógrafos ante una multitud. Y había una niña que pedía su atención, pero el autor la ignoró. 9 Arrepentido de su actitud, pide al día siguiente que le busquen a esa niña. Finalmente la encontraron y se la llevaron. Consciente de esta lógica de las pequeñas cifras, de las pequeñas cosas, Bernanos le dijo: “Todo el mundo te dice “hazte grande”, yo te digo “quédate pequeña”. Porque el mundo es de los poetas y de los pequeños”. 

Finalmente, y quizá lo más duro: Los discípulos son los que están dispuestos a dar la vida por el maestro. (Cf. Jn 15, 13) “No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos” (Jn. 15, 13) En el pasaje final del Evangelio de San Juan, cuando el Señor pregunta a Pedro: “¿Me amas más que estos?”, se nos ilustra muy

bien hasta dónde ha de llevarnos el discipulado. Porque como Pedro, si amamos al Señor verdaderamente, si le seguimos como Él mismo nos propone (Jn. 21,20), también tenemos que saber que “vendrá el momento en que abrirás los brazos y otro te ceñirá y te llevará donde no quieras”. (Jn 21, 19). La propuesta es clara: “sígueme si me amas, y prepárate a dar la vida...”. Ser discípulo implica llegar a pedir la gracia de entregar la vida por el maestro. 

domingo, 21 de julio de 2013

jueves, 18 de julio de 2013

HANS URS VON BALTHASAR: XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)



-->No pases de largo junto a tu siervo.La hospitalidad es una ley suprema de los pueblos sencillos, y Abrahán la practica de la manera más generosa y solemne con los tres caminantes extranjeros, como se narra en la primera lectura. Prepara un banquete para ellos como si barruntara que en estos extranjeros le visitaba un poder supraterrenal. Aunque son tres, Abrahán les habla en singular. Dios se le aparece paraél en una pluralidad incomprensible. El comportamiento de Abrahán con respecto a Dios es aquí el preludio de la promesa divina de que Sara tendrá un hijo antes de un año.

En el Evangelio la cosa cambia: Sólo una cosa es necesaria.Aquí no es la solícita hospitalidad de Marta lo que está en primer lugar, sino la palabra de Dios que sale de la boca de Jesús. Ninguna acción que pueda realizar el hombre para agradar a Dios merece el don de esta palabra; ésta es dada gratuitamente a María porque está abierto a ella y puede escucharla. Sería absurdo invertir este sentido evidente del relato y atribuir a la criticada Marta una perfección superior por que sabe estar"in actione contemplativa". El hombre no puede actuar correctamente, si antes no ha escuchado la Palabra de Dios; eso es precisamente lo que se puede reconocer en el episodio de Abrahán en el encinar de Mambré pues la historia había comenzado con la historia obediente d ela Palabra de Dios.Ya en la Antigua Alianza todo comienza con el Escucha Israél. La acción debe después corresponder a esa escucha; a ninguna ortopraxis le está permitido imaginar que puede suscitar a la ortodoxia o producirla a partir de sí misma. La práxis de María se demostrará como la correcta en el último convite de Betania, cuando unge a Jesús para su sepultura; su acción será defendida por el Señor contra todos los ataques y propuesta como modelo para toda la historia de la Iglesia.
Cristo es para nosotros la esperanza de la gloria. También en la Iglesia la palabra de la predicación debe preceder a la praxis, como muestra la segunda lectura ¿Cómo van a creer si no oyen hablar de Él?, y ¿cómo van a oir sin alguien que proclame? (Ro 10,14) La obra suprema de Dios, la entrega de su Hijo por nosotros, e sla quintaesencia de la palabra que nos dirige. Y percibir la Palabra de este Hijo como acción de Dios significa entrar en esa acción. Por eso el apóstol puede atrverse a escribir estas palabras: Así completo en mi carne lo que falta a los dolores de Cristo. En la medida en que Cristo como cabeza ha sufrido por todo su cuerpo, a este sufrimiento no le falta nada, pero en la medida en que Cristo es cabeza y cuerpo, el cuepo debe participar en la pasión de Cristo. La comunión en Cristo es la que el apóstol quiere introducir mediante su predicación a todos los hombres, incluidos los paganos, exige algo más que la distancia entre el que habla y el que escucha, exige la acción común.

miércoles, 17 de julio de 2013

MONSEÑOR JOSÉ IGNACIO MUNILLA : LA LUZ DE LA FE


El Papa Benedicto XVI había completado prácticamente una primera redacción de esta Carta

encíclica sobre la fe. Se lo agradezco de corazón y, en la fraternidad de Cristo, asumo su precioso trabajo, añadiendo al texto otras aportaciones. Con estas sencillas palabras nuestro Papa Francisco presenta su primera encíclica, “Lumen fidei”; y se culminan ‘a cuatro manos’ la serie de encíclicas sobre las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.

Por cierto, un detalle no menor y que bien merece un comentario de partida, es el orden en el que las tres encíclicas han visto la luz: lejos de seguir el orden lógico fe, esperanza y caridad, han sido publicadas a la inversa caridad, esperanza y fe. ¿Acaso por un criterio ‘existencial’? En efecto, nuestra cultura es más bien refractaria a los planteamientos teóricos y abstractos. Sin negar la validez de las tradicionales vías racionales para llegar a la existencia de Dios, actualmente las vías existencialesse muestran como las más eficaces: ¡solo el amor es digno de crédito!; ¡la salud de nuestra esperanza es el mejor signo de nuestras ‘constantes vitales’!... No en vano decía Chesterton: El único argumento contra la pérdida de la fe es que se pierde asimismo, la esperanza y generalmente, la caridad”.

Pero vayamos al cuerpo de esta Carta encíclica, en la que el alma de Joseph Ratzinger rezuma por todos los lados. Lejos de eludir las acusaciones que la modernidad ha formulado contra la fe, en el prólogo aparece la sospecha de Nietzsche conocido como el filósofo de la muerte de Dioscuando escribía estas palabras a su hermana Elisabeth: “Si quieres alcanzar paz en el alma y felicidad, cree; pero si quieres ser discípulo de la verdad, indaga”. He aquí la cuestión que plantea el agnosticismo: ¿La fe es un espejismo, un refugio al que se acogen los que huyen de la crudeza y de la fugacidad de esta vida?... ¿O por el contrario, la fe es una forma de conocimiento legítima y coherente, en la que el hombre acoge la revelación de Dios, que se presenta envuelta en multitud de signos de credibilidad?

Existen dos posicionamientos opuestos y contradictorios, frente a los que hemos de tener capacidad crítica: el fideísmo y el racionalismo. El primero de ellos, se limita a valorar la fe por su poder consolador, y el segundo rechaza cualquier forma de conocimiento que supere la comprobación empírica. El uno olvida que la fe sin verdad no salva, hasta el punto de reducirse a una bella fábula; mientras que el otro parece ignorar que existen muchas dimensiones de la existencia que no son cognoscibles por nuestra mera percepción sensorial. En efecto, no es lo mismo conducir de noche con las luces cortas del coche, que con las luces largas. La luz de la razón es importante, pero insuficiente para descubrir el sentido pleno de la existencia.

La intuición de San Agustín ilumina y completa este dilema: “El que no conoce, no puede amar; pero el que no ama, no llegará a conocer en profundidad”. Pues bien, al fideísmo es necesario recordarle lo primero: Quien no sustenta la fe en el conocimiento de la verdad, reduce sus creencias a unos valores de moda, a merced del sentimentalismo fluctuante (¿no será este el caso de los movimientos inspirados por la Nueva Era?). Por su parte, al racionalismo es importante recordarle igualmente que el conocimiento sin amor es frío, impersonal, e incluso opresivo. La verdad solo resulta luminosa cuando el amor nos llega a tocar, de lo contrario queda sumida en la abstracción. En esta Carta encíclica se recuerda la cita de Gregorio Magno: «Amor ipse notitia est» (el amor mismo es un conocimiento). Lumen fidei’ nos recuerda que lo contrario de la fe no es la razón, sino la idolatría. Cuando el hombre no reconoce a Dios como la fuente y el centro de la existencia, corre el peligro de construir multitud de ídolos. En el fondo, los diversos ídolos acaban siendo un pretexto para el egocentrismo. La encíclica matiza: “El hombre se disgrega en la multiplicidad de sus deseos (...) 

Por eso, la idolatría es siempre politeísta” (...) “Quien no quiere fiarse de Dios se ve obligado a escuchar las voces de tantos ídolos que le gritan: «Fíate de mí»”. Significativamente, ni la Sagrada Escritura ni la Tradición de la Iglesia han hablado nunca de Jesús de Nazaret como de “un creyente”. Más bien, decimos que Jesucristo ‘ve’ al Padre, lo cual es mucho más que creer. Curiosamente, en el Evangelio de San Juan el concepto de ‘fe’ se equipara con el ‘ver’. El creyente ‘ve’ a través de los ojos de los testigos (cfr. Jn 11, 40; 14, 9).

 Y es que, la fe no tiene a Jesucristo exclusivamente como objeto (creer en Jesús); sino que llega a participar de la visión de Jesús (mirar la vida desde los ojos de Jesús). La encíclica lo ilustra con una bella imagen: “En las grandes catedrales la luz llega del cielo a través de las vidrieras en las que está representada la historia sagrada. La luz de Dios nos llega a través de la narración de su revelación y, de este modo, puede iluminar nuestro camino”.

viernes, 12 de julio de 2013

HORACIO BOJORGE SI: LAS VIRTUDES REGUALADORAS DE LA IRA


Siendo la ira un movimiento tan complejo se necesitan muchas virtudes para regularla y encauzarla. Las virtudes reguladoras de la ira y contrarias a la cólera son: la virtud cardinal de la fortaleza con sus dos formas:



1) la valentía o el coraje para luchar contra el mal vencible


2) la paciencia para soportar, aguantar y sobrellevar el mal inevitable o invencible.

Relacionada con estas dos virtudes está la magnanimidad, o sea la grandeza de ánimo necesaria tanto para luchar con coraje como para sufrir y aguantar. También se opone a la cólera, la virtud cardinal de la templanza, por la cual moderamos nuestros deseos del bien. De esta manera, cuando nuestros deseos se frustran, soportamos con paciencia dicha frustración. En cambio, si nos hemos entregado a la vehemencia de los deseos, nos costará más dominar el disgusto por su frustración. Como se ve, un remedio preventivo de la cólera comienza con cierto autodominio que modera incluso los buenos deseos.

sábado, 6 de julio de 2013

HANS URS VON BALTHASAR: XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)

Como corderos en medio de lobos. En el gran discurso misional del evangelio, Jesús envía a sus discípulos como corderos en medio de lobos. La imagen es terrible. Humanamente considerado, semejante envío podría aparecer irresponsable. Jesús puede decir algo semejante únicamente porque él mismo ha sido enviado por el Padre como el Cordero en medio de los hombres, que se comportan como lobos con respecto a él, para que así se consiga el triunfo del Cordero como degollado que le hace digno y capaz de soltar todos los sellos de la historia del mundo (Ap 5). Jesús ha venido a los hombres, completamente indefenso; su única arma era la misión, la cual,mientras duró, le protegió contra el ataque de sus enemigos, aunque a veces tuvo que librarse de ellos a escape. Jesús desarma primero completamente a los que tienen que anunciar su mensaje: a los pocos obreros; éstos en primer lugar deben desear la paz: no importa que sea aceptada o no; y si esa paz no es aceptada, en modo alguno hay que tratar de imponerla por la fuerza, sino hay que marcharse a otro sitio. Pero tanto a los que los acogen como a los que los rechazan, sus mensajeros deben anunciarle que el Reino de Dios esta cerca, para que la gente pueda prepararse convenientemente, pues el tiempo apremia. No deben alegrarse o entristecerse por el éxito o el fracaso; el éxito no está incluido en la misión; el verdadero éxito no está ni se encuentra únicamente incluido en la misión; el verdadero éxito se encuentra únicamente en el Señor de las misiones,que mediante su cruz ha expulsado a Satanás del cielo. El Cordero de Dios solo ha vencido: ha vencido el León de la tribu de Judá, en cuyo honor se entonan grandes cantos de alabanza en el cielo (Ap 5,5ss). Únicamente en él y no en sí mismos, tienen los enviados potestad de pisotear...todo el ejército del enemigo.Esta certeza debe bastarle a los enviados como consuelo.

Llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. En la segunda lectura el apóstol habla en nombre de la Iglesia de Cristo. La indefensión de Jesús y de sus discípulos se ha transformado ahora en su estar crucificados, en el que la aparente derrota se mostrará como la verdadera victoria. El mundo aparentemente victorioso está crucificado, es decir, está muerto y es inofensivo lo que es mundano en él . Y estas dos cosas en virtud de la cruz de Cristo, que es lo único de lo que Pablo se gloría.Que lleve en su cuerpo las marcas de Jesús, es sólo el signo de su seguimiento estricto, un seguimiento estricto, un seguimiento en el que Pablo es ciertamente consciente de la distancia que le separa del Señor. Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros (1 Cor 1,13). Solo a partir de la cruz de Cristo puede Pablo, en nombre de la Iglesia, del Israel de Dios, prometer paz y misericordia a todos los que se ajustan a esta norma: que la victoria sobre el mundo se encuentra únicamente en la cruz de Jesús y en sus efectos sobre la Iglesia y sobre el mundo.

Como a un niño a quien su madre consuela. En esta norma se encuentra toda la riqueza de la Iglesia, que es la madre que nos alimenta y de cuyas ubres abundantes, como dice la primera lectura, debemos mamar hasta saciarnos. La Iglesia no tiene más consuelo para sus hijos que el que le ha sido dado por Dios: que en la cruz de Jesús el amor de Dios se ha convertido en algo definitivamente tangible para el mundo; que solo a partir de ella puede hacerse derivar hacia la Iglesia, y a través de ella hacia el mundo, la paz como un torrente de crecida.

miércoles, 3 de julio de 2013

DIÁCONO JORGE NOVOA: PREDICA A TIEMPO Y DESTIEMPO

SIERVO DE DIOS MONSEÑOR JACINTO VERA

Mons. Jacinto Vera y Durán, nació el 3 de julio de 1813 en la isla de Santa Catarina (Brasil) cuando sus padres, don Gerardo y doña Josefa, venían de las Islas Canarias a instalarse en estas tierras. Es bautizado el 2 de agosto. Jacinto, el cuarto de cinco hijos, se instala con su familia, primero en Maldonado y luego en las cercanías de Toledo. En la capilla de N. S. del Carmen, en Toledo, Jacinto hace su primera comunión. En los trabajos del campo pasa Jacinto su niñez y juventud.

En 1832, a los 19 años de edad, realiza por primera vez los Ejercicios Espirituales, en los cuales descubre su vocación sacerdotal. No había seminarios ni centros de formación sacerdotal en el país; tampoco contaba con recursos para hacerlo en el extranjero. Sin embargo, no se intimidó. Ahorraba el sueldo que su padre le pasaba por ser peón en la chacra y comienza a estudiar, con el Presbítero Lázaro Gadea, latín y gramática. Presta servicios en el ejército, algunos meses de 1834 o 1835, del cual es exonerado por el Gral. Oribe al conocer su vocación. Entonces viaja a Buenos Aires a estudiar al Colegio San Ignacio como alumno externo.

En 1841, antes de culminar sus estudios, es ordenado sacerdote por el obispo auxiliar de Buenos Aires Don José Mariano de Escalada. Celebra su primera misa el 6 de junio. Tenía 27 años. Regresa a Montevideo y es destinado - como teniente cura primero y como párroco después - a la parroquia de Canelones, en la que unió el trabajo sacerdotal al complemento de sus estudios. En Canelones, donde pasa 17 años, sobresalió por su afán evangelizador, misionando los pueblos de su jurisdicción.

Pío IX lo nombra vicario apostólico de Montevideo, en 1859. En 1860 ordena Ejercicios Espirituales para todo el clero; en abril de ese año sale a misionar, comenzando una labor que realizará hasta su muerte. Estos primeros testimonios de su trabajo resaltan sus dos desvelos pastorales fundamentales. En primer lugar lucho por formar un clero uruguayo, para lo cual busca las vocaciones, los subsidios económicos, enviando a los candidatos a formarse en el extranjero hasta que pueda ver fundado el Seminario. En segundo término, tuvo un infatigable afán evangelizador para atender a todos los cristianos de la patria a él confiados. Durante los 21 años de su ministerio al frente de la Iglesia uruguaya, realizó las visitas pastorales junto a las misiones varias veces en todo el país.Él mismo se puso al frente de esta tarea, en la predicación, el confesonario, la administración de los sacramentos. Tuvo predilección por los pobres y sencillos, despojándose hasta de su ropa para cuidar de los necesitados.

Entre otras obras que realizó, junto a dilectos laicos y clérigos, impulsó la prensa católica: con «La Revista Católica» (1860); «El Mensajero del Pueblo» (1871) y «El Bien Público» (1878). También creó el Club Católico (1875) y el Liceo de Estudios Universitarios (1876). Apoyó y trajo diversas congregaciones religiosas de hombres y mujeres.

En 1862 sufre el destierro, al ser expulsado por el Poder Ejecutivo por su defensa de la libertad de la Iglesia.En 1864 es nombrado, por el mismo Pío IX, obispo de Megara in partibus infidelium.

El 16 de julio de 1865, en la iglesia Matriz, es consagrado obispo por Mons. Escalada. Participa en el Concilio Vaticano I. El 15 de julio de 1878 es erigida, por León XIII, la diócesis de Montevideo y Jacinto es nombrado su primer obispo. En 1880 se abren las puertas de su Seminario para la formación del clero nacional.Luego de celebrar la Pascua de 1881, parte para la última de sus misiones.

En Pan de Azúcar, el 6 de mayo, muere. Sus últimas palabras, luego de haber recibido la santa unción y el Viático, fueron: «Gracias a Dios que todo está hecho». El país entero se vistió de luto. La prensa entera, aún el adversario elogiaron su figura de evangelizador, de sacerdote fiel y abnegado, su atención a los pobres. Una multitud acompañó sus restos hasta la Catedral y veló su cuerpo durante cinco días. El joven sacerdote Mariano Soler, expresó con dolor un sentido recordatorio de su vida. Don Juan Zorrilla de San Martín frente a su féretro, proclamó lo que todos sentían y pensaban: « ¡El santo ha muerto!»